El Ayuntamiento de Madrid estudia abrir al público el refugio antiaéreo de el Retiro.

El Ayuntamiento de Madrid estudia abrir al público el refugio antiaéreo de el Retiro. Foto: Consistorio

Madrid Comunidad

El refugio antiaéreo de la Guerra Civil de Madrid que se convertirá en museo sólo se usó para cultivar champiñones

Ochenta y seis años después de su construcción, el refugio antiaéreo del parque de El Retiro podría abrir sus compuertas al público.

Más información: El refugio antiaéreo de la Guerra Civil en Alcalá está intacto: una entrada en la plaza y un museo bajo tierra.

Publicada

Ochenta y seis años después de su construcción, el refugio antiaéreo del parque de El Retiro podría abrir sus compuertas al público.

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha visitado esta mañana la instalación subterránea construida en 1938 para proteger a los madrileños de los bombardeos durante la Guerra Civil.

El espacio nunca fue usado para el fin que se levantó, pero se intentó hacer visitable al público hace casi cuatro años. El proyecto quedó en nada y, ahora, Almeida y los suyos recuperan la idea de que todo Madrid conozca el gran refugio antiaéreo de El Retiro. Esta vez, de manera permanente.

El alcalde de la ciudad ha visitado este espacio este martes junto al delegado de Urbanismo y Medio Ambiente, Borja Carabante, y la concejala de distrito, Andrea Levy. ¿El anuncio? Van a poner en marcha su musealización y futura incorporación a las visitas culturales del Ayuntamiento.

“Es una auténtica obra de ingeniería que merece ser conocida”, ha afirmado el regidor tras recorrer las cinco galerías abovedadas del refugio, alineadas bajo la calle Menéndez Pelayo, entre la Puerta de la Reina Mercedes y el paseo de Panamá.

El espacio pendiente de musealizar tiene 135 metros de largo y está excavado a ocho metros de profundidad. Se levantó con el objetivo de albergar a 275 personas en caso de ataque aéreo, pero nunca fue usado.

De hecho, lo único que ha albergado durante sus casi 100 años de vida ha sido 'trastos' y hongos. Concretamente, champiñones, pues durante un tiempo se usó para su cultivo.

Buen estado de conservación

Pese a ser uno de los pocos refugios subterráneos de la capital en tan buen estado de conservación, el espacio ha permanecido cerrado desde el final de la guerra. Solo lo usaron para el citado cultivo de champiñones, aprovechando la humedad y la escasa luz natural.

Pero tras sus pinitos en el mundo de la agricultura, el uso del refugio ha sido más discreto. Se convirtió en un almacén de mobiliario y material de jardinería.

Las condiciones de accesibilidad (hay que bajar 45 peldaños) y la ausencia de medidas de seguridad han mantenido al refugio fuera de los circuitos culturales durante décadas. Ahora, con esta musealización, podrá volver a 'la vida'.

La primera vez que se planteó la posibilidad que ahora se anuncia a bombo y platillo fue en 2021. En ese momento, el Consistorio explicó que se iba a incluir en el programa Pasea Madrid.

Los trabajos técnicos realizados en ese momento incluyeron estudios arqueológicos, limpieza general, levantamientos topográficos, instalación eléctrica y cerramientos seguros a cargo de la empresa Acciona.

Aquel plan preveía transferir la gestión del refugio al área de Cultura y convertirlo en un Bien de Interés Patrimonial (BIP), siguiendo la Ley de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid.

En 2016 se realizó una inspección técnica y, en 2017, se acometió la primera limpieza arqueológica. Sin embargo, el refugio no ha sido visitable hasta ahora, cuando Almeida ha reactivado la propuesta.

Construido en 1936

El enclave, construido tras los primeros bombardeos que sufrió la ciudad en 1936 —cuando un avión alemán lanzó bombas sobre la actual plaza de Cibeles—, fue diseñado como una estructura pasiva, sin defensa armada, para proteger a la población civil.

Sus galerías, de 1,10 metros de ancho y entre 1,60 y 2,50 metros de alto, quiebran en ángulos rectos cada 25 metros para frenar las ondas expansivas. La construcción cuenta con respiraderos, letrinas, una enfermería y tres entradas: una en Menéndez Pelayo, bajo el asfalto, y dos más dentro del Retiro.

El Ayuntamiento baraja ahora la posibilidad de abrirlo como parte del patrimonio histórico de la ciudad, en la línea del búnker del Capricho, ya integrado en los itinerarios culturales.

Para ello, aún queda pendiente redactar un plan de evacuación, establecer un aforo y garantizar la seguridad de las visitas. Pero el primer paso ya está dado.