Teatro de Clunia cubierto por granizo

Teatro de Clunia cubierto por granizo Clunia Sulpicia

Historia

La ciudad romana de Burgos que 'derrotó' a Nerón: su teatro es de los más grandes de Hispania

Construida con los restos de una ciudad celtíbera, la capital judicial de Clunia Sulpicia se dotó de numerosos edificios públicos.

17 noviembre, 2023 11:06

El inmenso teatro romano de Clunia, uno de los más grandes de Hispania, vigila la Meseta castellana desde las alturas de un páramo elevado en el actual municipio de Peñalba de Castro, al sur de la provincia de Burgos. Hace poco menos de 2.000 años, miles de personas rieron a carcajadas con el ingenio de las comedias de Plauto, dejaron escapar alguna lágrima amarga con las tragedias de Enio o vibraron de entusiasmo con sus espectaculares combates de gladiadores.

Como capital judicial, la ciudad de Clunia prosperó. El gobernador de la provincia de la Tarraconensis, Servio Sulpicio Galba reclutó en ella a la legión VII Gemina y cedió parte de su nombre a la ciudad cuando la convirtió en cuartel general durante su rebelión contra Nerón en el año 68 d.C. que le llevó a ser emperador. Con 130 hectáreas, la extensa ciudad romana de Clunia Sulpicia sobrevivió hasta la Alta Edad Media. 

Su localización, a medio camino entre Asturica Augusta (Astorga) y Caesaraugusta (Zaragoza), era un misterio hasta que comenzó a emerger del olvido en 1931 gracias al arqueólogo Blas Taracena. La Guerra Civil arrojó a España hacia el suicidio colectivo, abortando este primer intento por desenterrar sus misterios. Las excavaciones se retomaron a finales de la década de 1950 y, en la actualidad, permite una inmersión completa en la vida de una ciudad romana de provincias. Al pasear por las ruinas del teatro, el templo de Júpiter, el foro, la basílica, el mercado o sus termas, el yacimiento se abre al visitante transportándole a otra época. 

Restos del foro

Restos del foro Clunia Sulpicia

Municipio romano

De su pasado prerromano solo existen noticias relacionadas con guerras y conflictos. En los confines de Celtiberia, los habitantes de Clounioq —Clunia para los romanos— ya pagaban tributo a Roma y acuñaba sus propios denarios de plata cuando se aliaron con el rebelde general romano Quinto Sertorio, que se había adueñado de gran parte de Hispania entre los años 82 y 72 a.C. En 75 a.C., según el historiador romano Tito Livio, Sertorio, perseguido por las legiones de Pompeyo, el gran enemigo de Julio César, se refugió en sus murallas, donde ocasionó numerosas bajas a sus enemigos obligándoles a retirarse ante la llegada del invierno.

Tres años después, con el general romano asesinado, sería una de las últimas ciudades que siguieron fieles a la causa sertoriana, resistiendo de forma heroica un nuevo asedio de Pompeyo, quien logró conquistarla en esta ocasión. Poco después, la población de este primer asentamiento se trasladó al cerro del Alto Castro, ubicación actual de la ya romanizada Colonia Clunia Sulpicia. 

Interior de la cueva Román que dio de beber a Clunia

Interior de la cueva Román que dio de beber a Clunia Clunia Sulpicia

Esta nueva ciudad se situó encima de la cueva Román, un enorme complejo kárstico repleto de lagunas subterráneas que dieron de beber a sus habitantes. La ciudad se convirtió en todo un municipio romano plenamente integrado en el Imperio en las primeras décadas del siglo I d.C. Su posición estratégica, dominando el valle del Duero y la calzada que une las minas de oro del norte con Caesaraugusta y Tarraco, influyó en que la ciudad se convirtiera en conventus de la Hispania Citerior Tarraconensis, es decir, en la capital judicial.

Edificios públicos

A mediados del siglo I de nuestra era, coincidiendo con esta nueva condición, Clunia se monumentalizó de forma acelerada, construyéndose toda una batería de edificios públicos para garantizar el correcto desarrollo de sus nuevas funciones.

Vista aérea de las termas

Vista aérea de las termas

En su impresionante foro, el corazón de la ciudad, los magistrados reunidos en la curia debatían y tomaban decisiones. En su basílica, los funcionarios administraban la ciudad y resolvían algunos pequeños juicios locales y, una vez al año, el gobernador de Hispania Citerior dictaba justicia sobre asuntos más graves relativos a toda la región, siempre bajo la atenta mirada de una estatua del divino Augusto.

La ciudad de Clunia fue visitada en determinadas fechas por una enorme masa de población flotante que, siguiendo al gobernador, buscaba resolver sus asuntos o cerrar algunos lucrativos negocios en esta capital judicial cuya jurisdicción se extendía "desde el Cantábrico hasta el Sistema Central, abarcando más de la mitad oriental de la Meseta, incluyendo además País Vasco y el Alto Ebro", según el historiador Fernando Pérez Rodríguez.

Después de un largo día en el foro y tras rendir culto a Júpiter en su templo, algunos de los viajeros y habitantes más pudientes podían descansar arropados por el murmullo del agua en alguna de sus tres termas. Los más impacientes podían acudir a una que está situada en el mismo foro, pero era mejor caminar un poco.

Estatua de Isis encontrada en Clunia conservada en el museo de Burgos

Estatua de Isis encontrada en Clunia conservada en el museo de Burgos Wikimedia Commons

La mayor y más monumental de estas termas, a medio camino entre el foro y el teatro, se construyó en el siglo I d.C. Este santuario de la tranquilidad donde olvidarse de los problemas o cerrar algunos tratos estaba duplicado y dividido por sexos. A través de un impresionante vestíbulo, los visitantes podían acceder al vestuario y luego sumergirse en sus piscinas de agua fría, templada y caliente. Pocos metros hacia el este, se podía acceder a través de un patio porticado a otro complejo termal con una gran cantidad de salas y piscinas de agua caliente.

Sin embargo, uno de los grandes atractivos de toda la ciudad, y sobre el que se han centrado las últimas excavaciones, es el increíble teatro que se encuentra en la ladera sur y que hoy en día sigue en uso desde su recuperación en 2011. Sus gradas, con un actual aforo para mil personas —en la Antigüedad se calcula que habría acogido a unos 10.000 espectadores, se apoyan en la ladera aprovechando el propio desnivel del terreno, aunque algunas están talladas en la misma roca.

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Desde sus asientos, los espectadores podían observar un rico escenario de dos pisos — construido gracias al innovador caementum, el abuelo romano del cemento actual— decorados con varias esculturas y columnas corintias.  Las comedias y tragedias escenificadas en el teatro pudieron comenzar a aburrir a los habitantes y visitantes de Clunia y en el siglo II, el espacio sufrió algunas modificaciones que permitió su uso como anfiteatro en el que lucharon gladiadores y fieras traídas de los confines del Imperio. 

A partir de este momento, la ciudad comenzó a perder fuelle deteriorándose sus edificios y desapareciendo para los historiadores. Casi olvidada en época visigoda, se rindió sin luchar contra las tropas islámicas que invadieron la Península Ibérica en 711 y, en décadas posteriores, sus habitantes se esfumaron por completo abandonando Clunia de manera definitiva, con la excepción de una pequeña ermita románica levantada con restos romanos sobre un primitivo templo cristiano tardoimperial.