José Manuel Albares, junto al ministro de Exteriores saudí, Faisal bin Farhan bin Abdullah Al Saud,y el turco, Hakan Fidan, este jueves en París, tras una reunión sobre Oriente Próximo.

José Manuel Albares, junto al ministro de Exteriores saudí, Faisal bin Farhan bin Abdullah Al Saud,y el turco, Hakan Fidan, este jueves en París, tras una reunión sobre Oriente Próximo. EP

Política EXTERIORES

La diplomacia "con voz propia" de Sánchez choca con EEUU e Israel, y aleja a España de los grandes centros de decisión

Moncloa impulsa una política exterior "basada en principios y valores", pero su divergencia con Washington y Jerusalén genera tensiones en la UE y la OTAN, y alimenta el debate sobre el futuro peso de España en Occidente.

Más informacón: La Comisión Europea dice que España no puede incluir el gasto climático como Defensa, horas después del reproche de Trump.

Publicada

Este viernes 10 de octubre se conmemoraban el Día Mundial contra la Pena de muerte y el de la Salud mental. A esas dos nobles causas dedicaron su primer tuit de la mañana José Manuel Albares y Pedro Sánchez.

Después, cuando el comité noruego anunció el Premio Nobel de la Paz para María Corina Machado, las cuentas del ministro de Exteriores y del presidente no publicaron más.

"Es descorazonador", comenta un antiguo preso político del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, hoy exiliado en España.

"Esa pretendida equidistancia para, supuestamente, facilitar una salida pacífica a un conflicto no es cierta", explica. "Porque no hay conflicto, sino una narcodictadura y un pueblo oprimido. Y por tanto, no hay equidistancia, o se está activamente con la libertad y la democracia o se está ayudando al tirano".

El caso de Venezuela es sólo un ejemplo, o "un síntoma" en palabras de un diplomático español. En el país caribeño, el presidente Sánchez pasó de reconocer al opositor Juan Guaidó como "presidente encargado", en febrero de 2019, a autorizar un viaje de la número dos del régimen, Delcy Rodríguez, en enero de 2020.

En medio, en esos 11 meses, hubo dos elecciones en España y, sobre todo, un acuerdo para un Gobierno de coalición con Unidas Podemos facilitado por la intermediación de José Luis Rodríguez Zapatero.

Y la consecuencia ha sido que, desde entonces, España se limita a recibir exiliados, pero ya no es la que marca el paso en la UE. "Francia e Italia le han tomado la delantera", advierte una fuente cercana al Consejo de la UE.

"Y España está quedándose fuera también de las mesas donde se decide sobre Ucrania", porque "el desplante de Sánchez a los aliados de la OTAN en La Haya no se perdona".

Lo de "los BRICS"

Además, los opositores, por cientos de miles, agradecen la acogida en España. Pero si antes "Madrid y Washington" eran "las cancillerías clave" en las que confiar, ahora sólo miran al Gobierno de Donald Trump como posible "palanca de cambio" en su país.

La defensa de la paz, los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y "el multilateralismo reformado" son los pilares que el Gobierno de Sánchez emplea como brújula.

En la presentación de la nueva Estrategia Exterior de España, el mes pasado, Albares insistió en tender puentes con países como Brasil, India, China o Sudáfrica -fundadores junto a Rusia de los llamados BRICS- en su empeño de "reformar el Consejo de Seguridad de la ONU" para adaptarlo a los nuevos equilibrios globales.

Y esa apuesta por un orden internacional "más inclusivo", en realidad, vino a dar la razón a Trump cuando, en su primera tarde de vuelta en la Casa Blanca, tuvo tiempo de arremeter contra una "España que parece miembro de los BRICS".

O cuando, este mismo jueves, calificaba a nuestro país de "rezagado" en el gasto militar y sugería "expulsar a España de la OTAN".

Sánchez no sólo choca dialécticamente con EEUU por identificar a su presidente con el liderazgo de "la ola ultraderechista global", sino geopolíticamente con su modo de ejercer el poder. Washington sigue liderando Occidente y, con Trump al mando, apuesta por ejercer "una geopolítica unilateral", según fuentes del Gobierno.

Ese esquema de actuación se ha revelado, de momento, exitoso, en Oriente Próximo. Mientras Sánchez enviaba un buque de guerra a escoltar la flotilla de Gaza, EEUU lograba formalizar un plan de paz apoyado no sólo por Benjamin Netaanyahu, sino por todos los países árabes y la propia Autoridad Nacional Palestina.

"Moncloa ha sido pillada con el pie cambiado", opina un diplomático español. "Y el malestar en Israel", cuyo Ejecutivo ve en la retórica de Sánchez "un sesgo antisemita intolerable", se tornó en algo parecido a la satisfacción.

Fuentes cercanas al Gobierno de Israel no ocultan el "profundo enfado" con el Gobierno de Sánchez, pero no le dan mayor importancia.

"Hoy España importa, pero por cuestión sentimental: la historia común y la admiración por el país como destino", expresan. "Pero España es una gota en el océano, llamativa y molesta por su obsesión antiisraelí, pero una gota nada más", ironizan.

El reproche añade que, para ser un mediador, "como defiende Albares", se requiere ecuanimidad o un enorme poder. "Nadie es ecuánime en este conflicto. Pero el poder lo tienen Washington, Qatar y Egipto, por ese orden", sostienen.

"Oportunidad al precipicio"

Ese desencuentro enturbia la cooperación en proyectos tecnológicos y de seguridad, más desde la aprobación del decreto de embargo. Y reduce las opciones de España para acoger una futura cumbre ed paz, como lleva ofreciendo Albares desde pocos días después del 7-O.

"Hoy sería imposible replicar en Madrid la conferencia de paz de 1991", recuerdan desde Jerusalén.

Miguel Ángel Moratinos, fue ministro de Exteriores y enviado especial de la UE para aquel proceso de paz en Oriente Próximo. Pocos conocen la región como él, y a pocos se les reconoce tanta autoridad, hasta quienes, desde Jerusalén, le atribuyen un "sesgo claramente propalestino".

En conversación con este diario, Moratinos aclara que no valen las comparaciones. "Cada momento histórico es distinto y España ya no es la que fue".

De hecho, en su opinión, el peso de la "voz propia" de nuestro país es hoy "mucho mayor", si bien admite que ciertos socios y aliados naturales no comparten la visión de Sánchez, "hasta que acaban por seguirla", como en el caso del reconocimiento de Palestina como Estado. Por eso, destaca que la defensa de la solución de dos Estados sigue siendo "una bandera".

Por su parte, Mario Sznajder, doctor en Ciencia Política y profesor emérito de la Unversidad Hebrea de Jerusalén, subraya el papel de "las relaciones personales", recordando al embajador en España de entonces, Shlomo ben Ami.

"Es un sefardí, nacido en Tánger, que aprendió español en casa antes que hebreo", recuerda. "Y su conocimiento y amor a España facilitaron mucho las cosas, al punto de que tenía una verdadera amistad con Felipe González y el Rey Juan Carlos".

El desgaste de la legación israelí en España, tras figuras como él, dice Sznajder, ha erosionado los lazos. Y los ha terminado de romper "la retórica beligerante de Madrid, usando el término 'genocidio' de manera irresponsable".

Otro profesor, éste de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontifica de Comillas, es Alberto Priego.

También colaborador de EL ESPAÑOL, recuerda que la "destreza" de Albares en un tuit revelando una conversación con el ministro Benny Gantz, "solucionó la primera crisis tras el 7-O". Pero el Gobierno de Jerusalén ahora también "usa el choque con Sánchez" para cohesionarse internamente.

Y un grupo de diplomáticos españoles alerta, precisamente, de ese riesgo en un país "mediano" como España. "Usar la política exterior para arrinconar a la oposición sólo debilita... y entonces, los socios y aliados desconfían, y los enemigos buscan su oportunidad".

Es ése "palestinismo electoral que, en feliz expresión acuñó Manuel Valls" el que divide la sociedad y mina la credibilidad exterior de España.

La crisis con Israel ejemplifica una pérdida de la posición histórica y de "una oportunidad". España "ha arrojado su influencia por el precipicio", rematan desde el entorno del Gobierno israelí, al primar la gestualidad sobre la estrategia y subestimar el peso de sus socios naturales.

Apartado en la OTAN

Este viernes, el comisario de Defensa de la UE, el lituano Andrius Kubilius, advertía a Sánchez de que no puede colar como gasto en Defensa las inversiones contra el cambio climático. El empeño de Moncloa comenzó por cambiarle el nombre al plan ReARM Europe, "porque rearmar no me gusta en absoluto".

Después logró que al concepto de "Defensa" se añadiera el más amplio de "Seguridad". Y finalmente quiso incluir en ese capítulo cualquier "tecnología de doble uso" y que aumentara la "resiliencia" de los Estados miembros.

Bruselas no traga, como tampoco lo hizo la Alianza Atlántica, en junio. En la cumbre de La Haya, Sánchez firmó el compromiso para elevar el gasto de Defensa hasta el 3,5% del PIB. Pero a los 20 minutos, en rueda de prensa, anunció que no lo cumpliría, "porque con el 2,1% del PIB cumpliremos con nuestros compromisos de capacidades".

La negativa soliviantó a Mark Rutte, secretario general, y al resto de aliados. La italiana Giorgia Meloni se lo afeó públicamente y el belga Alexander de Croo tiró de ironía, pidiendo a Sánchez que le "explicara cómo lo hace" para no tener que invertir tanto como los demás.

La insistencia en destinar recursos a políticas verdes y sociales refleja ese enfoque ed Sánchez de una política exterior más centrada "en principios y valores" que en "intereses". Pero choca con la visión de sus socios naturales, que priorizan la fortaleza militar, ante la amenaza rusa y china, como garantes de la paz.

Moncloa ve en esta postura "un acto de coherencia ética". Sus críticos, "una falta de realismo estratégico" que debilita la defensa común y margina a España en los foros de seguridad, tal como expresa una fuente cercana a la OTAN.

Y la oposición del PP, además de lamentar la ruptura de "todos los consensos", advierte de que esa diplomacia "con voz propia" es, en realidad, "la del susurro de Zapatero".

Fue él quien "rompió" con el atlantismo que había impulsado José María Aznar en 2004, al retirar tropas de Irak. Y ha sido él quien ha conectado a Sánchez "con las izquierdas de América Latina" y lo ha llevado a priorizar relaciones con China o India ,apoyando su proyecto de reforma de la ONU desde dentro.

"¡Y qué decir de Venezuela!", resume un portavoz de la dirección del PP.

En fin, todas las fuentes consultadas concluyen que España ha pivotado y que, efectivamente, tiene una "voz propia" en el mundo. Otra cosa es que esa voz quede muda "al salir de su esfera natural", o que si de inicio es una "voz incomprendida", su "coherencia ética" pone a España en un lugar justo.

Moncloa y Exteriores insisten en que "la defensa de la paz y los derechos humanos" debe guiar el rumbo. Pero el reproche expreso de Sánchez y Albares al "doble rasero" de la OTAN y la UE entre Ucrania y Gaza, frente a Rusia e Israel, los aleja de las mesas de decisión.