Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, y Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, y Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda. Pool

Política CRISIS DE GOBIERNO

Podemos, el sidecar inmóvil del nuevo Gobierno que arranca

Díaz rechazó varias propuestas de Sánchez esta semana, y sólo el viernes noche le convenció de que no le convenía romper los equilibrios morados.

11 julio, 2021 02:10

A primera hora de la mañana del sábado, Moncloa filtraba la noticia de la remodelación del Gobierno. Y cuando este periódico pudo confirmar la primera evidencia, que todos los ministros de Unidas Podemos se quedaban en su puesto, la primera reacción del lado socialista del Ejecutivo era de indignación: "¡Venga! ¡Es una tomadura de pelo!"

Todos (o casi todos) los ministros llevaban un mes y una semana nerviosos, porque realmente ninguno estaba en las disquisiciones del presidente. Incluso, una de las personas que pensaba que había sido de los confidentes de Pedro Sánchez a la hora de elegir quién sí y quién no, acabó saliendo del Ejecutivo de manera sorpresiva.

¡Así se las gasta el todopoderoso jefe del Ejecutivo! Sondeando para ver qué hace con los demás hasta a los miembros del Gobierno que tiene apuntados con una cruz en su cuaderno.

Yolanda Díaz lleva semanas discutiendo con Pedro Sánchez sobre la remodelación de Gobierno. El presidente decía en público "no es una prioridad, lo que toca es vacunar y recuperar la economía". Pero sí lo era. Y más esta semana. De lunes a viernes, según ha podido saber este periódico, Díaz rechazó varias propuestas de Sánchez, y sólo el viernes a última hora, logró que el presidente accediera a no tocar a ninguno de los ministros morados.

Ahí fue cuando todo cambió.

Cuando EL ESPAÑOL anticipó el 3 de junio que Sánchez había anunciado a sus colaboradores que iba a cambiar su Consejo de Ministros, sabíamos pocos detalles. Pero uno de ellos era la clave de todo: iba a reducir el número de carteras y eso implicaba, también y por supuesto, una bajada en el peso del socio minoritario, Unidas Podemos. Por eso se indignaba esa fuente gubernamental socialista al inicio de este artículo... algo así como ¿y a ellos, ni uno? Hay que joderse.

Pero finalmente, ni lo uno ni lo otro. ¿Por qué? Porque lo uno dependía de lo otro, y la líder del lado morado de la coalición, advirtió a Sánchez desde el principio de que no le convenía "abrir ese melón".

"Los equilibrios"

El lector se preguntará, ¿a quién no le convenía? ¿Al presidente o a la vicepresidenta tercera (ahora segunda)? Ventajas del idioma castellano, que a veces confunde al receptor, con los pronombres, para mantener la incertidumbre...

No le convenía a ninguno de los dos. "Los equilibrios en Unidas Podemos son los que son", explica una fuente de los morados a este periódico. "Y Yolanda le explicó que cualquier retoque significaría problemas en su grupo... y que problemas en su grupo significarían problemas para él".

Ésa es la explicación más beneficiosa para la confluencia que reúne al partido fundado por Pablo Iglesias, que ahora dirige Ione Belarra, pero que sobrevive asociado a los Comunes catalanes, que colocaron a Manuel Castells, y en una alianza con Izquierda Unida, de donde salió la cartera para Alberto Garzón, y de la que fue parte -pero ya no lo es- la persona que tiene de cabeza visible en Moncloa, Yolanda Díaz.

Semejante galimatías dejaba una incógnita... entonces, ¿Irene Montero? Imposible, sería tomado como una afrenta, un torpedo a la línea de flotación de la coalición. Un portavoz de Podemos lo explica: "Ione le explicó a Yolanda cómo había sido la negociación final de la estructura de Gobierno, porque la llevó ella de la mano de Iglesias en su momento, y que era fácil hacerle entender a Sánchez que no le convenía mover eso".

Porque hay un pacto secreto y firmado por ambas partes, el que de verdad cuenta -y no los dos papales conocidos, el programático y esa especie de protocolo de funcionamiento-, que dice que "sobre los ministros de Unidas Podemos decide Unidas Podemos, y si el presidente quiere ejercer su prerrogativa constitucional de remover a uno, se tiene que renegociar toda la estructura del Ejecutivo".

Forzando a Díaz

Por mucho que lo negaran las fuentes moradas, es cierto lo que publicó este periódico el 4 de junio. Sánchez ya le había transmitido a Díaz que tendría que elegir entre Castells y Garzón -los dos más débiles y señalados por el resto del Consejo de Ministros-, dado que él quería aligerar la estructura. Una muestra de poder del presidente, forzando a la vicepresidenta nada más heredar de Iglesias el liderazgo morado.

Sánchez dice que éste será "el Gobierno de la recuperación"

Díaz aún no ha admitido que vaya a ser candidata a nada en las próximas elecciones, Díaz no peleó por seguir siendo vicepresidenta segunda cuando Iglesias salió de Moncloa y Sánchez le puso en la tesitura de elegir entre seguir al frente de trabajo o mantener ese lugar, pero sólo honoríficamente y sin atribuciones. Díaz no ha pedido, ahora, ser la dos. Díaz no está en esas cosas, dice ella... pero tampoco quería llegar a la reunión de su grupo confederal planteando que o los Comunes o IU se quedaban fuera.

Es decir, que mejor no mover el avispero de Podemos, cuyos equilibrios son inestables. Si ni siquiera Iglesias logró nunca mantener la disciplina interna, mucho menos lo haría una recién llegada y ungida por el dedo divino de alguien que ya ni está ni se le espera.

Lo que ha pasado, en realidad, no es que Unidas Podemos salga victorioso de este envite, sino que no podía salir más que inmóvil o despedido como un globo que pierde aire a chorro. Y que Sánchez sigue teniendo sólo 120 diputados, necesita los 35 morados y los 18 que vienen de su mano (13 de ERC y 5 de Bildu). Solo no puede, por mucho que al socio ya lo mire como el buey al tiro... me hace el trabajo, ¡pero lo que pesa!

El espacio de la izquierda

En fuentes socialistas explican que, en realidad, salvo Trabajo e Igualdad, los ministerios de Unidas Podemos son políticamente irrelevantes. Que el núcleo de la acción de Gobierno va a ser la economía en la segunda parte de la legislatura. Y que a Irene Montero ya no le queda mucha más munición, tras "concederle" sus dos leyes estrella.

Es decir, que se confirman las sospechas de Díaz, por las que dio aviso el pasado 28 de junio a Sánchez en Moncloa: "Así la coalición no aguanta", le dijo al sentir ninguneados a los suyos y tras los cambios en RTVE, "esto se empieza a romper". Efectivamente, el PSOE quiere todo el foco, todo el espacio político de izquierdas ante "los 30 meses que quedan de legislatura", es decir, con la mirada puesta ya en las elecciones.

Y la crisis de Gobierno es la llave de contacto para arrancar, dejando atrás a quien no se mueva.

El presidente no le dedicó ni una línea de su discurso a los ministros morados, nada. Habló de los que se van y de los que llegan, del significado de los cambios -más mujeres, más jóvenes, más profesionales, más cercanos- y de los retos que se afrontan -la recuperación y la cohesión territorial-.

Y dejó claro de palabra que su nueva mano derecha es Nadia Calviño, cuyo equipo económico se mantiene: Reyes Maroto, Teresa Ribera, María Jesús Montero... ni siquiera pierde peso José Luis Escrivá, al que el entorno de Unidas Podemos ha escarnecido y cuyas competencias reclaman para Yolanda Díaz desde las filas moradas.

El presidente acabó su declaración institucional (otra vez, sin prensa ni preguntas) sentenciando que "hoy comienza el Gobierno de la Recuperación", así lo llamó. Pero comienza a andar con una parte quieta, inmóvil, a su lado. A la que no ha echado cuenta para poner el motor en marcha.