Collage con imágenes de sus obras y Juana Francés en una fotografía.

Collage con imágenes de sus obras y Juana Francés en una fotografía. MACA

Cultura

Málaga redescubre a Juana Francés, la artista olvidada que revolucionó el arte en pleno franquismo

El Thyssen dedica una exposición temporal a la pintora alicantina, única mujer en El Paso conocida por introducir arenas en sus cuadros.

20 marzo, 2022 05:00
Málaga

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Juana Francés (Alicante, 1924 - Madrid, 1990) dinamitó el canon artístico español a mediados del siglo XX con obras rompedoras mientras desafiaba a la sociedad machista de entonces al dedicarse por completo a la pintura. El Museo Carmen Thyssen de Málaga reivindica ahora el legado de la creadora, única mujer en el colectivo El Paso, con una exposición inédita en Andalucía.

Rosa María Castells, comisaria de la muestra Juana Francés. Antología íntima, habla de su trayectoria pictórica como "una de las más sugerentes del arte español". "Está en primera línea de vanguardia. Se trata de la única integrante y fundadora femenina del grupo El Paso en 1957 junto a Saura, Millares y Pablo Serrano", destaca. Algunos de sus compañeros incluso decían que su pintura no parecía la de una mujer.

Para la responsable de colecciones del Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA), Francés es "una de nuestras creadoras más desconocidas con una obra excepcional". La alicantina representa a España en la Bienal de Venecia de 1954, 1960 y 1964; y está en las grandes citas internacionales como la exposición Before Picasso; After Miró del Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York (1960); y en la Modern Spanish Painting de la Tate Gallery de Londres (1962).

La pintora alicantina rompió el techo de cristal de la época al decirse artista. "Sólo el hecho de haber terminado sus estudios, haber decidido ser artista y vivir de ello era posicionarse. Había muchas alumnas en las escuelas de Bellas Artes, pero muy pocas llegaban después a vivir de su arte. Era una manera de declararse en guerra contra el contexto social e histórico que le tocó vivir donde ellas eran eternas aficionadas", subraya Castell. 

Muchas de las creadoras de aquella época en blanco y negro decidían casarse con artistas, pero siempre quedaban eclipsadas por ellos. "Es el caso de Isabel Quintanilla, la mujer de Julio López Hernández, o el de María Moreno, la esposa de Antonio López. Lo cuenta muy bien Amalia Avia en sus memorias", recuerda la conservadora.

Pionera

Natalia Molinos Navarro, historiadora del arte, sostiene que Francés "precedió a otros pintores, o al menos estuvo en la vanguardia". Por motivos como "su investigación matérica desde las técnicas murales aplicadas ya en su primera etapa figurativa, su incursión en el expresionismo informal introduciendo arenas, su preocupación por el soporte, la vuelta a la figuración con la aparición del hombre-monstruo, que no es más que un precedente de la corriente feísta en el arte contemporáneo", argumenta la investigadora en su detallado estudio.

"La pintura de Juana te deja sin respiración desde antes de sus tierras. Sus primeras tierras figurativas son muy interesantes. Cuando abraza la vanguardia, estando al tanto del informalismo europeo y el expresionismo abstracto norteamericano, sus piezas tienen una calidad y una potencia visual brutal. Deja sin aliento", destaca la comisaria de la exposición, un recorrido por sus distintas épocas. 

En la obra de Francés late un arte elemental, innovador en el uso de materias inusuales, orgánicas o encontradas como arena o tierra. Tras un preludio figurativo en sus años de formación, en su etapa inicial, entre los años 1956 y 1963, nos adentramos en su producción de informalismo matérico en la que encontramos obras de tonos ocres, negros y blancos, ritmos frenéticos y texturas y relieves. 

"Ella contribuye de forma esencial a la modernización de esa España atrasada. Sus tierras informalistas en los años 50 y 60 son una serie espléndida. Se trata de obras arriesgadas y valientes con esa violencia gestual", defiende Castells cuando habla de la primera época de la pintora. 

En el período más largo de su trayectoria, de 1963 a 1979, la valenciana imagina un universo de figuras aisladas, seres deformes, compuestos por materiales y objetos reciclados y ensamblados de desechos con los que la pintora realiza una metáfora tremendamente actual de la conversión del hombre en máquina y una crítica feroz de su pérdida de identidad personal, arrollado por las mismas fuerzas que él ha creado.

Las piezas de su serie El hombre y la ciudad son las más conocidas. "Construye unos monstruitos a partir elementos del progreso técnico (bujías, cables, esferas de reloj, enchufes). Están alienados, encerrado en una ventanita, cada uno en su casa incomunicados y solos. Está explorando la soledad del individuo frente al progreso técnico, que parecía que iba a liberarnos y ha sido al revés: nos ha hecho más esclavos", reflexiona.

Gloria Fuertes le dedicaría unos versos a Juana Francés y sus milagros: "Con unas gafas viejas, /  las tripas de un reloj, /  la tuerca de un piano, / tornillos de un demente, / te crea de repente / un señor. / Y viene la curación del chisme paralítico, / la resucitación de objetos muertos,  / la creación de seres observantes". 

En la última década, Francés regresó a la abstracción, esta vez colorista y lírica. La exposición en el Thyssen es una oportunidad fenomenal para observar sus obras más desconocidas. "En 1980 decide abandonar todo ese peso matérico y de angustia vital y decide dedicarse a la abstracción más pura y más lírica", explica la conservadora sobre estas acuarelas y guaches marcados por una explosión de color amarillo, azul y verde.

"Juana ilustra esos cometas que le dan la alegría de vivir, ya que está en un momento muy dulce: coincide su madurez artística con la excelente relación que mantiene con su pareja de vida Pablo Serrano. Es una época donde la sociedad española ha dejado un poco atrás el franquismo. Hay unos aires nuevos. Está plenamente satisfecha con esa obra bellísima", cuenta.

Aquello queda interrumpido con la muerte de Serrano. Ella no se recuperará nunca e incluso dejará de pintar un tiempo. Después, la artista vuelve a elaborar lienzos grandes muy violentos gestualmente con tierras.

La exposición en el Museo Thyssen de Málaga configura un auténtico autorretrato psíquico de Francés. "Ella es auténtica. Está acompañada siempre del tiempo que le ha tocado vivir. Siempre estuvo al día de las corrientes filosóficas: el existencialismo de Sartre y de Camus, el teatro del absurdo de Ionesco o las lecturas de Kafka la atraviesan. Pero también todas las tendencias artísticas mundiales. Pasó temporadas en París y viajó mucho. Aunque inevitablemente le afectó el tiempo político y social que le tocó vivir", afirma.

La muestra es obra de una colaboración con el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante. "Siempre hemos mantenido muy buena relación y hablamos de proyectos. Lourdes Moreno vino a ver la exposición de Juana Francés atravesando la materia de improviso y se quedó enamorada de su obra. "Madre mía, qué potencia tiene esto y qué desconocimiento", pensamos", rememora.

Aunque sus compañeros de generación reconocieron la calidad y la valía de su obra, "somos nosotros y el relato de la historia del arte quienes hemos olvidado su figura con el paso del tiempo", reprocha Castells, que no olvida "su forma de trabajar las arenas, una técnica excepcional que ninguno de los artistas de la mitad del siglo XX tenía".

Francés de ninguna manera ocupa el lugar que le corresponde en el canon o en los libros actualmente. "Esa una de las grandes artistas del arte español del siglo XX. Volvamos a mirarla y recuperarla. Recomiendo a todos que se acerquen a verla con ojos limpios. La pintura habla por sí misma. Tiene una presencia tan contundente. Esas piezas siguen siendo tan contemporáneas medio siglo después. El silencio que injustamente ha caído sobre Juana hay que levantarlo", se despide.