Imagínate a 16 millones de personas, el equivalente a tres veces la población de Madrid, sin saber si tendrán comida suficiente, agua potable para calmar su sed o un lugar seguro donde dormir. Esa es la realidad en Siria, una de las crisis humanitarias más graves del mundo.
A todo esto, se le añade que el 90% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Has leído bien. El 90% no cuenta con los ingresos suficientes para cubrir las necesidades básicas para una vida digna y debe elegir entre necesidades: comprar pan o pagar el transporte; calentar la casa o comprar medicinas.
Acción contra el Hambre lleva trabajando en Siria 17 años, apoyando a las poblaciones más vulnerables en varias regiones del país. Hemos sido testigos de la resiliencia y la fortaleza de los sirios, pero también de su sufrimiento y desesperación.
Los sirios y las sirias llevan demasiados años viviendo situaciones inimaginablemente difíciles.
Las pérdidas y el desplazamiento de las familias han sido una constante, primero debido al conflicto y la violencia política, y ahora debido a los retos posteriores al conflicto: economía colapsada, infraestructuras destruidas, falta de oportunidades de subsistencia y enfrentamientos armados periódicos.
El pasado 8 de junio de 2025 se cumplieron seis meses del cambio de gobierno en Siria. La inestabilidad persistente y la pobreza extrema siguen provocando situaciones de vulnerabilidad para las poblaciones afectadas, y todas las familias se enfrentan a elevados riesgos de protección, incluida la angustia psicológica.
El acceso a agua, saneamiento, artículos de higiene y la gestión de residuos son limitados debido a interrupciones en los servicios, afectando a las poblaciones desplazadas y residentes, especialmente a las que viven hacinadas en refugios colectivos
. Los riesgos para la salud pública incluyen problemas como la diarrea aguda y el cólera.
Y, como siempre, las personas más vulnerables son las que pagan el precio más alto. Como las mujeres y los niños y las niñas.
En Siria, muchas madres quieren alimentar bien a sus hijos, pero se enfrentan a obstáculos enormes: no hay suficientes utensilios de cocina, los alimentos adecuados escasean, y las condiciones de higiene son tan precarias que preparar una comida segura se convierte en un reto diario.
En este contexto, garantizar una nutrición infantil adecuada no es solo una necesidad, es una urgencia.
En los primeros años de vida, una buena nutrición no es solo una cuestión de crecimiento físico: es la base del desarrollo cognitivo, emocional y social de cada niño.
Cuando un bebé no recibe los nutrientes adecuados, su cuerpo y su mente se ven comprometidos para siempre.
La lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida es una de las formas más eficaces de proteger la salud de los bebés.
Sin embargo, muchas madres en Siria no pueden amamantar como quisieran. La falta de privacidad, el estrés constante y una lactancia deficiente dificultan esta práctica esencial.
Los anteriores son solo algunos de los retos de una de las crisis más graves del planeta. Sin embargo, la respuesta humanitaria en Siria se enfrenta al déficit de financiación más grave hasta la fecha.
En 2024, se recaudó menos de un tercio de los 4.100 millones de dólares necesarios para apoyar a la población. En 2025 y en los años venideros, volvemos a tener una oportunidad para no dejar atrás a los sirios y a las sirias.
Después de tantos años en Siria, hemos aprendido que la esperanza no desaparece, incluso en los contextos más difíciles. Pero la esperanza sola no basta.
Las familias a las que acompañamos cada día necesitan algo más que palabras: necesitan acciones concretas, sostenidas y coordinadas.
Por eso, desde Acción contra el Hambre hacemos un llamamiento urgente a la comunidad internacional: no dejemos que el cansancio o la distancia nos hagan indiferentes. Siria sigue necesitando nuestro compromiso.
***Elise Madouche es directora de Acción contra el Hambre en Siria.