El coronel Diego Pérez de los Cobos y el mayor Trapero se estrechan la mano.

El coronel Diego Pérez de los Cobos y el mayor Trapero se estrechan la mano.

España

Trapero y De los Cobos o el mundo al revés: el que permitió el 1-O, repuesto; el que lo combatió, cesado

Las historias de los dos hombres encargados de que nada estallase en 2017 se encuentran en más de una ocasión, y tienen contrastes.

22 noviembre, 2020 03:21

Tres años después del referéndum ilegal del 1 de octubre, la suerte de Diego Pérez de los Cobos y de Josep Lluís Trapero ha recorrido caminos distintos. Uno, el de Santa Coloma de Gramanet, ha vuelto a su puesto como major de los Mossos d’Esquadra. El otro, natural de Gandía, ha sido defenestrado y relegado por el Gobierno central.

Para llegar a este punto, los dos han compartido escenarios judiciales, pero desde posiciones distintas: Trapero como acusado en la Audiencia Nacional y De los Cobos como testigo de los presuntos delitos.

El coronel Pérez de los Cobos y el major Trapero nunca se han llevado bien. Tampoco han intentado ocultarlo, ni en público ni en privado. Ni a la cara ni ante un juez. Ambos, cada uno desde su lado del tablero, dirigieron a los agentes que debían impedir la celebración de la votación ilegal.

Las urnas, aunque no tenían validez, se colocaron y se llenaron de votos. Y han mantenido unido el destino de estos dos hombres que tenían como objetivo que nada estallara entre septiembre y octubre de 2017. Hasta principios de este mes, cuando Trapero ha sido absuelto.

De icono al banquillo

17 de agosto de 2017. Una furgoneta blanca irrumpe en Las Ramblas de Barcelona a toda velocidad. Por delante se lleva 15 vidas y deja 140 heridos. Todas las alarmas se encienden y la policía busca al conductor, relacionado de inmediato con el terrorismo yihadista. Al frente del operativo de los Mossos está Josep Lluís Trapero.

Instante en el que la furgoneta atropella gente en las Ramblas el 17-A.

El policía catalán se convirtió rápidamente en un icono pop del independentismo durante la persecución de los terroristas. El major saltó a los medios de comunicación mediante ruedas de prensa en las que se daban detalles del operativo para neutralizar a los culpables de la masacre. Su respuesta a un corresponsal extranjero, que le pidió que respondiese en castellano, le catapultó a la fama: “Pues molt bè, pues adiós”, llenó camisetas y demás regalos.

No pasa ni un mes de los atentados de Las Ramblas y los políticos independentistas deciden seguir adelante con su plan de poner las urnas. Para ello aprueban en el Parlament, en un pleno bronco y airado, las llamadas "leyes de desconexión". El Gobierno central, con Mariano Rajoy al frente y Juan Ignacio Zoido en el Ministerio del Interior, comienza a pergeñar el plan policial para impedir la votación, y al mando deciden colocar a Diego Pérez de los Cobos, un coronel de la Guardia Civil que se enfrenta a la empresa más importante de su vida.

Desde el primer momento en el que los antidisturbios de la Policía y de la Guardia Civil aterrizan en Cataluña, la relación entre De los Cobos y Trapero es tensa, difícil. Algunas escenas eran propias de Berlanga: los que tenían que impedir el referéndum debatían cómo hacerlo con quien quería celebrarlo, como contó el ex secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, durante el posterior juicio en el Tribunal Supremo.

Uno de los momentos más complicados de gestionar para Trapero tuvo lugar el 20 de septiembre. La Guardia Civil tenía que entrar en la Consejería de Economía para buscar documentos y pistas que implicasen a los líderes secesionistas. En cuanto se conoció la noticia, cientos de personas se agolparon a las puertas del edificio para increpar, insultar e incluso destrozar varios vehículos del Instituto Armado. De los Cobos no estaba entonces al mando en Cataluña, pero la relación entre el Cuerpo policial autonómico y la Benemérita empezaba a deteriorarse.

Los coches de la Guardia Civil, vandalizados el 20 de septiembre de 2017 en Barcelona.

Los coches de la Guardia Civil, vandalizados el 20 de septiembre de 2017 en Barcelona. Efe

El papel desempeñado por los Mossos aquella jornada llevó finalmente a Trapero y al resto de la cúpula de Interior de la Generalitat ante la Audiencia Nacional. Se les imputaba el delito de sedicion, entre otros.

"Si yo hubiera tenido mando sobre los Mossos, mi primera decisión habría sido apartar al major, que estaba constantemente poniendo palos en las ruedas", llegó a decir De los Cobos en el juicio. Trapero perdió su condición de jefe policial máximo de los Mossos con la aplicación del artículo 155 de la Constitución por parte del Gobierno Rajoy. 

Un informe aciago

Pérez de los Cobos también se volvió en un símbolo, pero para la otra parte de la grada. Desde el resto de España, se le veía como la punta de lanza contra el independentismo, como la persona que podía defender la unidad del país y la integridad de la nación. 

Tras volver de Cataluña, en marzo de 2018 el Ejecutivo de Rajoy lo puso al frente de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, destacando el “perfil idóneo” del coronel. Desde ese puesto en la capital, De los Cobos se enteró en julio de ese año de que su destino seguiría ligado al de Trapero durante algún tiempo más: ese mes, la instrucción del procés terminaba y los políticos fueron enviados al Tribunal Supremo y la cúpula de Interior de la Generalitat, entre los que estaba el major, a la Audiencia Nacional.

Entre idas y venidas a la Audiencia y al Supremo, el coronel dirigía la Comandancia de Madrid. Con los focos mediáticos puestos en los juzgados, su papel no llamaba la atención de los periodistas especializados en tribunales e interior.

La actividad política sí que se movía. A mediados de año, una moción de censura que aprovechaba la sentencia de Gürtel desalojaba a Rajoy de La Moncloa y aupaba a Pedro Sánchez hasta la presidencia del Gobierno. Eran momentos de cambios, pero De los Cobos todavía no sabía hasta qué punto le iban a afectar.

El año 2019 no dejaron de pasar cosas. A nivel político, unas elecciones generales que no permitieron formar gobierno. A nivel judicial, la tormenta: en octubre se conocieron las penas de cárcel para los líderes del procés y los altercados volvían a las calles de Barcelona. Meses después, con la sentencia a medio digerir, se volvieron a repetir las elecciones y entonces sí se conformó Gobierno.

La llegada del 2020 trajo chistes y burlas hacia un nuevo virus proveniente de Wuhan que al final terminó poniendo patas arriba al mundo entero. En España, se hizo caso omiso a varias advertencias de las autoridades internacionales y de los expertos: se siguieron celebrando partidos de fútbol, reuniones, fiestas y manifestaciones como la del 8 de marzo. Una fecha que marcaría el futuro del guardia civil.

Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior, en Moncloa.

Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior, en Moncloa. E.E.

Seis días más tarde de las marchas feministas, el 14 del mismo mes, el presidente del Gobierno decretaba el estado de alarma por el avance del coronavirus y mandaba a todos los españoles a quedarse en casa sin poder salir. La crispación política fue en aumento con el avance de las semanas, y la oposición quería saber si el Ejecutivo del PSOE y Unidas Podemos alentó las concentraciones del Día de la Mujer aun sabiendo que el virus estaba ahí fuera contagiando y matando.

El Juzgado de Instrucción número 51 de Madrid llevó la instrucción, y encargó la investigación de los hechos a los agentes de Policía Judicial de la Guardia Civil de la capital, que dependían jerárquicamente de Pérez de los Cobos.

Los investigadores terminaron su trabajo redactando un informe que señalaba los errores de gestión en los días previos al estado de alarma, y la desatención a las advertencias internacionales. El documento fue contestado por el Ejecutivo desacreditándolo y varios medios lo criticaron tachándolo de ser un corta y pega de publicaciones periodísticas y algo chapucero.

Pero, ¿cómo conocía Fernando Grande-Marlaska su contenido? Al ser remitido a la titular del Juzgado de Madrid, desde el Ministerio del Interior reclamaron a Pérez de los Cobos el contenido del mismo.

La ley indica que las investigaciones judiciales deben remitirse únicamente al magistrado instructor de la causa. Pérez de los Cobos lo sabía y obró en consecuencia. En los despachos de Interior no sentó bien la negativa del coronel y el 24 de mayo fue relevado de un puesto al que llegó bajo el paraguas de un “perfil idóneo”. Desde principios de junio su despacho está en el número 32 de la calle de la Batalla del Salado, en la Intervención Central de Armas y Explosivos, en Madrid.

Trapero vuelve a casa

Mientras De los Cobos estudiaba su estrategia judicial para recurrir su cese por considerarlo “ilegal”, Trapero esperaba la resolución de su juicio en la Audiencia Nacional por los hechos que rodean al referéndum catalán. Tres años largos y tristes para quien lo había sido todo en el cuerpo policial al que había dedicado toda su vida.

Trapero, durante el juicio en la Audiencia Nacional./

Trapero, durante el juicio en la Audiencia Nacional./ Efe

El 20 de octubre, tres años después de la votación ilegal y uno desde que el fuego tomase las calles de Barcelona por las condenas a los separatistas, la noticia saltaba en Madrid: la Sala Penal de la Audiencia Nacional absolvía a Josep Lluís Trapero de los delitos que se le imputaban por su participación durante el referéndum. El policía se enfrentaba a 10 años de prisión.

El escrito fue un mazazo a los planteamientos de la Fiscalía y la Guardia Civil. Por dos votos a uno, los magistrados consideraron que el papel de Trapero durante el procés se dirigió a “minimizar los daños” aunque eso supusiese “la celebración del referéndum”. Los jueces dieron el visto bueno a la postura de la defensa, que negaba “pasividad” por parte de los Mossos y afirmaba que actuaron con “proporcionalidad” a la tensión vivida aquellos días.

El policía catalán respiró aliviado hace un mes. Se libraba de la cárcel y sus peores pesadillas se disipaban en un tedioso horizonte de tres años en los que ha viajado a Madrid más que ningún otro sitio. 

Hace una semana, el viernes 12 de noviembre, Trapero recibía una llamada a su teléfono móvil. Al otro lado estaba el conseller de Interior de la Generalitat de Cataluña, Miquel Sàmper, que volvía a ofrecer al mosso volver al puesto del que fue destituido artículo 155 mediante. Ya lo había tanteado a principios de septiembre, nada más sustituir a Miquel Buch al frente del departamento.

Trapero se tomó unas semanas de reflexión después de conocer su absolución para decidir si volvía a dirigir a la policía catalana. La respuesta fue afirmativa. Tras tomar posesión en el cargo, dio una rueda de prensa: "Todos pudimos haber hecho las cosas mejor el 1-O, yo el primero", admitió ataviado con la gorra reglamentaria y con mascarilla. Quizás Pérez de los Cobos opine igual mientras vigila las armas y explosivos presentes en el territorio español y espera que la historia le reconozca su papel en los últimos años.