El periodista Miguel Ángel Aguilar en su casa de Madrid, durante la entrevista con EL ESPAÑOL.
Miguel Ángel Aguilar: "Tras la muerte de Franco derribamos el muro entre españoles, es un error colosal volver a levantarlo"
"El peor enemigo de Franco no hubiera diseñado para él la agonía tan atroz, cruelísima, que le propinó su propia familia".
"Franco gobernó con el prestigio del terror, que administró de manera brutal y estruendosa al terminar la guerra".
"Más allá de lo que se le pueda reprochar, Juan Carlos fue decisivo para que llegara a este país la democracia".
Más información: "Yo conocí a Franco": recibió a Revilla como niño de la OJE, lloró ante el Padre Ángel y censuró al Dúo Dinámico
El periodista Miguel Ángel Aguilar posa con infinita paciencia ante el fotógrafo de EL ESPAÑOL, junto a la kilométrica biblioteca que envuelve su despacho y el salón de su casa.
Conversamos sobre el nuevo libro que acaba de publicar, No había costumbre, crónica de la muerte de Franco (Ladera Norte).
En él relata las intrigas en torno a la agonía del dictador y la tormenta perfecta que se desató en los últimos meses del régimen: la revolución de los claveles en Portugal, la marcha verde en el Sáhara y la condena internacional por los últimos fusilamientos de septiembre de 1975.
Miguel Ángel Aguilar vivió aquellos acontecimientos en primera persona, como redactor jefe del diario Madrid (suspendido y conducido a la quiebra por la censura), corresponsal del semanario Cambio 16 y fundador de la revista Posible.
Luego fue director de Diario 16 y El Sol, director de información de Efe y colaborador de numerosos medios.
A raíz de la flebitis que Franco sufre en 1974, su yerno, Cristóbal Martínez-Bordiú, desplaza a Vicente Gil, que había sido su médico de toda la vida. Y cuenta en el libro que, en los últimos momentos, su equipo prolonga artificialmente la agonía del dictador. ¿Por qué?
Querían llegar al 26 de noviembre con Franco vivo, porque es el día que debía ser reelegido presidente del Consejo del Reino y de las Cortes Alejandro Rodríguez de Valcárcel. Porque se fían de él, como franquista sin tacha, para sostener la continuidad del régimen.
Eso hubiera sido un bloqueo del inicio de la Transición, se habría intentado con Rodríguez de Valcárcel el franquismo sin Franco. Ese es el asunto que hay debajo de esa prórroga cruelísima.
El peor enemigo de Franco no hubiera diseñado para él la agonía tan atroz como la que le propinó su propia familia, sobre todo el marqués y la llamada de Doña Carmen. Porque la hija sí que dijo en algún momento: 'Dejad que se muera, ¿no?'.
Dentro de ese plan, quién debía ser el sucesor de Franco, ¿el propio Rodríguez Valcárcel?
Como sucesor ya había sido designado Juan Carlos. El Consejo del Reino tenía unas atribuciones muy tasadas, pero decisivas, como elaborar las ternas que se proponían al Jefe del Estado para elegir al presidente del Gobierno, el de las Cortes y otros cargos muy relevantes. Por tanto, tenía una capacidad de condicionar muy grande.
Pero hay que ir al origen. Cuando termina la Guerra Civil, el último parte de Franco decía aquello de: "Cautivo y desarmado el Ejército rojo, han alcanzado sus últimos objetivos militares las tropas nacionales..." Pero yo no he visto al Ejército rojo combatiendo por aquí ni en ningún sitio. En la guerra combatieron el Ejército regular de la República y el Ejército sublevado de Franco.
Muy bien, mi querido amigo, la guerra ha terminado. Pero no ha empezado la paz. Lo que empieza es la Victoria, que se va contando por años triunfales: primer año triunfal, segundo año triunfal, tercer año triunfal... y así sucesivamente. La Victoria termina y empieza la paz con la Constitución de 1978. Ahí comienza la reconciliación, la concordia, la paz.
Ahí se derriba el muro que se ha construido, que ha permanecido durante 40 años, que separa a España, la España una grande y libre, la España de Covadonga, de Menéndez Pelayo... y en el otro lado, la anti España. Porque los que habían ganado la guerra no la habían ganado a los congoleños, ni a los nigerianos, ni a los sudaneses. Los derrotados también eran españoles.
El periodista Miguel Ángel Aguilar, junto a la biblioteca de su casa de Madrid.
Está claro.
Por eso el esfuerzo de Franco es arrebatarles esa condición de españoles. Él y los que estaban con él eran España, y los otros eran la anti España. Y en medio, el muro. Y el esfuerzo permanente por mantener encendido el orgullo de ejército vencedor. Eso es fundamental para explicar la continuidad de Franco.
Por eso, muerto Franco, no se puede seguir haciendo el desfile de la Victoria, que es el desfile de la derrota de otros españoles. El régimen sabía muy bien distinguir entre los adictos y los desafectos. Y los desafectos vivían... bueno, vamos a irles tolerando un poco, pero que no levanten la voz.
Como decía muy bien mi amigo Arturo Soria de Espinosa, Franco ha gobernado con el prestigio del terror, que se administraba de manera modulada. Se administró de manera brutal y estruendosa al terminar la guerra. Pero luego eso va amainando y sólo se fusila cuando creen que hace falta fusilar. Pero cuando creen que hay que hacerlo, no lo dudan.
Y así llegan a las vísperas de la muerte de Franco con los fusilamientos del 27 de septiembre de 1975 en Hoyo de Manzanares, en el polígono de tiro de El Palancar.
¿La condena del Papa Pablo VI a esos fusilamientos es el golpe más amargo que sufre Franco en los últimos meses de vida? ¿Se siente traicionado por la Iglesia, a la que siempre había dicho proteger?
La Iglesia ya venía apuntando maneras. Desde el Concilio Vaticano II empieza una sintonía entre la Iglesia y los derechos humanos, entre la Iglesia y las libertades públicas. Y eso tiene una traducción en España.
El nacionalcatolicismo del régimen se va agrietando. Aparecen los curas obreros, monseñor Añoveros dando una pastoral por la que querían expulsarle de España. Aparece el cardenal Tarancón, y las órdenes religiosas o los seminarios diocesanos se prestan para que se reúnan los de Comisiones Obreras y la Platajunta.
Algunos sectores de la Iglesia intentan recuperar la relación con toda esa gente a la que se había dejado de lado, que era la gente de la oposición. El movimiento Justicia y Paz, la revista Signo, la revista Ecclesia...
Como decía Carrero: con todo lo que le hemos dado a la Iglesia, ahora nos los encontramos en la acera de enfrente. Pero, ¿esto qué es? Eso les tenía un poquito desconcertados.
Aunque, hasta ese momento, la principal oposición a Franco había sido el PCE. ¿Dónde estaba el PSOE durante esos 40 años?
Es una buena pregunta. Es una cosa un poco sarcástica y seguramente injusta, pero la caricatura, exagerando los rasgos de una persona, la define bien. El PSOE hizo aquella famosa campaña de "Cien años de honradez". Y con muy mala leche, nuestro Ramón Tamames dijo: "Cien años de honradez, y 40 de vacaciones".
Quien vertebró la oposición al régimen de Franco fue el Partido Comunista. Sin embargo, el electorado no le premió esa dedicación.
Ya en las primeras elecciones generales libres, que se celebran el 15 de junio de 1977, el premio es para el PSOE. Y el PCE recibe una representación...
...testimonial.
Eso es, claramente.
El PSOE empieza a despegar en 1974 con el Congreso de Suresnes. Lo recuperan, a partir de unos rescoldos mínimos del Partido Socialista del exilio, un grupito de Sevilla con Felipe González y Alfonso Guerra, más los que estaban en Bilbao alrededor de Nicolás Redondo, y alguna adherencia adicional. Lo ponen otra vez en marcha y lo llevan al poder.
¿Franco nunca se fió del Rey Juan Carlos? Lo trae a España con 10 años, separándolo de su padre, deja que lo sometan a todo tipo de humillaciones, establece una suerte de sucesión a plazos, alienta a posibles rivales...
Si algo es consustancial a Franco es la desconfianza. Desconfiaba absolutamente de todo.
Pero va adoptando algunos pequeños pasos, porque unos y otros le empujan. Porque además, lentamente empieza a cundir la idea de que Franco es humano, algo que hasta entonces había estado en duda. Y la gente recupera la lógica aristotélica: todo hombre es mortal. Si se confirma que Franco es hombre, entonces Franco es mortal. Y hay que pensar: después de Franco, ¿qué?.
¿Cómo se preparara el día después?
Se incoa de manera muy difícil. Se habla del "hecho biológico", de las "previsiones sucesorias"...
¿Por qué se produce la Ley de Sucesión de 1947? Porque los aliados que han ayudado a Franco a ganar la guerra, con el envío de un material que les daba superioridad aérea y otras ventajas en el campo de batalla, son Hitler y Mussolini, que le ayudan en una proporción mayor incluso de la que Franco pide.
El periodista Miguel Ángel Aguilar en su casa de Madrid, durante la entrevista con EL ESPAÑOL.
En las elecciones del 36, Falange y el PCE apenas obtuvieron diputados. Pero tras empezar la guerra son los dos referentes, porque son los que corresponden en España a los que han ayudado a un bando y a otro.
¿Quién ayuda a la República? ¿Qué armas llegan? Las que envía la Rusia soviética. Y el Partido Comunista, que es su referente en España, tira para arriba.
Y en el otro lado, ¿quiénes son? Hitler y Mussolini. La Falange tira para arriba. Son los dos polos que agitan España y la dividen.
España queda en manos de los dos extremos.
Cuando termina la Guerra Mundial, los amigos de Franco han sido derrotados, y aparecer como amigo de los derrotados no es ventajoso.
Franco, que es un gran transformista, se da cuenta rápidamente de eso. Él, que en Sevilla había dicho en un discurso famoso: mandaremos un millón de españoles a defender Berlín. Pero eso ya no sonaba bien.
Por eso impulsa la Ley de Sucesión, que empieza diciendo que España se declara constituida en Reino. Un Reino sin rey, cuyo titular teórico tenía prohibido venir a España. Pero eso le sirve a Franco para decir: nosotros no hemos tenido nada que ver con esos señores, no me clasifiquen ustedes ahí.
Terminada la Guerra Mundial, empieza el plan Marshall, que trae a Europa ayudas maravillosas, para los vencedores y para los vencidos. Pero aquí no llega ni un dólar.
¿Por qué?
Porque España no es un país vencedor, pero tampoco es un país vencido, porque no ha combatido estrictamente. Así que se habilita una tercera condición: la del país que queda por vencer. Éramos un poco el enemigo residual.
Franco quiere salir de esa categoría y para ello son fundamentales dos cosas. Por un lado, los acuerdos con los Estados Unidos, porque ya ha terminado la Guerra Mundial, pero ha empezado la Guerra Fría. Y es muy importante la posición geográfica de España, que puede prestar una ayuda muy valiosa al despliegue norteamericano en la Europa de la posguerra.
Y por otro, el Concordato con la Santa Sede. Esas dos cosas, que se producen en el año 53, son claves para la rehabilitación internacional del régimen.
¿Franco realmente llegó a plantearse en algún momento instaurar su propia dinastía, designando sucesor a Alfonso de Borbón, casado con su nieta?
Cuenta José María Pemán que, en un momento determinado, hablando con Franco, le dio a entender que por qué no se declaraba él rey y acababa así con la ambigüedad. Y Franco le dijo: "Desengáñese, Pemán, la monarquía requiere antigüedad".
Si se lee con cuidado la Ley de Sucesión, establece las condiciones que debe cumplir quien pueda ser llamado a la sucesión: varón, mayor de 30 años, que profese la religión católica... y que sea de estirpe regia.
Un buen amigo del diario Madrid hizo una búsqueda de todas las ramas dinásticas españolas y encontró que había setenta y tantos que cumplían esas condiciones. Y eso para ser rey o para ser regente, porque también dejaba abierta la posibilidad de la regencia, que les gustaba más a los falangistas.
En medio de esa ambigüedad tan impresionante, la única certeza era Franco. Cuando él decidiera y como él lo decidiera.
Él va dando pequeños pasos de aproximación a don Juan Carlos para evitarse al padre, que ahí estaba, disponible. Pero que no era de fiar, porque hacía falta también jurar los Principios y las Leyes Fundamentales. Entonces, el padre no, pero ahí está el niño, que como tiene diez años... muy lejos me lo fiáis.
Hay todo esa negociación, conversaciones, en las que Franco hablando con don Juan van definiendo: que Juan Carlos se eduque en España, luego es muy importante su paso por las tres academias militares. Va poniendo las miguitas de pan, como Pulgarcito. Y luego, se casa con una princesa de una Casa reinante. Y eso tiene una gran influencia para que don Juan Carlos al final llegue a ser el elegido. Porque sus posibilidades hubieran mermado muchísimo si se casa con Paquita la del quiosco.
Vuelve de la boda y le alojan en el Palacio de la Zarzuela. Pero él no tiene ningún título para estar viviendo en un palacio de Patrimonio del Estado. Porque en ese momento no era oficialmente sucesor, no era nada.
"Cuando no éramos nadie", como decía Doña Sofía.
Exactamente. Yo estuve con la princesa Sofía, porque le ofrecimos ser madrina de la promoción de la Milicia Aérea Universitaria en el año 1965, en Villafría, Burgos. Y estuvimos ahí, en la Zarzuela ofreciéndole eso, "cuando no éramos nadie".
En 1969 Franco designa a Juan Carlos sucesor a título de rey. El 22 de julio. ¿Qué ocurre ese día? Que el hombre pone por primera vez un pie en la Luna. De manera que la atención del mundo entero estaba con Neil Armstrong, pero mientras tanto aquí Franco había colocado como sucesor al príncipe Juan Carlos.
Un poco antes, aparece Alfonsito de Borbón, que quiere ganar terreno y busca un atajo, que es ennoviarse y casarse con la nieta mayor de Franco. Eso va unido a un decreto de Franco, en el que le da el título de Duque de Cádiz y el tratamiento de Alteza Real.
El periodista Miguel Ángel Aguilar en su casa de Madrid, durante la entrevista con EL ESPAÑOL.
En la sociedad de Madrid de aquellos tiempos, la gente no sabía cómo dividir sus afectos, dónde dirigirlos, si hacia don Juan Carlos o hacia don Alfonso. Pero había llegado un poco tarde.
Además, según la Ley de Sucesión, Franco podía revocar la designación. De manera que todo el mundo tenía que estar en la incertidumbre, para que Franco pudiera estar en la certeza.
¿Juan Carlos es lo más parecido a una tragedia griega que tenemos? Primero, considerado un traidor por su padre. Luego tiene que traicionar los Principios del Movimiento que había jurado, para poder traer la democracia. Y hoy denostado por los españoles a los que trajo la libertad.
Nadie es de mármol, todos estamos sometidos a apetecencias, pasiones, incongruencias. Más allá de lo que se le pueda reprochar, hay que hacer un reconocimiento elemental: fue decisivo para que se produjera el cambio, para que llegara a este país la democracia.
Tenía un olfato político de primera y consigue algo que un hombre tan inteligente como Manuel Azaña no consigue: el cambio de lealtades de las Fuerzas Armadas, del franquismo a la democracia. [Como ministro de Defensa y presidente de la República], Azaña no consigue el cambio de lealtades de las Fuerzas Armadas, desde la Monarquía de la Restauración, a la Segunda República. En ese fracaso de Azaña está incoada la Guerra Civil.
"Juan Carlos I consigue algo decisivo, que no logra Azaña: el cambio de lealtades de las Fuerzas Armadas, del franquismo a la democracia"
No fue fácil conseguir ese cambio. Cuando se decía, ¿y después de Franco, qué?, apareció aquel Jesús Fueyo para decir: después de Franco, las instituciones.
Oiga, el primero que no creía eso es Franco, que cuando reúne a los antiguos alféreces provisionales, que son el núcleo indudable de la Cruzada, en el Cerro de Garabitas en 1961, les dice algo que en principio nos desmoraliza a todos: "Mientras Dios me dé vida, estaré con vosotros". Joder, otra vez lo mismo.
O aquellas cosas que decía de: "Quien recibe el honor y el peso del caudillaje, no puede darse al relevo ni al descanso". ¡Me cago en la leche, otra vez!
Pero, ¿qué más dijo?: "Todo quedará atado y bien atado bajo la guardia fiel de nuestro Ejército". No dijo: bajo la guardia fiel del Consejo del Rey, ni de las Cortes españolas, ni del Consejo de Estado. No, bajo la guardia fiel de nuestro Ejército.
O sea, que confiaba en la perennidad del régimen. Y lo que consigue el Rey es que ese pronóstico de Franco falle. El Ejército, al final, convenientemente inducido, prefiere ser el Ejército de España, que no el Ejército de Franco. No ese "nuestro" que lo atornillaba a Franco.
En el libro habla de los "antifranquistas póstumos", los que empezaron a serlo al día siguiente de la muerte de Franco. ¿Hay ejemplos muy notables? ¿Ha habido cierta impostura en algunos sectores de la izquierda?
Esa expresión muy certera es de Víctor Márquez Reviriego, que durante años fue redactor jefe del semanario Triunfo. La cantidad de gente que explotó como antifranquista una vez muerto Franco, con la losa encima. Pero cuando Franco vivía, los antifranquistas eran muchísimos menos. Eso es así en el mundo de la política, de la empresa, del periodismo...
Cuando el Ministerio [de Información] cierra el diario Madrid, había que ver cómo aplaudían y pedían más contra nosotros, los del Arriba, los de Pueblo, los de Televisión, Emilio Romero... Toda esa gente era muy vigorosa en su defensa [del régimen] y nos llevaban por delante.
El periodista Miguel Ángel Aguilar en su casa de Madrid, durante la entrevista con EL ESPAÑOL.
Lo que pasa es que hubo una gran generosidad, porque no se cerró la puerta a nadie. Oye, que están aquí, que pasen y que se sumen a esto que estamos haciendo entre todos, para que nuestro país se parezca a los de alrededor, que aquí haya las mismas libertades que hay en otros países europeos. Es lo que queríamos.
Pero el sector duro, el sector búnker, era poderosísimo.
¿Pedro Sánchez ha resucitado la Prensa del Movimiento en TVE, donde hoy hay mucho más activismo político que periodismo?
Claro. Pero la utilización es instrumental, ¿al servicio de qué? Al servicio del muro.
Hemos dicho que salimos adelante porque terminamos con la España y la anti España, porque derribamos el muro y pasamos a ser todos españoles compartiendo la misma naturaleza, con opiniones variadas...
...pero con capacidad de convivir.
Exacto. Entonces, ahora nos anuncian que hay que hacer un muro, y eso me parece el error colosal. Aquí no hay que hacer ningún muro. Aquí lo que hay que hacer es convivir, entenderse, hablarnos, acabar con la diseminación del odio, con el cainismo. Pero no a base de hacer muros.
Hay una movilización de medios, muchas veces que están siendo comprados, porque el primer problema que tienen los medios de comunicación es que están en un estado de ruina. Y la ruina es una pendiente muy favorable para la sumisión. El que está arruinado busca ayuda, y el que es ayudado está condicionado y al final, es sumiso. Se busca la sumisión.
Sánchez acaba de celebrar los dos primeros años de legislatura. Se ha quedado sin mayoría parlamentaria, no puede aprobar leyes ni presupuestos, pero promete que no habrá elecciones hasta 2027. ¿Qué puede hacer en los dos años que quedan? ¿Aprobar nombramientos en el BOE y lanzar desafíos a Trump?
Nos espera un presidente aferrado a su cargo, convencido de que de todas las acechanzas que hay sobre él se defiende mejor desde Moncloa.
"Sánchez dijo que quiere pasar a la Historia como el presidente que sacó a Franco del Valle de los Caídos. ¡Qué chorrada más monumental es esa!"
¿Qué le pareció que Sánchez abriera una precampaña electoral, en 2019, desenterrando a Franco del Valle de los Caídos?
Me parece muy bien que lo saquen del Valle de los Caídos. No tengo nada en contra. ¿Sabes quién salió del Valle de los Caídos sin tanto estruendo y sin tanta cosa? José Antonio Primo de Rivera.
Se lo llevó la familia.
Pues ya está, punto. Pero se quiso hacer un espectáculo, un mérito.
Pedro Sánchez llegó a decir que quería pasar a la historia como el presidente que sacó a Franco de allí. Pero qué chorrada más monumental es esa. A algún ministro le he dicho que, en vista del éxito, ese traslado se debería hacer todos los años, igual que repetimos la Semana Santa.
Pues se repite todos los años el simulacro: se va al Valle de los Caídos, se coge un féretro, se pone lo que sea que no pese mucho... Y, eso sí, sin hacer el traslado al cementerio de Mingorrubio en un helicóptero, para evitar la huella de carbono. Se hace andando. Como para sacar a un torero a hombros, siempre se encontraría algún grupo que se preste a ello.
Como los falangistas que llevaron a hombros el cuerpo de José Antonio desde Alicante hasta El Escorial.
¡Exacto! —entre risas.