Pedro Sánchez, este sábado en un mitin en Mislata (Valencia).

Pedro Sánchez, este sábado en un mitin en Mislata (Valencia). Efe

España ELECCIONES GENERALES 10-N

El PSOE azuza el miedo a un gobierno de Casado con el "franquista" Abascal de vicepresidente

Sánchez retoma la estrategia del miedo a la ultraderecha que le funcionó el 28 de abril. "Aquí huele a Andalucía", dice Arrimadas. 

3 noviembre, 2019 02:18

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Justo en la última semana de las elecciones andaluzas, apareció Vox en todos los mítines del PSOE. Los socialistas se habían dado cuenta de que tenían un problema con la movilización. No había ganas de ir a las urnas, entre otras cosas, porque se daba por hecho que el PSOE ganaría. La duda era por cuánto y el partido que podría ayudarle a formar Gobierno. 

La campaña andaluza es muy diferente a la de este 10 de noviembre y entonces concurrían elementos, como los 36 años de Gobiernos ininterrumpidos del PSOE, el desgaste de su candidata, Susana Díaz, o el diseño de la campaña. 

Pero sobre las expectativas de Pedro Sánchez para el próximo domingo flotan dos precedentes: el de la amarga victoria de Andalucía, que los desalojó de la Junta, o la victoria sin alternativa del 28 de abril, que no desembocó en Gobierno por el bloqueo de la investidura. En el PSOE están convencidos de que lo que ganarán las elecciones del 10 de noviembre, pero temen que la baja movilización del electorado socialista acabe en un amargo trago andaluz para Sánchez. No por casualidad Andalucía vuelve a ser una de las prioridades de la campaña en tanto que granero habitual de votos. 

El viernes por la noche, Sánchez trató de achicar el espacio de Pablo Iglesias, que desde la izquierda empuja al PSOE a la derecha al vincularlo a un supuesto pacto con el PP cuyos mimbres no están nada claros ni tienen precedentes. "No habrá gran coalición", sentenció Sánchez. Por la noche, la número dos del partido, Adriana Lastra, utilizó su minuto de oro en el debate de segundas espadas en TVE para repetir hasta seis veces en menos de un minuto las mismas tres palabras: "Vayan a votar".

El sábado, en Valencia, llegaron los motivos para hacerlo como gran esperanza movilizadora. "La alternativa a este Gobierno es uno con Casado presidente y Abascal vicepresidente. Puestos a hablar de Frankenstein, ¿qué monstruo se os ocurre? ¡No hay otro!", dijo José Luis Ábalos, secretario de Organización del PSOE y responsable de la campaña socialista, en un mitin en Mislata (Valencia). "Que elija la ciudadanía de este país. O un Gobierno del PSOE o uno del PP con los franquistas. Esa es la cuestión, a o b. Los demás, de adorno", según él. 

Las cuentas

Su argumentación tiene, en realidad, bastante lógica. El PP, según él, aspira a llegar a los 100 diputados, pero sólo Vox y Ciudadanos podrían apoyar una investidura de Pablo Casado. Y los naranjas de Albert Rivera llevan semanas hundiéndose en las encuestas. Aunque venzan a las encuestas, no confían ni en repetir su actual resultado y, por tanto, no serían suficientes para apuntalar la investidura del líder del PP. En cambio, Vox no para de crecer en los sondeos. Los tres, PP, Ciudadanos y Vox, han pactado en todas las comunidades y autónomas donde han sumado más que la izquierda, por lo que no parece previsible un bloqueo como el que consumaron, fuese de quién fuese la culpa, Unidas Podemos y el PSOE con sus actitudes negociadoras. 

Después llegó Sánchez. "Ahora la ultraderecha se siente fuerte. Hay encuestas que le están dando como tercera fuerza del país". Se refiere, por supuesto, a las encuestas privadas a las que no suele concederles credibilidad, ya que el CIS coloca a Vox en quinta posición.

"A la ultraderecha se la vence defendiendo los valores democráticos y aislándola. Si la ultraderecha hoy camina con el pecho henchido es porque la derecha ha unido su destino a la ultraderecha y no la ha aislado", ha dicho Sánchez.

Con esa frase, el candidato socialista trataba al mismo tiempo de advertir a sus propias bases de que Vox puede llegar al Consejo de Ministros y acabar de un plumazo con la imagen de moderación que Casado ha ido trabajándose en los últimos meses. Sánchez no aspira a quitarle votos al PP, ya que sus electorados no parecen tener vasos comunicantes, pero sí a quitarle escaños por la vía de la movilización masiva de la izquierda.

Y cuanto más se hable de Vox, más se movilizará la izquierda, especialmente en torno al PSOE. Pasó el 28 de abril. 

PP y Cs se dan cuenta

Si el viernes el PSOE trataba de desmontar la campaña de Podemos, el sábado apeló a los que pueden quedarse en casa. Según él, como todos los demás quieren bloquearle, el único "voto útil" para evitarlo es al PSOE. Aunque, utilizando los cálculos de Ábalos, los socialistas tampoco vayan a alcanzar 176, la cifra mágica de diputados que les evitaría tener que pactar. 

En Ciudadanos y en el PP también están atentos a estos movimientos. "Empieza a oler aquí a lo que olía en Andalucía", dijo este sábado la número 1 por Barcelona de Cs, Inés Arrimadas. 

Al lado de Casado, en Lalín (Pontevedra), el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, acusó al PSOE de intentar "buscar señuelos para dividir el voto de la derecha en España" y de dar "protagonismo mediático" a Vox. "Si nos dividen vencerá la minoría socialista en las urnas", advirtió.