Cada vez más estudios científicos concluyen que las acciones de sostenibilidad comunicadas por las empresas, pese a su optimismo, no generan confianza. Falta autenticidad, compartir algo de poder, o rigor crítico.

Tenemos razones para ser optimistas. Gracias a la colaboración global estamos solventando uno de los mayores desafíos para sostener nuestras vidas: recuperar la capa de ozono.

Además, contamos con la narrativa de la Agenda 2030 asumida por la mayoría de los gobiernos y grupos empresariales. Solamente los seres humanos tenemos la capacidad de construir narrativas, y por ello, cuando queremos, podemos colaborar de forma única.

Asimismo, los llamados expertos disponemos del los Inner Development Goals. Se trata de un marco que describe capacidades y habilidades que algunos reivindicamos, como autenticidad, cocreación, pensamiento crítico, colaboración o autoconomiento. Así, por ejemplo, podemos gestionar distintos sesgos a la hora de avanzar la Agenda 2030. Aunque todavía queda mucho camino por explorar, tener este marco nos ayuda y aporta optimismo.

Sin embargo, el contexto actual implica navegar aguas tormentosas. Nos encontramos ante inéditos desafíos sociales, económicos, medioambientales, tecnológicos que representan riesgos en nuestra jornada de transformación hacia la sostenibilidad de la vida.

La transformación hacia esta sostenibilidad más auténtica y responsable tiene que basarse en criterios sociales y medioambientales, e impulsar una economía a servicio de las personas. No obstante, según John Christopher, presidente de la Sociedad Americana de Psicología, el contexto está muy influenciado por la psicología positiva estadounidense, que deja de lado la consciencia colectiva y social.

El optimismo excesivo, habitual de las comunicaciones corporativas, sesga sin rigor muchos diagnósticos sobre nuestro contexto actual. Consecuentemente, podríamos alejarnos de nuestra realidad como comunidad humana, tomar decisiones que nos distancian del rumbo hacia la transformación necesaria, y perder la confianza de la sociedad.

En realidad esto ya ocurre. El Havas Institute, entrevistando a más de 395.000 personas en todo el mundo, concluye que vivimos la 'era del cinismo'. Tres de cada cuatro personas no confían en las acciones de sostenibilidad comunicadas con optimismo desde las empresas. ¿Sostendrán lo que espera la sociedad?

Pasar a impulsar una sostenibilidad más auténtica y responsable requiere tres piedras angulares básicas. Reflexiono a seguir sobre autenticidad, la compartición de algo de poder y sobre rigor crítico y tecnología.

He dedicado gran parte de mi vida a esta materia. Buscando ser riguroso voy a intentar explicar las bases científicas y empíricas que sustentan estas tres piedras angulares: Mi colaboración en investigaciones relacionadas en universidades como Berkeley u Oxford. Mi propia experiencia de décadas realizando proyectos, sobre el terreno, de sostenibilidad con alcance global, por ejemplo en África, Amazonas, España, o Estados Unidos.

Siempre que he podido he vivido en las comunidades participantes. Estos proyectos multi-actor también han sumado la participación y conocimiento de multinacionales, agencias intergubernamentales, gobiernos, u ONG. La tercera fuente de información proviene de cursos que impartí y debates en los que participé en cumbres globales y multiculturales de organizaciones como las Naciones Unidas.

Autenticidad

Nos hemos acostumbrado a relatos impostados. Sin embargo, la búsqueda de autenticidad construye confianza con la sociedad y con nuestros colaboradores. Por ejemplo, si un proyecto de sostenibilidad genera impactos, que sean las comunidades impactadas las que los definan, midan, transmitan y prescriban. Las personas de estas comunidades deben ser quienes cuenten, por ejemplo, en foros y eventos de sostenibilidad, qué se sostiene y para quiénes.

Así, además de impulsar una transformación hacia una sostenibilidad más auténtica, las empresas adquieren capacidad de involucrar, construir confianza y convencer de su responsabilidad. Por ende pueden posicionarse diferenciadamente y generar más valor.

Compartir algo de poder

Innovar para empezar a impulsar una sostenibilidad más auténtica, y diferenciadora, requiere diálogos de calidad que unan conocimientos científicos y populares. Sin embargo, como en la Torre de Marfil, generalmente las ‘soluciones’ se piensan sin una participación significativa de las personas que sobre el terreno sufren los retos, como pobreza o hambre (primero y segundo ODS respectivamente).

Es cierto que abundan relatos de prácticas cruciales como escucha, cocreación o participación ciudadana. No obstante, como dilucida la autora seminal Sherry Arnstein, estas prácticas exigen compartir poder para cocrear proyectos, calendarios, mediciones; algo que difícilmente ocurre.

Por ello, los participantes en procesos de cocreación no suelen involucrarse de verdad ni exponer con sinceridad y exactitud sus percepciones. Consecuentemente, las soluciones cocreadas no contemplan sus conocimientos, no representan ni sostienen lo esperado, y se destruye confianza e iniciativa transformadora. Además, otro impacto negativo es la utilización de la inefectividad de estas 'soluciones' como argumento detractor de la cocreación. La narrativa de que las personas no saben lo que quieren no es infrecuente en determinados ámbitos.

En definitiva, la responsabilidad de llegar a soluciones auténticamente sostenibles, que construyan confianza y sean diferenciadoras, requiere relacionarse con comunidades compartiendo poder.

Rigor crítico y tecnología

El rigor crítico, que es clave para construir confianza, cae en desuso. Ocurre desde su origen, en la educación, hasta en herramientas tecnológicas de construcción de conocimiento. Abordaré esta tercera piedra angular desde el prisma de la tecnología, porque esta probablemente acarrea las mayores oportunidades y riesgos para sostener la vida.

Tuvimos graves problemas por confiar en tecnologías que desconocíamos con rigor. Fallos en aviones costaron centenares de vidas, o manipulaciones deliberadas de la IA en las elecciones de Estados Unidos (2016) menoscabaron la democracia.

Cuanto menos empleamos rigor crítico, más pasamos nuestro poder de decisión a las cajas negras de la IA y más adoptamos sus sesgos desconocidos. ChatGPT es más reciente y aún podría gozar del beneficio de la duda, pero la desconfianza hacia Boeing, y Facebook (Meta) debido al caso Cambridge Analytica, generó enormes impactos negativos económicos y reputacionales.

Adoptar rigor crítico es menos sencillo de lo que pueda parecer. Stuart Russell, uno de los científicos computacionales más influyentes de la historia, comenta estupefacto sobre pensadores como Steve Pinker, psicólogo de referencia, que exaltan optimismos sesgados, también sobre la tecnología.

Para impulsar una sostenibilidad más auténtica hemos de controlar la tecnología nosotros, y no al revés. Controlándola podemos dotarla de transparencia, ética y propósitos humanísticos; y gestionar riesgos como la sostenibilidad de la manipulación o de la acumulación de poder. Además, impulsando una sostenibilidad más auténtica y responsable, las empresas pueden diferenciarse ante la sociedad escéptica, y recuperar la confianza en un futuro más sostenible.

*** Leonardo Martins Dias es asesor estratégico de sostenibilidad e imparte clases sobre sostenibilidad en materia educativa.