El dueño de Vitaldent, Ernesto Colman, detenido en un coche policial.

El dueño de Vitaldent, Ernesto Colman, detenido en un coche policial. Roberto Cárdenas

España OPERACIÓN TOPOLINO

La gente de Colman tenía un “botón del pánico” para hacer desaparecer la contabilidad

El dueño de Vitaldent abrió dos cuentas en el Credit Suisse que le permitía ingresar todo el dinero negro en su sucursal española.

17 febrero, 2016 02:27

Ernesto Colman tenía montada una auténtica maquinaria para ocultar el dinero negro. El mecanismo era el siguiente. Exigía a las clínicas y franquiciados el 10% del dinero generado, lo que llegó a convertirse en un precio fijo estipulado de 10.000 euros al mes, que personas de su confianza pasaban a recoger mensualmente, entre ellos su exsuegro Miguel García. Después, montaban operativas para sacar el dinero al extranjero de distintas maneras.

De esta forma, Colman montó un mecanismo informático que permitía hacer desaparecer la contabilidad registrada en los servicios, conocido como el “botón del pánico” desde cualquier lugar. A este dispositivo tenían acceso el propio Colman, así como el director financiero Fernando Solís y el director general de Clínicas Vitaldent, Ó. S., según consta en un documento al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL.

Su intención con esta contabilidad paralela, junto a la creación de numerosas sociedades todas vinculadas entre sí, era diluir el impuesto de sociedades y establecer un cortafuego ante cualquier problema que surgiera. El dueño de Vitaldent podría haber cometido, de manera indiciaria, delitos de organización criminal, contra la Hacienda Pública, falsedad documental, blanqueo de capitales, estafa y apropiación indebida.

Para ello, montó empresas utilizadas para facturar de manera ficticia con la finalidad de minorar el pago de impuestos y expatriar capitales hacia países de la zona euro, así como abrir empresas para ponerlas como propietarias de bienes muebles e inmuebles como Laboratorios Lucas Nicolás, Antonio Thomas Price, Panuco Invers, Mas Kballos o Mongarri Country Club, entre otras.

Para controlar toda la contabilidad b generada, Colman y las personas de su máxima confianza habría creado un sistema informático 'ad hoc' para reflejar ambas contabilidades. El dinero exigido en b lo recogían físicamente en la clínicas, para guardarlo y desviarlo posteriormente a otras jurisdicciones como Suiza.

Pillaron a su suegro con 130.000 euros en Andorra

Las recogidas de dinero B habrían sido encargadas por Colman a personas de su confianza como su exsuegro. Éste abría sido interceptado en la frontera de Andorra en noviembre de 2012 cuando intentaba sacar dinero en efectivo, concretamente, los agentes le aprehendieron con 130.000 euros sin declaración previa.

Todo el sistema de cobro de dinero negro habría generado tal cantidad de dinero en metálico que, según la investigación, habría originado la apertura de varias cajas de seguridad en distintas entidades financieras que finalmente resultaron insuficientes para absorber todo el efectivo generado. Así, Colman tuvo que abrir dos cuentas en una sucursal de Credit Suisse en Ginebra (Suiza), lo que le posibilitó entregar el efectivo en las oficinas del esta entidad bancaria en España para la anotación en sus posiciones suizas.

Modelo abusivo

La estructura societaria y de franquicias creada por Colman, daría lugar, según los investigadores, a un modelo abusivo que buscaría el enriquecimiento de la organización a través de diferentes vías. Por un lado, los sobrecostes en las obras de acondicionamiento de los locales, la compra de material informático y software para la gestión de las clínicas, arrendamientos de locales en los que se establecen las clínicas, y proveedores y laboratorios. Según parece en la causa, se obligaría a los franquiciados a comprar a determinados proveedores y a diferencia de lo publicitado, los beneficios o descuentos que obtenía la marca no redundaban en los franquiciados sino que, al verse obligados ellos también a pagar un canon del 11%, se traducía en un incremento del precio para los franquiciados y, en el caso de las prótesis, en una disminución de su calidad.

Por otro lado, el canon anual que pagaban los franquiciados por publicidad (5% del bruto) no se aplicaba a estos fines sino que se destinaría a otros fines. Las otras vías de enriquecimiento sería la formación de personal para las clínicas, la inversión inmobiliaria, la financiación a los franquiciados (para instalación y montaje de clínicas) y la creación de una contabilidad B.