El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a José Manuel Albares, antes de ser nombrado ministro de Asuntos Exteriores,.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a José Manuel Albares, antes de ser nombrado ministro de Asuntos Exteriores,. Efe

Política CRISIS DIPLOMÁTICA

El Gobierno quita hierro a la crisis con Argelia: "Pese a los insultos, la situación se está reconduciendo"

"Una cosa son las palabras, y otra son los hechos, o sea, el cese del ministro que cortó el comercio con España", apunta una fuente gubernamental.

15 junio, 2022 02:45

Que a tu ministro de Exteriores lo llamen "pequeño pirómano" y califiquen su capacidad diplomática de "indigna", y que quien lo haga sea el Gobierno de un país con el que tienes una gravísima ruptura diplomática, no indica nada bueno. Sin embargo, el Gobierno de España opina que la crisis con Argelia "se está reconduciendo". Eso sí, "a pesar de los insultos".

Porque, evidentemente, de nada habría servido que a estas alturas, Exteriores tratara de convencer a nadie de que la agencia oficial de noticias no responde ante el Ejecutivo de Argel. Entre otras cosas, porque no encajaría en el relato: toda vez que la explicación para considerar este momento como "un avance" es que, al mismo tiempo, caía el miembro del Gobierno argelino "responsable de dar la orden de cortar el comercio con España".

Si ésa iba a ser la versión de Moncloa sobre el asunto -para quitarle hierro a la humillación-, había que asumir que los epítetos vertidos sobre Albares se tenían que y se podían atribuir al mismo Gobierno de Abdelmajid Tebboune. Aunque duela asumir la ofensa.

Es más, aunque duela no poder entrar oficialmente a rebatir hechos. Como que dice Argelia que Albares sugirió que "Rusia está detrás" de sus decisiones. Nunca fue Albares, sino Nadia Calviño.

Pero no se puede responder para no darle trascendencia -ya que Argel no pretende cerrar la crisis hasta que haya un cambio de Gobierno, según fuentes cercanas a su Gobierno- y para no ampliar los círculos concéntricos de la crisis. Moncloa ya mandó callar y exigió "prudencia" a sus ministros tras el desafortunado comentario de la vicepresidenta primera.

"Escenificación"

La crisis con Argelia vivía este martes un nuevo capítulo de la tensión crecientemente imparable, en la que ya se había tirado sal sobre la herida de Pedro Sánchez, al criticar su "error diplomático" de no atender el enfado del presidente argelino.

Pero en esta ocasión, con una doble vertiente: a la vez que el presidente del país destituía a su ministro de Finanzas, la agencia oficial de noticias publicaba una especie de editorial. Es decir, una opinión sin firma que se debe asumir como la postura oficial de la entidad que la emite.

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En Moncloa se interpreta este movimiento como que Argelia recula, tras las advertencias de la Comisión Europea. Y que para tapar su propia humillación, "por el error de saltarse los tratados internacionales para intentar castigarnos", fustiga al ministro Albares públicamente, "y alimenta a su público".

Moncloa ya dijo que la retirada del embajador hace ahora casi tres meses no era más que "escenificación"... pero ahora, sí, reconoce que su titular de Exteriores ha sido vapuleado como un pelele por Argel.

Pero Madrid sigue empeñado en "desescalar el conflicto", según un responsable del ministerio de Albares. Y al tiempo que "se rechaza la descalificación", se hace un paralelismo: "Una cosa son las palabras, es decir, los insultos; y otra cosa son los hechos, o sea, la destitución".

Cambio de versión

El ministro destituido era Abderrahman Raouya, supuesto responsable de la decisión de cortar las operaciones comerciales con España.

Pero es que hasta ahora, Moncloa se apegaba a otra versión. La de que la decisión de congelar las transacciones comerciales con empresas españolas había sido tomada por la Asociación Profesional de Bancos y Establecimientos Financieros... como si los poderosos magnates de la economía de Argelia hubiesen sido más papistas que el Papa, defendiendo el ultraje de Madrid a su país.

Es decir, como si (autónomamente) los banqueros argelinos hubieran interpretado que su obligación ante la suspensión del Tratado de Amistad España-Argelia fuera la de romper relaciones comerciales. O lo que es lo mismo, cortar el flujo de más de 3.000 millones de euros anuales entre un país y el otro.

El presidente Sánchez y el presidente de Argelia, Abdelmajid Tebboune, en Argel en 2020.

El presidente Sánchez y el presidente de Argelia, Abdelmajid Tebboune, en Argel en 2020. Moncloa

La otra razón por la que Moncloa se felicitaba es que "Argelia se empieza a echar atrás tras la intervención de la Unión Europea". Lo cual demuestra una cosa buena para el Ejecutivo de Pedro Sánchez: que cuando pide solidaridad de los Veintisiete la recibe. Y otra mala: que en apenas 12 meses ha tenido que recurrir al amparo de Bruselas por dos crisis distintas con dos países distintos, ambos vecinos y los dos "clave en las relaciones exteriores de España", según fuentes diplomáticas.

El papel de Bruselas

"Esto deja claro que nuestro prestigio internacional está muy tocado", añade este funcionario. Porque ni Marruecos ni Argelia nos consideran ya interlocutores, sin la UE de por medio. Y porque Bruselas tiene que salir en nuestra protección "cuando lo lógico sería que nosotros fuésemos los guías de la Unión en el Magreb".

Precisamente, la nota de la agencia argelina era un texto terriblemente ofensivo para con José Manuel Albares. Personalmente contra él. Y contra su ejecutoria como jefe de la diplomacia española: le acusa de "manipular" al Alto Representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell -también español-. Y de "enturbiar la credibilidad" de la Comisión Europea por el comunicado "sin fundamento contra Argelia" que ésta publicó a raíz de la visita de Albares el viernes.

Además, echa en cara a Albares su "declaración guiñolesca" desde Bruselas asegurando que España busca el diálogo "con un lenguaje de contorno irrespetuoso y sobre todo, indigno de su cargo" y que contrasta con otros "ilustres diplomáticos y ministros de Exteriores de España inscritos en el panteón de la diplomacia internacional".

Según otro diplomático español, "Argelia está aprovechando la debilidad del Gobierno Sánchez, las circunstancias internas que lo minan, por lo político y por lo económico", ante la descomposición de sus alianzas y la crisis de inflación. "Y por las circunstancias externas que lo desacreditan tras el paso dado de manera intempestiva con el Sahara".

Pero fuentes cercanas a Albares, después de tragar saliva (y el sapo de las invectivas argelinas), sugieren que el ministro bastante está haciendo con tratar de desliar un caso que se encontró ya organizadoDesde la decisión, tomada en Moncloa, de hacer llegar a Brahim Ghali, líder del Polisario, con identidad falsa, a un hospital de Logroño, el año pasado, todo ha sido caos... y navegar la marejada a la que se le añadió una "tormenta perfecta" con la guerra rusa contra Ucrania.

[Podcast - Calma: la jugada con Argelia le saldrá bien a España]

No hay que olvidar que el giro sobre el Sáhara se precipitó tras las presiones de Bruselas y Washington, una vez iniciada la invasión de Vladímir Putin, para no tener dos focos de tensión -al este y al sur- en Europa.

Las mismas fuentes destacan el embrollo que es unir la crisis del Sáhara con el hecho de que Marruecos y Argelia se odian y son aliados respectivos de EEUU y de Rusia, en un escenario de una nueva guerra de bloques entre Occidente y Moscú.

Y guardan un silencio cómplice cuando se les pregunta si las decisiones en política exterior las "dirige el presidente del Gobierno". Si se insiste, lo más que llegan a afirmar es que Albares "ejecuta con diligencia" las directrices que se le dan.