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España NARCOTRÁFICO

El pacto entre narcos marroquíes, colombianos y españoles que inunda de cocaína el Guadalquivir

La alianza de los clanes se ha ido produciendo de manera "progresiva", según los investigadores de la Guardia Civil.

Más información: Armas de guerra de Ucrania y el Sahel llegan a manos de los narcos: "Han perdido el miedo y las usan ya de forma habitual".

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El río Guadalquivir se ha convertido en una de las zonas calientes del narcotráfico  de toda Europa. Por sus aguas están entrando  hachís y cocaína en cantidades nunca vistas hasta lea fecha. El motivo: un gran pacto a tres bandas entre los clanes de Marruecos, los colombianos y los capos más importantes de la Línea de la Concepción. 

Así lo confirman mandos de la élite de la lucha contra el narcotráfico. Esa gran alianza es un pacto "no escrito de tolerancia", que se ha ido produciendo "de forma progresiva, mientras haya beneficio para todos".

Las aguas del mayor río de Andalucía se han visto transformadas en el coladero perfecto para los clanes que hace tan solo unos pocos años introducían su mercancía a través de las playas del Campo de Gibraltar.

Uno de los indicios que lo constata es la aparición de colombianos en los viajes con los fardos, como garantes o "notarios" de la mercancía.

"Los clanes de la droga de La Línea ponen las narcolanchas, los cárteles sudamericanos ponen la droga, en connivencia con los productores marroquíes de hachís", señala un mando de la lucha contra el narco.

Tanto les compensa, que los marroquíes han comenzado a cambiarles a los colombianos el kilo de hachís por el kilo de cocaína, aunque su valor real sea muy diferente. Pero lo cierto es que a los narcos magrebíes les favorece: "Los marroquíes no iban a permitir sus rutas si no se beneficiaban. Y por eso ahora en el río operan muchos clanes: del Campo de Gibraltar, de Sevilla, de Sanlúcar...".

En Colombia se han dado cuenta de las ventajas de utilizar el sur de España para sus negocios. "Han visto la facilidad de entrada por el sur y los mismos carteles de la coca han contactado con gente de La Línea y con marroquíes para, en vez de estar metiendo por Galicia, hacerlo por aquí", señala un mando de la Guardia Civil.

No se descartan tampoco alianzas de los clanes gallegos con los andaluces, pues en estas operaciones ha sido arrestado algún gallego, bien en las playas gaditanas, bien en el río Guadalquivir.

Según las fuentes consultadas, los marroquíes productores de hachís nunca han querido que nadie utilizara sus rutas porque temían que, al llamar más la atención, se les acabaría el negocio. Todo eso ya ha cambiado. Tradicionalmente, la droga la producían los marroquíes, eran dueños de la droga y se la vendían a clanes u organizaciones del norte de Europa.

Ahora los clanes de la Línea ya no dependen de los marroquíes, y cuando no tienen hachís, optan por la cocaína. Es algo que, por ejemplo, los miembros del OCON-Sur, el grupo de élite contra el narco de la Guardia Civil, pudieron empezar a comprobar durante sus años de investigaciones, entre 2018 y 2022.

Entre los narcos gaditanos había quienes se buscaban contactos para obtener cocaína e introducirla en sus canales de venta. Y como las semirrígidas eran de su propiedad, solamente tenían que navegar hasta alta mar para recogerla. 

Ese pacto ahora también le resulta rentable a los marroquíes, señalan las fuentes consultadas, ya que permite a los latinoamericanos utilizar sus rutas marítimas a cambio del beneficio que les supone cambiar hachís por cocaína.

Todos se ayudan entre todos. Y eso está provocando que en las últimas fechas los alijos detectados de esta sustancia en las poblaciones que bordean el río Guadalquivir se hayan incrementado.

Lo han conseguido gracias a las entradas masivas de narcolanchas, con las que no da abasto el Servicio Marítimo de la Guardia Civil. De cinco en cinco, de seis en seis... Además, no se conforman con las localidades más próximas a las marismas de Sanlúcar de Barrameda.

Han perdido el miedo, señalan mandos de la lucha contra el narcotráfico a EL ESPAÑOL, y llegan hasta localidades del interior de la provincia de Sevilla, como Coria del Río.

Tan alta es su afluencia en estos meses en la zona que las patrulleras del Instituto Armado resultan claramente insuficientes. Muchos reclaman ya nuevos recursos para redoblar la lucha en este punto de Andalucía.

El cambio de estrategia de los narcos andaluces con respecto al lugar por el que introducen los fardos de sustancias estupefacientes no es la única novedad que han constatado en el sur los especialistas de Policía Nacional y Guardia Civil. Ahora ya no solo se centran en el hachís procedente de Marruecos: también, y sobre todo, en la cocaína de los cárteles colombianos.

Esta realidad a la que se enfrentan las unidades que luchan contra el narco y la Fiscalía Antidroga se ha conocido gracias a la explotación de operaciones como la de hace tan solo dos semanas.

Golpe histórico

La madrugada del viernes 27 de diciembre, se perpetraba un golpe histórico al narcotráfico que opera en el Guadalquivir. La Guardia Civil incautaba siete toneladas de cocaína en una finca de Coria del Río.

El alijo se introdujo de una sola vez en la península, a través de narcolanchas. Se trata del mayor cargamento de esta droga interceptado hasta la fecha en el sur peninsular.

Esa noche, los investigadores detectaron la entrada de dos narcolanchas cargadas de fardos. Los investigadores las siguieron por el curso del río. Ya en una finca de la localidad sevillana, los guardias civiles fueron discretos testigos de la descarga de los fardos cargados de cocaína.

Esta organización ideó un modo de ocultar la droga en la finca: un almacén compuesto de dos zulos subterráneos conformados por dos contenedores marítimos. Un cargamento de siete toneladas de esa sustancia es una cifra descomunal, que se ha visto en pocas operaciones policiales hasta la fecha.

Esta misma semana se ha detectado otro alijo de similares características, en otra población similar y que supone la constatación de esta preocupante tendencia. Un total de 2.883 kilos de cocaína intervenidos a un clan en la Puebla del Río, en una operación de Policía Nacional y Guardia Civil.

En definitiva, muchos de los traficantes dedicados durante década al hachís han comprobado que dada la alta producción de cocaína en Latinoamérica en los últimos años, les sale rentable mantener la maquinaria en funcionamiento incluso cuando sus lancheros no están cargando fardos del chocolate que consiguen en Marruecos.

La ruta de la cocaína cruza el Atlántico en la parte de menor recorrido de un continente al otro, y las grandes organizaciones a nivel mundial la duermen en países del golfo de Guinea, una zona del mundo con una enorme inestabilidad en la que se fija cada vez más el crimen organizado. Al menos eso es lo que han detectado los especialistas de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil en una reciente investigación bautizada como Operación Adriática.

De ahí, la droga es recogida en veleros o lanchas en algún punto del Atlántico próximo a las Canarias. Y luego se introduce en España.