Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en una comparecencia ante el Congreso de los Diputados.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en una comparecencia ante el Congreso de los Diputados. Kiko Huesca Efe

Política GOBIERNO

El Gobierno teme que la recesión llegue importada por las crisis de Francia y Alemania en otoño

"Las dos economías locomotora del euro están en el alambre", advierte una fuente del Gobierno ante un más que previsible corte del suministro ruso.

18 julio, 2022 02:41

"Haría falta una combinación de las peores opciones de todos los escenarios juntos para que en España tuviéramos un problema de suministro energético", explica, tratando de tranquilizar, una fuente autorizada del Gobierno. "En todos los demás modelos que hemos estudiado, ése no será nuestro problema" cuando llegue el temido –y ya esperado por los gobiernos europeos– corte del gas y el petróleo rusos.

"España no entrará en recesión este año", constata otra portavoz gubernamental.

Pero es que, técnicamente, "recesión" significa dos trimestres seguidos con crecimiento negativo. Y teniendo en cuenta que el tercero comprende este verano posterior a la pandemia y que las previsiones turísticas son "espectaculares, ese esperado frenazo importado desde Europa no se podrá calificar, en rigor, como "recesión".

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, en el Congreso.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, en el Congreso. Efe

En todo caso, en Moncloa ya se preparan todos los escenarios. La economía española va a tener el enorme dinamismo del verano y, de momento, la última previsión de la Comisión Europea sigue hablando de un crecimiento del PIB del 4% para 2022.

Pero, como mínimo, la tasa caerá a la mitad (2,1%) en 2023 –en un cálculo que excluye lo no ocurrido, es decir, el corte de suministro energético– y el pasado Eurogrupo del lunes 11 de julio ya dio señales evidentes de la preocupación europea.

Ya nadie duda en el Gobierno de que "el otoño va a ser muy duro", y que si Bruselas está pisando el acelerador para tener ya un plan de contingencia coordinado entre los Veintisiete es porque Alemania y Francia -las dos locomotoras- sí afrontan ese riesgo.

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Además de que, en esta ocasión, la ayuda a los socios tendrá que darla España a sus vecinos ricos del norte. Porque el plan de contingencia de la UE, basado en el programa RepowerEU publicado ya hace dos meses, incluye la cláusula de "solidaridad".

Ésa palabra no se le cae de la boca ni a Pedro Sánchez, ni a Nadia Calviño, ni a Teresa Ribera en las últimas semanas. Y significa que cuando Países Bajos, Alemania, Italia, Austria o Francia sufran restricciones energéticas, será España la que sea "solidaria".

Somos el país que más capacidad de almacenamiento de gas tiene en la UE, alrededor del 40%. Y el que más plantas regasificadoras de GNL (Gas Natural Licuado) tiene del continente, más de un tercio. Es decir, nuestros puertos pueden recibir más barcos metaneros que ningún otro, desembarcar y tratar el combustible para acumular reservas para todos o para enviarlo por los dos pequeños tubos de interconexión entre España y Francia.

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"O cargarlos en otros metaneros en una especie de puente de suministro desde Barcelona a Livorno", donde Italia tiene instalaciones de regasificación. "Ésa es la vía por la que, mientras no se impulse definitivamente la construcción del gasoducto Midcat, España puede abastecer al norte de Europa", explica otro miembro del Ejecutivo.

Contagio directo o por solidaridad

Según fuentes gubernamentales, el compromiso con esa infraestructura quedó apalabrado el pasado marzo, en la visita de Ursula von der Leyen a Moncloa.

Las actuales circunstancias lo hacen ya viable económicamente y, además, se hará compatible con "la apuesta renovable por el hidrógeno verde". De modo que nuestro país avanzará, aún más, en las ventajas comparativas con el resto de Europa.

Pero no se puede tener el tubo en marcha antes de 12 o 15 meses. Así que antes hay que batallar contra el general invierno al que Rusia prevé recurrir de nuevo en este conflicto. Esta vez, mediante la "guerra híbrida", utilizando la dependencia "casi absoluta" de Alemania y otros países de la UE de sus combustibles fósiles. Por eso, si España no entra en recesión por sí misma, sí lo puede hacer por contagio o por solidaridad.

El propio comisario económico europeo, Paolo Gentiloni, daba por hecho este jueves que sus previsiones económicas sirven... pero poco. Que se basan "en el actual escenario", pero que es "muy probable" que éste no dure.

Es más, en los Gobiernos de Berlín y París se trabaja con la hipótesis más que factible de que si el corte definitivo del gas ruso no llega ahora, con una excusa por parte del régimen de Vladímir Putin de que no puede reanudar el servicio porque no ha terminado la "parada de mantenimiento", el apocalipsis llegará incluso antes del otoño.

Y eso significa "que las dos economías principales del euro están en el alambre", según un miembro del Consejo de Ministros español. "Lo que nos afectará directamente" en varios planos. Para empezar, de manera directa, habrá que acelerar la aplicación de los planes de contingencia. Después, como efecto colateral, con el contagio de una recesión instalada en las economías alemana y francesa.

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"En las actuales circunstancias, no hay una recesión en el horizonte", explican fuentes del Ministerio de Economía a este periódico. "Pero hoy en día, las actuales circunstancias cambian en un abrir y cerrar de ojos".

La "autoprofecía del pánico"

La guerra de invasión rusa en Ucrania, los efectos de las sanciones de la UE a Moscú y el estrangulamiento de las cadenas de suministros tradicionales europeas, desde el este, son cientos de mariposas aleteando a la vez, y su combinación puede hacer que "la economía entre en una tormenta perfecta en cualquier momento".

Esta semana, la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, se ha reunido con las empresas del sector energético, para discutir los detalles del plan de contingencia español.

En nombre del Gobierno pidió a la industria, las suministradoras, las asociaciones de consumidores y a los agentes sociales propuestas para reducir el consumo de gas, ante la crisis energética que se avecina. La idea es recopilar toda esa información y estructurarla la próxima semana ante Bruselas. La Comisión presentará su plan el día 20 y lo consensuará con el Consejo el próximo 26 de julio.

Ribera tiene también previsto crear una especie de decálogo con "recomendaciones básicas" para los consumidores finales, esencialmente los ciudadanos particulares. Pero fuentes de su entorno tratan todavía de hallar el tono del mensaje.

"No queremos generar la autoprofecía del pánico", explica una fuente cercana a la vicepresidenta: "Hay que ser prudentes y ahorrativos, pero no fabricar una espiral repentina" en los consumidores, ya advertidos pero aún no asustados. Porque, en ese caso sí, anticiparía el frenazo económico.