Carlos Floriano, en la fachada de un convento madrileño donde ocurre una de las escenas de su novela.

Carlos Floriano, en la fachada de un convento madrileño donde ocurre una de las escenas de su novela. Sara Fernández

Política MEMORIA

Floriano (PP) publica una novela sobre la guerra: "En España todos tenemos una venganza pendiente"

Hoy senador, antes miembro del núcleo duro de Rajoy, Carlos Floriano se lanza con una ficción sobre la guerra: "Sé que sorprende por ser del PP".

22 enero, 2023 02:37

Carlos Floriano (Cáceres, 1967) quiere ayudar cargando con una parte de los bártulos. Vamos camino del lugar donde se van a tomar las fotos para ilustrar este reportaje. Floriano se agacha, intenta levantar la maleta y le cambia el gesto. Floriano, entonces, pregunta.

–¡Joder, pero qué lleváis aquí!

–Los trípodes, las cámaras, esas cosas.

Lejos de amilanarse, resuelve: "Coge tú de un lado y yo del otro". Así lo hacemos. Recorremos la calle de Santa Engracia en paso marcial, cada uno tirando de un asa del bolso negro y gordote que cobija las cámaras.

–¡Camarada Floriano!

–Hola, camarada –se mete en el papel.

–Parece que llevamos un muerto.

–Llevamos la guerra.

Hemos elegido este barrio porque, a grandes rasgos, conserva la misma arquitectura que en los años treinta. Floriano, hoy presidente de la comisión de Presupuestos del Senado y antes hombre de confianza de Rajoy, acaba de publicar una novela sobre el Madrid de la Guerra Civil: Tan terrible es el odio (Almuzara, 2023).

Vamos a charlar de la historia que ha ambientado en estos lugares, pero también de una novedad que es precisamente novedad por lo que tiene de extraño. Él mismo reconoce que resulta sorprendente ver a un dirigente del PP publicar un libro sobre 1936. En cambio, si hubiera sido de PSOE o Podemos, habría parecido "normal".

De hecho, relata Floriano en este paseo mientras atardece, tuvo "muchísimas dudas" a la hora de publicar la novela. Lo convencieron, entre otros, Esteban González Pons y Alfonso Alonso.

Ya ha quedado claro que el ambiente recreado por Floriano es el llamado "Madrid rojo", la retaguardia republicana. Él vive en este barrio desde hace años. Por eso lo ha elegido. Porque lo tenía en la cabeza. Calle del Españoleto, Fernández de la Hoz, Zurbarán...

Carlos Floriano fue miembro del núcleo duro de Mariano Rajoy.

Carlos Floriano fue miembro del núcleo duro de Mariano Rajoy. Sara Fernández

Todas estas casas tienen todavía hoy –y lo tenían más antes– algo de palacios. Tienen hoy, y también entonces, porteros. Muchos de ellos desempeñaron un papel importante en el juego de delaciones –y salvaciones– de la guerra. Conviene leer al respecto el libro de otro político del PP, Pedro Corral, titulado Vecinos de sangre (La Esfera de los Libros, 2022).

Floriano, que es doctor en Derecho y economista, jamás había escrito una línea de ficción, pero había una trama que le rondaba la cabeza desde hacía tiempo. Tenía que ver con el relato de Raquel, una tía de su mujer, tantas veces escuchado alrededor del fuego.

Raquel murió hace una década. Ella y sus hermanas eran hijas del dueño de una explotación ganadera que en sus ratos libres hacía las veces de director de orquesta. Cuando estalló la guerra, fue secuestrado y, posteriormente, asesinado. Raquel y sus hermanas también llegaron a ser secuestradas, pero sus captores, apiadados, acabaron liberándolas.

"Al padre de Raquel lo mataron por una venganza personal. Una denuncia fruto de las envidias, del odio de clase. Era un hombre de derechas, pero esa no fue la causa de su asesinato, sino la justificación", dice Floriano ya sentado en un bar situado a unos metros de donde, en su novela, se produjo el secuestro.

Porque Floriano ha querido mantener el nombre de Raquel y de sus hermanas en la novela, aunque ha inventado una historia totalmente distinta: "Está inspirada, pero no basada en hechos reales". En su libro, el secuestrado es un diputado de la CEDA. Eso nos va a permitir abrir otro debate interesante, además del de los prejuicios: ¿qué fue de la derecha republicana en España?

Fotografía de Raquel, la mujer en la que se inspira la novela de Carlos Floriano.

Fotografía de Raquel, la mujer en la que se inspira la novela de Carlos Floriano. Cedida por el entrevistado

Floriano dirigió campañas en tiempo de Rajoy. Fue vicesecretario de Organización del PP. Pero hoy viene a esta entrevista en calidad de escritor, lo que le permite responder de manera desacomplejada acerca de temas que los populares suelen rehuir: la guerra, el franquismo, la república...

Pero vayamos al principio. "A mí me empujó a escribir el mensaje que siempre nos transmitía tía Raquel. Ese 'perdono, pero no olvido'. Ese apremio a mirar hacia delante. Ella nunca contaba los detalles de lo que pasaron. Eso lo íbamos completando nosotros por otras fuentes. Había una nebulosa... Pero sí quiso dejar un testimonio de reconciliación", relata Floriano.

Raquel, a la que podemos ver en una foto, se casó tras la guerra... ¡con un hombre que estuvo en el ejército republicano! "Después de todo lo que había pasado... y mira. Es que era una generación que nos enseñó tanto...", reflexiona Floriano, que se emociona sin impostura.

Venganzas pendientes

"En España, todos tenemos padres, abuelos y tíos. Eso significa que todos tenemos una venganza pendiente. Raquel lo sabía y de ahí su obsesión por construir el futuro desde la reconciliación", remacha.

–Usted me decía antes que era consciente de que sorprende mucho más un diputado del PP escribiendo sobre la guerra que uno del PSOE.

–Sí. No podemos negar ese prejuicio. Creo que se debe a los cuarenta años de dictadura que tuvimos. Desde entonces, la izquierda pretende construir una superioridad moral sobre la derecha. El PP ha venido rehuyendo el debate de la república, la guerra y el franquismo. No tiene por qué hacerlo.

–Pero, ¿cómo es el PP por dentro en ese sentido?

–En realidad, la guerra y el franquismo son temas que no están en la agenda del PP, que no se debaten dentro. Se dejan para la esfera privada de cada uno. Y me parece bien.

–¿Entonces? La izquierda les gana por incomparecencia.

–No. Porque es un debate artificial. Es algo que no está en la calle. Dicho esto: claro que debemos responder. Políticamente, en el Parlamento o cuando no quede más remedio. Y particularmente, en nuestros foros, cada uno como lo considere necesario. Es curioso que los partidos llamados progresistas miren mucho más al pasado que los conservadores.

–Pero, insisto: el hecho de contestar a título particular entraña el riesgo de perder esa batalla cultural.

–El PP no puede correr el riesgo de crear un relato sobre la guerra y el franquismo que sea como el de la izquierda, pero en el lado opuesto. Con los mismos defectos.

Un momento de la entrevista.

Un momento de la entrevista. Sara Fernández

Carlos Floriano, que se autodefine miembro de esa facción más liberal del PP, dice que su memoria de aquellos años es la de Manuel Chaves Nogales, Clara Campoamor o José Ortega y Gasset; no la de Gil Robles.

Cuando se le pregunta por la conclusión que ha alcanzado sobre el origen de la guerra tras tanto leer sobre el asunto, concluye: "No se puede equiparar a la República con el franquismo. Porque hubo un golpe de Estado. Dicho esto, no podemos olvidar que todos conspiraron contra la República. ¡También los que decían defenderla! Los socialistas, los comunistas, los anarquistas, los nacionalistas... Ellos también dieron golpes de Estado a la República". Se refiere a la revolución de 1934 y al de Companys en Cataluña del mismo año.

"Quisieron construir una república donde solo cupieran ellos. Creo que lo que digo difícilmente se puede rebatir desde el sentido común. No equiparo, pero sí digo que todos jugaron contra la república. Moderados hubo muy pocos. Por eso se arruinó tan pronto aquel régimen", razona Floriano.

Se habla mucho de la guerra y del franquismo. Mucho más –dice este senador– que a mediados de los ochenta, cuando él comenzó a interesarse por la política: "La tragedia es que, desde que gobernó Zapatero, la izquierda cambió y comenzó a buscar la legitimidad en la Segunda República, y no en la Transición, como había hecho hasta entonces. Yo encuentro la legitimidad, por ejemplo, en el discurso de Marcelino Camacho, que era comunista, sobre la Ley de Amnistía".

Un asesor de José María Aznar contó a este diario que creía un error que el PP no hubiera contribuido a la detección y exhumación de fosas mientras estuvo en el poder: "Así se habrían desactivado algunas de las posteriores políticas de memoria de la izquierda".

–¿Usted también lo cree?

–Todo lo que sea que la gente tenga ayudas para encontrar a sus padres y abuelos me parece que hay que apoyarlo. Lo que no me gusta es que se busque sacar un rédito electoral con eso.

–Me dirá entonces algo parecido sobre la exhumación de Franco.

–Si yo hubiera sido familiar de Franco, me habría llevado los restos antes de que eso ocurriera. Pero tampoco me gustó el circo mediático que se montó.

Floriano concluye que la exhumación de Franco le pareció adecuada en la medida en que resolvía una anomalía según la cual España, al contrario que el resto de países europeos que sufrieron regímenes totalitarios, tenía un mausoleo con el dictador ensalzado dentro.

"¡Viva España! ¡Viva la República!", se escucha en las calles de Madrid que Floriano recrea en su novela. Es momento de hablar de la falta de verdaderos republicanos, tanto en la izquierda como en la derecha.

Según este dirigente del PP, "la izquierda ha perdido su patriotismo republicano, que estuvo en gente como Azaña, Prieto o Besteiro, debido a un exceso de pragmatismo": "La obsesión por llegar al poder les ha hecho prescindir de ello. Pero honestamente creo que la mayoría de votantes del PSOE son patriotas. También muchos dirigentes que no lo dicen".

–¿Y por qué no existe una derecha republicana en España? Sí que existió en los años treinta.

–Creo que, en un país con estas tendencias centrífugas, lo que más conviene es una monarquía parlamentaria como la de ahora. Es cierto que, en abstracto, un régimen republicano es mucho más democrático. Porque una sucesión de carácter hereditario no tiene nada de democrático aparentemente.

–"Pero", va a decir.

–Pero desde un punto de vista racional y pragmático, la monarquía parlamentaria hoy es el mejor sistema para garantizar el Estado de Derecho.

–Es usted un republicano de corazón que acaba siendo monárquico por la cabeza.

–Sí, podría decirse así.

Aprovechándonos de que se trata de una conversación a medio camino entre la literatura, la Historia y la política, ponemos sobre la mesa, a modo de posdata, el tema más polémico de la semana: el aborto.

En los años setenta, fue esa derecha republicana que no existe en España la que aprobó la ley del aborto en Francia. Simone Veil, diputada de De Gaulle, convenció a los suyos de que había que anteponer la República a la fe; de que la fe debía quedarse en casa de cada uno.

–¿Usted qué piensa?

–No se puede ir dando mandobles con el catecismo en la cabeza de la gente. Toda posición es defendible, por supuesto, pero yo apuesto por respetar ese derecho. Creo, además, que nadie quiere meter en la cárcel a una mujer que aborte. Luego nos damos cuenta de que con una ley de plazos hay menos abortos que con una ley de casos. ¿Entonces? ¿Cuál es el verdadero objetivo? [habla de Vox] ¿Reducir los abortos o imponer su catecismo?

–Por cierto, ¿sabía que es conocido en algunos círculos periodísticos como "el Puma del PP"? Tiene un aire a cuando el cantante era joven.

–¡No lo había oído nunca! ¡Es fenomenal! Una vez me confundieron, en plenos escándalos de corrupción, con un tío que salía de un banco en Suiza. Casi lo publican en la prensa por error.