Olivia Mandle, la activista catalana de 16 años que lucha por los derechos de los animales.

Olivia Mandle, la activista catalana de 16 años que lucha por los derechos de los animales.

Referentes Biodiversidad

Olivia, la Greta Thunberg española contra los acuarios: “Los delfines se vuelven locos, alguno se ha suicidado"

La joven de 16 años entrega hoy en el Congreso de los Diputados más de 154.000 firmas para acabar con la cautividad de delfines en España.

20 abril, 2023 02:20

Su caso puede recordar al de Greta Thunberg y otros activistas adolescentes que, en los últimos años, han ido poniendo cara a la creciente crisis medioambiental y de biodiversidad que se sufre a nivel global. Pero a Olivia Mandle (Barcelona, 2007), después de pasar toda su vida creciendo a orillas del mar Mediterráneo, le preocupan las enormes cantidades de plástico que encuentra día tras día en el mar y el cautiverio que sufren muchos animales marinos en países como el nuestro. 

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“No voy a parar hasta conseguir que todos los delfines de este país estén en libertad”, clama por teléfono la joven activista de apenas 16 años. Tiene claro, desde muy pequeña, cuál es su misión de vida: ayudar a salvar a los animales y al planeta de la crisis en la que se han visto envueltos. Segura de sí misma y sin un ápice de titubeo en su voz, proclama que no hay alternativa, porque pensar en salvarlos es también salvarnos a todos nosotros.

Save Us All (SUA) es, de hecho, el nombre que esta futura bióloga marina sueña con atribuir al primer santuario marino que quiere impulsar en la Costa Brava. Un espacio alejado del cautiverio al que se someten a delfines, orcas y belugas en países como España. Según la activista, es una injusticia que ya, con 14 años, le llevó a liderar la campaña #NoEsPaísParaDelfines a través de Change.org con la que pide cerrar todos los acuarios en los que mantienen encerrados a estos animales.

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Tras la reciente aprobación de la Ley de Bienestar Animal, Mandle presentará hoy en el Congreso de los Diputados las más de 154.000 firmas en apoyo a esta causa porque no se incluyeron medidas para acabar con la cautividad de los cetáceos en España. Acude “para pedir que se prohíban la captura y la cría en cautividad y que la actual sea la última generación que vive recluida en nuestro país”.

Ya hay países como Croacia, Eslovenia o Suiza donde está prohibida la exhibición de cetáceos en espectáculos. Sin embargo, como denuncia Mandle, aún hoy y a pesar de la literatura científica negativa al respecto, se calcula que hay más de 100 cetáceos en cautividad y uno de cada tres delfinarios está en Europa. De hecho, a pesar de que el continente avanza hacia su clausura, Mandle asegura que a España aún se la conoce por ser la que más animales de este tipo tiene en cautividad.

En concreto, hay cuatro delfinarios en Canarias, dos en Catalunya, dos en la Comunidad Valenciana, uno en Madrid, uno en Andalucía y uno en Baleares. Todos ellos mantenidos bajo una premisa de educación, investigación o conservacionismo.

Delfines en un delfinario de la Comunidad Valenciana, a 5 de noviembre de 2021.

Delfines en un delfinario de la Comunidad Valenciana, a 5 de noviembre de 2021. Rober Solsona Europa Press

Pregunta: ¿De dónde viene esta preocupación por el medioambiente?

Respuesta: Siempre me han encantado los animales. Me ha encantado ir con mi familia, pasear por el bosque, incluso sentarme en una piedra y mirar al mar. Me inspira, me relaja y me encanta, porque yo he crecido cerca del mar Mediterráneo y siempre he tenido una conexión muy fuerte con el mar y he estado muy sensibilizada por la naturaleza. Mis padres siempre me han concienciado acerca de lo que le pasaba al planeta. A mi hermano igual. Y al final hemos crecido con esta conciencia. Desde pequeña he sabido que mi misión de vida sería salvar a los animales y salvar el planeta.

¿Cuándo fue la primera vez que sentiste que debías hacer algo por una causa medioambiental? 

Uf, madre mía. Cuando era muy pequeñita. El colegio me llevó al zoo de Barcelona a ver un espectáculo de delfines, que siempre ha sido mi animal favorito, y verlo ahí en vivo y en directo era, para una niña de cinco años, una pasada. Pero yo siempre había visto, tanto en libros y documentales, que estaban en el mar, en libertad. Salí de ese espectáculo con un sentimiento raro y tenía una pregunta en la cabeza que era la siguiente: ¿estos delfines van a volver a casa como yo después de este espectáculo? Les hice esta pregunta a mis padres, y ellos me explicaron la realidad que hay detrás del cautiverio, y que yo volvía a casa, pero ellos no.

Más tarde, en 2019, con 12 años, una exposición sobre el cambio climático en un museo de Nueva York me dejó muy tocada. No era consciente de que los plásticos eran uno de los problemas más graves que tenía el planeta. Cuando llegué a Barcelona empecé a reflexionar y pensé: cada verano veo más, más, y más plásticos en las playas, en la superficie del mar. Me puse a investigar más y me di cuenta de que los microplásticos eran un problema aún más grande de los océanos. Y dije: tengo que hacer algo, tengo que actuar.

Creé un utensilio para limpiar microplásticos de la superficie del mar que se llama Jelly Cleaner, porque tiene forma de una medusa, pero limpia. Tampoco lo creé como una obra de ingeniería, porque al final no soy ingeniera, pero es un utensilio fácil de hacer y que todos podemos hacerlo en casa. Yo creo que ahí empezó todo. Creo que ahí es cuando empieza a resurgir la activista que llevaba dentro. O, si quieres, la persona que llevo dentro desde siempre, concienciada y preocupada por el planeta.

Olivia Mandle con su Jelly Cleaner para limpiar microplásticos.

Olivia Mandle con su Jelly Cleaner para limpiar microplásticos.

Imagino que estarás algo cansada de que te comparen siempre con Greta Thunberg, pero quería preguntarte si para ti ha sido una inspiración a nivel de activismo medioambiental.

Uy, sí. Yo la admiro. Es una de mis inspiraciones. Ha hecho un grandísimo trabajo. Ha sacado el cambio climático a las calles. Ha movilizado a miles de jóvenes alrededor del mundo y ha hecho que algo de lo cual no se hablaba sea un tema de conversación del cual se discute hoy en día seriamente.

Pero, al final, yo soy Olivia y ella Greta, hay que separar. Trabajamos con objetivos comunes, pero en diferentes direcciones. Obviamente, todo está conectado. En mi caso trabajo por los derechos de los animales y ella trabaja por el cambio climático.

Este jueves vas al Congreso a entregar más de 154.000 firmas para cerrar los delfinarios en España. ¿Qué te ha llevado hacer esta petición y qué es lo que pretendes?

Casi 154.000 firmas ya. Estoy muy, muy agradecida con todas las personas que están apoyándome día tras día, esas más de 154.000 personas que han firmado mi campaña y me apoyan, aparte de mi familia. Iré junto con World Animal Protection a entregar las firmas de mi campaña #NoEsPaísParaDelfines al Congreso de los Diputados en Madrid y estaré acompañada de científicos que apoyan el fin del cautiverio y han firmado el manifiesto para dar soporte científico a mi campaña.

Una de las cosas que denuncias es que el tema de los delfinarios ha quedado fuera de la Ley de Protección de los Derechos y el Bienestar de los Animales.

España aprobó esta ley, un texto que ofrecía una oportunidad única para establecer una extinción programada de los delfinarios en nuestro país. Similar a la que hoy ya se ha aprobado en otros países, como pueden ser Canadá o incluso Francia. Pero, sin embargo, nuestros legisladores no han estado a la altura, y a pesar de la movilización social y de todo el esfuerzo realizado por muchísimas organizaciones por incluir la protección de los cetáceos en esta ley.

¿Qué supone para los delfines estar en cautiverio?

Los delfines son seres extremadamente inteligentes, sociables, que sufren enormemente en cautiverio. En muchísimos estudios publicados ya en todo el mundo lo verifican. Los tanques en los que viven los delfines, las orcas o las belugas en cautiverio –en el caso de los delfines, hasta casi más de 50 años– son unas 200.000 veces más pequeños que su hábitat natural en la naturaleza, en el mar, en el océano.

En muchos delfinarios los animales están entrenados para realizar espectáculos para los turistas, día tras día, en entornos para nada naturales. Numerosos estudios científicos ya han demostrado que la cautividad tiene efectos negativos a nivel físico y psicológico para los delfines, las orcas y las belugas.

"Uno de cada tres delfinarios en todo el continente europeo está en España"

En algún momento te he escuchado decir que lo que ocurre con los delfines es “ocio y negocio” en España.

Yo siempre digo que existe un triángulo terrorífico: captura, comercio y espectáculos. Sin espectáculos, no habrá demanda, y si una cosa se acaba, se acaban todas las demás. Básicamente, es acabar con ese triángulo terrorífico para acabar con el cautiverio en España. Porque, a ver, si nuestro país quiere ser líder en materia de transición ecológica, no va a poder serlo hasta que deje de ser el país en Europa con más situación en cautiverio.

Uno de cada tres delfinarios en todo el continente europeo está aquí, en nuestro país. Estamos en el siglo XXI. Ya no tiene nada sentido tener animales en cautiverio. Hoy en día ya no, ya no tiene sentido.

¿Y por qué crees que resisten estos delfinarios a pesar de toda la literatura científica al respecto?

Debe haber intereses que ni puedo entender ni quiero imaginarme. Al final los delfinarios, se basan en tres excusas principales, que ninguna de ellas se sustenta. La primera, educación: ¿que hay de educativo en mostrar a un delfín deprimido, estresado, saltando a través de un aro o incluso tocando una pelotita? Es mala educación.

Segunda, la ciencia. Yo leí una frase que dijo Jacques Cousteau que fue reveladora para mí: "Estudiar a los delfines en cautiverio es como si estudiáramos a la humanidad encarcelada". La única forma de estudiar a estos animales, o a cualquier animal, es en libertad.

Y la tercera excusa es la de la conservación. Los delfines ni las orcas ni las belugas, hoy en día, están en peligro de extinción. Entonces, de conservación no tiene nada. Otra excusa inválida. No soy yo la que lo dice, hay soporte científico, y no solo es una niña que adora los delfines.

La activista catalana Olivia Mandle a sus 16 años.

La activista catalana Olivia Mandle a sus 16 años.

Has hecho declaraciones sobre la explotación animal en los delfinarios. Para quien no esté familiarizado con el tema, ¿qué es exactamente lo que preocupa de estos lugares?

En primer lugar, la captura. Está documentado que en algunos casos a nivel mundial se les roba de su hábitat, se les aparta de su familia cuando son crías. Los trasladan y los llevan a estos lugares, a estos tanques de cemento. Siempre van a estar lejos de su propio hábitat, lejos de su familia, lejos de donde deberían estar, les separan de su grupo.

Los delfines son seres súper sociables y además tienen una sensibilidad acústica increíble. Tienen una capacidad que se llama la ecolocalización, que es increíble y al emitir estos sonidos –más de 300 sonidos que son combinaciones entre silbidos y clics– rebotan contra las paredes del tanque y crea un efecto de eco. ¡Esto les vuelve locos! Algunos se han llegado a suicidar, incluso. 

Los tanques, como antes te decía, son más de 200.000 veces más pequeños que su propio hábitat. Tiene efectos en sus extremidades. Los delfines pueden nadar más de 100 kilómetros en línea recta en el mar, pero en un tanque están todo el día nadando en círculos. Sus músculos se atrofian. En algunos casos les enseñan a hacer tonterías para que alguien pueda tocar y hacerse un selfie, pero son seres súper sensibles.

¿En España hay algún delfinario que te preocupe especialmente?

Cualquiera. Todos tienen a estos animales en cautiverio y les están obligando a hacer cosas que naturalmente no lo harían. España es el 6.º país a nivel mundial con más delfines en cautiverio después de países como Estados Unidos, Rusia o China.

En tu primera campaña sí que conseguiste que liberaran a los tres últimos delfines del zoo de Barcelona. A pesar de ello, tengo entendido que no quedaste satisfecha con lo que ocurrió después.

No lo conseguí, la verdad, porque mi objetivo era trasladarlos a un santuario marino para que tuvieran una vida, de lo que les quedaba, digna, y no en cautiverio. Pero no, los trasladaron a otro zoo en Atenas, en Grecia. Así que no lo conseguí, y por eso fue cuando saqué fuerzas para lanzar mi actual campaña.

"Los entrenan para que alguien pueda hacerse un 'selfie'"

Aun así, labores como esta te han hecho ganar multitud de títulos -como el de embajadora del Pacto Climático Europeo- que te han dado más peso en lo que se refiere al sector medioambiental. ¿Cómo es un día normal en la vida de Olivia Mandle?

Con muchísimo trabajo. Al final hago 4.º de ESO y no es un curso fácil. Sé que estudiar es mi futuro. A veces tengo que hacer malabares para compaginar mis estudios, el activismo, pero también el ballet, que es una de mis hobbies desde que tengo tres añitos y que me encanta. Entonces, al final, mi pasión son los libros, documentales e investigar, estudiar.

Lo bonito es que mi pasión por el medioambiente, por los animales, me coge tiempo, eso no lo puedo negar. Me he de gestionar súper bien el tiempo para poder hacer todo lo que quiera, pero bueno, al final es lo que me gusta, me apasiona y es mi misión de vida. No voy a dejar de luchar hasta que esta ley que pido se haga realidad.

La activista Olivia Mandle con la camiseta de su campaña.

La activista Olivia Mandle con la camiseta de su campaña.

¿Tu entorno entiende lo que haces?

Ahora estoy en un colegio donde mis compañeros me entienden y recibo mucho apoyo. Me cambié de colegio en tercero de la ESO porque nadie me entendía. Yo era como una extraterrestre, y gracias al cambio, ahora estoy mucho más tranquila. El colegio me deja –en las horas de los patios o en algún tiempo libre– avanzar cosas de mi activismo y me apoyan al 100%.

Y mi familia también. Me apoyan a tope, sin duda. Y mis padres siempre estuvieron super sorprendidos conmigo cuando yo empecé las campañas y todo, pero siempre me han apoyado y también los valores de mi familia están muy alineados con mi lucha. Así que somos todos una piña. No es fácil, pero me encanta y lo disfruto.

¿En algún momento has recibido críticas o ataques por redes sociales? 

Sí, muchas. Bueno, demasiadas. Pero por suerte yo paso de las redes sociales. Al final no tengo tanto tiempo. Tengo que estudiar y publico lo mínimo, lo que puedo, lo que me da tiempo, porque tengo que hacer una especie de malabares, y todo lo que público al final está siendo relacionado con mi lucha con el medioambiente.

Creo que hay muchísima gente con tiempo de sobra a los que les diría que lo usarán para poner su granito de arena en este planeta y para hacer algo bueno porque los necesita.

"En el colegio nadie me entendía, era como una extraterrestre"

¿Crees que hace falta más educación? Porque antes comentabas que en el anterior colegio no lo tuviste muy fácil. 

Falta mucha educación medioambiental, desde los más pequeñitos. Si ya educamos medioambientalmente hablando a los niños de infantil, crecerán con esta conciencia y serán ellos los que puedan concienciar a sus familias o a otras generaciones, incluso a la gente a su alrededor que no están tan concienciados como ellos.

Sin duda, educación en valores, y tener en cuenta que está el medioambiente, los derechos humanos, pero también los derechos de los animales. Enseñar la necesidad de cuidar nuestro planeta que al final es nuestra única casa y hay que cuidarla y deberíamos disfrutar cuidándola y no destruyéndola.

Además de la educación, ¿qué crees que hace falta para tomar conciencia de esa importancia de cuidar la biodiversidad y el planeta?

Siempre digo que todos podemos ser activistas, desde nuestro propio metro cuadrado, con nuestras propias decisiones. El simple hecho de apagar la luz cuando sales del cuarto, ya es una opción que hace que ahorres energía. Yo no soy activista más que nadie.

Es, simplemente, saber lo que compras, lo que consumes. Antes de comprarte otra camiseta, piensa si la necesitas de verdad. Mira qué marca es, dónde produce. Reduce tu consumo de proteína animal, aunque sea una vez a la semana. Pequeñas acciones que de verdad pueden marcar una gran diferencia. Y si una persona ve que en un grupo de personas lo hacen, piensan: si ellos lo pueden hacer, ¿por qué yo no? Ahí es cuando la gente se pone a actuar.

¿Qué esperanzas tienes de que en España se consigan cerrar los delfinarios?

Siempre soy super optimista. Tengo esperanza, porque más tarde o más temprano, llegará. Tiene que llegar, es algo necesario, caerá por su propio peso. Por eso quiero llegar al ciudadano, y ahora junto con la ayuda de World Animal Protection podremos llegar a mostrar más a las personas la realidad, les quitaremos esta venda que tienen en los ojos ante la realidad del cautiverio, empezando por esta entrega de firmas. 

Mi generación es la generación con la necesidad de hacer un cambio, pero tal vez seamos la última generación con la posibilidad de hacer un cambio real antes de que sea demasiado tarde.

Por eso, es ahora el momento de actuar. Hay que empezar a dejar de hacer las cosas desde el egoísmo, de “quiero ir a ver animales”. Bueno, pues si no lo hacemos en su hábitat, no puede ser. Tenemos tantos recursos hoy en día, tenemos documentales flipantes, enciclopedias, libros, de todo. No es necesario mantener animales en cautiverio para ir a mirarlos. No hay que mantener esa crueldad. España es la capital de la crueldad de los cetáceos en cautiverio. Hemos de actuar ahora.