Mauricio Macri presidió Boca Juniors entre 1995 y 2007. Después, presidió Argentina entre 2015 y 2019.

Mauricio Macri presidió Boca Juniors entre 1995 y 2007. Después, presidió Argentina entre 2015 y 2019. Juan Vega

Política HABLANDO SOBRE ESPAÑA

Mauricio Macri, memorias del fútbol y una flecha a Sánchez: "Copia perfectamente las barbaridades del kirchnerismo"

"Es mucho más difícil presidir un gran equipo de fútbol que un país. Tanto en Argentina como en España".

"Yo sólo pude mostrar una huella de adónde había que ir. Milei tiene un camino mucho más despejado que el mío para emprender reformas".

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Nos han encargado una entrevista, pero va a tener que ser una emboscada. Estamos en Oviedo, en el salón del Hotel Reconquista, donde se hace lo de los premios Príncipe de Asturias.

Vamos convenientemente disfrazados, americana y pañuelo, como si fuéramos a convencer a un empresario de las bondades de la corrupción. Nos han encargado una entrevista con el presidente Mauricio Macri y el presidente Mauricio Macri no quiere hacer entrevistas.

Estamos en el Reconquista porque anoche se celebró aquí, en Oviedo, un acto de la Fundación Libertad y Desarrollo que reunió a siete expresidentes latinoamericanos para hablar de lo de siempre: el populismo.

De los riesgos que entraña, sus perversos efectos y todas esas cosas. El populismo es como el Madrid. Siempre gana en el minuto 93.

Macri es el más conocido de los participantes. El más carismático. Y está en medio del torbellino porque continúa presidiendo el partido que le llevó a la presidencia, el PRO, y porque acaba de perder las elecciones de Buenos Aires frente a la marca de Milei. El presidente Macri no quiere entrevistas ni con nosotros ni con nadie.

Sabemos que se marcha esta mañana. Sabemos que su mujer está desayunando y que él no está desayunando. Sabemos que va a salir por la puerta que estamos vigilando. Pero no aparece.

–Coño, pero ¿qué hace ese tío corriendo por dentro del hotel? –nos pregunta el fotógrafo.

–¡Va a muy buen ritmo! Hay gente para todo.

–¡Mierda! ¡Pero si es Macri!

Pues sí. Mierda. Es Macri. Nos ponemos a correr tras él. "¡Presidente, presidente!". Lleva pantalones cortos y una camisa gris que se ha vuelto negra del sudor. "¡Presidente, pare, un momento!". Una toalla le abraza el cuello de lado a lado como a los boxeadores. "¡Presidente!". No frena.

A los guardaespaldas que inundan el hotel les debemos de hacer bastante gracia. Ninguno se inmuta ante nuestra persecución. Están alojados aquí todos los expresidentes. Se nos debe de ver a la legua lo de “periodistas”. Quizá por eso Macri corre tan rápido. El Reconquista es un laberinto en forma de cuadrado. De pronto, Macri desaparece igual que su partido desapareció cuando irrumpió Milei.

Con nuestra americana, el pañuelo, la cámara, el puñetero disfraz y el sudor de la derrota, volvemos a preguntar a la organización. “No, el presidente Macri no da entrevistas”. Pero Macri tiene que atravesar de nuevo el recibidor en el que estamos. Una cosa es que no vuelva a presentarse a las elecciones presidenciales y otra que se quede a vivir en Oviedo.

La situación en Argentina es delicada: el partido de Milei, que no era un partido, va avanzando y deglutiendo el PRO de Macri. La relación entre expresidente y presidente es voluble. A ratos de colaboración – personas del PRO gobiernan con Milei–, a ratos de oposición. Macri fue un “gradualista”, quiso acabar con el peronismo piano, piano. Milei ha sacado la motosierra. Pero los dos comparten el mismo objetivo.

Macri es hijo de un empresario rico, Macri fue presidente del Boca Juniors más exitoso de la Historia. Milei es un economista que salió de la nada y ha enfervorizado el país. Sí hay un mérito en común: armaron el PRO y La Libertad Avanza desde cero y consiguieron derrotar a las siglas tradicionales.

Macri abrió el camino. Demostró que una propuesta liberal podía tumbar el kirchnerismo. Milei recorre ese camino a doscientos kilómetros por hora y no sabemos si se estrellará o cambiará la Argentina para siempre. Milei nos parece un populista. A Macri, seguro, le parece un populista… ¿bueno? ¿Hay populistas buenos? ¡Tenemos tantas cosas que preguntarle al presidente Macri!

En esas estamos –habrán pasado apenas diez minutos– cuando reaparece nuestro objetivo. Una ducha de tan pocos minutos. Un liberal coherente por su austeridad. Ahora con zapatillas de deporte de esas que ya se pueden llevar con traje. Sin corbata, pero esmerado. Bien peinado. Nos damos de bruces con él.

El encuentro

–Presidente Macri, somos de EL ESPAÑOL. Queríamos hacerle una entrevista, pero ya nos han dicho que…

–No doy entrevistas –completa la frase extendiendo la mano.

–Ha debido de haber un malentendido porque queremos hacerle una entrevista sobre fútbol.

–¿Sobre fútbol? Me encanta el fútbol. Vamos a sentarnos.

No es que hayamos engañado a Macri. Sabe perfectamente lo que estamos buscando. Pero le gusta tanto el fútbol que, con el mero pretexto de envolver una conversación en él, acepta poner el pecho.

Vamos a intentar engañar a Macri, como si todos los españoles fuéramos como Sánchez. No todos los españoles son como Sánchez, pero casi todos los periodistas somos como Sánchez. "Prometemos, presidente, que no habrá preguntas sobre política".

Muy galante, con esos ojos albicelestes color bandera que tiene, Macri nos ofrece asiento en dos sillones contiguos.

Macri es el presidente que más títulos ha ganado al frente de Boca Juniors.

Macri es el presidente que más títulos ha ganado al frente de Boca Juniors. Juan Vega

–Señor Macri, usted presidió Boca Juniors, uno de los clubes más importantes de Argentina.

–De Latinoamérica como mínimo.

–Un momento, disculpe. Volvamos a empezar. Señor Macri, usted presidió uno de los clubes de fútbol más importantes del mundo.

–Sí. Fui presidente de Boca Juniors durante doce años.

–El fútbol español ha cambiado de ciclo. Ahora gana el Barça y no el Madrid –improvisamos.

–No se puede ganar siempre. Yo tuve la suerte de disfrutar como presidente de Boca de un ciclo muy ganador. Dieciséis títulos en doce años. Desde 1995 hasta 2007. El Madrid, con el mejor dirigente de la historia del fútbol europeo, ha ganado cosas increíbles. Lo ha hecho muy bien, pero también ha tenido la cuota de suerte necesaria.

Macri es hijo de Franco. Lo anotamos pese a que la policía de la Memoria pueda interrumpir la conversación inmediatamente. De Franco Macri, un empresario de la construcción argentino, hijo de italianos, que hizo fortuna.

Nació este expresidente en Tandil, aunque se crio en Buenos Aires y estudió en las mejores universidades norteamericanas. Es ingeniero civil.

Macri –lo vemos ahora– es como un tertuliano de El Chiringuito. Con voz melodiosa, nos va hipnotizando mediante sus memorias del fútbol. Se hizo de Boca porque lo era su padre. Es uno de esos argentinos que configura su identidad cultural y hasta política a través de la pelota.

Nos cuenta que el último ciclo ganador del Real Madrid empezó estando él en el estadio.

–¿Y eso?

–Mi hija, que hace mucho que vive en Madrid, me pidió que la llevara a ver la final de Lisboa. Ahí empezó todo. Con el cabezazo de Sergio Ramos en el 93. Pero, sobre lo de ahora… El fútbol tiene esas dinámicas de “stop and go”. El mismo equipo que ganó todo no ha ganado nada con un Mbappé que ha marcado cuarenta goles.

Macri, el Madrid y el Barça

Macri se deshace en elogios hacia Florentino Pérez. Más que expresidente de Argentina parece un editorialista de El Español. Le contamos que Florentino hizo el mismo camino que él a la inversa. Florentino anduvo metido en la fundación de UCD, fue concejal de obras públicas en Madrid y luego presidente blanco. Macri presidió Boca antes que la República Argentina.

–El parecido es evidente.

–¡No conocía el pasado político de Florentino! Los madridistas han tenido mucha suerte de tener una persona con esas capacidades superlativas dedicado al club. Lo ha llevado a la cima del fútbol mundial. Los aficionados, en general, piensan qué será de sus equipos cuando se vaya tal o cual jugador. Los madridistas, supongo, piensan qué será de su club cuando se retire Florentino.

El resto de expresidentes latinoamericanos comienzan a circular por el salón. Una nube de coches negros con cristales tintados amenaza la puerta del hotel. Dentro de poco se van de viaje a Colombres, donde está el archivo de los indianos. Intentamos cambiar de tema, pero frenar a un argentino que habla de fútbol es imposible. Macri se está vengando y está disfrutando. ¿Queríamos entrevista? Toma entrevista.

Sigue Macri: “Florentino ha estado detrás de cada ciclo de victorias. Dejó ir a Zidane, a Ramos y a Cristiano en el momento exacto. Sabe cómo energizar al vestuario. El Madrid volverá a pelear. Competirá con todos esos jóvenes maravillosos, chiquititos y rápidos del Barcelona”.

Intentamos interrumpir, pero sigue Macri: “En el PSG, mi amigo Nasser [el jeque] ha entendido que es mucho más fácil hacer un mejor equipo con varios jugadores de puntuación ‘8’ que con unos pocos de puntuación ‘10’. Es muy difícil combinar egos tan complejos. Por eso, están hoy en la final de la Champions”.

–Intuimos que simpatiza usted más con el Madrid que con el Barça –intuimos mal, ya lo verán. Pasa eso con los liberales. Se les intuye mal. Y con un liberal argentino es todavía más difícil.

–Todos los argentinos estamos muy apegados al Barça por la era Messi. Además, tengo una buena relación con Laporta. Coincidió mi presidencia de Boca con su primera presidencia del Barcelona. A los argentinos nos tira más el Barcelona por esa identificación con Messi. El Madrid ha tenido jugadores argentinos, pero ninguno del tamaño de Messi. Es muy difícil competir con el mejor de todos los tiempos. Para mí no hay discusión: Messi.

Macri, expresidente de Argentina, durante la entrevista.

Macri, expresidente de Argentina, durante la entrevista. Juan Vega

Al frente de Boca, Macri conoció la presión de las barras bravas, la dificultad de las negociaciones, la obsesión por ganar, la importancia –y el peligro– de la masa.

–¿Le sirvió de algo la experiencia de Boca para presidir la República Argentina?

–La presidencia de un club de fútbol y de un país se parecen en casi todo. Así que me sirvió mucho. Le diré que en una situación normal resulta más difícil presidir un club de fútbol que un país.

–¿A usted no le tocó una situación normal en la presidencia de Argentina?

–No. El populismo tenía la mayoría en el Senado y nosotros ni siquiera teníamos la mayoría en la Cámara de Representantes. Era una encerrona permanente. Cuando uno convive con la oposición y tiene una mayoría razonable, es mucho más fácil conducir un país que un equipo de fútbol tan popular como Boca.

–¿Por qué? Explíquelo.

–Por dos razones. La primera: a muy poca gente le interesa realmente la política. Más bien, la rechazan. A los ciudadanos en general sólo les interesa la política cuando se mete con los ingresos de la gente y afecta a sus bolsillos. Y la segunda: el fútbol le interesa a todo el mundo. Se ha transformado en la nueva religión mundial.

–Lo es en Argentina y en España.

–Y ya casi en todas partes. Miren el mundo árabe. Todos los días se discute, todos los días hay una elección. El dirigente del club va a las elecciones, pero no los jugadores. Cuando se gana el partido, la gente aplaude mirando al campo. Cuando se pierde, la gente se queja mirando a la directiva.

–La afición de Boca es, entonces, más exigente que el votante argentino.

–¡Muchísimo más! Pero también la afición del Atleti, del Madrid o del Barcelona. Es peligrosísimo cuando una afición se acostumbra a ganar. Es uno de los grandes peligros del fútbol: crear una generación entera de aficionados que sólo ha visto ganar.

Decía Ortega que una generación son quince años. Si uno coge los chavales que se aficionaron al Boca de Macri o al Madrid de Florentino siendo niños, se topa con un grupo de gente que no sabe digerir la derrota.

Nos cuenta Macri que...

“Mauricio, tenemos que irnos”. Es su mujer, Juliana. El expresidente de México (Felipe Calderón), el de España (Aznar), el de Uruguay (Lacalle)… Ya están con las maletas preparadas, embarcándose en el viaje a Colombres. Grita la organización, como si fuera Lativisión, ¡el 1! Y sale Fulano. ¡El 2! Sale Mengano.

Pero Macri no se quiere ir. Nos está goleando él a nosotros. Todavía no hemos conseguido arrimarle adonde queremos. Nos cuenta la anécdota del día en que se encontró con Juan Martín del Potro, uno de los mejores tenistas argentinos de la Historia.

Le dijo Del Potro a Macri: “Vos me arruinaste la vida”. Delpo –así lo llaman los argentinos– se enganchó a Boca justo cuando Macri comenzaba su presidencia: ganar era lo normal. La liga, la Libertadores, todo se ganaba. De pronto, el desierto. “¡Hace cinco años que no ganamos! ¡Qué está pasando! No puedo entenderlo”.

Insiste Macri en que dirigir un país es más difícil. Porque el fútbol “es más pasional, más violento”: “¿Sabés? Yo tengo mucho más miedo a un periodista deportivo que a un periodista político”. Ahí viene el directo de Macri a nuestra mandíbula: “Por eso les he dado la entrevista”.

“La pelota pega en el pelo y va fuera… Eres un inútil. Pero si la pelota pega en el palo y va dentro, sos un genio”, concluye. Nosotros no dejamos de darle al palo.

Populismo, peronismo y todos los ismos

Fue ayer, en realidad, cuando conocimos al presidente Macri. Él no nos conoció a nosotros porque lo perseguimos un rato, pero no pudimos estrechar su mano. Se subió al escenario del Teatro Campoamor y dijo algunas cosas sobre esa política que, siendo tan difícil, es más fácil que el fútbol.

Nos gusta Macri por lo irónico: “Argentina es un caso único en el mundo. No existe una sociedad que durante setenta años haya destruido valor tan eficientemente. Hace un siglo, nuestro país era más grande que Italia y España juntas. Hoy no es ni la mitad de España”.

Y luego añadió: “Entonces, apareció un matrimonio –el de los Perón– que interpretó intuitivamente el populismo y lo puso en práctica. Los argentinos tenemos la importación más exitosa de la humanidad. No es la soja, el trigo, ni los futbolistas. Es el populismo”.

Se nos ocurren tantas preguntas que hacerle a este hombre que soñó con ser futbolista. ¿Existen populismos buenos y malos? ¿Es Milei un populista? ¿Piensa que Milei es el mal menor necesario para acabar con el peronismo? ¿Milei es un liberal o sólo un libertario? ¿Qué piensa de sus maneras?

Mauricio Macri tiene más apego al Barça que al Madrid debido a la 'era Messi'.

Mauricio Macri tiene más apego al Barça que al Madrid debido a la 'era Messi'. Juan Vega

Entre líneas, en el escenario del Campoamor, pudimos entrever algunas cosas. Maquiavélicamente, pese a todas las cosas del “loco Milei”, Macri lo prefiere antes que a Cristina Fernández de Kirchner: “Mi esperanza es que seremos el primer país en sacarnos este virus”.

Más profundo, casi filosófico, Macri discurrió acerca de las consecuencias que tiene la mezcla de la revolución tecnológica con el populismo: “Tocás la pantalla y tenés una cita esta noche, tocás la pantalla y tenés una película, tocás la pantalla y escuchás música (…) Esos magos son así. Aparecen desde fuera del sistema y te dicen que te van a conseguir todo, que te van a dar todo”.

La democracia, en cambio, dijo Macri, “no te da nada inmediatamente”: “Tenés que discutir, que debatir, que llegar a acuerdos… Por eso es tan importante que las democracias tengan gobiernos abiertos y transparentes sobre los que se pueda ejercer de forma fácil una acción de control. Por eso es tan importante que no aumente la burocracia y que el sector privado, que es donde nace la innovación, sea protagonista”.

Estas palabras de Macri son el fondo de la democracia liberal: “La democracia es el único sistema que garantiza la libertad. No te voy a regalar nada, pero te prometo que, si te esforzás, tendrás un futuro mejor. Lo que te hace feliz no es lo que te regalan, sino lo que lográs con tu esfuerzo”.

Lo más novedoso del análisis de Macri en relación al populismo fue la tesis de la expectativa: “Esa revolución tecnológica nos ha hecho millonarios de expectativas. Tenemos tantas cosas al instante que todo el tiempo estamos pidiendo más. Y ahí aparecen esos candidatos que prometen todo eso que vamos pidiendo. Lo hacen azuzando el resentimiento. Tu vecino tiene ese gran coche sin haberse esforzado, por herencia familiar. Tú también lo vas a tener y te lo voy a dar yo”.

Pero tenemos a Macri aquí sentado, enfrente, muy cerca, casi rodilla con rodilla, y él quiere hablar de fútbol. Porque es ahí donde ganó siempre. Y los políticos, los presidentes, quieren hablar cuando ganan. Es una pena. Literariamente, políticamente, siempre es más fascinante la derrota, la decadencia.

Intentamos circular por ahí, por el sendero del atardecer y el sol que se va anaranjando hasta dejarlo todo oscuro.

–Presidente Macri, ¿con cuál de sus dos legados está más satisfecho? ¿Con el de Boca o con el de Argentina?

–Con el de Boca, claramente. Porque me dejaron terminar mi trabajo. Los resultados, además, fueron indiscutibles de principio a fin. En la presidencia de la República sólo me dejaron mostrar una huella de adónde había que ir. La fuerza del populismo, como les decía, era todavía muy grande y bloqueó mucho al gobierno.

–Los peronistas volvieron a ganar. Su discurso sedujo de nuevo.

–Lograron convencer a la gente de que todavía se podía regalar algo más. No hagas esfuerzos que el Estado te lo regala. El populismo, después de esa última fase, colapsó. Por suerte, Milei tiene un camino mucho más despejado del que yo tuve para emprender reformas.

Macri sigue siendo presidente del PRO, el centro-derecha liberal argentino.

Macri sigue siendo presidente del PRO, el centro-derecha liberal argentino. Juan Vega

Ha sido él quien ha mencionado a Milei. Es el momento. El balón está botando en el punto de penalti. Hay que rematar. Su mujer, Juliana, nos mira desde la puerta. Macri se tiene que ir. Ya están todos montados en los coches. El poder se marcha.

–Presidente, Milei jugaba de portero. ¿Usted también jugaba al fútbol?

–Yo jugaba también, pero como era el dueño de la pelota me ponía de nueve.

–Y Milei…

Un hombre enorme se acerca y se interpone entre Macri y nosotros al grito de “¡presidente, presidente! ¡Una foto!”.

Queremos matarlo. A Macri no, a este hombre que interrumpe la no-entrevista cuando puede empezar a ser una entrevista. Desechamos la idea. Demasiado personal de seguridad en los alrededores.

Macri se levanta, se aleja unos metros y se hace la foto. Posa como un arquero. Quizá en referencia irónica al arquero, cancerbero, Milei. Dice: “Por supuesto que nos hacemos la foto. Los periodistas estaban entrando donde dijeron que no iban a entrar”.

–Tengo que marcharme.

–Le acompañamos a la puerta, presidente.

Le estrechamos la mano y, casi sin soltársela, la mano, caminamos con él hacia la salida del Reconquista.

–Lo hemos intentado, señor Macri. Nos hemos esforzado hasta el final.

–Lo hemos pasado bien.

–Diga aunque sea algo de Sánchez.

Se detiene en la escalera y dice: “Sánchez copia perfectamente las barbaridades del kirchnerismo”.

Macri se marcha. Quizá no haya sido una entrevista, pero sí un Boca a Boca.

P.D: regresamos al interior para recoger las cosas. Nos encontramos con el hombre que ha jodido la entrevista.

–Me cago en mi p*** vida, joder, la h*** pu*** (...) Has interrumpido cuando estábamos a punto de...

–Ya lo siento, no lo sabía. Pero les diré algo que es mejor de lo que él os iba a decir. Hace poco me lo encontré en Madrid, sí, a Macri. Y me dijo: "Me encantaría vivir en España, pero no sé cómo hacerlo. No sé qué hacer con el partido".