La escritora Virginia Woolf, en una imagen.

La escritora Virginia Woolf, en una imagen.

Cultura

Virginia Woolf, la escritora enamorada de España: "Es el país más espléndido que he visto en mi vida"

La editorial Itineraria reúne en una espléndida edición las cartas, diarios y ensayos de la autora universal elaborados durante sus viajes a la península. Málaga acogerá este lunes la presentación del libro titulado 'Hacia el sur'.

29 noviembre, 2021 07:09
Málaga

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"Creo que España es, con diferencia, el país más espléndido que he visto en mi vida". Lo afirmó rotundamente Virginia Woolf en una carta enviada a su amigo Saxon Sydney-Turner. La escritora ya había visitado entonces la península tres veces en un espacio de 20 años. La editorial Itineraria ha publicado las cartas, diarios y ensayos de la autora elaborados durante su estancia aquí en una espléndida edición.

Málaga acogerá la presentación del libro Hacia el sur este lunes a las 19:30 en el Centro Andaluz de las Letras. La directora de la editorial, Alba Cantón, mantendrá una charla con la filóloga Verónica Pacheco. La experta literaria, autora de una investigación de gran valor titulada La aventura andaluza de Virginia Woolf, ha elaborado uno de los tres prólogos del volumen con ilustraciones de Carmen Bueno.

La semilla del proyecto está en un texto de la periodista Anita Botwin publicado en Contexto, titulado Las dos Andalucías de Virginia Woolf, hace ya cinco años. Ella firma otro de los prólogos del libro. "Este volumen nos brinda una nueva oportunidad de reencontrarnos con la autora", señala la activista, que recuerda que a "Virginia Woolf no sólo le valió tener una habitación propia para escribir, sino que salió a explorar el mundo más allá de la comodidad de Bloomsbury".

Una imagen de la portada del libro.

Una imagen de la portada del libro. I. E.

Una Woolf cascarrabias

Para entender el proceso vital y literario de la escritora, dice en el texto que precede a la recopilación de textos y misivas, "son importantes los diarios y las cartas que escribió en Andalucía con una diferencia de 20 años en los tres viajes". "Sólo así podemos ver y entender la diferencia que existe entre una Woolf joven e inexperta, algo cascarrabias, y una mujer ya adulta, con un gran crecimiento personal, pero sobre todo literario", incide.

La poeta Ángeles Mora, afincada en la tan querida Granada de Woolf, cuenta en su prólogo que Virginia "reflexionó constantemente sobre la la injusticia social a la que estaban relegada las mujeres". "¿Para qué necesitaba una mujer formarse si sólo tenía que ocuparse del hojar, los hijos y el marido? Pero resulta que mujeres que no pasaban por ese aro", recuerda.

La autora, Premio Nacional de Poesía, asegura en su texto que "siempre hubo mujeres con curiosidad intelectual, verdaderas adelantadas en todos los campos (científicos, literarios o de pensamiento), que buscaron la manera de saltar esas barreras". "Y Virginia Woolf se esforzó en desmontar las construcciones idelógicas que impiden a las mujeres salir del lugar subalterno en el que las sitúa la razón burguesa", celebra.

El libro recoge por primera vez todo lo que la autora escribió sobre sus escapadas por España. "Mientras que en un primer momento a Virginia sólo parece importale las incomodidades del viaje, la tercera vez que regresó a España se torna mucho más descriptiva y literaria, poética incluso, como se puede apreciar en su manera de contar su estancia en Sierra Nevada", resume Botwin. 

El primer viaje a España en 1905 responde a un brote depresivo (el primero de muchos a lo largo de su vida) por la muerte de su padre, Leslie Stephen. Lo hace acompañada de su hermano Adrian. Aquella jovencita victoriana de 23 años no había tenido antes la oportunidad de hacerlo porque ese privilegio, el de descubrir el mundo, sólo estaba al alcance de hombres (como estudiar una carrera).

Los dos hermanos llegaron a Lisboa tras un largo viaje en barco desde Londres. De allí decidieron coger un tren hasta Sevilla. La escritora publicaría ese mismo año el ensayo An Andalusian Inn (Una posada andaluza) en The Guardian donde contó con ironía la odisea que vivieron hasta encontrar hotel al llegar. Nadie les entendía (y eso que intentaron decir la palabra hotel en varios idiomas).

En una posada... extremeña

"Al cruzar a España, Virginia y su hermano terminaron en una posada (que inspiraría el título del ensayo sobre su viaje). Hemos descubierto que no se trataba de una posada andaluza por pocos kilómetros. Acabaron en un pequeño pueblo de Extremadura. Ella apuntó el nombre Amonjón. Hemos investigado y descubrimos que se trata de Almorchón, una pedanía de Cabeza del Buey en Badajoz", explica entre risas Alba Cantón. 

Seducida por los nombres como Extremadura y Andalucía, la escritora anotó en las primeras páginas de su diario, el 8 de abril, lo siguiente: "El paisaje no es bonito, en su mayor parte es una llanura y está desarbolado, con un sol abrasador. Llegamos a Sevilla a las ocho y media, fuimos hasta el Hotel Roma, tomamos una deprimente cena y a la cama". 

Tras ver Sevilla, los dos hermanos desearon visitar Granada. "Tuvimos que pasar por montarnos en unas cosas que llaman berlina (unos carruajes para dos), ya que estaban llenos los de primera clase. Al final, llegamos a una region montañosa imponente, Sierra Nevada, a cuyos pies se asienta Granada. Aquí llegamos a las ocho y cuarto, y cuatro mulas nos transportaron a la cima de la colina donde se erige el Hotel Washintong Irving", relató.

La Catedral de Granada, "un aburrido edificio"

La autora de Orlando tuvo tiempo de conocer el centro de la ciudad y ver su catedral, "un aburrido edificio florido y muy ornamentado con una sola cosa que me interesara: la tumbra de Fernando e Isabel", además de subir a uno de los patios de la Alhambra y ver a los gitanos bailar. La escritora se enamoró de Granada; lo deja claro en una carta enviada a Violet Dickinson el 24 de abril de 1905: "Granada es de lejos el mejor lugar que vimos (y casi que haya visto, creo)".

Woolf disfrutó en los jardines del monumento nazarí como "un lagarto al sol". "Hacía tanto calor como en un mes de agosto en Inglaterra, que no te dirán nada, pero piensa en naranjos con naranjas y en toda clase de árboles con grandes hojas verdes. No tiene comparación con el jardín de la casa de campo. Sobrepasa mis capacidades descriptivas", alababa. 

Sin embargo, la intelectual también muestra en su correspondencia las desventajas en aquella época de viajar por el país extranjero: "¿No te dije en un escrito lleno de inspiración que lo mejor de estar fuera era volver a casa? Realmente es así. Especialmente si viajas por España donde los trenes paran para respirar cada cinco minutos", se lamenta en una de las cartas, dirigida a su amiga y amante Violet Dickinson, que se pueden leer en el libro.

Su segunda escapada a la península la hizo durante su luna de miel con Leonard Woolf en 1912. "No escribió mucho. Hay un par de cartas a sus amigos en las que cuenta su día a día. Leía un montón. En ese viaje estuvieron por Tarragona, Madrid, Toledo y Valencia. De ahí fueron hasta Marsella y estuvieron de viaje por Italia", precisa Cantón.

Aquella voraz afición lectora se ve reflejada en una carta dirigida a Lytton Strachey 1 de septiembre de 1912. "Leo tres novelas en dos días; con Cuento de viejas, Leonard bailó un vals como un gatito tras su cola. Después de esta trayectoria vertiginosa, estoy a toda gas con Crime et Châtiment. Llevo 50 paginas antes del té y he visto que hay 800. Así que lo voy a terminar en nada. Es decididamente obvio que él (Dowtoski) es el mejor escritor que ha existido y como decida escribir fatal, ¿qué va a ser de nosotros? Una luna de miel tirada por la borda", reconoció.

La última y tercera aventura en España la hace en 1923 acompañada de nuevo por su marido. Esta vez se dirigieron a las Alpujarras granadinas para visitar a su amigo Gerald Brenan en Yegén. Ella misma escribe "cuántas cosas han ocurrido desde entonces", aludiendo a su primer viaje. Así figura en To Spain, su segundo texto sobre España.

En las misivas, Woolf cuenta cómo llegan en mula hasta el pueblecito. "Es un viaje que hiciron en tren desde Londres. Es muy bonito el ensayo que publicó, To Spain, donde explica cómo eran esos largos trayectos en tren. También paran en Alicante y Cartagena", precisa la directora de la editorial. 

La autora llega a enviar una misiva súper vitalista a Roger Fry desde Murcia el 16 abril: "Estoy asombrada de que tengamos que debamos vivir en Inglaterra y pedir la cena todas las mañanas... y tomar trenes cuando deberíamos disfrutar de cada momento del día, sentarnos y beber café en un balcón con vistas a limoneros y naranjos con montañas detrás,  y todo tipo de colores y tonos cambiando constatemente". 

El hispanista británico, enterrado en el Cementerio Inglés de Málaga, comenta en Al Sur de Granada la visita de los Woolf y dice de Virginia: "Hablaba tal y como escribía, de una forma igualmente íntima, de modo que ahora no puedo leer una página de The common reader sin que su voz y su entonación se me hagan presentes de una manera irremediable. Ningún escritor puso tanto de sí mismo en sus libros como ella". 

A la novelista la recuerda como "una persona totalmente distinta, corriendo por las colinas, entre las higueras y los olivos; se me aparece como una dama inglesa nacida en el campo". Este libro no sólo nos descubre a una Virginia fugazmente feliz y disfrutona, sino que también nos brinda la oportunidad para profundizar en una de las grandes escritoras del siglo XX y redescubrir la tierra que habitamos un siglo después.