El turismo de montaña está viviendo una etapa de transformación muy prometedora. Las estaciones de esquí están impulsando un modelo innovador y sostenible, completamente alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

En Europa, ya un 58% de los centros invernales han implementado iniciativas de sostenibilidad como eficiencia energética, reducción de residuos y conservación ambiental, según la Federación Internacional de Esquí.

Además, un 12% mide activamente su huella de carbono, y un 15% se ha fijado objetivos concretos para reducir las emisiones.

Esta transformación cuenta con el respaldo de políticas europeas clave como el Pacto Verde Europeo y la iniciativa de la Comisión Europea Transition Pathways for Sustainable Tourism, que promueven destinos resilientes, neutros en carbono y diversificados a lo largo del año.

Esta transición implica repensar el funcionamiento de las estaciones en todos sus ámbitos: desde la energía hasta el uso del agua.

En nuestro caso ya operamos con electricidad de origen 100% renovable y estamos sustituyendo progresivamente combustibles fósiles, como el propano, por alternativas como el biopropano, capaz de reducir hasta un 80% las emisiones asociadas.

También hemos incorporado combustibles renovables en la maquinaria y modernizado las instalaciones para optimizar consumos.

El agua, recurso clave en la producción de nieve, ocupa un lugar central en esta transformación. A diferencia de otros usos intensivos, el agua empleada en la innivación no se consume, sino que se reutiliza de forma natural.

Se transforma en nieve, cubre las pistas y, al derretirse, regresa al suelo y a los acuíferos, completando así el ciclo hidrológico sin pérdida real del recurso.

Para ello, ya se emplean tecnologías avanzadas como el sistema LIDAR, que permite medir en tiempo real el espesor de nieve y ajustar la producción a las necesidades reales del terreno, junto con infraestructuras como balsas de acumulación por gravedad, que permiten optimizar tanto el uso hídrico como el energético.

A esto se suman estrategias de economía circular, como la eliminación de envases de un solo uso o el reciclaje de equipamiento deportivo, con el objetivo de reducir residuos y preservar un entorno de gran valor ecológico.

Otro de los retos de la transformación sostenible es reducir la dependencia del invierno, apostando por diversificar la oferta y prolongar el uso de las instalaciones durante todo el año.

Cada vez son más las estaciones que, como las nuestras, apuestan por actividades estivales como el senderismo guiado, los circuitos de bicicleta de montaña o programas educativos para escolares que fomentan el respeto por el entorno.

Estas iniciativas, además de atraer visitantes fuera de temporada, generan empleo estable en los valles y transmiten el valor ecológico de la montaña.

El sector tiene ante sí la oportunidad de convertirse en un referente en innovación ambiental. El uso de tecnologías aplicadas a la sostenibilidad avanza con rapidez en muchas estaciones, tal y como demuestran las papeleras inteligentes que compactan los residuos.

Reducen en un 75% las emisiones derivadas de su transporte, el uso de sistemas fotovoltaicos que permiten el autoconsumo energético en temporada baja o la integración de criterios ambientales en las licitaciones públicas.

Este enfoque va más allá de la gestión interna. La formación en sostenibilidad de empleados, proveedores y hostelería local, junto con la restauración ambiental de zonas degradadas, refuerza la idea de que la montaña es un activo compartido.

A medida que las estaciones transforman su modelo, pueden convertirse en auténticos laboratorios vivos de soluciones replicables en otros destinos turísticos europeos.

Alineándonos con el ODS 13 (Acción por el Clima) y el Pacto Verde Europeo para lograr la neutralidad de carbono –en el caso de Aramón ya fijado para 2027–, conseguiremos transformar la montaña en un destino activo los 365 días del año, capaz de contribuir al desarrollo socioeconómico de las comunidades locales sin comprometer el medio ambiente.

En definitiva, si el sector de la nieve logra cumplir estos hitos, no solo garantizará su viabilidad futura, sino que se convertirá en un referente de cómo la adaptación y la innovación pueden ir de la mano para hacer frente a la crisis climática global.

*** Antonio Gericó es presidente ejecutivo del Grupo Aramón.