Joaquín B. (c), exprofesor de gimnasia del colegio de los Maristas de Les Corts acusado de abusos sexuales.

Joaquín B. (c), exprofesor de gimnasia del colegio de los Maristas de Les Corts acusado de abusos sexuales. Quique García Efe

España Pederastia en Barcelona

Los abusos silenciados en los Maristas en ocho momentos

Hay de momento ocho profesores acusados y docenas de denuncias contra dos centros de la orden

8 marzo, 2016 02:08

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“Pido perdón, de rodillas si es necesario”, afirmó con la cara cubierta Joaquín Benítez ante las cámaras, un día después de que saliera a la luz el caso de los abusos sistemáticos y silenciados a niños en la escuela Sants-Les Corts de los Maristas de Barcelona. La historia se desveló el 4 de febrero, cuando el padre de un ex alumno del centro empezó a tirar del hilo tras la revelación de su hijo, que le reconoció que fue agredido sexualmente por su maestro de gimnasia. Su hijo no estaba deprimido por sufrir bullying como sospechaba.

El padre empezó su cruzada particular: colgó carteles para destapar los hechos, y creó la cuenta de correo abusosenmaristas@gmail.com para averiguar si había más casos. Varios padres le respondieron con relatos calcados al de su hijo: el maestro hacía tocamientos a sus alumnos, siempre niños, que podían terminar en felaciones o masturbaciones. El padre logró que cuatro ex alumnos contaron a la policía lo que ocurrió en dicho colegio.

El primer maestro inculpado ejerció en el centro desde 1984 hasta 2011. En su último curso, el padre de un alumno advirtió a la dirección del centro de que había abusado de su hijo, y Benítez lo reconoció. Fue despedido, los Maristas denunciaron a la Fiscalía de Menores los hechos, pero la denuncia no prosperó porqué la víctima se negó a declarar. Al abandonar su cargo y archivarse el proceso, la causa quedó en el olvido. Así hubiera quedado el asunto si el padre que impulsó la reciente denuncia no hubiera movido ficha.

Los tocamientos surgieron a raíz de un dolor de espalda del alumno. El docente lo tumbó en una camilla para examinarle. “Al rato, empezó a masajearme y tocarme los genitales y todo el cuerpo”, declaró el denunciante, que se quedó paralizado sin saber cómo reaccionar. Se sentía intimidado, porqué el profesor “era mucho más grande”, y no opuso resistencia. El docente lo desnudaba al completo, le realizaba felaciones y le besaba con lengua, según afirmó el ex alumno.

La confesión de Benítez, el primer paso

Dos reporteros de El Periódico se plantaron en un pequeño poblado cercano a Girona, donde Benítez vivía. “Pensé que todo esto se sabría antes, que no tardarían tanto”, espetó ante la visita sorpresa de los periodistas. Esgrimió que “en los últimos cuatro años he pasado cuentas con Dios, me he limpiado ante él, y ahora sé que tengo que hacerlo ante la gente”.

El propio Benítez reconoció que los Maristas –con los que llegó a un acuerdo para marcharse de la escuela- hicieron todo lo posible “para que todo esto no trascendiera”. El ex maestro de gimnasia confesó que “fue educado en el catolicismo más estricto, y estuve interno 16 años en un colegio con chicos donde tuve algunas experiencias sexuales”. Al responder las preguntas, el acusado era consciente de que acabaría entre rejas: “¿No sabrá usted cuantos años me podrían caer?”, preguntó a uno de los reporteros.

Benítez fue llamado a juicio. Reconoció los delitos ante el juez, que le dejó en libertad provisional con cargos. Le prohibió salir de España, comparecer semanalmente en los juzgados y le vetó de participar en actividades educativas o culturales con menores. El padre que levantó el caso se mostró indignado ante la resolución: “Soy incapaz de entenderlo”.

Sin impedimentos para trabajar de monitor

El colegio Maristas Sants-Les Corts informó que en 2011 interpuso una denuncia contra Benítez tras oír el relato incriminatorio de un padre. El centro se dirigió a la Fiscalía de Menores, en lugar de ir a los Mossos d’Esquadra o al juzgado de guardia. A la fiscalía de menores sólo pueden recurrir los padres y, como éstos no denunciaron, el proceso fue archivado.

Así, el pederasta logró disfrutar del retiro trabajando como monitor en diversos pueblos de Girona. Ni la justicia ni la dirección del centro se lo impidieron. “Su currículo era impecable y en ningún momento se nos informó de los hechos que había cometido ese monstruo”, explicó Àlex Terés, gerente del Consell Esportiu de l’Alt Empordà, organismo que le contrató durante dos temporadas. Lamentaron la ausencia de filtros para comprobar a qué tipo de personal contrataban para trabajar con jóvenes.

Nuevas denuncias

La causa del padre que tiró del hilo surtió efecto: se inició un reguero incesante de confesiones. La madre de varios hermanos que estudiaron en los Maristas comentó que “era un secreto a voces”. Añadió que la dirección del colegio, como numerosas familias, sabían lo que ocurría: “Podrían hablar y no lo hacen”.

El 7 de febrero se recogieron cuatro denuncias más, pero el propio Benítez reconoció que podrían ser más. Uno de las víctimas reconoció que fue maltratado en 1986, cuando Benítez lo llevó a su despacho para “hacer un estudio de anatomía”. Abusó de él, e incluso arrastró sus genitales por la espalda del muchacho.

Más agresores en el colegio

Jordi Navarro (58 años) estudió en la delegación de los Maristas en el barrio de Sants. Afirmó que el profesor V. L. solía dar clases con un alumno sentado en su regazo. En esa postura, la mesa ocultaba lo que hacía con sus manos. Cuando a Navarro le tocaba subir a la pizarra, “observaba que el maestro tenía siempre las manos dentro del uniforme del niño, sobre sus genitales”. La víctima contó que a esa edad uno desconoce lo que está pasando, y que “en plena dictadura no cabían esas acusaciones y menos contra los curas”.

Poco después apareció otro maestro agresor, que en lugar de actuar en el recinto escolar lo hacía durante los campamentos que organizaba la escuela en vacaciones. Éste se hacía valer de otras tácticas, como los juegos de magia: “Simulaba hacer trucos y quería que buscara cosas que él escondía dentro de sus calzoncillos”, detalló otra víctima de abusos.

Mientras, el colegio seguía sin mojarse. Simplemente, emitió un comunicado expresando su “solidaridad y apoyo” a las personas afectadas, a la vez que mostraba su disposición a esclarecer el asunto. En ningún caso, asumía responsabilidades.

Benítez, en libertad

El lunes 8 de febrero la Fiscalía de Barcelona decidió no recurrir la decisión del juez de dejar en libertad provisional a Joaquín Benítez. Mientras tanto, el día siguiente los Mossos anunciaron que habían detenido a un monitor de “unos 30 años” por presuntamente haber abusado de cinco menores. El Juzgado de Instrucción número 33 de Barcelona –en funciones de guardia-, decretó también libertad provisional para el acusado.

Días después, salió a la luz la identidad de otro culpable de abusar de alumnos de los Maristas, A.F. Ya había sido denunciado por otro ex alumno en 1997, pero el juez archivó el caso porqué el supuesto delito ya había prescrito. Pese a que el inculpado denunció que era un chantaje –“por algún motivo que desconozco quieren hacerme daño”-, los testimonios de sus víctimas son estremecedores.

J. confesó que le violó más de 50 veces, “pero podrían ser más”. Su acoso duró más de 6 años, a veces en los campamentos y otras en una mesa de madera grande que tenía en su sala de informática en el sótano. “En cuanto se iban los demás, me obligaba a practicarle felaciones y eyaculaba encima de mi cuerpo”, dijo en su testimonio. “Lo peor es que la escuela lo sabía, lo sabían todos. A.F. se sentía protegido por la institución”, añadió.

La propia Generalitat acusó a los Maristas de saltarse el protocolo y callar ante los abusos, al haberse saltado un protocolo acordado por ambas instituciones para alertar ante casos de maltrato infantil. Ni siquiera notificaron lo ocurrido en 2011, cuando la propia escuela presentó denuncia ante la Fiscalía de menores contra Joaquín Benítez. La Conselleria de Educación desmintió al propio director del centro, Raimon Novell, que afirmó desconocer la existencia de dicho protocolo.

La causa contra el subdirector, archivada

F.M., subdirector del centro de los Maristas en Sants-Les Corts, fue apartado de sus funciones el 11 de febrero tras ser incluido por la policía autonómica en las investigaciones por abusos. Fuentes policiales declararon que había en la comisaría “un goteo constante” de víctimas que venían a confesar. Una de ellas dijo que el subdirector “te agarraba por detrás y te apretaba los pezones”. Pese a los testimonios recogidos que inculpaban al subdirector, la Fiscalía de Barcelona dictaminó que los delitos ya habían prescrito y, por tanto, la causa contra él quedó archivada.

La causa judicial apuntaba las continuas obstrucciones por parte de los Maristas a la investigación. El director del colegio de Sants-Les Corts, Francesc Xavier Giné, se negó a facilitar a los Mossos ningún dato sobre el profesor de gimnasia Joaquín Benítez, pese a que había confesado los abusos. La magistrada tampoco obligó a la dirección del centro a facilitar la información que requerían los investigadores.

La policía advirtió de que existía riesgo de fuga de Benítez por la cantidad de víctimas que denunciaron los hechos, que supondrían una importante cantidad de años de prisión. Pese a la advertencia de la policía, el juez le dejó en libertad el 6 de febrero. El vicario provisional de los Maristas, Pere Francesc Ferré Jordà, ocultó ante la fiscalía de menores que Benítez había confesado ante la dirección del centro que abusó de un alumno y que por ello abandonó su cargo.

Tres nuevos testimonios en otro centro

La sede de los Maristas de la Inmaculada, en el distrito del Eixample, también fue escenario de abusos por parte de maestros. Tres nuevos testimonios revelaron que fueron víctimas de tocamientos en el centro. El padre de una de ellas lo reveló a la dirección del colegio, pero no se tomaron medidas al respecto. En otra ocasión, el colegio aceptó la denuncia y apartó al docente de su cargo a cambio de que la familia no lo denunciara a la policía. El acusado confesó que metió mano a sus pupilos: “Puede ser, a alguno puede ser, cuando venían a mi mesa a consultar. Por eso me fui. Yo lo dejé todo”, afirmó.

El 29 de febrero, el primer acusado Joaquín Benítez fue sometido a un estudio forense. “No sé nada, no recuerdo”, dijo. Ya acumulaba una veintena de denuncias en su contra, y los médicos forenses se mostraban preocupados por la posibilidad de que se suicidara. Aun así, el informe destacaba que Benítez no estaba enfermo ni sufría trastorno o patología psíquica.

Intentos de alejar a la prensa

Los Maristas estaban superados por la dimensión del escándalo. Pretendían silenciar a la prensa, que desvelaba uno tras otro los abusos cometidos impunemente. En un comunicado emitido el 29 de febrero, tildaron de “circo mediático” las informaciones periodísticas que destaparon el caso. “Exigimos que se deje en manos de los profesionales la gestión de cualquier abuso a los niños y rechazamos que alguien quiera asumir papeles que no le corresponden”, espetó la institución. Entonces, ya se contabilizaban 30 denuncias contra seis profesores y un monitor de la red de escuelas de los Maristas.

Pese a las peticiones de silencio, el séptimo acusado, A. B. (54 años) –que impartió clases en Sants-Les Corts, La Inmaculada y El Eixample-, habló con la prensa: “tan solo eran caricias”, justificó. A medida que se acumulaban las quejas contra él, la dirección de los Maristas se limitó a cambiarlo de centro. Jamás lo denunciaron ni le apartaron de las aulas. El acusado llevaba a sus víctimas a una habitación, les bajaba los pantalones “hasta los tobillos” y les tocaba los genitales.

A A. F., el tercer acusado que confesó los hechos acontecidos en la década de los 80, sus víctimas lo describen como “un monstruo”. Era el “rey de la escuela” y el maestro más admirado por el alumnado. A día de hoy, ascienden a 8 los maestros de los Maristas denunciados por abusos sexuales, con más de 35 denuncias que dan fe de las atrocidades cometidas impunemente en los centros de la orden.