Rosana Perán, vicepresidenta de Pikolinos.

Rosana Perán, vicepresidenta de Pikolinos.

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Rosana Perán (Pikolinos): “Antes la mujer cosía y el hombre vendía"

Hablamos con la vicepresidenta de Pikolinos sobre los retos que supone encabezar el sector del calzado en nuestro país.

14 febrero, 2023 02:08

Que las mujeres lideran la industria del calzado es una realidad. En España, desde el pasado mayo, Rosana Perán, vicepresidenta de Pikolinos, fue elegida como presidenta de la Federación Nacional de Industria del Calzado (FICE). Eso por parte del sector del calzado 'made in Spain'. También el pasado año, en el 'made in Italy', nombraron a otra mujer, Giovanna Ceolini, como presidenta de la patronal del calzado.

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Da la impresión de que Perán se forjó como líder desde niña. De sus primeros recuerdos, destaca “mi época como gimnasta, de mucho sacrificio y esfuerzo, pero de los que obtuve grandes aprendizajes. También los muchos días que mi padre estaba fuera, de viajes de trabajo, y cómo las empresas necesitan en ocasiones de esos sacrificios personales. Tuve una infancia muy feliz, la verdad, no cambiaría nada, ni eché nada de menos, bueno, quizás algo más de tiempo con mi padre”.

Su padre, Juan Perán, que comenzó trabajando de niño como pastor de ganado, fundó Pikolinos, empresa referente en el sector del calzado que hoy factura más de 100 millones anuales y exporta a más de 60 países. En 2016 se jubiló. Lo relevaron sus tres hijos: Juan, como presidente, Rosana, como vicepresidenta, y la menor, Carolina, como directora de marca.

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En nuestro país, la presencia femenina a cargo de reconocidas firmas es algo ya habitual. Sara Navarro, Cristina Castañer, Esperanza Navarro en Gioseppo, Chie Mihara o Sara Gil, CEO de la firma de zapatos alicantina Paco Gil, cuyos zapatos eligió la infanta Sofía para los pasados Premios Princesa de Asturias… También Marian Cano es la presidenta de la poderosa Asociación Valenciana de Empresarios del Calzado (Avecal).

“Es cierto que las mujeres, finalmente, nos estamos haciendo hueco en el sector del calzado internacional. Hasta hace unos años, la mujer cosía, pero era paradójico que los vendedores, los modelistas, los propietarios de marcas eran hombres, cuando las mujeres éramos las principales consumidoras de calzado”, reflexiona Rosario Perán, que reclama igualdad, pero también visibilidad para un sector al alza que, sin embargo, no encuentra mano de obra con facilidad.

Quizá por eso, señala que “no planteé mi candidatura a FICE en términos de género”. Su mayor preocupación en estos momentos es que “en nuestro sector, el del calzado, estamos sufriendo una carencia muy grande de relevo generacional. Las empresas no encontramos trabajadores de ningún género o raza”. Por eso, hacer atractivo el sector, es uno de sus objetivos. Para ello, quizá habría que mejorar sustancialmente las condiciones de las personas que trabajan en esta industria.

Por ejemplo, las de las aparadoras, trabajadoras que preparan y cosen las piezas del calzado, y que se quejan de condiciones laborales precarias, horarios interminables, y un trabajo poco valorado. Sobre ello, la presidenta de FICE admite que “hay mucho que decir” y subraya que “en España, el calzado no se paga al precio que se debería pagar. Los mismos empleados encuentran caro el calzado. No hemos sabido dar valor a lo que realmente cuesta hacer un zapato”.

Aunque matiza su opinión sobre las condiciones de las aparadoras: “Hoy en día, no hay empresas que ofrezcan esas condiciones precarias que se comunican. Las empresas tienen constantes visitas de inspección laboral y los horarios también están regulados y muy controlados”.

Mientras trabaja para mejorar el presente, Perán mira al futuro con optimismo. “Algunas empresas ya disponen de realidad virtual, por ejemplo. Visitan ferias internacionales mostrando el proceso de fabricación como si el espectador estuviera en nuestras fábricas. Es impresionante ver sus reacciones y el valor que le dan al producto después”, comenta, sin olvidar que “hay mucho por hacer en términos de sostenibilidad, métodos, sistemas, productividad…”

En ese sentido, reconoce que le gustaría poder aportar al sector “todo lo que en Pikolinos hemos desarrollado todos estos años al sector, compartir nuestra experiencia, mejoras, errores, aciertos… Tenemos que avanzar en sostenibilidad, diseño, tecnología, igualdad y justicia social. Nos esperan años muy, muy, muy interesantes”.

¿De cuándo viene su historia, no sé si de amor o incluso pasión, con el calzado?

De pasión, sin duda. Porque o afrontas la vida con pasión o no podrás superar los muchos obstáculos que el destino va poniendo en tu camino. Mi historia comienza desde bien pequeña y gracias a mi padre. Él nos inculcó el amor por la empresa, por la importancia de las personas, de los detalles. Pasábamos nuestros veranos y muchos fines de semana acompañando a mi padre a su fábrica. Era como un juego, pero siempre sacábamos muchos aprendizajes. Desde muy pequeña supe que quería continuar con esa bonita historia de empresa y de familia.

Conocí a su padre en un viaje a Kenia, con el proyecto Pikolinos Maasai con la oenegé ADCAM. Me impresionó mucho él, lo recuerdo con admiración… ¿Qué ha aprendido de él?

Lo he aprendido todo de él. Aún a día de hoy sigo aprendiendo cosas. Mi padre es mi gran ejemplo porque demuestra como en la vida, como dije antes, la pasión el amor por lo que haces es gran parte del éxito. De entre sus lecciones, que son muchas, me quedo con su frase más repetida: “la unión hace la fuerza”. Mi padre ha sido un gran visionario en todo lo referente a la importancia de las personas en las empresas, para que pasen a ser de empresas a familias. La verdad es que estoy muy orgullosa de ser quien soy gracias a él.

Y, usted también forma parte de la Fundación Pikolinos. ¿Qué es lo que más le gusta de esa faceta?

Sin duda es de las partes más gratificantes de nuestro trabajo. Para mí es un honor poder colaborar en una fundación que lleva el nombre de mi padre y con la que se están haciendo grandes cosas, tanto en nuestro entorno más cercano, como a nivel nacional e internacional.

En Pikolinos, ¿empezó por abajo? ¿Cómo fue hasta llegar a vicepresidenta?

Una aventura dura y maravillosa. Agradezco muchísimo que mis padres nos hicieran conocer y entender todos los niveles de la empresa. Es importante. Si has escuchado a mi padre y sus anécdotas, nos hizo sudar nuestro aprendizaje, nuestra preparación. Mi padre nunca ha sido de ponernos todo en una bandeja de plata y yo, personalmente, se lo agradezco mucho.

Para poder incorporarnos a Pikolinos tuvimos que cumplir una serie de parámetros marcados en el protocolo familiar. Entre ellos, saber idiomas y haber trabajado en empresas externas. Eso nos da una visión muy importante para luego saber qué hacer y qué no hacer en tu propia empresa. A partir de ahí, escuchar mucho, mucho, y rodearte de un gran equipo humano.

Desde el pasado mayo, es presidenta de FICE. Y justo este año también han nombrado a otra mujer, Giovanna Ceolini, presidenta de la patronal italiana del calzado. ¿Cuál será su hoja de ruta, hay mucho de igualdad de género en ella?

Es cierto que las mujeres, finalmente, nos estamos haciendo hueco en el sector del calzado internacional. Hasta hace unos años, la mujer cosía, aparaba#, pero era paradójico que los vendedores, los modelistas, los propietarios de marcas eran hombres, cuando las mujeres éramos las principales consumidoras de calzado.

Quizás el mundo de la ropa ha ido más rápido en este aspecto, con diseñadoras y empresarias de ropa reconocidas por todo el mundo, y el calzado ha ido un paso más lento. Pero también es cierto que el calzado es una industria de muchísima tradición y mano de obra artesanal. Las principales firmas no se encuentran en grandes capitales de la moda. Los ritmos son diferentes.

El sector del calzado, aún y siendo productor y constante en la balanza industrial de los países, no tiene la misma visibilidad que la ropa. No podemos culpar a nadie más que a nosotros mismos de ello. Creo que Giovanna Ceolini desde Italia y nosotros desde FICE, vamos a dar el empuje necesario para hacer del sector calzado, un sector reconocido por su artesanía, sostenibilidad y aportación al tejido industrial de cada país.

Este año comenzó con crecimiento del sector del calzado, que ha recuperado los datos de exportaciones, empleo y producción prepandemia. ¿Ha vuelto ya la normalidad? ¿Qué balance haría de 2022?

Tal y como comentas, los números han sido positivos. El 2022 nos hacía falta tras la intensidad y la preocupación en la pandemia. Pero tiendo a ver el vaso medio lleno, más que medio vacío. Me gusta reflexionar sobre lo positivo que nos ha aportado el parón del Covid. Nuestro sector, debido a esa forzada ralentización, tuvo tiempo de actualizarse en tecnología, en digitalización, en herramientas de trabajo flexible, en valor añadido, en sostenibilidad… Entramos al 2022 con las herramientas mejoradas, con una visión renovada. Eso fue positivo y se ha sabido aprovechar.

¿Qué valor añadido supone el término 'made in Spain' en cuanto al calzado?

Muchísimo. Cuando sales de España, el calzado 'made in Spain' es sinónimo de una excelente relación calidad/precio. Somos un producto de confianza. Valoran nuestro estilo y diseño. Tenemos un sello de identidad propia que nos distingue de nuestros grandes competidores, el 'made in Italy' y los cada vez más fuertes 'made in Portugal'.

Utiliza mucho la palabra unión, ¿es característico de su liderazgo?

Soy una firme creyente de que la unión hace la fuerza, como me inculcó mi padre. No podemos ganar grandes batallas si no trabajamos unidos. Uno de mis grandes retos en mi etapa como presidenta de FICE es conseguir esa unión en nuestro sector. Somos un montón de fantásticas empresas luchando ahí fuera solas, pero unidas bajo un mismo proyecto, podemos tener más voz, más fuerza, más presencia, más visibilidad, más éxito.

¿Considera que hay un liderazgo femenino?

De lo que sí estoy segura es que las mujeres tenemos un estilo de liderazgo diferente. Los hombres sin duda son muy buenos en unión y estrategia. Mira si no cuántos clubs masculinos han existido siempre. Las mujeres hemos sido más complicadas en ese sentido. Los hombres son capaces de dejar a un lado diferencias, opiniones, si hay un fin que les motiva.

Ellos tienen que aprender y reconocer muchas de las cosas que, como mujeres, podemos hacer mejor, pero yo les reconozco este aspecto de unión, que nosotras deberíamos aprender.

¿Ha encontrado alguna vez en su carrera dificultades por ser mujer, queda mucho por hacer en cuanto a igualdad?

Por un lado, no, no he encontrado dificultades, pero, sin duda, sí queda mucho por hacer. No he encontrado dificultades quizás por la suerte de haber crecido en una empresa familiar, rodeada de hermanos y con las ideas claras. Mi padre nunca nos hizo diferencias. Eso también ayuda.

¿Y para conciliar su vida familiar con tantos altos cargos?

Es duro, para que te voy a decir lo contrario. Pero es duro para hombres y para mujeres. Especialmente cuando tenemos hijos. Pero también pienso que, de la misma forma que yo crecí con mi padre y mi madre luchando por crear una empresa que nos diera un futuro a mis hermanos y a mí, inculcándonos el valor del trabajo y el orgullo del mismo, quizá mi hija adquirirá estos mismos valores y estaré satisfecha de los sacrificios actuales.

¿Nos contaría alguna anécdota de su vida privada que nos haga comprender cómo concilia?

Anécdotas… Te diré que tengo la gran suerte de tener una hija maravillosa, madura y súper orcurrente. No hace mucho, se puso una foto mía en la agenda, ‘para acordarse de mí cuando me viera’, o fue capaz de disfrutar del castigo de ‘no salir ni viajar en un puente’, porque estuvimos compartiendo tiempo de calidad juntas. Sin móviles, sin distracciones. Las dos, haciendo deberes, cocinando, disfrutando la una de la otra.

En Japón, las mujeres eran obligadas a llevar tacones de entre 5 a 7 centímetros para trabajar, pero se plantaron y crearon una campaña en redes sociales, #KuToo, con la que han logrado que las empresas se lo replantearan. ¿Qué opina de ello? ¿Son las zapatillas deportivas y el calzado cómodo un icono feminista?

No sé por qué tiene que estar reñida una cosa con la otra. Definitivamente, nadie debería obligarte a llevar nada o dictar tu forma de vestir, pero podríamos decir muchas cosas sobre qué tipo de calzado es bueno para las personas en general.

Por ejemplo, un estudio reciente concluyó que la altura de tacón recomendada para una persona adulta es aproximadamente 2 centímetros, al ser la que mejor reparte la presión entre el antepié y el retropié. El mismo estudio desaconseja el uso de tacones de más de 4 centímetros. Por otro lado, las zapatillas deportivas no son aconsejables como calzado habitual para nuestras rodillas, especialmente en los años de formación de los huesos. No creo que el estilo, la comodidad o la salud ósea se tenga que vincular a un tipo de calzado u otro.

¿Es feminista? ¿se plantea su presidencia en FICE también en términos de género, de lucha por la igualdad?

Sí, soy feminista porque, cada día más, presenciamos ejemplos de falta de igualdad en nuestro mundo. Pero no mezclo mis creencias con mi trabajo. En FICE tenemos mucho trabajo por hacer, pero no plantee mi candidatura en términos de género.

Desafortunadamente, en nuestro sector, el del calzado, estamos sufriendo una carencia muy grande de relevo generacional. Las empresas no encontramos trabajadores de ningún género o raza. Lo podemos plantear como queramos, pero, cuando se nos jubilan empleados, no encontramos relevo para ellos.

Esto es una preocupación muy importante que tenemos en el sector. No hemos sabido luchar por el relevo generacional, por dar valor a una industria que da de comer a muchas familias, a una industria artesana, internacional, con mucho desarrollo por delante. Muchos de los pasos a realizar a la hora de producir un zapato no pueden sustituirse por máquinas. Esa es mi principal preocupación ahora mismo. Hay gente en el paro, pero nuestro sector no es atractivo. Estudiantes de las zonas productivas de calzado no se plantean estudiar nada relacionado con la industria zapatera.

¿Con qué sueña para el futuro en la industria del calzado, qué llegaremos a ver, se plantean el metaverso?

Nos lo planteamos, claro que sí. Tenemos que estar ahí. Algunas empresas ya disponen de Realidad Virtual, por ejemplo. Visitan ferias internacionales mostrando el proceso de fabricación como si el espectador estuviera en nuestras fábricas. Es impresionante ver sus reacciones y el valor que le dan al producto después.

En paralelo, hay mucho por hacer en términos de sostenibilidad, métodos, sistemas, productividad… Me gustaría poder aportar todo lo que en Pikolinos hemos desarrollado todos estos años al sector, compartir nuestra experiencia, mejoras, errores, aciertos… Tenemos que avanzar en sostenibilidad, diseño, tecnología, igualdad y justicia social. Nos esperan años muy, muy muy interesantes.

Y en el presente, ¿qué está pasando con la situación de las aparadoras, trabajadoras que preparan y cosen las piezas del calzado, y que se quejan de condiciones laborales precarias, horarios interminables, y un trabajo poco valorado, invisible?

Ahí, de nuevo, hay mucho que decir. En España, el calzado no se paga al precio que se debería pagar. Los mismos empleados encuentran caro el calzado. No hemos sabido dar valor a lo que realmente cuesta hacer un zapato. Este es uno de nuestros objetivos.

Que la gente entienda lo que cuesta un par de zapatos bien hecho. No hemos sabido explicar el coste de cada zapato. Por otro lado, hoy en día, no hay empresas que ofrezcan esas condiciones precarias que se comunican ya que las empresas tienen constantes visitas de inspección laboral. Los horarios, también están regulados y muy controlados.

¿Qué le gustaría cambiar en la industria del calzado?

Precisamente lo del trabajo poco valorado es lo que tenemos que cambiar. Antes, en el sector de la construcción, no quería trabajar nadie, hasta el boom inmobiliario. Los jóvenes preferían trabajar en la construcción que en otros sitios. Si conseguimos que la gente compre calzado Made in Spain en nuestro propio país, que valore el producto por su calidad, no por su precio, conseguiremos que nuestro sector se revalorice.

¿Cómo se definiría, para que le conozcan mejor los lectores, tanto profesional como personalmente?

Me considero una mujer fuerte, apasionada. Siempre he tenido carácter y he sido decidida. Con sus pros y con sus contras. Como todo en la vida. Las mujeres que hemos tenido la suerte de tener el apoyo de nuestros padres, tener formación, oportunidades laborales y lo hemos peleado, nos hemos forjado carácter y personalidad.

Con los años, nos vemos reforzadas en esa personalidad. Somos muchas las que decimos que, pasados los 40, es cuando nos sentimos mejor con nosotras mismas. Sabemos quiénes somos, qué nos gusta, qué queremos. Pasada esa edad, ya sabemos controlar nuestro instinto de ‘cuidadoras’ que cuando somos más jóvenes, nos hace ser más ‘flexibles’ y ceder más ante la gente de nuestro alrededor. Pasados los 40, ancha es Castilla. Estamos preparadas para luchar por lo que nos importa. Nos sentimos seguras de nuestras opiniones. Las damos y las defendemos. Y eso nos sirve en todas las facetas de nuestra vida afortunadamente. Así que, lectores, ¡Vivan los más de 40!

Y por último, ¿cuál sería su mayor sueño?

No soy mujer de grandes sueños. Me encanta mi día a día. Mis retos y los de mi empresa. Mi sueño quizás sería seguir disfrutando de todo ello, la verdad. En un entorno y en un mundo mejor. ‘Otro mundo es posible’, dice el lema de nuestro proyecto de RSC y sinceramente ese sería mi sueño: un mundo mejor para todos.