La última foto de Patricia Aguilar, junto al consulado español en Perú.

La última foto de Patricia Aguilar, junto al consulado español en Perú.

España

La Policía alerta: la secta del Príncipe Gurdjieff capta menores en España para su harén

Las pesquisas apuntan a Steven Manrique, peruano de 34 años; la Ertzaintza detectó un caso de una chica de 16 años en Guipúzcoa.

10 enero, 2018 01:32

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Busca momentos de fragilidad emocional para acercarse a sus elegidas. Muchas son menores de edad, débiles y fáciles de manipular: vacías, le es fácil malear su conciencia. El Príncipe Gurdjieff, divinidad sobre la que se sostiene la secta gnóstica, sabe cómo actuar, qué respuestas ofrecer. Tras ese nombre rimbombante se escuda Félix Steven Manrique, ciudadano peruano que está constituyendo un harén "con fines destructivos". Ya captó a una joven española para ese fin -la ilicitana Patricia Aguilar Poveda- y busca hacer lo mismo con otras chicas de nuestro país; muchas de ellas, menores de edad.

Fuentes policiales confirman a EL ESPAÑOL que hay investigaciones en marcha en torno a los movimientos de este personaje. El líder de la secta gnóstica sabe moverse con facilidad en las redes sociales, donde entra en contacto con las jóvenes a las que ve más susceptibles de ser captadas. Tras charlar con ellas, les ofrece apoyo y soluciones ante problemas que las chicas apenas son capaces de soportar. 

Ese Príncipe Gurdjieff, que basa sus teorías en delirios interplanetarios y en la conjunción de elementos religiosos, se desempeña en un vacío legal. Aborda a las jóvenes a través de redes sociales y les pide que, poco a poco, vayan superando una serie de pruebas, a cada cual más compleja que la anterior. Así se va ganando la fidelidad de las que termina llamando "sus esposas".

A la izquierda, una representación del P. Gurdjieff; a la derecha, Patricia Aguilar.

A la izquierda, una representación del P. Gurdjieff; a la derecha, Patricia Aguilar.

En un momento dado, les obliga a romper con todos sus lazos familiares para marcharse a Perú. La Ertzaintza ha detectado recientemente que una menor de 16 años de un pueblo de Guipúzcoa estaba cumpliendo con todos los pasos para terminar consagrándose como esposa del Príncipe Gurdjieff, adelantó Interviú.

El jefe de la Policía Científica en la Ertzaintza, José María Iurrebaso, ha confirmado este miércoles este extremo.

EL ESPAÑOL ha podido constatar que hay varias jóvenes españolas bajo la órbita del líder de esta secta, que se presenta con diferentes nombres y perfiles, aunque siguiendo siempre procedimientos similares.

El caso de Patricia

La familia de Patricia Aguilar lamentan que esta joven ilicitana haya caído bajo el influjo del Príncipe Gurdjieff: "Estamos cansados y destrozados", admite Alberto, cuando se cumple un año desde que su hija se esfumase de la noche a la mañana. Lo hizo el 7 de enero de 2017.

Las tres mujeres con las que convive el príncipe Gurdjieff. Con la única que no ha tenido hijos es la española Patricia Aguilar.

Las tres mujeres con las que convive el príncipe Gurdjieff. Con la única que no ha tenido hijos es la española Patricia Aguilar.

Ese príncipe habla del fin del mundo, de intrigas y de delirios. Siempre tiene una respuesta ante las dudas que le planteen, aunque tenga que recurrir a argumentos interplanetarios o desvaríos basados en planteamientos religiosos. Patricia Aguilar, a sus 16 años y tras la muerte de un ser querido [su tío José Manuel, de 29 años y un hermano para ella, murió víctima de una pancreatitis], no tenía respuesta a su existencia. Vacía y tras un proceso que se prolongó durante varios meses, cayó en las redes del líder de la secta gnóstica.

Así, el 7 de enero del pasado año, con 18 años recién cumplidos, abandonó su casa de Elche y, según ha podido saber la familia, cogió un tren rumbo a Murcia. Es un misterio lo que hizo allí. Posiblemente, se encontró con alguien para ultimar los detalles de su viaje.

El 8 de enero, Patricia regresó a Alicante y, desde allí, cogió un avión rumbo a Madrid. En la capital, casi a medianoche, tomó un vuelo rumbo a Lima. Aquel episodio coincidió con la desaparición de 6.000 euros en el domicilio familiar de los Aguilar.

El "embustero" Manrique

No sería erróneo decir que, desde entonces, ya no existe Patricia. Quizá otra chica, con el mismo nombre y los mismos rasgos físicos, pero con un alma distinta, al servicio de la secta gnóstica que la captó. Ahora, la familia de la joven lanza un grito de auxilio: “Tememos por su propia vida”.

Quién les iba a decir hace un año que su existencia giraría en torno a un nombre que ahora les representa un infierno: "El Príncipe Gurdjieff es, en realidad, Félix Steven Manrique, un hombre con mucha altanería, un embustero que es capaz de engañar con sus palabras", apunta Noelia Bru, prima de Patricia.

Félix Steven Manrique y Patricia Aguilar en el aeropuerto de Chile, el pasado 18 de marzo.

Félix Steven Manrique y Patricia Aguilar en el aeropuerto de Chile, el pasado 18 de marzo.

Manrique, como contó EL ESPAÑOL, es un ciudadano peruano, que se presenta a sí mismo como máximo representante de la ONG Acoracom. Bru advierte: "Tras esa organización no hay nada, la sede en la que se ubica es un edificio vacío y a la venta".

De acuerdo a las pesquisas de la familia Aguilar, Félix Steven Manrique tendría tres esposas, y una de ellas sería la joven Patricia. "Estamos muy preocupados -cuenta su padre, Alberto-. Desde el pasado mes de julio no tenemos noticias de ella, no sabemos cómo se encuentra. En esas fechas, alguien nos mandó una foto de Patricia frente al consulado español en Lima. Tenía unas ojeras tremendas y bajo el brazo tenía una barra de pan. ¡Se la habían comprado porque no tenía qué comer!".

Ante esta situación extrema, los Aguilar advierten que otras chicas españolas podrían seguir los mismos pasos que Patricia: un futuro incierto en Perú que se viste de tintes apocalípticos en "una secta destructiva".

Parte de la denuncia presentada por la familia Aguilar, redactada por la abogada Maite Rojas de SOS Desaparecidos.

Parte de la denuncia presentada por la familia Aguilar, redactada por la abogada Maite Rojas de SOS Desaparecidos.