Hugo Lomas, Sfhir, realizando uno de sus trabajos.

Hugo Lomas, Sfhir, realizando uno de sus trabajos. Sfhir Ogt Lcsiete Instagram

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El grafitero buscado por arte ilegal desde 1995 que triunfa con su galería en el Soho de Madrid: "Hoy hay más censura"

Madrid Total entrevista a Hugo Lomas, famoso artista urbano conocido como Sfhir. Hace unos días presentó el "mural más grande de España" en Vistalegre.

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Cuando era pequeño e iba en el coche con sus padres, Hugo Lomas se fijaba en los grafitis de Muelle, leyenda del arte urbano. Ahora, son otros ciudadanos los que pueden encontrarse con la obra de Hugo. Porque Hugo Lomas es Sfhir. El grafitero que, según su eslogan, "se busca por arte ilegal desde 1995". El mismo que llena paredes y fachadas de enormes pinturas hiperrealistas. El 'escritor' que pintó el mejor mural del mundo en 2023 según Street Art Cities. El madrileño que está detrás de la 95 Art Gallery de Carabanchel, un distrito en plena ebullición creativa.

Antes de convertirse en Sfhir, Hugo fue un niño que dibujaba en las portadas de los cuadernos y "sacaba muy buenas notas en Plástica". Varios "puntos de inflexión" han marcado la carrera del artista callejero. Hubo un tiempo, de hecho, en el que estaba "todo el puto día encorbatado" y ganaba "una pasta" como programador y consultor. Pero no era feliz y se lanzó a lo suyo: los aerógrafos, las pistolas, las brochas y los rodillos. El grafiti a lo grande.

Sus creaciones pueden verse en países como Portugal, China, Finlandia, Alemania, Inglaterra o Bélgica. Y, por supuesto, en España y en su capital, donde tiene su galería con murales permanentes y exposiciones temporales de artistas nacionales y extranjeros. "Tenemos una afluencia [de público] brutal. Viene demasiada gente... Es una alegría este éxito, pero es una responsabilidad", dice.

Obra de SFHIR para 'Muraltalaz'.

Obra de SFHIR para 'Muraltalaz'.

Así lo relata el propio Lomas durante los 40 minutos de conversación telefónica que mantiene con Madrid Total. Hace unos días, presentó junto al Ayuntamiento de la capital La musa de Vistalegre, el "mural más grande de España" que ha plasmado sobre la fachada del Palacio de Vistalegre. Sfhir repasa con este periódico asuntos como sus orígenes familiares y en el mundo del grafiti, su evolución como artista o el boom cultural de Carabanchel.

También da su visión del arte ilegal, que defiende y practica: "Sigo haciéndolo. Trato de regirme por el sentido común. Si puedo embellecer un espacio y aportarle algo, igual lo pinto. A una furgoneta de reparto no me apetece joderla. Reivindico espacios como los muros grises muertos de risa. Las ciudades se construyen muy impersonales y es interesante darles color".

De la misma forma, el galerista defiende al grafiti callejero frente al "discurso generalizado de que molesta". "El problema es que [el arte urbano] es un canal de difusión que no está pagando su impuesto. Va por libre y no está dentro del sistema. No está encorsetado y cada uno puede decir lo que le dé la gana y es peligroso porque puede verlo cualquiera", argumenta.

De hecho, Lomas asegura que, además de las entidades públicas, hay mecenas que tratan de "imponer su criterio" en el sector en el que él se mueve ahora: "Creo que hay mucha más censura de la que había antes. Ahora cualquier cosa se convierte en un ajusticiamiento público". Como ejemplo, asegura que a él le "ha llegado a censurar gente de la izquierda" para que no se "echara encima" la derecha. 

Hugo, Evil y Sfhir

Las vivencias de Hugo Lomas que aparecen en este artículo y los detalles sobre su negocio se basan exclusivamente en la citada entrevista telefónica. La misma en la que regresó a su infancia en la calle de San Trifón, en Usera, donde creció en el seno de una familia con nivel adquisitivo "medio bajo", pero que no sufrió penurias.

Al galerista se le viene a la cabeza el recuerdo de una tía suya que, al ver los cuadernos del menor, dijo que iba para artista. Pero fue un chaval de Torrejón de Ardoz el que le acercó al grafiti. Le enseñó a escribir su nombre en un solo trazo: "Me quedé flipado". Eran los primeros años de los 90.

Hugo comenzó firmando con su propio nombre. Hasta lo puso con rotulador en la Torre Eiffel durante un viaje, recuerda. Más tarde firmó como Evil. Otro momento que impulsó su vocación por el mundillo de los escritores callejeros fue cuando le expulsaron del instituto de Majadahonda, donde se había mudado la familia. Le pillaron pintando un muro del centro con espray. Además del correctivo, un profesor le prestó un libro de la historia del movimiento del grafiti. A partir de ahí, se lo tomó "mucho más en serio". Se bautizó como Sfhir. Se juntó con otra gente y formó parte de "La Coma 7". Y pasó de la actividad local a realizar murales temáticos junto a otros grafiteros.

Fue en esa etapa en la que ganó "experiencia" en el muralismo. En paralelo, le fueron llegando encargos de comercios. El primero le vino de la madre de un amigo, para que maquillara el cierre de una mercería.

Obra de Sfhir en Fene (A Coruña) reconocida como el mejor mural del mundo en 2023 por Street Art Cities.

Obra de Sfhir en Fene (A Coruña) reconocida como el mejor mural del mundo en 2023 por Street Art Cities. Concello de Fene

Hugo, sin embargo, no 'academizó' su pulso artístico. Cuenta que estudió informática y empezó trabajando en una multinacional, luego en una pequeña empresa y despúes en su propia compañía. "Ganaba una pasta. Era programador y consultor. Facturaba 400 euros al día y era infeliz", relata. Como no le llenaba su oficio y cada vez le salían más murales por encargo, acabó lanzándose definitivamente a la pintura, a su forma de ver la pintura.

Eso sí, reconoce que su familia se quedó "horrorizada" cuando se enteró del giro profesional. Poco a poco, ese sentimiento cambió. "Vieron que iba progresando y haciendo cosas chulas y que también tenía un poquito de reconocimiento local".

Con su familia orgullosa de lo que hacía, Hugo le propuso a su padre que fuera su manager. "Fue una segunda juventud para él. Me permitió conocerlo desde otro plano, casi como un colega. Fue una época muy bonita", rememora el artista madrileño, que cuenta ahora con otro representante.

"Carabanchel va para arribísima"

Sfhir tenía su estudio en la zona de Ventas. Pero decidió mudarse a Carabanchel para ampliar el taller. Eligió una nave grande y la segregó para dedicar una parte a la galería. "El proyecto iba para un año y han sido tres para construirlo. Ahora estoy recogiendo los frutos del esfuerzo". 95 Art Gallery se encuentra en la calle Álvarez Abellán número 23, muy cerca de la estación de Metro de Oporto.

El grafitero considera que su aterrizaje en Carabanchel ha ayudado a retroalimentar la actividad artística del barrio. Compara el movimiento urbano del distrito madrileño con el de otras zonas europeas: "Esto es el principio, Carabanchel va arribísima".

Desde 2013, ante las dificultades para instalarse en el centro de la capital, galerías de arte, estudios de grabación, salas de ensayo, escuelas de arte, espacios de diseño, estudios de arquitectura y fotografía... -así hasta alcanzar 170 espacios culturales en el distrito- empezaron a ocupar las naves industriales, fábricas textiles e imprentas abandonadas de Carabanchel. Consciente de ello, el Consistorio y otras entidades culturales le pusieron nombre propio al fenómeno creativo: Distrito 11.

95 Art Gallery se mueve entre el modelo de museo y el de galería. En sus 900 metros cuadrados, el espacio acoge murales creados en sus paredes por artistas como Chalo Moca, Taquen, Sea, Selva Duo Amazonas, Rafael Blanco, Colectivo Licuado, Berbo, Max 501, Ze Carrion, Chais y El Reina. Respecto a las exposiciones, han contado desde febrero con Miguel Ángel Belin y Albert Bonet. "Nuestros ingresos directos son de los coleccionistas del sector que compran las obras", detalla el impulsor de la galería.

Por otro lado, Sfhir explica que el espacio expositivo es gratuito porque entiende que el arte urbano debe ser "democrático".