Tansy E. Hoskins, autora del 'Manual anticapitalista de la moda'.

Tansy E. Hoskins, autora del 'Manual anticapitalista de la moda'. Cedida Capitán Swing

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Las claves de la gurú del textil Tansy Hoskins para "escapar de la explotación laboral y medioambiental" en la moda

En su 'Manual anticapitalista de la moda', la periodista británica deshilacha el tapiz sobre el que se construye la industria actual.

Más información: Las nuevas normativas para la moda europea que se aplicarán este 2025: ¿utopía o realidad para la industria?

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La moda es política. Esa es la primera conclusión a la que se llega al leer el último libro de la periodista británica experta en el sector, Tansy E. Hoskins. Vive rodeada de maniquís, retales, costureros y perchas desde 2011, cuando empezó a interesarse por la industria textil.

Desde entonces, y poco a poco, ha ido convirtiéndose en una de las caras más reconocibles del periodismo más crítico con un sector que mueve alrededor de 1,9 billones de euros anuales.

Con Manual anticapitalista de la moda (Capitán Swing, 2025), Hoskins habla de la ropa como la historia de la desigualdad, el racismo y la crisis climática que la sustentan. El libro, dice en sus propias páginas, es posible porque cree que "la moda es gloriosa y cautivadora, así como exasperante y terrible".

Escribe que "las creaciones de la industria de la moda son inspiradoras e impresionantes". Toda una "manifestación artística" digna de celebrar. Sin embargo, eso no le imposibilita darse cuenta del halo de negatividad que la rodea.

"Las terribles condiciones de trabajo, la destrucción medioambiental, los trastornos alimentarios que he observado combatir a mis amigas, el racismo que promueve la moda, el desprecio por uno mismo y ese agujero negro de necesidad que existe y que no se puede llenar por mucho que compres", puntualiza.

La portada del libro de Hoskins.

La portada del libro de Hoskins.

La periodista británica apunta, además, a una cuestión que se le antoja imperativa: "No hay ningún modo de escribir sobre impacto medioambiental de la moda sin escribir acerca del impacto de las fábricas sobre las personas que trabajan en ellas".

"Explotación colonial"

Hoskins reflexiona sobre el papel de los medios de comunicación en la industria de la moda. También sobre la ciencia que encontramos detrás de las compras, lo que nos hace consumir de manera desaforada y obsesiva. Y como esta se muestra como una "vía de escape para el dolor emocional".

Un "compro para sentirme mejor", para llenar un vacío que, en demasiadas ocasiones, tiene raíces profundas que se cementan en la salud mental de quien adquiere un producto (o varios).

Pero la periodista británica toma aliento para hablar de la globalización del sector textil que ha derivado en la archiconocida deslocalización. Y pone la lupa sobre el desastre del Rana Plaza, aquel colapso de una fábrica textil en 2013 que le costó la vida a 1.134 personas.

La tragedia de Bangladés, dice Hoskins, es una de las "más recientes iteraciones de la explotación colonial" que se ha venido observando en el sudeste asiático desde el siglo XIX.

Esta, insiste, "viene respaldada por sistemas financieros globales profundamente desiguales". Hoskins señala hacia las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial como culpables de que, por ejemplo, Bangladés "abandonara sus sueños de autosuficiencia".

A cambio, alerta, entró "en un callejón sin salida de la economía global como fuente de mano de obra intensiva y extremadamente mal pagada". Así, dice, se alimenta a la industria de la moda mundial.

Pero no solo eso: la violencia está intrínsecamente relacionada con el sector, dice Hoskins. El del Rana Plaza fue un desastre relacionado con la inseguridad física, pero los empleados de Bangladés —y todos los lugares donde está deslocalizada la industria— viven rodeados de esta: la pobreza, la desigualdad y la escasez de derechos laborales son sus causas.

Una trabajadora en Sham Shun Po Fabric Market.

Una trabajadora en Sham Shun Po Fabric Market. iStock

A pesar de ser "tediosos, peligrosos, extremadamente mal pagados y profundamente explotadores", las fábricas textiles conforman "la base de la supervivencia para 60 millones de personas en todo el mundo", según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Precisamente por eso, reivindica Hoskins, "trabajar por la reforma de la industria sigue siendo vital".

Reformar la moda

La ropa, escribe Hoskins, "se nos presenta como una cuestión de elección individual". Sin embargo, comprar algo fabricado en Bangladés o en Europa no depende únicamente de quien decide (o necesita) realizar la compra en cuestión.

Tiene, dice la autora, mucho más que ver con la clase. Si puedes permitirte gastarte X dinero en un producto, acudirás a quien fabrica local. Si no dispones de esa capacidad económica, irás a Primark y "te sentirás culpable y avergonzada por hacerlo".

Sin embargo, Hoskins recuerda que cambiar y reformar la industria de la moda no tiene que ver con elecciones personales. "No se puede escapar de la explotación laboral ni de la devastación medioambiental a través de una ruta individual", escribe.

Y lo explica: "Nos debemos despojar de la mentalidad neoliberal que impregna la industria de la moda porque es un sinsentido peligroso. […] Somos capaces de actuar a nivel individual y es preciso reducir nuestra huella de carbono, pero debemos hacer frente a los desafíos que se alzan ante nosotros y nosotras colectivamente".