La presidencia de la Junta de Extremadura, María Guardiola, durante su comparecencia en Mérida tras conocer los resultados electorales. Efe
La noche en que Guardiola y Fernández Calle jugaron al gato y al ratón: salieron casi a las 12 y escenificaron su primer pulso
La ganadora de los comicios, María Guardiola, emplaza a PSOE y Vox a no “bloquear” la gobernabilidad y asegura que negociará con todos los grupos sin “líneas rojas”.
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María Guardiola compareció a las 23:44 horas en el salón Emérita Vetonia del Hotel AZZ Mérida Medea. En sus manos, la bandera de Extremadura.
Posó con ella antes de comenzar su intervención ante los medios y volvió a hacerlo al final, cuando retiró el atril para que los fotógrafos captaran la imagen. A su alrededor, su marido, su hijo y varios miembros del partido.
En mitad del análisis electoral interrumpió su discurso para abrazar a su hijo que, junto a su marido, se hizo un hueco entre los simpatizantes para poder llegar hasta ella. Un abrazo largo, silencioso, que quedó tapado por aplausos y gritos de “¡Presidenta, presidenta…!” de los más de 300 simpatizantes que la acompañaban.
Hasta ese momento, poco había trascendido de lo ocurrido en el hotel. El Partido Popular había optado por alejarse de su sede en el centro de Mérida ante la avalancha de medios acreditados.
Guardiola y su equipo permanecieron en una sala privada del hotel, de la que no salieron hasta pasadas las 23:30 horas.
Los primeros simpatizantes habían comenzado a llegar al hotel sobre las 20:30. Venían de localidades cercanas y hablaban con optimismo de una posible mayoría absoluta. A medida que avanzaba el recuento, ese optimismo se fue diluyendo. El vestíbulo se llenó, pero las conversaciones giraban más en torno a los resultados del PSOE que a los propios.
Cuando el socialista Miguel Ángel Gallardo apareció en la televisión situada junto al bar, se hizo el silencio. Tras su intervención, llegaron los comentarios en voz baja. Algunos esperaban su dimisión. Otros miraban el móvil, pendientes de alcanzar el diputado número 30, aun así insuficiente para la mayoría absoluta.
La comparecencia de Guardiola se hizo esperar. En el exterior, algunos policías locales comentaban que el frío deslucía cualquier celebración. Nada que ver con lo ocurrido hace dos años y medio, cuando la victoria se festejó en la plaza frente a la sede del partido. Esta vez, la celebración sería indoor, bromeaban.
Tras Gallardo, los principales protagonistas de la noche electoral jugaron al gato y al ratón. Como si estuvieran midiendo sus fuerzas o el órdago que estaban dispuestos a lanzar, una vez cerrado el escrutinio.
Cerca de la medianoche, compareció la ganadora de los comicios y candidata popular a la reelección. Luego lo hizo el candidato de Vox, Óscar Fernández Calle, eufórico por el crecimiento de su partido.
A continuación, desde Madrid, el secretario general del PP, Miguel Tellado, para proclamar que el PSOE había sufrido "una auténtica paliza": "se ha hundido en el que era uno de sus principales bastiones electorales", constató. Y finalmente, ya pasada la medianoche, hizo acto de presencia el líder de Vox, Santiago Abascal.
Sin "líneas rojas"
El ambiente en el cuartel general de los populares cambió cuando Guardiola bajó las escaleras hacia el atril. Apenas pudo hablar más de un minuto seguido en su intervención. Fue interrumpida por aplausos, gritos de “presidenta” y un palmeo festivo que encendió a los simpatizantes.
En su intervención, anunció que este lunes iniciará una ronda de contactos con los grupos parlamentarios para conformar una nueva Junta “cuanto antes”. Emplazó a PSOE y Vox a no “bloquear” la gobernabilidad y aseguró que negociará sin “líneas rojas”.
Después llegó la sesión de fotos con amigos y compañeros. Las medias sonrisas de una victoria agridulce que se veía en el vestíbulo del hotel entre las nueve y las once de la noche, se transformaron después de escuchar a la líder popular, en gestos de optimismo.
Ya para este lunes quedan las llamadas a los diferentes partidos. Eso sí, María Guardiola no dijo por cuál iba a empezar. Como si, al final, todo dependiera de una Lotería.