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"Sabemos que Sánchez está enfadado, pero no con quién": temor en el PSOE a sus decisiones tras el 19-J

El presidente transmite dudas sobre el resultado de los cambios que hizo hace un año para mejorar la estrategia y la comunicación.

25 junio, 2022 03:21

“Sabemos que está enfadado, pero no sabemos con quién”. Así están estos días dirigentes del PSOE y miembros del Gobierno, según describe gráficamente un diputado socialista. La “autocrítica” de Pedro Sánchez por el 19-J provoca inquietud y nervios en su entorno.

Saben que Sánchez está en fase de digerir el rotundo triunfo electoral del PP en Andalucía, en proceso de una cierta evaluación que dé lugar a medidas concretas y urgentes para intentar la remontada para las generales.

Esa zozobra por esperar a ver hacia dónde se dirige, finalmente, el dedo de Sánchez tiene explicación por el presidencialismo del líder socialista, reconocido desde que llegó a la Moncloa en julio de 2018.

Saben que el presidente del Gobierno está en la fase en la que no entiende que con todas las medidas que ha aprobado su Ejecutivo, con las casi 150 leyes que ha tramitado y habiéndose enfrentado a una pandemia, un volcán y una guerra, los ciudadanos no se lo reconozcan.

Todos los portavoces de Moncloa transmiten desde hace semanas esa queja y les consta que el presidente no está satisfecho porque no llega el mensaje a los ciudadanos.

Dirigentes regionales responden a ese argumento que, en realidad, lo que más mata ahora al Gobierno es la inflación, y eso no hay política de comunicación que lo matice, porque todos los ciudadanos lo perciben cada día en el mercado o la gasolinera, como le dijo Gabriel Rufián a Sánchez el miércoles en el Congreso.

La creación de empleo va extraordinariamente bien, pero la inflación va muy mal y, aunque sea un problema mundial, cada ciudadano expresa su malestar hacia lo más próximo.

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Lo cierto es que es un clásico de todos los gobiernos que en un momento dado terminen culpando a la comunicación de derrotas electorales o de malas valoraciones en encuestas. Un somero repaso por la trayectoria de los gobiernos de todos los presidentes de la democracia lleva al momento en el que, inexorablemente, todos han lamentado que su comunicación no funciona. 

¿Rectificar un año después?

Quizás lo distintivo es que esta vez es después de menos de tres años de la formación del Gobierno. Y después de que ya hace un año, Sánchez cambiara todo el aparato de poder de la Moncloa, especialmente todo lo referido a estrategia, comunicación y proyección pública de su gestión.

Lo hizo después de una derrota electoral en la Comunidad de Madrid y afectó a su Gabinete más cercano, a los responsables de Comunicación de Moncloa, a la portavoz del Gobierno, a los portavoces parlamentarios, a la cúpula del PSOE, a quien actuaba como portavoz de la Ejecutiva (José Luis Ábalos), a quien daba voz política al Ejecutivo desde la Vicepresidencia primera (Carmen Calvo)…

En definitiva, todos los cambios de entonces iban dirigidos a lo mismo: dar más presencia al partido para movilizarlo y hacer que se valoren las decisiones del Gobierno para revertir las malas encuestas. No quedó piedra sobre piedra donde se cumplen esos cometidos. Y no es fácil sólo un año después rectificar o matizar esos cambios.

Ahora parece deducirse que Sánchez sigue sin estar satisfecho con su funcionamiento, porque el mensaje repetido por todos en la Moncloa es que los ciudadanos no aprecian todo lo que hace el Gobierno. Según publicó The Objetive, el presidente se plantea sustituir a los portavoces del Congreso (Héctor Gómez), del Senado (Eva Granados) y de la Ejecutiva Federal (Felipe Sicilia).

En la propia Ejecutiva Federal del lunes, Sánchez tuvo una intervención en la que, en tono muy serio, quedó muy claro a todos que pedía la movilización del partido y del Gobierno para trasladar el mensaje por toda España, lamentando esa comunicación. No quedó tan claro lo de los portavoces, porque diferentes fuentes de la Ejecutiva interpretan cosas distintas. Unos aseguran que habló expresamente de ellos, mientras que otros creen que se refería más en genérico a los ministros y dirigentes que hacen de portavoces, es decir, los que intervienen en medios cada día.

Sánchez siempre ha estado sobreexpuesto por falta de pararrayos en el partido y en el Gobierno, y durante mucho tiempo él mismo buscó esa situación. En este momento sus datos de valoración en las encuestas son muy negativos.

El Gobierno se contraprograma

Este sábado será él mismo quien exponga ante los medios las nuevas medidas anticrisis que apruebe el Consejo de Ministros. Busca el efecto de aquellos sábados de cuarentena en los que comparecía todos los fines de semana. Por cierto, que pese a querer que esté el foco sólo en esas medidas y lamentar que no tengan el eco que quiere, el propio Gobierno se ha contraprogramado la agenda haciendo pública su polémica decisión de cambiar la ley del Consejo General del Poder Judicial cuya renovación mantiene bloqueada el PP.

Acaba Sánchez la semana de la hiperactividad, diseñada para llenar la agenda y sacar del foco la mayoría absoluta del PP en Andalucía.

Fuentes de Moncloa explican que ya ha aumentado la presencia de miembros del Gobierno en medios en las últimas semanas. No queda claro si lo hacen por seguir la indicación de predicar la acción del Gobierno o por temor a que la autocrítica de Sánchez acabe de nuevo en cambios profundos en el Consejo de Ministros, pero lo hacen.

Han empezado también algunos cambios en equipos de la Moncloa, como la recuperación de Jesús Javier Perea desde la Secretaría de Estado de Migraciones para ser jefe de discursos de Moncloa.

Como no se conoce qué hará Sánchez, tampoco se conoce cuándo lo hará. Sólo hay especulaciones que llegan a hablar de septiembre, con tiempo suficiente para intentar una remontada para las generales, con un plazo por delante de un año hasta las elecciones generales.

En el calendario tiene ahora la inmediata aprobación del decreto con medidas contra la inflación, la cumbre de la OTAN y el Debate sobre el estado de la Nación en la segunda semana de julio.

Entre tanto, fuentes de Moncloa restan importancia a las encuestas adversas y advierten de que el resultado de Andalucía produce un efecto arrastre a Feijóo, pero que es coyuntural y efímero.