Mónica Martín, secretaria general del sindicato de prostitutas Otras.

Mónica Martín, secretaria general del sindicato de prostitutas Otras. Sara Fernández

España

Mónica Martín, del sindicato de prostitutas Otras, a Sánchez: "Pedro, tú no me salvas; tú me escuchas y me das derechos"

La secretaria general del colectivo de trabajadoras sexuales se muestra en contra de la "abolición" y cree que si los partidos expulsan a los puteros "se quedarían solos".

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Hubo una época en la que Mónica Martín ayudaba a las monjas a coser por el día, mientras que por la noche eran estas las que salían con ella a la calle a repartir preservativos a las prostitutas

La historia llegó a oídos de un director que entonces estaba empezando, Pedro Almodóvar, que la llevó al cine en Entre tinieblas (1983), una de sus primeras películas. 

Monjas, transexuales y prostitución. La combinación se hizo tan recurrente que Almodóvar volvió a tirar de ella en Todo sobre mi madre (1999), cuando Mónica ya era todo un referente entre estos dos últimos colectivos

En realidad, todo en ella es muy almodovariano. Ha pedido una coca-cola y al terminar la entrevista, pasada una hora, aún no la ha tocado. “Ay, hijo, es que me pongo a hablar…”. 

Se ha puesto a contar que comenzó en los ochenta, a ejercer y a liderar. En 1987 fundó Transexualia, una de las primeras organizaciones trans que se crearon en España.

Y más tarde, a mediados de los noventa, se integró en Hetaira, un colectivo pionero en la reclamación de derechos laborales para las prostitutas en nuestro país. 

“No estábamos tan politizados ni tan mercantilizados, éramos más vírgenes”, dice. Nostalgia de una época en la que se abrieron todas las ventanas para dejar el aire correr. 

La profesión, reconoce, tiene fecha de caducidad. Y ella dejó de practicarla, pero no de defenderla. 

Ahora lo hace como secretaria general del sindicato Otras (Organización de Trabajadoras Sexuales), una asociación tan bien organizada que hasta tiene un resumen ejecutivo de su actividad y una propuesta legislativa de 200 páginas para reclamar la regulación de las prostitutas. 

Mónica Martín muestra los manifiestos de su sindicato.

Mónica Martín muestra los manifiestos de su sindicato. Sara Fernández

Sus choques con la Justicia y el poder político han sido constantes. El Supremo revocó en 2021 una sentencia de la Audiencia Nacional que decretaba la nulidad de sus estatutos; y las ministras del PSOE siempre las han tenido en los márgenes.

Ahora que el Gobierno quiere “abolir” la prostitución, hablan las aludidas. Ya que en Moncloa no las atienden, Mónica Martín, su portavoz, no piensa callarse en más de una hora ni para dar un trago al refresco.

El Gobierno ha dicho que en septiembre impulsará una ley con la que pretenden abolir la prostitución. ¿A vosotras qué os parece?

Yo creo que hay que ser coherentes. Siempre pensamos que con la derecha, al ser más conservadora en este tema, iba a ser más difícil. Sin embargo, nos hemos reunido con el PP y con Vox, pero todavía estoy esperando desde hace un año y pico a la cita que pedí al Ministerio de Igualdad. 

¿No os tienen en cuenta?

Nada, ni me han contestado. Hubo dos intentos, pero siempre les surgieron imprevistos. En Valencia ya hubo un amago de prohibir la prostitución en la calle y fuimos invitadas al Parlament a través de Compromís. Fuimos allí y el grupo que más nos atacó fue el Partido Socialista. 

¿Y por qué crees que no os escuchan?

Porque no tienen interés político en hacer nada. Hemos pasado de una situación en la que pasaban olímpicamente de todo a una ola abolicionista radical. Además, nuestra voz no llega porque no tenemos tantas subvenciones públicas. ¿Cómo es posible que se celebren jornadas, encuentros, para hablar de prostitución y no haya trabajadoras sexuales?

No será una reunión, pero aquí va una oportunidad. ¿Qué le diríais a la ministra de Igualdad o al presidente del Gobierno?

Que no entendemos cómo es posible que unas mujeres tutelen a otras. Porque nos dicen que somos víctimas, que estamos alienadas y no sabemos lo que queremos. Ellas vienen a salvarnos. Y yo te digo una cosa, no necesito que me salves ni tú ni nadie. 

¿Se trata de una postura paternalista?

No hay que confundir trata con violencia de género o con la libre elección de las personas. Cuando digo libre elección no es que tú estés en tu casa y en la Universidad decidas estudiar trabajo sexual, no. Se llega al trabajo por muchos motivos: por discriminación, porque necesitas puntualmente un dinero… Se puede llegar de muchas maneras, pero lo importante es que te preguntes por qué continúan en él.

Habrá muchas personas a las que no les quede más remedio…

O a lo mejor resulta más rentable económicamente que otro trabajo. ¿Te digo yo a ti que dejes de ser periodista si no me gusta lo que escribes? Aquí lo que estamos demandando es que esas personas tengan derechos. 

Habéis redactado una propuesta de ley muy extensa y detallada. ¿En qué consiste, qué reivindicáis exactamente?

Queremos que se pueda incorporar en el estatuto de los trabajadores el epígrafe de esta actividad. Es muy factible y ya está ocurriendo en países como Nueva Zelanda. Pedimos regulación, igual que en cualquier trabajo: que puedas tener una jubilación, paro, derecho a descansar por enfermedad laboral… Que cotices a la Seguridad Social y tengas los mismos derechos que un camarero o el dueño de este bar.

¿Cómo es el trabajo en un club? 

En muchos casos las condiciones son deplorables, de higiene, de todo… Pero no puedes denunciar. En Suecia y Noruega han optado por un modelo de abolicionismo puro y lo que han conseguido es que se disparen las ETS [enfermedades de transmisión sexual] porque todo es mucho más clandestino. Y además también hay más mafias.

¿Y cómo se regula para las que trabajan en la calle? 

Pues si eres autónoma, cotizas y pagas como autónoma. Yo recuerdo haber ido a Hacienda hace 30 años a decir que me quería registrar como trabajadora sexual. Y su respuesta fue que me diera de alta como vendedora. Le dije al señor: “Pues tiene usted razón, al final es venta ambulante”. Fuimos el primer colectivo en demandar a Hacienda en el 95.

¿Ha cambiado algo desde entonces?

Estamos en un momento crítico. Tenemos un proyecto de ley, las putas dicen lo que quieren y cómo lo quieren. ¿El problema cuál es? Que no nos hacen caso ninguno. 

La secretaria general del sindicato pide derechos laborales para las prostitutas.

La secretaria general del sindicato pide derechos laborales para las prostitutas. Sara Fernández

Vosotras formáis un sindicato que representa a un colectivo que, como has dicho, se mueve en muchos casos en la clandestinidad. ¿Estáis en disposición de decir que todo esto es lo que quieren la mayoría de las trabajadoras sexuales? 

Habrá quien gane más trabajando en la clandestinidad, pero cuando piensen en la jubilación o si tienen un problema con terceros, ¿quiénes van a defenderlas si no hay un convenio laboral? Yo no voy a obligar a que nadie a que se dé de alta, pero es importante poder tener esos derechos.

Con los políticos no hay nada que hacer. ¿Y con los otros sindicatos, con los mayoritarios?

Cuando redactamos la propuesta de ley, convocamos una reunión con todos los sindicatos, pero los importantes tampoco se molestaron en contestar. Para ellos no somos un sindicato, somos algo ahí raro. 

He visto un manifiesto en el que decís que algunos colectivos, como estos sindicatos o dirigentes del PSOE, os han llegado a llamar vasijas de semen, acunapenes…

Yo vengo de las reivindicaciones de los años ochenta, cuando estábamos todos mucho más vírgenes, no estábamos politizados hasta la saciedad ni mercantilizados de subvenciones. Creo que se ha perdido la independencia y muchas asociaciones se han convertido en filiales de partidos políticos. Y además, no había esta violencia. El otro día fuimos a una charla en la Universidad Carlos III y unos críos nos hicieron un escrache, nos tiraron panfletos y sacaron una pancarta. Nos gritaban que estábamos prostituyendo a la gente. 

¿Chavales de izquierdas o de derechas? 

Yo creo que serían más bien de izquierdas, de esa ola de la que hablábamos. Si estos son los valores democráticos que les hemos aportado a esta generación, algo hemos hecho mal.

Este Gobierno y Pedro Sánchez, en particular, han presumido siempre de ser feminista. ¿Cómo calificas este feminismo?

Pedro, yo no necesito que me salves de nada, ni tú ni nadie. Yo me salvo sola; tú me escuchas, me respetas y me das derechos. Eso es el progresismo.

En vuestras manifestaciones gritáis lemas como “folláis con nosotras, votáis contra nosotras”.

Siempre se ha dicho que la jodienda no tiene enmienda. Mira, cuando vamos a debatir de estos temas con los partidos, siempre nos reunimos con mujeres. Perdón, pero éste es un trabajo que requiere de un 50% de hombres y otro 50% de mujeres: si no hay cliente, no hay puta. Las políticas vienen con una carga negativa y a mí me interesa conocer la opinión de ellos.

¿Crees que sería más fácil entenderse con ellos?

No es que nos entendamos, es que no hay políticos hombres que entren a debatir. Y creo que es necesario que su opinión también sea tenida en cuenta.

Mónica Martín asegura que los escándalos con prostitutas desvían la atención de la corrupción.

Mónica Martín asegura que los escándalos con prostitutas desvían la atención de la corrupción. Sara Fernández

En los últimos escándalos de corrupción, hemos escuchado audios en los que un ministro, José Luis Ábalos, se repartía prostitutas con su asesor, Koldo García. ¿Qué os parece?

A mí lo que me parece vergonzoso de este tema es que se haya desviado la atención a lo de Jésica y cuatro chicas más, cuando lo importante es el escándalo de la financiación, que lo hemos pagado todos los españoles. Ese es el delito. A mí lo que haga o deje de hacer un ministro con su vida privada me da igual. No me importa su vida sexual, yo tengo la mía. Ya sólo nos falta escuchar que todo fue culpa de las putas.

Una de las cuestiones es que a esas mujeres presuntamente se les pagó con dinero procedente de comisiones.

Pero ese es el delito, que estos señores han gastado dinero público. Que se haya ido con una, con dos o con tres, a mí qué coño me importa. A mí personalmente no me ofende que digan si una lo hace peor o mejor. ¿Tú crees que lo que diga el señor Ábalos de fulana o mengana es importante para el país? Esos comentarios demuestran que son como niños. Lo que es incómodo para las trabajadoras sexuales es la violencia institucional. 

¿Y en qué consiste eso?

Pues en este abolicionismo asalvajado, en colar cosas en las leyes por la puerta de atrás, en retirar los anuncios o en la tercería locativa, que impide que tú puedas alquilar un lugar para ejercer la prostitución. 

Un par de cosas más técnicas. ¿Cuál es el perfil tipo de la persona que se dedica al trabajo sexual ahora mismo en España?

Es que no hay un perfil tipo. Evidentemente, la mayoría son inmigrantes; muchas, irregulares. Por eso también pedimos que se cambie la Ley de Extranjería, porque muchas veces las chicas no denuncian porque no tienen papeles. Este trabajo podría ser una vía para su regularización.

Y otra cuestión. Llevamos todo este rato hablando de prostitución centrándonos en las mujeres, que son la mayoría. Pero también habrá hombres, ¿no? ¿En qué circunstancias están ellos y qué opinan de todos estos debates?

Son más invisibles. Su red es mucho más pequeña y tienen mucho menos interés en darse a conocer. Pero, al fin y al cabo, la actividad es la misma. Nosotras trabajamos para regularizar y luego cada cual que haga lo que quiera. 

Agresiones, violaciones, robos. ¿Todo eso está a la orden del día? 

Afortunadamente no son habituales. El problema es que cuando ocurre algo de eso, no tienes armas para defenderte. Y a lo mejor vas a la Policía y dan a entender que bueno, que como te dedicas a esto… No, yo no estoy para esto. Yo he hecho un contrato verbal contigo, me pagas y punto.

Se integró en diferentes colectivos en los ochenta y hoy sigue mantiene la actividad sindical.

Se integró en diferentes colectivos en los ochenta y hoy sigue mantiene la actividad sindical. Sara Fernández

Volviendo a Ábalos, alguna vez cuando le han preguntado por este tema ha respondido que a él no le hace falta pagar por tener sexo. ¿Hay mucha hipocresía en los discursos públicos? 

Es la soberbia normal de todos los hombres, ninguno va a reconocer que va con putas. 

El PSOE acordó expulsar del partido a quienes lo hagan.

Otra cosa que me parece una intromisión en la vida privada. Si tú eres compañero mío de partido, lo que quiero es que seas bueno haciendo tu trabajo. Pero después, lo que hagas en tu vida personal, ¿a quién le importa? ¿Tú tienes que darme explicaciones a mí de si follas solo con tu mujer? Es el colmo del infantilismo. Además, es que si esa regla se la aplican a todos los partidos políticos, se quedarían solos.

¿Y eso? 

Cuando hemos ido al Congreso porque se han aprobado leyes y estábamos ahí arriba en el balconcillo, empezaban todas: “Ay, si yo a ese le conozco; y mira aquel; y yo a ese también”. ¿Por qué esa hipocresía? 

¿Qué es para ti esta profesión?

Pues mira, el trabajo sexual no solamente se compone de sexo. Muchas veces consiste en hablar, escuchar, porque los clientes cuando van contigo y tienen cierta fidelidad se desahogan. Necesitan ser escuchados y piensan que la puta no es nadie, no tiene valor. No hay nada más íntimo que dos personas desnudas y muchos escándalos políticos han salido de esas confesiones.