De izda a dcha y de arriba abajo: Rosa Conde, Juan Luis Cebrián, Antonio Resines y Teresa Freixes.

De izda a dcha y de arriba abajo: Rosa Conde, Juan Luis Cebrián, Antonio Resines y Teresa Freixes.

Política MEMORIA HISTÓRICA

Rosa Conde, Cebrián, Freixes, Resines... quienes lo vivieron desmontan los "50 años de libertad" tras morir Franco

Un periodista, un actor y dos profesoras explican cómo era la España de 1975 en la calle, los medios, el arte y la universidad: "Tras morir el dictador, hubo miedo y detenciones. La libertad no llegó hasta 1978".

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Llevan los actos de Pedro Sánchez en torno a Franco este título: "España en libertad. Cincuenta años". El eslogan relaciona la muerte del dictador con el arranque de las libertades en España, pero no fue la biología lo que mató al franquismo, sino la Transición. Dicho de manera casi matemática: el fallecimiento de Franco fue requisito necesario para la llegada de la Democracia, pero en absoluto suficiente.

De hecho, al morir Franco, aquella España siguió presa de la censura y las torturas. No había partidos políticos más allá del único; no había sindicatos más allá del único. No había periódicos alejados de las consignas. No había Ley del Divorcio, el adulterio era un delito.

En 1976 –con la Ley para la Reforma Política que acabó con la infraestructura del Movimiento– tomó cuerpo ese proceso llamado Transición. Participaron los refomistas del franquismo, los opositores al régimen, el Rey Juan Carlos y una gran mayoría social que quería dejar atrás cualquier atisbo de guerra y dictadura. La Transición, milagro político estudiado en las mejores universidades del mundo, no encaja en el "España en libertad. 50 años" acuñado por Sánchez.

Para contar desde las aceras, las casas, los periódicos y las discotecas cómo era verdaderamente nuestro país al morir el dictador, hemos recurrido a personalidades de distintos ámbitos: Juan Luis Cebrián –periodista, entonces director adjunto de Informaciones y luego fundador de El País–, Rosa Conde –entonces profesora universitaria y funcionaria; luego portavoz del gobierno de Felipe González–, Antonio Resines –entonces un chaval que soñaba con ser actor y luego uno de los más reconocidos y premiados de nuestro país– y Teresa Freixes –entonces activista antifranquista y hoy catedrática de Derecho Constitucional–.

Cebrián: "España seguía siendo un cuartel"

Juan Luis Cebrián acaba de publicar 'El efecto Sánchez' (Ladera Norte, 2024).

Juan Luis Cebrián acaba de publicar 'El efecto Sánchez' (Ladera Norte, 2024). Javier Carbajal

Cuando murió Franco, Juan Luis Cebrián tenía 31 años. Estaba en la redacción de Informaciones, donde trabajaba como director adjunto. Ya había llegado a un acuerdo verbal con Ortega y Polanco para hacerse cargo de la fundación de El País, que saldría a la calle un año después.

Franco se moría, pero no se moría. Todos los días parercía que se moría, pero nunca se moría. "Todo el país esperando... En la redacción, había apuestas con mucha pasta. Se acababan formando timbas de poker y mus", recuerda en una entrevista con este periódico.

"Me llamó una fuente para avisarme de la muerte tres o cuatro horas antes del parte oficial. Casi todos los periódicos titularon 'Franco ha muerto'. Nosotros, para diferenciarnos un poco, titulamos 'Ha muerto Franco'. Fíjate qué margen de libertad había", sonríe.

Cebrián está revisitando sus recuerdos de aquellos años porque anda escribiendo la última novela de su trilogía sobre la agonía del régimen. "Hubo varios franquismos. La España de 1970 no tenía nada que ver con la de 1940, pero eso no significa que la muerte de Franco trajera la libertad ni mucho menos. El país había ido conociendo la apertura muy poco a poco, pero faltaba mucho para alcanzar la Democracia", relata.

–¿En qué cosas concretas se notaba?

–¡Joder! –se le escapa ante la obviedad que le produce tener que desmontar el "50 años de libertad" acuñado por el Gobierno–. No había partidos políticos legales, no había libertad sindical, no había sistema parlamentario más allá de esas seudoelecciones por tercios corporativas. No se permitían las manifestaciones. Íbamos al sur de Francia a comprar los libros que nos gustaban y a ver las películas que nos interesaban. También iban altos cargos del régimen aprovechando que Franco veraneaba en San Sebastián y les pillaba cerca.

Prueba de ese carácter proscrito de las manifestaciones, Cebrián recuerda cómo algunas personas próximas a la disidencia liberal se congregaban disimuladamente utilizando como santo y seña el Informaciones bajo el brazo.

Sobre la censura, Cebrián explica: "Con la ley de Fraga en el 66, se eliminó la censura previa; es decir, la obligatoriedad de llevar las galeradas al ministerio para que te las tacharan. Pero seguían existiendo las consignas, que se nos trasladaban de manera telefónica; y también la necesidad de llevar el diario al ministerio diez horas antes de distribuirlo".

Gracias a esos márgenes de libertad que se habían ido explorando en el tardofranquismo –cuenta Cebrián–, se podía criticar a los alcaldes y a los ayuntamientos, pero nunca al Ejército, al dictador o el Gobierno. "La libertad de prensa era nula. ¡Si se necesitaba un permiso gubernamental para publicar un periódico!", apostilla.

Recuerda lo que le pasó con la revista Gentlemen, que lanzó en 1976 junto a Ignacio Camuñas, que sería ministro de Adolfo Suárez. Esto, casi un año después de la muerte de Franco. "Llevábamos una entrevista con Jaime de Borbón, el hermano mayor de don Juan. Se hablaba de la monarquía y tal. Don Jaime no era Carrillo, joder, ¡si hasta había sido recibido por Franco! Envié la revista a censura en el plazo previo y nos dijeron que eso no se podía publicar. Tuvimos que sacar la revista con diez o doce páginas cortadas. En la numeración, se veía que faltaban páginas".

Cuando lanzaron El País, debatió con Javier Pradera, el editorialista, que no quería depositar los ejemplares en la censura. Finalmente, se decidió depositarlos, pero con el compromiso de hacer caso omiso a las posibles correcciones.

–¿Qué le parece lo de "50 años de libertad"?

–Una ridiculez. La libertad de verdad culminó en 1978.

Rosa Conde: "Al morir Franco, tuvimos mucho miedo"

Rosa Conde, en una imagen reciente.

Rosa Conde, en una imagen reciente. Cedida por la entrevistada

Rosa Conde (Ronda, 1947) combinaba su puesto en la Administración con su trabajo como profesora no numeraria... y su antifranquismo clandestino. Decir "penene" hoy no tiene mucho significado, pero entonces era un término que englobaba a un grupo de maestros donde existía un deseo de apertura. Algunos eran antifranquistas; otros franquistas reformistas, gente proveniente del régimen que quería democracia. De hecho, al primer gobierno de Suárez se le llamó, despectivamente, como el de los "penenes".

Cuando murió Franco, daba clase en el turno de noche. En aquella facultad de Políticas el ambiente de izquierdas y contestatario era mayoritario. "Fue una muerte larguísima. Para mi generación, es imposible olvidar ese día. Nunca llegaba, amanecía y nunca llegaba... Recuerdo que, cuando sucedió, nos reunimos en casa de unos amigos. Estábamos muy preocupados", empieza.

–¿Por qué?

–Temíamos que se produjera una reacción iracunda contra los movimientos contestatarios, que se pusieran a registrar las casas. Quienes no estábamos metidos en ningún partido concreto nos pusimos a ayudarles a sacar las cosas, a destruirlas... Cuando murió Franco no llegó la libertad, llegó el miedo. Pensábamos que la dictadura podía ir a peor.

Con esta última frase, hace referencia al eslogan del Gobierno "España en libertad. 50 año". Recuerda Conde el gesto de Arias Navarro en la televisión anunciando la muerte del dictador: "Daba miedo. ¿Ves eso y piensas en libertad?", pregunta irónicamente.

En 1975, al morir Franco, "no había ninguna libertad". Existía –dice Conde– una mayor valentía para luchar por que las cosas cambiaran, pero siempre con esa preocupación, ese cuidado... "Seguía existiendo el miedo a la cárcel y a la tortura. Es que no entiendo cómo se puede reivindicar 1975", aduce sobre la programación ideada por el Gobierno socialista.

Conde llegó como independiente al Ejecutivo de Felipe González. Fue, junto a Matilde Fernández, la primera mujer en integrar un Consejo de Ministros socialista. Se afilió despuñes. No fue la primera mujer ministra porque, con Suárez, ya había sido nombrada Soledad Becerril.

"En 1977, los demócratas empezamos a ver la posibilidad real de romper con el régimen. Lo que debe celebrarse con gran magnitud y sin lugar a dudas es la Constitución", esboza como conclusión.

Antonio Resines

El actor Antonio Resines posa para EL ESPAÑOL en el salón de su casa de Madrid.

El actor Antonio Resines posa para EL ESPAÑOL en el salón de su casa de Madrid.

El año que murió Franco, Antonio Resines (Torrelavega, 1954) estaba en la mili. "Me cogió en la brigada acorazada, en el Goloso. El general de brigada era Milans del Bosch. Y también andaba por allí Pardo Zancada, otro de los que luego estaría en el 23-F. Un ambientazo de cojones", saluda.

A Resines, que estudiaba Ciencias de la Información, que iba poco a clase y que ya rodaba cortos con sus amigos, le pillaron vestido de uniforme varios de los sucesos que hacen surrealista pensar que aquel 1975, con la muerte del dictador, llegó la libertad: los últimos fusilamientos, la marcha verde...

Por aquel tiempo, a Resines, cuyo sueño revolucionario duró poco, le pusieron una multa de 100.000 pesetas por intentar secuestrar un autobús con unos amigos. Fue –como él dice– algo lamentable: "Por favor, no me pidas más detalles. Además, a mi padre casi le da un infarto".

Se muestra contundente sobre el eslogan "50 años de libertad": "Al morir Franco, no había ninguna libertad. Las cosas estaban empezando a cambiar, se empezaba a mover mejor la oposición. Por cierto, los que más hacían eran los comunistas. El PSOE... no se movía mucho".

–Usted no entiende, entonces, la maratón de actos.

–Hombre, me parece de mal gusto celebrar que se muera una persona. Pero, más allá de eso, es que no es cierto que se estén cumpliendo cincuenta años de libertad, joder. ¡Que no la teníamos! En 1978, con la Constitución, es cuando se consuma el advenimiento de las libertades. ¡Cien actos sobre la muerte de Franco! ¡Cien!

–Esto va a ser más largo que 'Los Serrano', señor Resines.

–Dicen algunos que son tantos actos para disimular y tapar otras cosas que afectan al Gobierno. Pues sí, tiene toda la pinta. Me encantaría que esta maratón fuera por la Constitución o, como poco, por las primeras elecciones democráticas. Lo demás no viene a cuento.

–En 1975, por cierto, se produjo la primera gran huelga de actores, ¿no?

–Y fue tremendamente reprimida con varias detenciones. Así se funcionó hasta bastante después de la muerte de Franco. Mira, yo, como te contaba, estaba en la mili y no podía hacer nada, no podía ni dormir en mi casa, todo el día en el puto cuartel. Si la liabas, te daban de hostias. Estuve a punto de desertar.

Teresa Freixes

Teresa Freixes, profesora de Derecho Constitucional en la UAB.

Teresa Freixes, profesora de Derecho Constitucional en la UAB. Alberto Gamazo El Español Barcelona

Cuando murió Franco, Teresa Freixes (Lérida, 1950) trabajaba en un instituto de Lérida. Se decretó el luto oficial y no tuvo que dar clase. No tiene ningún recuerdo asociado a la libertad de ese momento; todo lo contrario: creció el miedo. A qué iba a pasar, a cómo iba a reaccionar el régimen, porque el régimen seguía atado y bien atado.

"La policía estaba encima, nos tenía controlados a todos los que de alguna manera participábamos en movimientos contestatarios. Yo no militaba en ningún partido, pero estaba en contacto con distintos grupos de oposición dentro y fuera de España", explica.

Freixes pone un ejemplo paradigmático: "Ni siquiera en 1977, tras las primeras elecciones, había libertad en España. Lo democrático eran los diputados elegidos, pero la infraestructura política seguía siendo franquista. La libertad llega definitiva y plena con la Constitución de 1978".

Aunque el franquismo conoció cierta relajación –sin concesiones de libertad– a principios de los sesenta, los años setenta "fueron muy duros": "La dictadura se endureció por el miedo al futuro. Tenían miedo a la muerte de Franco y no querían que se notase. En septiembre, apenas dos meses antes del 20-N, se produjeron los últimos fusilamientos".

¿En qué cosas concretas notaba Freixes la falta de libertad? "En verano, pasaba tiempo en París. Iba a las asambleas de la Cité, donde se podía comprobar el ambiente desnortado de la mayoría de los grupos de la oposición. Llamaban desde allí a la huelga general revolucionaria y no había casi nadie en España que se atreviera a salir de casa. Los antifranquistas movilizados éramos una minoría. Hoy han aparecido muchos, no sé de dónde han salido".

–¿Tiene algo de lo que enorgullecerse España en relación al 20-N?

–Todo lo contrario. No conseguimos deponer al dictador. Hubo fallos de estrategia en la oposición. La situación era complicada porque la gente, en España, comía tres veces al día, no era como en la posguerra. Se había conseguido cierto nivel económico con la llegada del desarrollismo y el fin de la autarquía. La gente tenía miedo de volver a pasar algo parecido a la guerra y la posguerra. Eso frenaba a muchos de los que sopesaban unirse a movimientos contestatarios.

–El acceso a la cultura era uno de los puntos donde más se notaba la falta de libertad.

–Como le decía, yo pasaba varios meses al año en París. Los libros, el teatro, el cine... Todo era tan distinto... Las traducciones de los grandes maestros del Derecho Constitucional y la Ciencia Política llegaban a España a cuentagotas. Yo quería ser como los franceses. ¡Se iban a manifestar y no les pegaban!

A Freixes, hoy una de las catedráticas de su ramo más reputadas del país, lo que más le preocupa es que el eslogan del Gobierno de "50 años en libertad" acabe calando en los jóvenes, como si no hubiera hecho falta una Transición: "Costó mucho conquistar la libertad".

Freixes concluye la entrevista con un recuerdo de Jordi Sole Tura, padre de la Constitución por la cuota comunista. Ella fue su ayudante y aquello le permitió conocer la escritura de la Carta Magna en directo.