El presidente brasileño Lula da Silva, durante la ceremonia de inauguración de la cumbre del clima de la ONU.

El presidente brasileño Lula da Silva, durante la ceremonia de inauguración de la cumbre del clima de la ONU. Adriano Machado Reuters Belém

Historias COP30

Así arranca "la COP de la implementación": tirones de orejas a los países y un futuro incierto en la cumbre del clima

Belém acoge las negociaciones climáticas sin altos mandatarios, después de que estos se reuniesen el 6 y 7 de noviembre.

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En el mediodía español —o la mañana brasileña— del 10 de noviembre daba comienzo la 30ª Conferencia de las Partes de Naciones Unidas sobre cambio climático (COP30). La ciudad de Belém, más conocida como la puerta a la Amazonía, amanecía engalanada para acoger, durante dos semanas, unas negociaciones climáticas clave.

Eso sí, esta vez, el pistoletazo de salida oficial no lo dieron, como otros años, los altos mandatarios mundiales, sino los líderes indígenas llegados de todo el continente americano y las delegaciones negociadoras, en la mayoría de los casos formadas por ministros de medioambiente.

Este año, para romper con lo que ha venido siendo la norma las últimas tres décadas, el país anfitrión ha sido el encargado de organizar, por primera vez, la cumbre de líderes —normalmente lo hace la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés)—. De ahí que tuviese lugar la semana pasada y no con el arranque de la COP.

Así, también por primera vez, la cumbre del clima empezó sin rastro ya de presidentes o primeros ministros. Los negociadores tienen ya la sala para ellos solos… y las próximas dos semanas se prevén complejas: agendas encontradas, ambiciones dispares y un objetivo difícil de conseguir. Pues Brasil insiste en que esta ha de ser "la COP de la implementación" y no la de las promesas vacías.

Tal y como asegura la presidencia de la cumbre, el país amazónico se niega a que las de este año vuelvan a ser negociaciones "tortuosas" e interminables, como ha venido ocurriendo desde que en 1992 se creara la convención marco de Naciones Unidas. Por eso, asegura que en la COP30 tendrá prioridad el impacto real en el mundo de las medidas para combatir la crisis climática y no las discusiones eternas sobre promesas futuras.

Representantes de comunidades indígenas de Brasil participaron en la inauguración de la COP30.

Representantes de comunidades indígenas de Brasil participaron en la inauguración de la COP30. Adriano Machado Reuters Belém

El presidente de la COP30, el diplomático brasileño André Corrêa do Lago, quiso recalcar durante la ceremonia inaugural de la cita que "si bien las negociaciones requieren de consenso, la implementación necesita que los países elijan qué quieren hacer y cómo ejecutar sus promesas". Y eso, insistió, es lo que quiere conseguir en las próximas dos semanas.

Eso sí, lo que no especificó es cómo. Pues, como recuerdan los compañeros de The Guardian, se corre el riesgo de que "los Estados que eligen hacer más bien poco podrían salirse con la suya y no hacer casi nada". En los próximos diez días veremos —o no— si Brasil consigue combatir esta tendencia que ya es una vieja amiga de los veteranos de las COP.

Así ya descubriremos en las próximas semanas si las palabras del pasado jueves 6 del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se materializan en acciones concretas: "La COP30 será la de la verdad. Es el momento de tomarse en serio las advertencias de la ciencia. Es hora de enfrentar la realidad y decidir si tendremos o no el coraje y la determinación necesarios para transformarla".

Cuestión de agenda

Durante el inicio de las cumbres del clima se realiza una suerte de ritual conocido ya por todos: se lucha por la agenda. Es decir, por aquello que estará en el orden del día de las siguientes dos semanas. Y como no ha sido de otra manera, así ha arrancado este año.

¿Por qué es tan importante? Sencillo: lo que se incluya, se discutirá y lo que no, no existirá para los negociadores. Como cada año, todas las delegaciones empujan para que sus prioridades reciban atención. Normalmente, esto queda opacado por la cumbre de líderes, que suele suceder en paralelo. Pero no este año.

Eso sí, a última hora de la mañana brasileña, con más de una ida y venida, todas las partes presentes acordaron la agenda de la cumbre. Y es que sin consenso no se puede dar paso al resto de las negociaciones.

Tirón de orejas

Lula da Silva lo dejó claro durante su discurso inaugural: "Vamos en la buena dirección [para mantener el calentamiento global dentro de los parámetros seguros del Acuerdo de París], pero lo hacemos a la velocidad errónea". Así, hizo referencia a las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), nombre técnico que reciben los comúnmente llamados planes de acción contra el cambio climático de los países.

Por el momento, no todos los Estados han presentado sus NDC actualizados —según el Acuerdo de París, se revisan y fortalecen cada cinco años—. Y Lula da Silva ha querido darles un tibio tirón de orejas a quienes encaran las negociaciones con los deberes sin hacer.

Y es que, según el Balance Global de 2023, realizado en la COP28, las NDC actuales no son suficientes para mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 °C. De hecho, tal como enunció Lula la semana pasada: "El año 2024 fue el primero en que la temperatura media de la Tierra superó un grado y medio por encima de los niveles preindustriales. La ciencia ya indica que este aumento se prolongará por algún tiempo, o incluso décadas, pero no podemos abandonar el objetivo del Acuerdo de París".

Por eso, Simon Stiell, secretario ejecutivo de la UNFCCC, recordó que "ninguna nación puede permitirse los desastres climáticos, que cuestan más del doble que el PIB de cualquier país".