
Ilustración creada con inteligencia artificial de la extinción masiva del Pérmico-Triásico.
Este es el 'oasis' chino que salvó la vida durante la mayor extinción de la Tierra: el 80% de las especies desaparecieron
Un reciente hallazgo paleontológico ha revelado nuevas teorías sobre cómo el planeta se recuperó tras la mayor catástrofe de la historia.
Más información: Los biólogos que alertan de la sexta gran extinción: "No podemos permitirnos perder al lobo en España"
Hace aproximadamente 252 millones de años, el planeta Tierra enfrentó su mayor crisis biológica. Hablamos de la extinción masiva del Pérmico-Triásico, aunque también se le conoce como 'la gran mortandad'.
Fue un evento catastrófico que eliminó a más del 80% de las especies marinas y terrestre que entonces habitaban en nuestro ecosistema. ¿El motivo? Según las investigaciones, todo apunta a que fue provocada por un patrón de 'El Niño' en el océano global de la época, lo que provocó extremos climáticos que acabaron con los bosques y dieron inicio a las extinciones.
En total, son cinco los acontecimientos que, como este, cambiaron por completo la vida en la Tierra. El primero fue la extinción del Ordovícico-Silúrico, resultado de la explosión de una supernova cercana y cambios en el nivel de los océanos por la glaciación. Le sigue la del Devónico-Carbonífero, hace 367 millones de años, también símbolo de la glaciación.
Después vinieron las del Pérmico-Triásico —de la que ya le hemos hablado—, la del Triásico-Jurásico (por la fragmentación del supercontinente Pangea) y, en último lugar, la del Cretácico-Paleógeno.
En todas ellas, según han podido comprobar los expertos, se produjeron grandes pérdidas de la biodiversidad entonces presente. Sin embargo, durante la del Pérmico-Triásico, de acuerdo a los nuevos estudios, hubo un lugar remoto del planeta en el que los efectos fueron menores. Y es que, ahora, los paleontólogos han encontrado un refugio ecológico que desafía la teoría de la gran extinción.
El 'oasis' chino
Durante mucho tiempo, los científicos asumieron que los ecosistemas terrestres habían sido casi completamente devastados, con una recuperación lenta que tomó millones de años. Aunque parece que esta narrativa tiene una nueva perspectiva o, por lo menos, así lo defiende el último estudio publicado en la revista Science Advances.
Un equipo internacional liderado por paleontólogos del Instituto de Geología y Paleontología de Nanjing (NIGPAS) ha identificado un refugio ecológico único en la región de Turpan-Hami, al noroeste de China. Este enclave, conocido como la Sección de South Taodonggou, revela que algunos ecosistemas terrestres lograron mantenerse estables durante el evento de extinción masiva.
Los investigadores encontraron fósiles bien conservados que incluyen plantas como coníferas y helechos, así como vertebrados como el Lystrosaurus, un herbívoro parecido a un reptil que sobrevivió a este período crítico.
Además, el análisis de polen y esporas en rocas sedimentarias muestran que la vegetación permaneció relativamente intacta, proporcionando alimento y refugio para las especies que lograron sobrevivir.
El refugio que resistió a la extinción
El éxito de este ecosistema se atribuye a varios factores clave. El primero: un clima semihúmedo estable. Y es que, a diferencia de otras regiones afectadas por sequías extremas o temperaturas abrasadoras, Turpan-Hami mantuvo unas precipitaciones anuales estimadas en unos 1.000 mm. Esto permitió la existencia continua de ríos, lagos y vegetación abundante.
La ubicación también supuso un punto determinante. Situada en una latitud media, esta región pudo haber estado protegida de los efectos climáticos más severos provocados por las erupciones volcánicas masivas y el calentamiento global extremo.
Ambos elementos, combinados con un ecosistema resiliente, hicieron de este lugar un verdadero refugio frente a la extinción. Porque, según los expertos, la presencia constante de plantas como helechos y coníferas permitió mantener una cadena alimenticia funcional, donde herbívoros como el Lystrosaurus prosperaron y sustentaron a los depredadores.
Así, la recuperación de este territorio fue mucho más rápida de lo que anticipaban los paleontólogos en un inicio. Mientras otros ecosistemas tardaron millones de años en recuperarse, este oasis logró restablecer su biodiversidad en tan solo 75.000 años después del evento catastrófico.