Rajoy se niega a estrechar la mano de Sánchez.

Rajoy se niega a estrechar la mano de Sánchez. EFE

España INVESTIDURA

Rajoy enseña el camino a nuevas elecciones con su desprecio a Sánchez

El líder del PP sigue apostando por un Gobierno tripartito abanderado por su formación. 

12 febrero, 2016 22:03

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Era la reunión más esperada de las últimas semanas, pero acabó siendo un encuentro donde se habló mucho de Reino Unido pero ni una sola palabra sobre corrupción, cuando hace tan solo unas horas que la Guardia Civil registró la sede del Partido Popular de Madrid. Mariano Rajoy y Pedro Sánchez han mantenido una reunión este viernes por la tarde en el Congreso de los Diputados en la que no se han puesto de acuerdo en nada y en la que no se ha hablado sobre cómo avanzan las negociaciones del líder socialista en su intento de formar Gobierno. “Ni me lo ha contado ni tampoco yo se lo he preguntado”, respondía un Mariano Rajoy enrocado en su posición de que el Partido Popular ha ganado las elecciones. “Lo más razonable, lo más sensato y lo mejor para España es un Gobierno formado por el PP, el PSOE y Ciudadanos”, insistía el líder del PP. La conclusión fue que se reunían dos líderes que luchaban por un mismo destino.

Así le negó el saludo Rajoy a Sánchez

En lo que muchos entendieron como un intercambio de papeles donde Sánchez hacía de presidente y Rajoy de líder de la oposición, el tono conciliador tras la reunión lo puso Sánchez, que dijo públicamente que la reunión había sido “útil”. El secretario general del PSOE no quiso hacer más sangre sobre la fotografía que corrió como la pólvora al inicio de la reunión, en la que se ve él mismo intentando estrechar la mano del presidente del Gobierno en funciones, que justo aprovechó ese momento para abrocharse la chaqueta. “Se despistó con una cámara, en privado nos la estrechamos”, le justificó el socialista. Pero una foto siempre ha valido más que mil palabras. El desaire público que le hizo Rajoy muestra el único camino hacia el que conduce esta situación: unas nuevas elecciones, ya que para que Sánchez gobierne necesita la abstención del PP si reniega del apoyo de los independentistas. Un respaldo que el PP niega por activa y por pasiva.

Al margen del detalle que evidencian el pésimo momento personal que atraviesan tanto Pedro Sánchez como Mariano Rajoy, en la reunión no se adelantó ningún tema ni hubo ninguna sorpresa. El líder del PP capeó como pudo las preguntas de los periodistas acerca de los nuevos casos de corrupción que asolan su partido. Sin mencionar explícitamente la palabra corrupción, ni quiso comentar si ha hablado con Rita Barberá ni echó más leña al fuego sobre Esperanza Aguirre y se atrevió a decir que no se siente acorralado por la corrupción, el asunto que le está todavía complicando mucho más cerrar su deseado acuerdo con PSOE y Ciudadanos.

Por su parte, Pedro Sánchez recriminó al PP que haya puesto en marcha una "campaña del miedo" para intentar frenar sus aspiraciones y reconoció que "lo importante" es que los dos principales partidos se "entienda y encuentren puntos en común" en asuntos de Estado tan importantes como el terrorismo y la unidad territorial. Sobre los acuerdos de investidura, "ni se lo he planteado".

Rajoy volvió a defender su “victoria” en las urnas y remarcó que todas sus fuerzas se van a destinar en convencer al PSOE para que facilite que “la lista más votada gobierne. Porque es lo democrático. Yo mantengo mi posición y vamos a ver cómo evolucionan los acontecimientos. Porque esa opción todavía no la descarto”. Pero en este punto, Pedro Sánchez también se enroca: "Queremos un gobierno de cambio. Queremos la regeneración del PP, sí, pero en la oposición. Es un partido que se tiene que limpiar". Por su parte, Rajoy dijo no arrepentirse de haberle dicho 'no' al Rey para presentarse él a la sesión de investidura primero y advirtió de que “no descarto presentarme” si se estrella Pedro Sánchez.

Escoltado por su círculo más cercano

Los dos candidatos han acordado mantener pactos de Estado sobre la unidad de España y la lucha contra el terrorismo pase lo que pase en la sesión de investidura. Pero llama la atención que en su breve encuentro tampoco hayan dedicado un momento a hablar sobre la delicada situación que atraviesa Cataluña. “Sobre Cataluña no hemos hablado hoy”, reconoció el líder del PP, que salió escoltado para pasar el mal trago por su equipo más cercano: la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría; su jefe de Gabinete, Jorge Moragas; el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, y la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez de Castro. En el bando socialista, Sánchez también estuvo acompañado de su núcleo duro: el secretario de Organización, César Luena, y el portavoz, Antonio Hernando.

Si Rajoy no preguntó a Sánchez sobre cómo avanza sus negociaciones, el socialista tampoco comentó nada sobre el documento con cinco propuestas de pactos de Estado que el del PP trasladó el jueves a Rivera y al PSOE. Como si la formación de un Gobierno no fuera importante, Rajoy y Sánchez consumieron casi todo el tiempo de su reunión hablando de la posición que España mantendrá en el Consejo Europeo que se celebrará la semana que viene. Una muestra más del distanciamiento que hay entre los principales líderes del país. A la espera de la comparecencia del ministro de Asuntos Exteriores en la Comisión del Congreso el día 17, Rajoy ha pedido a Sánchez una sola cosa: “El presidente del Gobierno no puede ir a una reunión con un mandato cerrado, porque entonces no puede hablar”. Por eso le ha pedido un margen de flexibilidad para poder tomar “las decisiones que correspondan”.

Discrepancias hasta por dónde hacer la comparecencia

Por no ponerse, no se pusieron ni siquiera de acuerdo en dónde hacer la comparecencia de prensa, y al final las hicieron en dos salas diferentes. Rajoy, en la sala del escritorio junto al Hemiciclo. Sánchez, en la misma sala de prensa que utilizan todos los líderes políticos en estas conversaciones. La única razón que ofrecen desde el equipo del líder del PP es que él es "el presidente del Gobierno en funciones". Un agravio comparativo que no ha gustado a los socialistas: "Éste no se ha enterado aún que el candidato a intentar formar gobierno no es él". Las posiciones, lejos de acercarse, cada día están más alejadas.