El Paso de Benalmádena: Tradición, pasión y orgullo comunitario

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75 años de historia y tradición: así es el legado inquebrantable de El Paso de Benalmádena

El espectáculo, galardonado en 2024 con el Premio Nazareno del año en Málaga y declarado Fiesta de Interés Turístico Provincial, incorpora novedades en su 75 aniversario.

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Carmen Barainca
Publicada

Más que una representación religiosa. Cada año, el Parque rústico El Retamar se convierte en el escenario de una vivencia única: “El Paso”. Una representación gratuita al aire libre que extrapola lo teatral bajo la dirección de Lola Guerrero. Un acto que, cara a cara con los espectadores, plasma en Semana Santa los relatos de la Pasión de Cristo desde un enfoque más realista. Con personas.

Desde 1950, generaciones de benalmadenses han sostenido la tradición. Este Jueves y Viernes Santo a las 11:00, cerca de 180 participantes se sumergen en sus personajes. Avivan la intrascendencia del tiempo. Además, en conmemoración a su 75 aniversario, El Paso 2025 pretende sorprender con la nueva escena ‘Los Elegidos’.

Los orígenes de El Paso se remontan a la Plaza del Pueblo, un enclave modesto que, con el compromiso de los vecinos, ha impulsado una de las manifestaciones más emblemáticas de la Costa del Sol. No es el único paso en la provincia, mucho menos en España, pero su inquebrantable sentido de la pertenencia de quienes participan es lo que lo hace especial.

Además, la puesta en escena es cada vez más espectacular. Con punto de mira hacia el futuro, recrean escenas más cinematográficas. Difunden vídeos en internet, y en apenas una semana, sus vídeos más virales consiguen hasta 200.000 reproducciones. Logran mayor reconocimiento. Y esto, en parte, es gracias al apoyo del Ayuntamiento de la localidad. “Sin ellos no podríamos lograr todo esto”, admite la directora al mando desde 2007.

El Paso no es solo una representación de los últimos momentos de Jesucristo, es una creación artística, en la que cada pieza encaja: desde los decorados, hasta los trajes, renovados cada año. Está en constante evolución. Lola Guerrero ha sido artífice de la modernización de El Paso desde que retomó la obra, que había sufrido un parón en 1999 al no poder hacer más uso del espacio. “Cada año se mejora, se incorporan detalles. El escenario y el vestuario son más realistas”, explica con orgullo.

imagen El Paso de Benalmádena

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Guerrero asegura que este proyecto ha sido una labor de amor, sacrificio y evolución constante. En sus palabras: “El Paso ha cambiado muchísimo. Antes, en la Plaza del Pueblo, solo contaba con cuatro escenas. Hoy tenemos templos construidos, decorados, y una escenografía que realmente le da realismo”. Y desde luego, mientras las procesiones se pasean por las calles del centro de Málaga, en Benalmádena cobran vida durante tres horas de espectáculo continuo.

¿Cómo se articula una puesta en escena con casi 180 personas, incluido niños, durante tres horas? La respuesta radica en las saetas. Lo único que separa las escenas es una cantaora profesional. Y aunque muchos se saben el guión de memoria, la música es la guía estratega que dota, además, el espectáculo de mayor emotividad. Pues los espectadores escarchan alguna que otra lágrima en momentos icónicos como la Santa Cena.

Eduardo Cabello, intérprete del capitán de los fariseos, es un engranaje fundamental. Con 40 años de experiencia, y la representación de varios papeles, es clave en la organización interna del evento. “Cuando escucho la saeta, sé exactamente qué escena se avecina. No necesito indicaciones: los pasos, los tiempos, las entradas y salidas… todo está interiorizado”. Su compromiso es tal que, en cuanto pisa el escenario, deja de ser Eduardo y se convierte en su papel: “Voy a saco, no hay medias tintas. Vivo cada escena como si fuera real”.

No es sorprendente que los propios participantes se emocionen. Aunque la mayoría no cuenta con formación actoral profesional, su experiencia año tras año les permite desenvolverse con nivel.

La voz principal del espectáculo, Jesucristo, es encarnado por Andrés Bueno desde hace tres años. Su interpretación no es solo un reto actoral, sino una prueba de resistencia física. El Vía Crucis lo enfrenta al peso de una cruz de 40 kilos, sumado al desgaste emocional de reencarnar la Pasión. “Cada año aprendo más sobre el personaje, tanto a nivel interpretativo como espiritual. Es un proceso de entrega total”, señala.

Pero el realismo no solo cae en los actores principales. Cada intérprete aporta matices que enriquecen la representación. Desde los niños que acompañan a Jesús en la emotiva llegada a Jerusalén, hasta María Magdalena emocionada en el camino hacia la cruz, interpretada por Carmen Aguilera.

Intérpretes de El Paso de Benalmádena en ensayo

Intérpretes de El Paso de Benalmádena en ensayo

Pedro Molina, encargado de revivir a Judas, admite que su papel es uno de los más duros psicológicamente. “La recreación del ahorcamiento de Judas es un momento impactante. La tensión es real y el público lo percibe”. Para mimetizarse con el papel, recuerda sus propias vivencias a escasos minutos de la representación.

Más allá de la fe. A pesar de su fuerte arraigo cristiano, El Paso trasciende las creencias religiosas. Su magnetismo atrae a espectadores de todo el mundo, muchos de los cuales desconocen la historia bíblica, pero quedan fascinados por la atmósfera que emana. “Vienen muchos extranjeros. No entienden el idioma, pero se sientan, observan y se dejan llevar por la emoción, incluso con las adversidades del tiempo”, comenta Eduardo Cabello.

De cara al futuro, El Paso de Benalmádena se encuentra en una disyuntiva entre la tradición y la innovación. Con la nueva escena ‘Los Elegidos’ y la creciente proyección en redes, el espectáculo crece sin perder su ausencia. El objetivo es claro: mantener el legado vivo, una expresión artística que, año tras año, se reinventa sin perder su esencia.

Como lo define Cabello: “El Paso es amor, corazón y vida. Y mientras lo vivamos así, seguirá siendo eterno”.