La activista catalana Olivia Mandle frente al Congreso de los Diputados, a 20 de abril de 2023.

La activista catalana Olivia Mandle frente al Congreso de los Diputados, a 20 de abril de 2023. World Animal Protection

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El 'grito' por los delfines en cautiverio llega al Congreso: la activista Olivia Mandle entrega 154.000 firmas

La joven de 16 años pide que se prohíba la cautividad de delfines en España, donde se acogen uno de cada tres acuarios europeos.

20 abril, 2023 15:22

Los tres últimos delfines del Zoo de Barcelona se llamaban Blau, Tumay y Nuik. En 2018, y después de que la ciudad catalana se declarase como libre de cetáceos, los tres animales abandonaron este delfinario con la esperanza de acabar en un santuario en su hábitat natural: el mar. La realidad, sin embargo, fue bien distinta. Acabaron en el Attica Zoological Park de Atenas, en Grecia.

[Olivia, la Greta Thunberg española contra los acuarios: “Los delfines se vuelven locos, alguno se ha suicidado"]

Fue uno de los proyectos truncados de Olivia Mandle, la joven activista de 16 años que lucha, día a día, por los derechos de los animales. Convertida en toda una Greta Thunberg española, la adolescente catalana ha ido un paso más allá y ha entregado hoy en el Congreso de los Diputados más de 154.000 firmas para conseguir liberar a todos los delfines en cautiverio en España.

Durante la entrega, ha estado acompañada por la organización global
World Animal Protection, que actualmente está haciendo campaña para detener el entretenimiento con delfines en cautividad en España; distintos biólogos como Pol Ramos y Pol Vives, de Odicean, e incluso personalidades como la actriz Clara Lago. 

Mandle, convertida en embajadora del Pacto Europeo del Clima, apunta que "la reciente Ley de Bienestar Animal aprobada en marzo de 2023 ha dejado a los delfines de lado". Por ello, la iniciativa de hoy servirá para solicitar a los diputados que modifiquen y prohíban la captura y cría de cetáceos en cautividad. "Queremos que la generación actual sea la última generación de cetáceos que viva en confinamiento en España”.

Para Sandra Campinas, responsable de Campañas de World Animal Protection en
nuestro país, "España es la campeona europea en crueldad hacia los delfines". Según asegura, "con más de 100 cetáceos en cautividad, España es el país con mayor número de ejemplares en cautividad de Europa y uno de los primeros países en cautividad de delfines a nivel mundial, solo por detrás de países como China, Estados Unidos y Rusia".

Es más, denuncia la existencia de más de 100 delfines en cautiverio ahora mismo, "cada uno de los cuales pasa hasta cincuenta años sufriendo con fines de entretenimiento humano". Como explica, un tanque es, en promedio, 200,000 más pequeño que el área de distribución natural de un delfín en la naturaleza y nunca se aproximará a la riqueza de la vida en el océano. "Esta debe ser la última generación de delfines en sufrir de esta manera".

En este sentido, la activista catalana critica los 10 delfinarios que existen aún y recuerda cómo hay muchos países que van en la dirección contraria: en la de poner fin a este tipo de enclaves. 

La entrega de firmas en el Congreso por la campaña #NoEsPaísParaDelfines.

La entrega de firmas en el Congreso por la campaña #NoEsPaísParaDelfines. World Animal Protection

De acuerdo con los datos de World Animal Protection, existen numerosos países en los que está prohibida la exhibición de cetáceos en espectáculos. Por ejemplo, en Canadá se aprobó en 2019 la llamada Ley Liberad a Willy, que garantiza que la actual será la última generación de cetáceos que vive en los delfinarios del país y Francia también ha dado pasos en esta dirección.

También en México se aprobó hace un año una enmienda para reformar la ley de vida silvestre del país y “prohibir que cualquier ejemplar de mamífero marino sea objeto de aprovechamiento extractivo”. Asimismo, en el caso de países como el Reino Unido, Brasil, Noruega o Luxemburgo, las condiciones establecidas en la legislación para poder mantener cetáceos en cautividad son tan exigentes que es prácticamente imposible hacerlo en la práctica. En el Reino Unido, por ejemplo, el último delfinario cerró en el año 1993.