Una persona encendiéndose un cigarro.

Una persona encendiéndose un cigarro.

España

Así es la ley antitabaco en otros países: publicidad limitada, espacios públicos y cigarrillos electrónicos

La tendencia mundial es la de endurecer las restricciones a este producto nocivo para la salud y así reducir el hábito, sobre todo en los más jóvenes.

17 enero, 2024 15:25

Las últimas estadísticas publicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) exponen que unos 1.245 millones de personas en el mundo son fumadores. Es decir, uno de cada cinco adultos. Globalmente se ha reducido del 20% al 8,5% entre 2000 y 2022. Y en el último año ha descendido en un 1,5% a la de hace dos años. 

"Se han logrado grandes progresos en el control del consumo de tabaco en años recientes, pero no hay tiempo para relajarse", comentaba el director del Departamento de Promoción de la Salud de la OMS, Ruediger Krech, al publicar los resultados. El responsable alertaba, en cualquier caso, sobre las contraofensivas de la industria tabacalera para frenar el descenso. "Observamos que cada vez que un gobierno piensa que ganó la batalla contra el tabaco, la industria busca cualquier oportunidad para manipular políticas sanitarias y vender sus letales productos".

Eso es lo que ha ocurrido en España con el tabaco calentado: esta nueva modalidad de fumar, que en nuestro país aún es minoritaria, ha sorteado las leyes contra este producto. Hasta ahora: el nuevo decreto en marcha del ministerio de Sanidad lo ha equiparado con el tabaco convencional. Esto significa que se atendrá a las mismas regulaciones. 

El Gobierno, tal y como anunció este martes, ha prohibido la venta de los cigarrillos electrónicos de tabaco calentado (en España, la única marca de este tipo que se comercializa es Iqos, de Philip Morris) que contienen aromas (es decir, de sabores). Además, la nueva norma obliga a que en el etiquetado de este tipo de tabaco figuren las advertencias de que es perjudicial para la salud.

Quedan fuera de esta nueva regulación los vapeadores, ya que no contienen tabaco, aunque sí pueden llevar nicotina. Sin embargo, Sanidad está trabajando también para regularlos. Con esta nueva ley, que se hará vigente en los próximos tres meses, el Ministerio de Sanidad intenta reducir el consumo de un elemento nocivo para la salud. Según explican, se amplía la prohibición a estos productos, que deberán llevar imágenes como el resto de cajetillas y una etiqueta donde ponga: "El humo del tabaco contiene más de 70 sustancias cancerígenas".

Normativa en el resto de países

Con esta legislación, España pretende dar un impulso a la erradicación de este hábito. Una tendencia compartida con el resto de países europeos y a nivel mundial. Yendo al caso más extremo estaría Nueva Zelanda. En un paquete de medidas aprobado por el Parlamento en 2022 se prohíbe vender tabaco a cualquier persona nacida a partir del 1 de enero de 2009, con sanciones previstas de hasta 150.000 dólares neozelandeses (unos 91.000 euros). La imposibilidad de comprar tabaco durará toda la vida.

Una restricción que no ha llegado a otros lugares, pero que ha alentado a endurecer el acceso a esta droga legal. En Europa, según datos de la platforma Smokefree Partnership, se han alcanzado grandes avances en este sentido. La web, que expone un mapa por colores según la dureza de la legislación en torno al tabaco.

Y, por lo que se puede ver, apenas unas cuantas naciones del continente portan una mala valoración: Alemania, Suiza, Dinamarca, Bielorrusia, Macedonia del Norte o Serbia se llevan la peor calificación. Polonia, República Checa, Eslovaquia, Moldavia, Albania, Portugal o Letonia están en un nivel medio. Y España, Francia, Italia, Noruega, Suecia o Finlandia gozan de un verde claro u oscuro: en general, la legislación es positiva.

Francia, por ejemplo, anunció en noviembre la prohibición de fumar en las playas como parte de una campaña más amplia para ayudar a la gente a dejar este hábito. Para el primer semestre de 2024, el 'plan antitabaco', de cuatro años de duración, también prohibirá fumar alrededor de las escuelas y en los bosques y zonas verdes de propiedad pública. En Francia ya hay 7.200 zonas libres de tabaco designadas por los ayuntamientos y se baraja la opción de prohibir los dispositivos electrónicos.

Copiando a los neozelandeses

En Reino Unido, el gobierno se dispone también a introducir una nueva ley histórica para impedir que a los niños nacidos a partir del 1 de enero de 2009 se les vendan cigarrillos legalmente. Es, como en el caso de Nueva Zelanda, un intento por crear la primera "generación libre de humo". La nueva legislación tipificará como delito que cualquier persona nacida a partir de esta fecha tenga acceso y que se vaya aumentando efectivamente la edad para fumar un año cada año hasta que se aplique a toda la población. Esto tiene el potencial de eliminar gradualmente el tabaquismo entre los jóvenes casi por completo a partir de 2040.

Italia sigue la misma senda. Orazio Schillaci, su ministro de Sanidad, anunció en enero de 2023 que está estudiando nuevas medidas para potenciar las restricciones ya existentes sobre el tabaco con la prohibición de salas dedicadas a fumadores en espacio cerrados o la regulación de estas limitaciones también para el cigarrillo electrónico. No llega al punto de Nueva Zelanda, pero atacará con fuerza este producto, "dada la preocupante propagación de estilos de vida poco saludables", según definió.

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"Tengo la intención de abordar la lucha contra el tabaquismo, que sigue siendo la principal causa de morbilidad y mortalidad evitable" en el país para "alcanzar el objetivo del Plan Europeo contra el Cáncer 2021 de crear una generación libre de tabaco para 2040", ha añadido. Las medidas deberán tener en cuenta "la creciente difusión de nuevos productos, como los cigarrillos electrónicos y los productos de tabaco sin humo, y la evidencia cada vez mayor sobre posibles efectos nocivos para la salud", destacó el ministro.

El repaso general a cada país muestra cómo hay una voluntad férrea de acabar con el tabaco y las líneas de actuación se han ido estableciendo en torno a tres ejes: subida de precios (introduciendo más impuestos), límites en los espacios públicos donde fumar y arrinconar a los nuevos dispositivos, como los mencionados cigarrillos electrónicos o quemados.