Una autónoma rotunda sobre las condiciones laborales: “Llevamos más de 30 años sin vacaciones ni horarios fijos”

Una autónoma rotunda sobre las condiciones laborales: “Llevamos más de 30 años sin vacaciones ni horarios fijos” Francisco Sánchez

Málaga

Una autónoma no se corta sobre sus condiciones en España: "Más de 30 años sin vacaciones, vivir así te pasa factura"

Incluso enfermos, estas personas tienen que trabajar para así poder pagar porque “si cierras, no hay ingresos que cubran las facturas”.

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Francisco Sánchez
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Ser autónomo en Málaga es vivir con la sensación de no poder parar nunca. Cada día comienza antes de que amanezca y termina cuando el último cliente se va, sin un horario escrito y un salario asegurado.

“Aquí no hay vacaciones, ni festivos, ni red de seguridad: si cierras, no entra nada en casa”, resume una camarera que lleva más de tres décadas en este ritmo. La presión no es solo económico: la salud, la conciliación y el futuro pesan.

"Mi hijo nos ve y dice que no quiere esto, que quiere terminar su carrera, opositar y tener un trabajo estable siendo funcionario”, reconoce. El cansancio acumulado se suma a la incertidumbre propia del régimen de autónomos, donde las bajas médicas apenas cubren los gastos y la posibilidad de tomarse un descanso es casi una utopía.

En Málaga, más de 136.156 personas están dadas de alta como autónomas, según un artículo de La Razón, un récord histórico, pero la cifra esconde una realidad frágil: jornadas interminables, cotizaciones elevadas y poco margen para imprevistos. “Llevamos 30 años sin vacaciones ni horarios fijos”, insiste, “y aunque el trabajo da de comer, vivir así te pasa factura”.

La inestabilidad se agrava cuando la salud falla. “Hace unos meses estuvimos dos meses y medio con la persiana bajada porque mi marido estuvo ingresado. Y aquí, si cierras, no hay ingresos que cubran las facturas”, lamenta.

El régimen de autónomos apenas permite bajas prolongadas: la ayuda que llega, muchas veces, no alcanza ni para pagar la cuota mensual. “Vuelves al trabajo a medias, aunque el cuerpo no te acompañe porque la vida sigue y los gastos, por desgracia, no esperan”, recalca.

La falta de descanso, sumada a la incertidumbre económica, deja huella. “Somos nuestros propias jefes, pero a veces eso significa no tener un solo día libre al año”, confiesa. Los días festivos, cuando la mayoría disfruta de su tiempo, para ellos son jornadas de máxima actividad.

La conciliación familiar se convierte en otro lujo imposible. “Estuve tres años en casa con mi hijo porque por circunstancias de la vida no fue a la guardería”, comenta. “Entonces, mi madre y mi suegra venían a echar una mano cuando podían”, recuerda con desesperación.

Mientras tanto, la realidad de los autónomos malagueños sigue siendo la misma: trabajar más horas que nadie para mantener el negocio en pie. “Llevamos 30 años sin vacaciones ni horarios fijos. Nos gusta lo que hacemos, pero vivir así te pasa factura”, concluye con la esperanza de que algún día la balanza entre el esfuerzo y bienestar se equilibre.