Las ciudades tienen un papel relevante en la descarbonización. Aunque solo ocupan el 4% de la superficie de la UE, concentran al 75% de la población y generan más del 70% de las emisiones de CO₂, según ONU-Habitat. Transformar cómo se diseñan y gestionan los entornos urbanos es, por tanto, relevante.

En este contexto, la certificación BREEAM (Building Research Establishment Environmental Assessment Method) se ha consolidado como una herramienta clave para evaluar y mejorar el impacto ambiental de los edificios. Desde su creación en 1990 en el Reino Unido, ha guiado a promotores e inversores hacia soluciones más eficientes y sostenibles.

Más que un distintivo, BREEAM es un marco de referencia alineado con la taxonomía europea y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Su enfoque integral promueve la eficiencia energética, la resiliencia climática y una mejor calidad de vida en los entornos urbanos.

En un contexto de mayor regulación y demanda de edificios sostenibles, se ha convertido en un valor diferencial en el sector inmobiliario.

La certificación se basa en diez categorías que van desde el uso eficiente del agua hasta la reducción de la huella de carbono. Aspectos como el acceso al transporte público, el uso de materiales responsables o la integración de energías renovables son determinantes.

Además, según JLL, los edificios certificados pueden aumentar su valor de mercado en más de un 20%, lo que demuestra que estos ajustes no solo ayudan a la sostenibilidad, sino que también resultan en una revalorización de los activos.

Uno de los aspectos destacados es la movilidad sostenible. La instalación de puntos de recarga para vehículos eléctricos es ya un criterio clave en BREEAM, reflejo del crecimiento de esta tecnología y del impulso normativo que la acompaña.

Pero BREEAM no se limita a la eficiencia energética: también pone el foco en la dimensión social. Apostar por una movilidad accesible y menos contaminante mejora la calidad de vida urbana, reduce la congestión y contribuye a crear ciudades más habitables.

Su reconocimiento ha hecho que inversores y entidades financieras consideren BREEAM como un criterio clave para identificar activos alineados con los principios ESG. En un entorno regulatorio cada vez más exigente, contar con esta certificación facilita el acceso a financiación sostenible y revaloriza los activos inmobiliarios.

El futuro de las ciudades dependerá de nuestra capacidad para construir de forma más responsable. BREEAM no solo marca el camino, sino que ofrece guías concretas para avanzar. En un mercado donde la sostenibilidad tiene cada vez más relevancia, esta certificación se posiciona como una garantía de calidad, valor y visión de futuro.

*** Laura Gonçalves es directora general de Powerdot España.