Rajoy estrecha la mano de Sánchez tras la moción de censura que le apartó del Gobierno hace ahora siete años.

Rajoy estrecha la mano de Sánchez tras la moción de censura que le apartó del Gobierno hace ahora siete años. EFE

Política

La ola de escándalos silencia a Sánchez y le hurta la iniciativa política: alarma en el PSOE por la falta de respuesta de su líder

Siete años después de su llegada a la Moncloa, el presidente busca cómo recuperar el pulso e incluir en la agenda los temas que le son más favorables.

Más información: Dirigentes socialistas admiten que han respondido "tarde" y de forma "insuficiente" al escándalo de Leire Díez

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"Ustedes crearon con su particular uso del poder un verdadero círculo perfecto de corrupción, encubriéndola con tretas y artimañas, obstaculizando la Justicia para intentar engañar a la gente", aseguró hace justo siete años José Luis Ábalos en la tribuna del Congreso para defender la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy.

El líder del PSOE reunió apoyos para que, por primera vez en el actual periodo democrático, saliera adelante una moción de este tipo.

La votación se decantó a su favor por el ambiente de corrupción generalizada en el Gobierno del PP y, más concretamente, la primera sentencia del caso Gürtel que apuntaba al partido de Rajoy.

Por eso, la corrupción fue la línea conductora del discurso del propio Sánchez y, sobre todo, de la intervención de Ábalos, que arrancó aplausos entusiastas de los diputados socialistas puestos en pie, ilusionados por el inicio de una nueva etapa política.

"La corrupción actúa como un agente disolvente y profundamente nocivo para cualquier país. Disuelve la confianza de una sociedad en sus gobernantes y debilita en consecuencia a los poderes del Estado. Pero también ataca de raíz a la cohesión social, en la que se fundamenta la convivencia de nuestra democracia", aseguró Sánchez ante el Pleno del Congreso el 31 de mayo de 2018.

Hoy Ábalos está imputado en el Tribunal Supremo, acusado de formar parte de una trama de corrupción, y desde el entorno de Sánchez en la Moncloa y en Ferraz se habla de un chantaje al presidente del Gobierno que podría proceder de quien antes fue su número dos.

Ábalos es hoy el presunto corrupto y chantajista, y Sánchez es el presidente del Gobierno que casi no puede manejar la agenda política y llevar la iniciativa hacia asuntos que le son más favorables para no tener que responder a la acumulación de escándalos.

Sánchez es presidente del Gobierno desde el 2 de junio de 2018 y sigue gobernando después de tres elecciones generales, una de las cuales perdió. Estos días mantiene silencio total sobre los escándalos que le afectan, lo que inquieta y preocupa a ministros y dirigentes socialistas.

"Persiste la imagen de un presidente que opta por la peor de las respuestas que es atrincherarse en el cargo, aupado por el peso de una Cámara fragmentada, con grupos parlamentarios cuyos intereses son difíciles y complejos de casar, eso es evidente, y que el propio Gobierno de España ha tratado de ensanchar, precisamente para perpetuarse en el poder", le dijo Sánchez a Rajoy hace justo siete años.

Este jueves el presidente del Gobierno recibió al primer ministro de la República de Eslovenia, Robert Golob, y se evitó la comparecencia ante los medios con preguntas, como es habitual después de este tipo de reuniones.

Un día antes no compareció ante los periodistas tras reunirse en Bruselas con Ursula von der Leyen y no responde preguntas de los medios desde que hace un mes, el 29 de abril, compareció para hablar del apagón.

Entrevistas no da desde hace meses y no está previsto que lo haga, ni siquiera para celebrar el aniversario de su llegada a la Moncloa.

Evitar "que se manche"

Fuentes no oficiales de Moncloa explican que la estrategia es evitar precisamente que el presidente "se manche" con asuntos como el procesamiento de su hermano, el presunto chantaje de Ábalos o la supuesta fontanera del PSOE, Leire Díez.

Pero hay socialistas que explican que querrían escuchar al líder de su partido para, por ejemplo, poner distancia de la actividad de la inquieta militante socialista que lo mismo busca pruebas contra la UCO de la Guardia Civil como ofrece vídeos comprometedores de fiscales o pide silencio a imputados en casos de corrupción.

A duras penas, el Gobierno puede abrirse paso en estos meses para hablar de temas que considera que le pueden ser favorables, como los datos económicos, la creación de empleo, la espectacular subida en estos años del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) o leyes sociales como la de eutanasia. Cuando la corrupción y el escándalo asoman, el foco sale de la gestión normalizada.

Más aún en momentos de polarización política como ocurrió, salvando las distancias, en la última legislatura de Felipe González. La agenda judicial tapa y ensucia todo.

Rajoy dijo que Gürtel "no era una trama del PP, sino una trama contra el PP", y apuntó a policías y jueces. Ahora el núcleo duro de Sánchez explota la tesis sobre la existencia de una "mafia política, judicial y mediática" contra el líder socialista.

La tesis que sale del círculo de poder del Gobierno y del partido apunta a que Leire Díez trabajaba para el empresario Javier Pérez Dolset y que en ningún sitio consta que fuera "fontanera" del PSOE, y menos a las órdenes de Cerdán.

Pero en el partido inquieta la forma tan suave con que se le trató en el escueto comunicado en el que se informaba de la apertura del expediente informativo. Y que haya informaciones que hablan de gestiones para cerrar casos que afectan al PSOE.

Inquietan algunas reacciones del núcleo duro del Gobierno y el partido como las de María Jesús Montero, Pilar Alegría y Óscar López al hacer referencia este sábado a un bulo, en concreto, la supuesta amenaza de un excapitán de la UCO de colocar una bomba lapa a Sánchez. En realidad, la conversación completa no incluye esta amenaza, sino que se refiere al propio agente, según la versión de The Objective. El traspié es grave porque una de las estrategias básicas del Gobierno es la denuncia de bulos contra ellos.

Eso ocurrie después de que desde "el entorno del Gobierno" se haya empezado a hablar de la "UCO patriótica", es decir, de elementos dentro de esa unidad que practicarían la guerra sucia contra el PSOE. Ese argumento tiene la contraindicación de mostrar que en siete años no se "han limpiado" esas supuestas cloacas -como ha denunciado reiteradamente Podemos- y deja en muy mal lugar a Fernando Grande-Marlaska, cada vez más aislado y cuestionado en el Ejecutivo y el partido. 

También inquietan en el PSOE maniobras promovidas por Moncloa y Ferraz como la de aforar a Miguel Ángel Gallardo para mejorar su posición en el procedimiento por el que ha sido procesado el hermano del presidente.

Esa maniobra nació de la tesis que les llegó sobre alguna opción remota de un Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJE) algo más favorable que la Audiencia Provincial, claramente adversa.

Preocupa la pésima imagen que el partido ha dejado en esa comunidad, pero también que otras maniobras sobre casos judiciales que les afectan puedan ser tan negativas y erróneas.

Los socialistas más próximos a Sánchez explican que se busca explotar la tesis de la deshumanización, el acoso y la persecución personal, como ya hizo en la campaña de 2023, y como insistió luego con su retiro de cinco días, hace algo más de un año.

Sánchez explotó en la última campaña de las generales lo de la persecución sin precedentes, los bulos sobre su mujer y hasta el uso extendido de la etiqueta "sanchismo".

Imagen de mártir

Entienden los estrategas del PSOE que la imagen del mártir moviliza a su electorado y hasta agrupa voto útil de la izquierda en torno al ecce homo al que se ataca sin piedad.

Para las próximas semanas está previsto que el Consejo de Ministros estudie en segunda vuelta un proyecto de ley que modifica la ley de protección al honor y que volverá a poner en la conversación política los bulos, la máquina del fango y la supuesta impunidad de los medios y pseudomedios.

Se explota que en el relato de la etapa de siete años de Presidencia del Gobierno de Sánchez figura como línea de continuidad la resiliencia, que nació antes con las dos primarias que ganó en el PSOE tras ser defenestrado por los suyos en una ocasión. Por eso, algunos esperan que Sánchez "vuelva a hacer su magia" para salir del atolladero, aunque por el momento guarde silencio.

Se insiste en que se ha enfrentado a las siete plagas de Egipto: pandemia, volcán, dana, aranceles, guerras de Ucrania y Oriente Medio, Filomena y ahora el apagón. Aderezadas con dificultades políticas como la de tener que cumplir de forma anticipada el compromiso firmado e incumplido por Rajoy con la OTAN en 2014 para elevar al 2% el gasto militar en 2027.

Alguna de esas plagas sigue todavía pendiente de resolución política, especialmente el apagón del 28 de abril sobre el que aún no se han determinado las causas.

Sobrevuela la idea de que el "cero total" fue provocado por un exceso de energía renovable en el mix de ese día. Si fuera así, sería un gran problema político para el Gobierno, porque pondría en cuestión parte de su política económica, basada en lograr un bajo precio de la electricidad, promoviendo las fuentes baratas.

La acción de Sánchez ahora está limitada por los escándalos, pero con la idea aceptada ya hasta por el PP de que su voluntad es prolongar la legislatura hasta 2027 y tratar de volver a formar Gobierno después. Hasta 2031 y más allá.

Ahora, fuentes socialistas explican que se busca la forma de recuperar lo antes posible la iniciativa política y evitar la imagen de Gobierno hundido, abrasado y camino del cadalso.

Tiene Sánchez la limitación de tener restringido abordar crisis de Gobierno, porque tiene cinco ministros que no pueden salir del Ejecutivo, los que tienen la difícil misión de ser candidatos autonómicos en 2027.

Están blindados, como lo están también los cinco que representan a Sumar. Por tanto, el margen de maniobra del presidente se reduce, en todo caso, a un mínimo retoque en el Consejo de Ministros.

Pensaron en Moncloa que el Debate sobre el estado de la Nación se celebrara en las primeras semanas de julio, pero la convocatoria del congreso del PP para el día 4 lo ha hecho imposible.

Sin apoyo parlamentario

Queda la opción de las iniciativas legislativas, pero eso está limitado por la falta de apoyos en el Congreso.

De hecho, hay atascadas proposiciones como la reducción de jornada, la iniciativa estrella de Yolanda Díaz, que sigue pendiente de lograr el sí de Junts.

Fuentes de Sumar creen posible que Junts permita la tramitación en junio, para dejar la discusión hasta después de verano, con opciones de cesiones sobre fondo y plazos, y con otras negociaciones que se abrirán entonces.

Se felicitan porque los de Carles Puigdemont aceptan negociar y no incluyen temas ajenos a la reducción de jornada en las conversaciones.

Sánchez sigue teniendo asegurado, no obstante, que ninguno de sus socios se irá con el PP, sobre todo porque en esa ecuación entraría Vox, el cemento que les une a todos alrededor del PSOE.

Debe terminar de cerrar el cumplimiento de acuerdos como el de la aplicación de la amnistía, el de la financiación de Cataluña o el de la delegación de la competencia de inmigración. El primero depende ya de los jueces y el segundo, el del concierto fiscal, se negocia muy lentamente y de forma discreta con la Generalitat por la enorme cantidad de dificultades técnicas que van surgiendo.

Por cierto, que ninguno de esos asuntos se adivinaba en el discurso de Sánchez en el debate de la moción de censura.

En siete años, Sánchez ha gobernado en minoría; luego quiso pactar con Ciudadanos; anunció que quería traer a Puigdemont a España para que fuera juzgado; presidió el primer Gobierno de coalición de la democracia constitucional con Unidas Podemos y luego con Sumar, y cerró con Junts un acuerdo que incluía la amnistía para los encausados por el procés independentista.

De apoyar el 155 en Cataluña, pasó a apostar por la vía de la normalización con Salvador Illa como ejemplo de su política y clave de su relato político.

Mantiene Sánchez su inclinación hacia la política internacional, especialmente, la europea. Con éxitos importantes como la aprobación de los fondos europeos que han facilitado el despegue económico tras la pandemia.

Pero incluso en la gestión europea asoma cierta posibilidad de declive, con algunos traspiés como el de las lenguas cooficiales, en parte como consecuencia del giro a la derecha en la UE.

Siete años después, Sánchez tendría dificultades para volver a pronunciar algunas de las palabras que usó para defender su moción de censura a Rajoy. Y, por supuesto, Ábalos sólo puede reír recordando lo que dijo entonces en la tribuna del Congreso.

"La corrupción merma la fe en la vigencia del Estado de Derecho cuando campa a sus anchas o no hay una respuesta política acorde a la entidad del daño que se ocasiona. Y en último término, la corrupción destruye la fe en las instituciones, y más aún en la política, cuando no hay una reacción firme desde el terreno de la ejemplaridad", dejó dicho el Pedro Sánchez de hace justo siete años en el Congreso.