A la izquierda, la detención del imán. A la derecha, declara como acusado en su juicio.

A la izquierda, la detención del imán. A la derecha, declara como acusado en su juicio. EL ESPAÑOL

Tribunales YIHADISMO

"Debemos matar a quien se burle de Mahoma": los mensajes por los que irá a prisión el imán de Getafe

La Audiencia Nacional condenó este miércoles a Bilal Jfita por los delitos de autoadoctrinamiento y de enaltecimiento del terrorismo.

29 abril, 2023 02:57

Su teléfono contenía una fotografía de la cabeza decapitada del profesor francés Samuel Paty. En Facebook, justificó los asesinatos de infieles que humillasen a Mahoma.

"Tenemos la obligación de matar a quien insulte al Profeta o se burle de él", escribió en la red social. Algo similar había dejado redactado el asesino de Paty, antes del crimen: "Ejecuté a uno de tus perros del infierno que ha osado menospreciar a Mahoma".

Este miércoles, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional condenó a cinco años y medio de prisión a Bilal Jfita por los delitos de autoadoctrinamiento y de enaltecimiento del terrorismo.

A sus 31 años, este marroquí ejercía como imán en la mezquita Al-Istikama, en Getafe, en la que se encargaba del sermón de los viernes. Y no sólo eso, también era profesor de la madrasa, un centro educativo religioso para jóvenes adscrito al templo.

El análisis de sus móviles y de su actividad en internet reveló que quien parecía un musulmán tranquilo, integrado en la vida cotidiana de esta localidad madrileña, era, en realidad, un consumidor y difusor de gigas y gigas de propaganda yihadista. E instaba a cometer acciones violentas contra los enemigos de Alá.

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Fue en Getafe donde la Policía Nacional le detuvo una noche de diciembre de 2020. Los agentes habían estado semanas vigilándole y analizando los contenidos que publicaba en sus redes sociales. "Compartía imágenes, vídeos e infografías de carácter islámico radical", recoge la sentencia que la ha condenado, fechada el pasado 25 de abril.

La investigación policial que desembocó en su detención fue realizada por la Comisaría General de Información y la Brigada Provincial de Información de Madrid, coordinada por la Fiscalía de la Audiencia Nacional y dirigida por el Juzgado Central de Instrucción 1. Incluso, contó con la colaboración del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y con agentes de Marruecos, país donde nació Jfita.

Una vez detenido, la Policía le requisó varios teléfonos móviles que tenía en su casa. Fue en estos dispositivos en los que encontraron decenas de imágenes y vídeos que loaban al Estado Islámico y que instaban al exterminio de los infieles. También los utilizó para formar parte, "activamente", de hasta 41 grupos de Telegram en los que se compartía contenido yihadista.

Bilal Jfita era partidario de la corriente takfiri del Islam, la que proclama el grupo terrorista Estado Islámico. Según esta doctrina, una parte de los musulmanes son consideradas apóstatas, desviados de la Verdad. Y, por ello, está justificado su asesinato.

La takfiri impregnaba los sermones que Jfita había escrito para recitar en la mezquita. Los tenía, a modo de borrador, almacenados en sus móviles. "Matad a los idólatras dondequiera que les encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles! ¡Tendedles emboscadas por todas partes! Pero si se arrepienten, dejadles en paz. Alá es indulgente y misericordioso", instaba uno de estos textos. 

"Siendo martirizado como musulmán, no importa cómo me maten en la causa de Alá, porque mi matanza es por Alá, y si Alá lo desea, bendecirá las partes amputadas de un cuerpo desgarrado", indicaba otra de estas enseñanzas, inspiradas en los discursos de los líderes del Estado Islámico.

También arremetía contra los judíos o los estadounidenses. Y glorificaba la sharía, la ley islámica. En una ocasión, escribió una súplica a Alá para que protegiese la vida de un recién nacido, hijo de un fiel de la mezquita: "Haz que sea uno de los guardianes de la religión, que proteja tu libro, que haga súplicas para tu religión y que sea uno de los muyahidines [guerreros] por tu religión".

Los jueces Félix Alfonso Guevara, Carolina Ruis y Carlos Fraile señalaron en su sentencia que la actividad de Jfita en la Red y fuera de ella supone "un grave peligro".

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Siguiendo las recomendaciones del Estado Islámico, cuando difundía material yihadista en Internet, utilizaba diversos métodos informáticos para tratar de no ser identificado. Y se valió de las redes wifi de locales cercanos a la mezquita en la que trabajaba, ya que conocía sus contraseñas. Aun así, su primer perfil en la red social Telegram fue bloqueado por compartir imágenes y vídeos extremistas.

"Pretendía, con todo ello, capacitarse a sí mismo con esta formación, y también difundirla a terceros para que pudiesen acceder a esa instrucción, con la intención de prepararse para unirse de manera efectiva a los combatientes de la yihad radical en sus acciones violentas, y para incitar a otros a hacer lo mismo", resume la sentencia de la Audiencia Nacional.

La resolución también constata que el acusado usó Google Translate para traducir del español al árabe (o viceversa) expresiones como: "Te mataremos por el profeta Mahoma" o "Vamos a matar por el profeta".

La investigación

La investigación policial contra este imán se inició una vez se detectaron sus contactos, personales y a través de Internet, con su compatriota Moussa El Morabit, detenido en Barcelona en 2018 por orden de Marruecos. El Morabit había combatido en las filas de las organizaciones terroristas Al Nusra y Estado Islámico.

Jfita entró en España por primera vez el 13 de julio de 2017. Lo hizo de forma clandestina. Se marchó y regresó el 3 de marzo de 2018, para residir, desde finales de ese año, en la localidad madrileña de Getafe. Allí encontró trabajo en la mezquita.

Durante su juicio, celebrado a mediados de abril, Jfita negó haber pensado en cometer atentados. Desde el banquillo de los acusados, señaló que nunca conoció a Noussa El Morabit y dijo que no tenía relación con el Estado Islámico.

Si formaba parte de esos canales de Telegram —se justificó— era porque pretendía "aprender sobre el Islam". "En esos grupos envían de todo", manifestó al ser preguntado sobre las imágenes violentas. Acerca de los teléfonos encontrados en su casa, alegó que uno de ellos, que almacenaba contenido radical, no era suyo, sino de un amigo, al que no identificó.

Los jueces de la Sala de lo Penal no le creyeron. "La veracidad de estas alegaciones autoexculpatorias del acusado es contradicha por la contundente prueba testifical y pericial practicada", señaló el tribunal.

Los magistrados también señalan que las actividades online y offline de Jfita rebasan, con creces, su derecho a la libertad religiosa y a la libre expresión. Y supusieron un "doble peligro" para la seguridad pública.