
Los '4 Monos', de izquierda a derecha, Javier García, David Moreno, Laura Robles y David Velasco, en sus viñedos.
4 Monos, los madrileños que por azar crearon una bodega de éxito en Cadalso de los Vidrios: "El primer vino fue terrible"
Producen 45.000 botellas al año de la D. O. de Madrid, y la mayoría lo exportan a países de todos los continentes, menos La Antártida.
Más información: Andrés, el vinicultor de Belmonte que revoluciona la D.O. de Madrid al descubrir una uva milenaria perdida
Todo empezó por azar y por un acto de cariño, más que de negocio. "Mi amigo David Moreno, natural de Cadalso de los Vidrios, me llamó porque quería mantener una viña de 0,35 hectáreas que plantó su bisabuelo y su tío quería arrancar. Me pidió mantener el patrimonio familiar. Le puse mil pegas, pero al final nos lanzamos, la podamos, le hicimos todo el seguimiento del año, la cuidamos y nos hicimos un vino terriblemente malo con esa primera añada. Pero permitió empezar y conectar con la comarca", recuerda a Madrid Total Javier García, enólogo, consultor de bodegas y uno de los cuatro fundadores de 4 Monos Viticultores, mientras repasa la historia de una bodega que nunca fue un plan. O no uno demasiado claro.
La historia de 4 Monos es una de esas que se cuentan con una sonrisa y una ceja levantada. Cuatro amigos madrileños —Javier García, Laura Robles, David Moreno y David Velasco; todos ingenieros y amantes del vino, tres de ellos de Madrid capital— se embarcaron en una aventura que, en 2010, parecía casi un juego: hacer vino en una comarca olvidada, la de la Sierra de Gredos, en el suroeste de la Comunidad de Madrid.
Aquel viñedo fue solo el principio. Hoy gestionan directamente nueve hectáreas repartidas en unas 22 microparcelas en los términos municipales de Cadalso, Cenicientos y San Martín de Valdeiglesias.

Los viñedos de 4 Monos Viticultores.
Todas en secano, todas en ecológico —aunque, por decisión práctica, sin certificación oficial—. "Cumplimos los criterios, pero no tenemos a nadie que se encargue del papeleo. Al final, todo lo que es burocracia es tiempo y dinero. Nuestros clientes confían en nuestra palabra y nuestra filosofía", dice Javier.
Aunque se llame 4 Monos —nombre que nació por una expresión que utilizaron en una reunión de la entonces incipiente asociación Albillo y Garnacha de Gredos—, lo cierto es que ya no son tan desconocidos ni tan poco relevantes, como se describían ellos mismos por entonces.
"Me invitaron a acudir a una de las primeras reuniones. Estaban pasando lista para ver quién estaba. Cuando dijeron 'Javier García, ¿de qué bodega vienes?', respondí 'No sé decirte, porque nosotros somos cuatro monos. Aquí pintamos poco", rememora con humor.
Elaboran unas 45.000 botellas al año, que en su mayoría exportan a todos los continentes, menos La Antártida. Estados Unidos es su principal mercado internacional, al que mandan el 35% de su cosecha.

Barriles de la bodega 4 Monos.
Pero su producción llega a más de 20 países como Reino Unido, Noruega, Suecia, Dinamarca, Francia, China, Brasil, Guatemala, Puerto Rico, México, Tailandia, Corea, Sudáfrica, Singapur, Australia o Nueva Zelanda.
En Madrid, sus vinos pueden encontrarse en vinotecas especializadas como La Tintorería, y en cartas de restaurantes como Sala de Despiece, Angelita o Taberna Laredo. También están en regiones de España, sobre todo del norte.
Compartir bodega
En sus principios tuvieron que compartir bodega. Alquilaron una antigua instalación en el centro de Cadalso que rehabilitaron ellos mismos, hasta que empezaron a generar la suficiente producción como para necesitar un espacio propio.
Sus dos blancos y nueve tintos son de la Denominación de Origen (D. O.) Vinos de Madrid y parten de una base sólida: la garnacha. A partir de ella elaboran el GR-10, nombre que alude al sendero Lisboa-Valencia que cruza la Sierra de Gredos.

Señales que marcan el camino GR-10, que atraviesan los viñedos de 4 Monos.
Además, tienen tres vinos de pueblo: Cien Lanzas (Cenicientos), Aguja del Fraile (Cadalso) —llamado así por un monte con forma de monje encapuchado— y Tierra de Luna (San Martín), que homenajea al Condestable de Luna y al legado histórico de la zona.
También destaca la microproducción de La Danza del Viento (unas 800 botellas al año). En blanco, trabajan con albillo real, una uva tradicionalmente tratada como de mesa, oxidativa y "muy interesante".

Viñas de Aguja del Fraile.
En la etiqueta, creadas por la ceramista Sonia González Zambrana, aparece un mono de espaldas, reforzando la personalidad de la bodega. Su gama de precios va desde los 12 euros hasta los 38 euros.
A pesar del crecimiento, Javier, Laura y los dos David siguen con sus respectivos trabajos. Tienen a dos empleados fijos y un equipo de hasta 35 personas en vendimia, que priorizan que sean del pueblo para fomentar el empleo local. "A la bodega lo llamo nuestro plan de pensiones", bromea Javier.
Por ahora no planean crecer. En 2022 hicieron una tirada excepcional de 25.000 botellas extra para un cliente sueco, pero reconocen que su techo ya está claro.
El viento sopla fuerte en Gredos, por eso, son los primeros días de julio y Javier, durante la entrevista, todavía lleva manga larga (también para protegerse del sol). A pesar de alcanzar los 8 grados bajo cero en invierno, las viñas de 4 Monos siguen manteniéndose en pie, al igual que el pequeño proyecto de estos cuatro madrileños, que cada vez se escucha más y más.