Formación de aviones alemanes Heinkel He 111 sobre en el cielo de Inglaterra

Formación de aviones alemanes Heinkel He 111 sobre en el cielo de Inglaterra

Historia

¿Cuál fue la primera batalla disputada enteramente en los cielos que cambió el mundo?

El hecho de que el agresor no se saliera con la suya hizo que la batalla de Inglaterra acabara por cambiar el rumbo de la II Guerra Mundial.

7 agosto, 2023 02:09

Hay batallas y batallas. Batallas que se ganan pero que no sirven porque se acaba perdiendo la guerra. Y batallas que se ganan y que suponen un punto de inflexión en el conflicto armado. Esto es lo que sucedió con la conocida como ‘la batalla de Inglaterra’, la primera que se libró exclusivamente en el cielo británico y sobre el canal de la Mancha.

Todo empezó el 10 de julio de 1940. Ese día, la fuerza aérea alemana (la Luftwaffe) hizo su primera incursión con el objetivo de destruir a la Real Fuerza Aérea Británica (RAF). Una operación a la que se le puso el nombre de ´León Marino’ y cuyo objetivo era destruir la producción de aeronaves y las infraestructuras terrestres británicas para facilitar una invasión anfibia.

Sin embargo, los planes no salieron como estaba previsto y, tras cinco meses de lucha, Alemania sufría su primera derrota en la II Guerra Mundial. Un hecho que cambió la historia. El no caer derrotados sirvió, entre otras cosas, para que los Aliados usasen Gran Bretaña como base para invadir Europa en 1944 y derrotar a la Alemania de Adolf Hitler.

La anticipación de Churchill

“Lo que el General Weygand llamaba la Batalla de Francia ha terminado. Supongo que la Batalla de Inglaterra está a punto de empezar”. Son palabras del primer ministro británico, Winston Churchill, pronunciadas en la Cámara de los Comunes el 18 de junio de 1940. No sólo emulaba a las dichas por el general francés tras la rendición de Francia, sino que anticipaba lo que estaba por venir.

Tras la caída de Francia, Alemania esperaba la rendición del Reino Unido. Su marina estaba preparada para asaltar las islas, pero Hitler quería hacerlo sin derramar sangre. No quería tampoco que la Kriegsmarine sufriera más bajas tras la dura invasión de Noruega. Pero los británicos no se rindieron. Entre otras razones, porque eran conscientes de que tenían la marina de guerra más potente del mundo.

Bombarderos alemanes Heinkel He 111 atravesando el canal de la Mancha en 1940.

Bombarderos alemanes Heinkel He 111 atravesando el canal de la Mancha en 1940. Bild

Fue Hermann Göring, comandante de la Luftwaffe, y mano derecha de Hitler, quien le prometió al führer acabar con la RAF en pocos días. Su racha de victorias le avalaba. Además, contaba con unos 3.600 aviones, frente a los 871 de la RAF.

La táctica era atacar durante tres días seguidos a los convoyes navales británicos sobre el canal de la Mancha, las defensas costeras, las instalaciones industriales cercanas a Londres, los aeródromos militares y la red de estaciones de radar.

El arma secreta

Uno de los errores que cometió Hermann Göring fue subestimar a las estaciones de radar británicas. De hecho, sólo una de las estaciones fue completamente destruida, según James Holland, autor de La batalla de Gran Bretaña: cinco meses que cambiaron la historia.

El radar fue una ventaja táctica notable. Gracias a él, la RAF detectaba a la aviación enemiga y se coordinaba para enviar el número de cazas preciso, y en el momento adecuado, para combatir las incursiones alemanas.

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Incluso, según recoge National Geographic, algunos alemanes llegaron a especular con que los británicos eran telepáticos. A esta creencia ayudó también el hecho de que los británicos habían descifrado el código de radio secreto de los nazis y podían entender sus mensajes.

Pero Gran Bretaña usó otras ‘armas’. Por ejemplo, su nivel de producción de aeronaves era superior al de Alemania. Además, sus pilotos se solían lanzar en paracaídas y, al día siguiente, volvían a pilotar. Los alemanes caían en las frías aguas del canal de la Mancha.

Un Spitfire atacando un bombardero alemán Do 17.

Un Spitfire atacando un bombardero alemán Do 17. Bild

Asimismo, utilizaron el camuflaje de sus aeronaves para evitar ser vistas desde el aire; posicionaron los aviones de forma que las bombas no los destruyeran por completo (flanqueados de materiales como cemento); y crearon hangares falsos para que fueran bombardeados por la Luftwaffe mientras los verdaderos albergaban aviones camuflados.

Las bajas

Las hostilidades continuaron. El 15 de agosto tuvo lugar lo que Göring denominó como ‘día del Águila’. Alemania llevó a cabo 2.119 incursiones con sus bombarderos y cazas. En un error de cálculo, el East End de Londres fue bombardeado. Como respuesta, Londres atacó Berlín, Leipzig y Hannover. Y Hitler dio paso a lo que se conoce como el Blitz, el bombardeo constante sobre las ciudades británicas de día y de noche.

El 17 de septiembre, Hitler decidió cancelar la ‘Operación León Marino’ pero ordenó bombardear de manera indiscriminada por la noche. Dos días antes había tenido una de las batallas más feroces: unos 250 cazas británicos habían combatido a unos 150 cazas alemanes sólo por la mañana; por la tarde, unos 275 Hurricanes y Spitfires de la RAF combatieron a unos 340 Messerschmitt 109 de la Luftwaffe.

¿Cuántas fueron las bajas? Por parte británica, 500 aviadores; por parte alemana, 2.600 pilotos. Si hablamos de civiles, la cifra se elevó hasta 60.000 fallecidos. Alemania, ante la imposibilidad de conseguir su objetivo, abandonó. Y decidió poner sus esfuerzos en la invasión de Rusia. Dos frentes abiertos que le supusieron la posterior derrota.