Una imagen de la nueva exposición del Centro Pompidou de Málaga.

Una imagen de la nueva exposición del Centro Pompidou de Málaga.

Cultura

Desde Toyo Ito a Kenzo Tange: una exposición en Málaga revela los hitos de la arquitectura japonesa

El Centro Pompidou analiza en su nueva muestra temporal la evolución del concepto, la morfología y funcionalidades de los edificios nipones desde los años 50 hasta la actualidad.

20 mayo, 2022 14:33
Málaga

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El Centro Pompidou de Málaga ha presentado este viernes su nueva exposición temporal, titulada La arquitectura japonesa desde 1950: espacios plurales. La muestra, abierta al público hasta el 19 de septiembre, exhibe 86 trabajos de 32 arquitectos donde repasan la evolución del concepto, la morfología y funcionalidades de los edificios nipones desde los años 50 hasta la actualidad.

Los fondos proceden de la colección de arquitectura del Musée national d'art moderne de París. La exposición está comisariada por Yûki Yoshikawa y se divide en cinco secciones La aparición de una arquitectura moderna japonesa; Visiones futuristas: el grupo metabolista y la Exposición Universal de Osaka de 1970; Redefinir la arquitectura: ciudades y casas; La arquitectura como concepto y lenguaje; y, por último, Una arquitectura de borrado. 

Desde 1950, la escena arquitectónica japonesa se ha ido constituyendo a través de un diálogo entre modernidad y tradición, entre referencias a Occidente y estudios en torno a una cultura nipona propia. Para comprender mejor su heterogeneidad histórica y su dinamismo, esta exposición se articula en torno a los temas recurrentes de los arquitectos japoneses, reflexionando sobre la manera en que la arquitectura se integra en la ciudad y cómo esta se relaciona con sus habitantes. 

Con las sucesivas catástrofes provocadas por los terremotos y las crisis económicas, la ciudad japonesa está marcada por un permanente vaivén entre destrucción y creación. Se afirma como una matriz en perpetua mutación que permite plasmar las visiones de los arquitectos, que renuevan constantemente la definición de la propia arquitectura. El tejido urbano de Japón, verdadero territorio de experimentación, se caracteriza por su fragmentación en espacios plurales, enriquecidos por rupturas y continuidades.

La exposición propone un recorrido cronológico dividido en cinco secciones, desde 1950 hasta la actualidad, con proyectos de una treintena de arquitectos y permitiendo al visitante captar la profusión y la diversidad de la arquitectura, el diseño y el urbanismo nipones.

La aparición de una arquitectura moderna

La arquitectura japonesa se construye en estrecha relación con la aparición del modernismo occidental, en particular con los escritos del alemán Bruno Taut en la década de 1930, donde compara la arquitectura europea y los edificios tradicionales nipones. Las fotografías de Yasuhiro Ishimoto muestran la influencia de los análisis de Taut en la caracterización de la arquitectura moderna japonesa.

La conmoción de la Segunda Guerra Mundial en Japón, con la destrucción y posible erradicación del hombre por las armas nucleares, impone una nueva forma de humanismo, retratada en proyectos como el Memorial de la Paz de Hiroshima (1952-1955), de Kenzo Tange.

Este cuestionamiento sobre el lugar del ser humano inspira también a los arquitectos nipones influidos por Le Corbusier. Desarrollan entonces el brutalismo arquitectónico, que emplea el hormigón como material por excelencia, y dan a la ciudad una dimensión humana, favoreciendo los edificios colectivos y participando en el esfuerzo de reconstrucción del país.  

A partir de 1955, el rápido crecimiento económico de la nación se ve acompañado de múltiples realizaciones artísticas. El estilo internacional se afirma, con Junzo Sakakura o Ichiro Ebihara a la cabeza. Kenzo Tange se convierte en el arquitecto emblemático de este periodo con la creación del Estadio Nacional Yoyogi de Tokio, creado especialmente para los Juegos Olímpicos de 1964. 

Visiones futuristas

En la década de 1960 surge un nuevo urbanismo, adaptado al incremento de población en las ciudades japonesas. Los arquitectos liberan el espacio expandiéndose o levantándose a gran escala, como los proyectos de ciudades sobre el mar de Kiyonori Kikutake o las megaestructuras aéreas de Arata Isozaki. Los principales nombres del movimiento metabolista, como Kisho Kurokawa y Kikutake, rechazan el excesivo canonicismo del modernismo para imaginar proyectos urbanos formados por estructuras extensibles y componentes renovables basados en el proceso biológico.

Las metrópolis niponas se convierten en escaparates de estas visiones futuristas y de la prosperidad tecnológica, como demuestran el Centro de Comunicaciones de Yamanashi (1966) de Tange y la Nakagin Capsule Tower (1972) de Kurokawa. La Exposición Universal de Osaka de 1970 es una muestra emblemática de esta arquitectura tecnológica. Y permite dar a conocer en todo el mundo las megaestructuras, y también las arquitecturas hinchables de Yutaka Murata. Sin embargo, el optimismo asociado a la sociedad industrial se ve ya minado en este evento por las acciones de artistas como Tadanori Yokoo. 

Redefinir la arquitectura: ciudades y casas 

En medio de las protestas de 1968 y la crisis del petróleo de 1973, muchos arquitectos recuperan los principios básicos de la arquitectura, reimaginando casas modestas. Kazuo Shinohara y Arata Isozaki se inspiran en las nociones de tradición y modernidad para reflexionar sobre la vivienda individual y la ciudad. El estudio de Shinohara sobre las casas tradicionales japonesas le lleva a desarrollar un vocabulario basado en la abstracción geométrica.

Isozaki propone una nueva concepción del urbanismo adaptada a la vida contemporánea, pero desligada de los principios modernos. Redefine así la ciudad como un espacio formado por una acumulación de signos y extrae el concepto clave de Ma, que en la arquitectura nipona se refiere al concepto de intersticios urbanos. 

A partir de estos estudios, la nueva generación reinventa los vínculos entre el ser humano y la ciudad. La casa permite volver a centrarse en el individuo, como en la Casa-torre de Takamitsu Azuma (1966), construida en los intersticios del tejido urbano de Tokio. En la década de 1970 florecen las formas geométricas de hormigón de Tadao Ando o las estructuras puras de Itsuko Hasegawa. Otros arquitectos inscriben signos y símbolos en la ciudad: los edificios se transforman en soportes gráficos, como el antropomorfismo de Kazumasa Yamashita o los motivos inspirados en el pensamiento oriental de Kiko Mozuna.

La arquitectura como concepto y lenguaje

En la década de 1970, los arquitectos japoneses se abren a las nuevas tendencias occidentales, como la arquitectura radical y el posmodernismo. Basándose en nociones filosóficas, se centran en un nuevo principio: la arquitectura como lenguaje.

La obra de Hiromi Fujii se nutre del diálogo con Occidente: influenciado por el pensamiento estructuralista, rechaza la expresividad y establece la cuadrícula como elemento fundamental. Tadao Ando enriquece su geometría con reflexiones sobre la fenomenalidad, la interacción entre la materia y la luz, el cuerpo y el espacio. 

La burbuja especulativa de las décadas de 1980 y 1990 impulsa nuevas tipologías arquitectónicas en Japón. Los arquitectos buscan alternativas en un contexto de intensificación de los transportes y de aparición de nuevas tecnologías. La arquitectura se transforma a veces en una máquina autónoma, como sucede con Shin Takamatsu con su universo hipermoderno. Atsushi Kitagawara y Ryoji Suzuki adoptan enfoques más conceptuales al insertar su arquitectura en los espacios intersticiales urbanos.

Itsuko Hasegawa crea una síntesis entre la investigación de hábitats refinados y la experimentación con nuevos materiales y tecnologías. Inventa la denominada arquitectura ligera, caracterizada por el uso de materiales ligeros, como la malla metálica. Este gusto por el borrado encuentra su culminación con Toyo Ito, que diseña estructuras y mobiliario perforados, adaptados a los nuevos estilos de vida urbanos.

Una arquitectura del borrado

La década de 1990 marca un punto de inflexión en la práctica de los arquitectos japoneses. El contexto socioeconómico (terremoto de Kobe en 1995, recesión económica...) les lleva a reforzar la dimensión social de la arquitectura. La materialidad se aligera, los muros desaparecen y se favorece la diversidad de circulaciones, usos y públicos. 

A principios de la década del 2000, Toyo Ito utiliza el modelado digital para crear una arquitectura ligera y transparente, abocada a su propia desaparición. Una nueva poética desarrollada, en particular, por el estudio SANAA: geometría refinada, muros translúcidos, horizontalidad, porosidad entre interior y exterior... 

Tipologías similares aparecen con Kengo Kuma o Shigeru Ban, revelando la potencialidad de los materiales. Terunobu Fujimori crea experiencias paisajísticas que llegan a esconder la propia arquitectura utilizando formas arcaicas y materiales naturales. En su proyecto Solfia (2009), Atsushi Kitagawara experimenta con estructuras que establecen un nuevo vínculo entre naturaleza y arquitectura.

Marcados por la catástrofe de Fukushima en 2011, los jóvenes arquitectos buscan desarrollar espacios comunitarios en las ciudades y responder a las mutaciones sociales provocadas por la expansión de la tecnología digital, como propone Yuusuke Karasawa. Sou Fujimoto revitaliza la arquitectura del borrado recurriendo a elementos opuestos como la apertura y el cierre, la transparencia y la opacidad, la naturaleza y el artificio.