La cantaora Rosario La Tremendita, en una imagen reciente.

La cantaora Rosario La Tremendita, en una imagen reciente. Jaime MassieuI

Cultura

Rosario La Tremendita: "Ser mujer y lesbiana cuesta desgraciadamente en el flamenco y en la sociedad"

La cantaora de Triana, una rara avis en el flamenco conocida por experimentar con electrónica, actuará este jueves en el Museo de Málaga.

7 julio, 2022 05:00
Málaga

Noticias relacionadas

Rosario Guerrero (Sevilla, 1984), más conocida como Rosario La Tremendita, creció al compás de una familia de cantaores de Triana. Las fiestas flamencas, el cante jondo y la guitarra fueron sus grandes amigos en el barrio. Su abuela, Enriqueta La Pescaera, y su padre, El Tremendo, le enseñaron la profesión a base de esfuerzo y mucho trabajo.

La artista sevillana atravesó medio país actuando en peñas y presentándose a concursos. Incluso llegó a quedar segunda en el Festival del Cante de las Minas. "No sé hacer otra cosa. Sin la música iba a ser muy complicado vivir. Le he dedicado toda mi vida a esto. A veces me desespera. Esta carrera es muy difícil. Me voy a dedicar a esto toda mi vida", cuenta en una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga.

La cantaora luce ahora con media cabeza rapada y aspecto de rockera en su último disco, Tremenda, donde se escucha su bajo eléctrico y los sintetizadores (además de homenajear a Lola Flores y Enrique Morente). La Tremendita actuará este jueves en el Museo de Málaga, situado en el Palacio de la Aduana. Estará acompañada de Joselito Acedo a la guitarra, Tremendo hijo a las palmas y El Oruco a los coros.

Es una rara avis en lo suyo. ¿La han juzgado más por ser paya o por ser lesbiana?

No sabría decirte. Ha sido complicado. Siempre notas que cuesta más y que una debe demostrar bastante más que los demás. Una debe plantar los cimientos bien porque es todo mucho más complicado. Ser mujer y lesbiana no sólo en el flamenco, sino también en esta sociedad, cuesta por desgracia a día de hoy. Es una realidad. 

Además, el mundo del flamenco es tremendamente machista. 

El flamenco viene del pueblo y bebe de la tradición. Es un reflejo de lo que pasa en la sociedad. En otros muchos ámbitos está más disimulado, o se lleva de otra manera. Lo que pasa en el flamenco es un reflejo de la sociedad.

Usted va rapada por un lado. ¿Alguna vez le han dicho algo por su estética o ese debate ya está más que superado?

Cuando voy a un festival de cante o subo a un escenario tengo la sensación de que, siendo mujer y con este aspecto, debo demostrar más que si fuera un hombre con el pelo largo y muy moreno. Da igual si el hombre canta peor por seguiriyas. Esa es mi sensación. Sin duda se nos exige más. 

Usted se ha criado en un ambiente muy jondo en su Sevilla natal. ¿Qué primeros recuerdos tiene asociados al flamenco de niña?

El primer recuerdo asociado al flamenco es mi familia y mi casa. En mi hogar a la mínima se está cantando y se está festejando. Pienso mucho en mi padre y en mi familia, en estar en casa con la guitarra en el sofá. 

¿Siempre sintió esa llamada?

He cantado desde muy chiquitilla. Al principio lo viví como un juego en casa. En muy poco tiempo y siendo muy pequeña me lo tomé muy en serio. Tenía esa necesidad. Admiraba mucho la carrera de Enrique Morente y de otros cantaores muy comprometidos con el arte y con una trayectoria larga. Siempre soñé con ese tipo de carreras. Nunca me interesaron las modas y estas cosas efímeras, rápidas.

Se ha curtido en peñas flamencas y en certámenes. ¿Qué se aprende allí?

He tenido la suerte de haber aprobado todas las asignaturas del flamenco. Las peñas te proveen de un aprendizaje y una formación brutal. Recuerdo cantar en las peñas y en los festivales y estudiar todos los palos de cada sitio. A lo mejor me iba a La Unión y tenía que hacer los cantos de Levante. Es una universidad. Cuando entré a cantar en danza, imagínate. Tuve la suerte de juntarme con artistas de otras disciplinas como directores de escena, poetas o iluminadores. Eso me abrió la mente y me la llenó de nuevas inquietudes.

En Tremenda experimenta con instrumentos, su bajo flamenco, y con sintetizadores. ¿Se siente liberada por primera vez en este trabajo?

En este disco he hecho una investigación muy grande y un viaje por el cante. Por ahora sólo ha salido la primera parte correspondiente a la de la electrónica. En septiembre sale un doble álbum donde aparecerá la otra entrega donde desnudo la parte de electrónica y los mismos temas lo han interpretado diez guitarristas de flamenco. Es un viaje hacia delante y hacia atrás. Me ha llevado unos cuantos años trabajar este autorretrato mío. La tradición necesita de todo este camino nuevo que estoy construyendo, y lo nuevo necesita de la tradición. 

Puede beber de muchas fuentes y seguir siendo flamenca.

Eso es como el AND. En mi casa siempre me dicen que puedo coger todos los instrumentos que quiera e investigar, pero al final el flamenco es una forma de ser. Me levanto y soy flamenca desayunando, almorzando, con mi familia. Es algo que no puedo modificar y que me atraviesa por completo. Me siento flamenca por los cuatro costaos y va a ser así siempre.

¿Entiende toda la polémica en torno a Rosalía? Cuando se hablaba de que no era flamenca…

A los seres humanos nos gusta mucho el conflicto (ríe). No entiendo las polémicas, pero si la diversidad de opiniones. Eso es bonito y debe existir. Cuando existe es porque están pasando cosas y gracias a eso el flamenco sigue vivo. La libertad de expresión debe primar. Que nos dejen a los artistas hacer música, expresarnos, construir nuevos caminos e incluso equivocarnos. Quiero equivocarme mucho a lo largo de mi vida para seguir evolucionando, creciendo y cambiando. Tanto Rosalía como otros músicos y yo estamos en el camino. A veces hacemos las cosas mejores y otras peores. Rosalía es una fenómena. 

Si hablamos de polémicas en la Bienal de Sevilla las hay. Tremenda se estrenó en el templo flamenco en 2020. ¿Cómo fue aquello?

Actuar en la Bienal de Sevilla es como estar en casa. Me lo pasé muy bien. Lo disfrutamos muchísimo. Hubo diversidad de opiniones. Como a mí me gusta siempre. Escapamos bien. A los aficionados flamencos les puede gustar más o menos lo que hago, pero hay un respeto mutuo. Me siento respetada al haber nacido en la tradición, en las peñas y en los concursos. Este año vamos a estrenar en la Bienal el doble álbum, en concreto en el Teatro de la Maestranza en septiembre. Vamos con la misma ilusión y las mismas ganas. 

Ha incluido una canción de Lola Flores, Dime, en su disco Tremenda. ¿Qué le apasiona de esta mujer sin pelos en la lengua?

Me apasiona su valentía, su fortaleza y su fuerza. Es un icono dentro y fuera de España. Me siento muy identificada porque en mi casa hay un matriarcado. Mis abuelas y mi madre son mujeres fuertes con carácter como yo. Rendirle homenaje a una figura como Lola Flores era para mí muy importante. Me he criado con sus canciones en casa.

También rinde homenaje a Lorca y Enrique Morente en Romería. ¿Se siente igual de libre que el cantaor granadino a la hora de experimentar?

Una generación como la mía ha sentido esa libertad a la hora de crear gracias a Enrique Morente. Tengo la obligación de seguir ese camino que Enrique abrió. Se lo debíamos. Tenemos que hacer flamenco desde la valentía y la honestidad que él defendió. Es un icono a seguir. Llevo escuchándolo y aprendiendo de él toda la vida. 

En Oye mi voz canta: "No nos miramos los amores virtuales / los cuerpo ya no se tocan/ y al llorar ya no lo saben". ¿Cómo vive estos tiempos de Tinder y fototetas?

Lo llevo fatal. Aunque me guste muchísimo la vanguardia y lo contemporáneo, soy tremendamente tradicional. Llevo muy mal esto del Tinder, de las relaciones efímeras, de una sociedad donde no importa nada y donde los seres humanos somos de usar y tirar en cosa de 24 horas. Me he criado en una familia donde se comparte todo. Esta forma de vivir tan egoísta y esta soledad no me gusta nada. Ahora parece que la familia y lo emocional molestan. Ahora todo es trabajar, velocidad y hoy para ayer. Lo llevo muy mal. Prefiero hacer las cosas en persona y a fuego lento. Hay que mirarse y escucharse más. 

Ha necesitado mucho psicólogo, dice en entrevistas. ¿De qué le ha salvado a usted ir a terapia? 

Voy todas las semanas. Me salva de mí misma muchas veces. A veces somos nuestros peores enemigos. A mí el psicólogo me hace parar una hora a la semana, poner cada cosa en su sitio y darme fuerza para seguir viviendo cada día, que no es fácil. Hay que aceptar muchas cosas, entre ellas cómo vivimos hoy día. También me ayuda a ser coherente y saludable con una misma y con todo lo que le a una le rodea. 

¿Cómo es el día ideal de Rosario La Tremendita?

Estar rodeada de mi familia, comiendo mucho y bien, con un buen perol de migas, un buen vino y una guitarra encima.