Desde el International College Spain apuestan por la Metacognition.

Desde el International College Spain apuestan por la Metacognition. Cedida

Historias

Metacognición, la técnica para aprender de forma consciente: mejora los resultados y refuerza la confianza de los estudiantes

Su base es el razonar el pensamiento y los expertos aseguran que, una vez adquirido, se puede aplicar a múltiples áreas de la vida.

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En el mundo actual, los estudiantes necesitan ser capaces de pensar y reflexionar de manera flexible sobre cómo aprenden nuevos contenidos o habilidades, y ser conscientes de sus razonamientos. O, por lo menos, así lo defiende Jennifer Barnett, directora de secundaria en el International College Spain (ICS), situado en la localidad madrileña de Alcobendas.

Sin embargo, esta no es una habilidad innata a las personas; hay que desarrollarla y trabajarla. De hecho, de acuerdo a las palabras de Barnett, "el aprendizaje es una consecuencia del pensamiento" y precisamente la metacognición es esa acción de razonar sobre la propia reflexión.

Se trata, indica la experta, de "ser consciente de cómo uno piensa en diversas situaciones, elegir una forma de abordar los problemas y tener la agilidad mental de transferir movimientos y disposiciones de pensamiento para poder navegar por la vida".

Pero alcanzar esta habilidad no es algo que se consiga de la noche a la mañana; por mucho que se trabaje en ello. Las investigaciones dicen que los estudiantes elaboran su razonamiento en tres fases, cada una más crítica que la anterior. Y así, paso a paso, logran instaurar en sí mismos el proceso de la metacognición.

Primero, expone Barnett, los alumnos toman conciencia de cómo piensan y cómo aprenden. Lo hacen a través del uso de las Rutinas de Pensamiento del Proyecto Zero de Harvard, donde pueden "experimentar diferentes formas de reflexión sobre distintos temas".

"Se vuelven cada vez más conscientes de las formas de abordar el pensamiento sobre algo y de cómo hacerlo de manera más efectiva", subraya la portavoz del ICS, centro desde el que han apostado por esta técnica con el fin de potenciar la crítica y la independencia de los estudiantes.

Una niña en el aula del ICS de Madrid.

Una niña en el aula del ICS de Madrid. Cedida

El siguiente paso, explica, consiste en construir habilidades de regulación. Lo que, en otras palabras, se describe como "saber cuándo pensar de una manera particular sobre cierta información".

Es decir, sería, tal y como explica Barnett, "observar los datos desde diferentes perspectivas, hacer múltiples preguntas sobre ellos, hacer conexiones con otros contenidos o buscar opciones ocultas".

En la última fase, menciona, los alumnos "aprenden a transferir sus habilidades y capacidades de pensamiento entre las diferentes asignaturas en la escuela, así como en diferentes áreas de la vida". Y, de este modo, consiguen crear capacidades cognitivas que pueden trasladarse de un área a otra.

"Empiezan a experimentar una forma de razonamiento más fluida y compleja, tanto sobre como con la información, y se vuelven capaces de aplicarla en múltiples áreas de la vida", señala Barnett.

La metacognición

Barnett apunta a que los estudiantes que desarrollan la metacognición son capaces de crear mejores conexiones entre sus asignaturas escolares, además de vincularlo con mayor facilidad con información fuera del aula.

"Están en sintonía con cómo aprenden y estudian y, por lo tanto, tienen la capacidad de asimilar datos de manera más efectiva", menciona la profesional. Y eso es algo que los alumnos perciben: "Informan que comprender su razonamiento y estudio les crea más confianza en sí mismos en la participación en clase, así como en conversaciones fuera de ella".

Aunque no es el único aspecto positivo. Barnett también señala que, en la mayoría de las situaciones, esta formación concluye en "mejores resultados estudiantiles en las evaluaciones importantes de la escuela".

En el caso del ICS, han optado por impulsar esta técnica a través del Bachillerato Internacional (IB) desde donde los jóvenes "no solo estudian contenidos disciplinares específicos, sino que también comprenden la interdisciplinariedad de las asignaturas, las habilidades para abordarlas, así como la forma de sintetizar el aprendizaje".

"Este formato pide a los alumnos que demuestren su comprensión de maneras novedosas, incluyendo situaciones desconocidas. Por lo tanto, quienes tengan una variedad de movimientos y disposiciones de pensamiento, consiguen un mejor desempeño", indica Barnett.

Cómo aplicarlo

La metacognición se aplica en todas las materias por igual, aunque también fuera del aula, porque, como asegura Barnett, "está en todas partes". Por eso, pese a que se fomenta explícitamente en las clases, la portavoz del ICS considera que "debería desarrollarse y practicarse en todas las áreas de la vida".

Lo ejecutan por medio de las Rutinas de Pensamiento del Proyecto Zero de Harvard elaboradas por el pedagogo Ron Ritchhart. Y es que, según Barnett, esta metodología es "un contribuyente principal al proceso de enseñar a pensar". Pues, dice, "proporcionan la estructura y andamiaje para abordar un problema o una tarea".

Un profesor durante una de sus clases en el ICS.

Un profesor durante una de sus clases en el ICS. Cedida

"Permite a los estudiantes revelar sus conocimientos previos y cómo interactúan con ellos al asimilar nuevos datos", apunta. Y, al mismo tiempo, al hacer visible su propio pensamiento, son capaces de moldear procesos de razonamiento a través de la participación activa con una dificultad.

Pero, en ese sentido, la experta hace énfasis en que para desarrollar la metacognición "el tiempo de pensamiento es necesario". "Suena obvio, pero […] los alumnos lo requieren", asegura. Y destaca en el papel del profesorado en este proceso, porque, dice: "Si no les están enseñando cómo pensar, ¿sus estudiantes realmente están aprendiendo? […] ¿O es una regurgitación superficial de hechos e ideas?".

Para ella, el estudio es "un proceso activo que tiene lugar cuando uno está involucrado tanto individualmente como colectivamente en grupo". Y, precisamente, indica, el aula es "una oportunidad para que los aprendices se reúnan, con un docente, para reflexionar sobre temas, tener ideas, articular diferentes perspectivas y formular nuevos razonamientos".

"Hacer preguntas no solo impulsa el conocimiento, sino que también es resultado del pensamiento y el aprendizaje. Los profesores […] preparan el escenario para que esto tenga lugar, y llevan a los estudiantes a áreas más complejas. Esto desarrolla ciudadanos seguros e independientes para nuestra comunidad global", insiste.

Fuera del aula

Más allá de lo académico, Barnett asegura que quienes aplican la metacognición tienden a mostrar más sensibilidad. "Conduce a una mayor resiliencia, ya que el grado en que los estudiantes se sienten decepcionados disminuye en muchas circunstancias. Por supuesto, puede haber sorpresas, pero están equipados con formas de reflexionar sobre la situación para tener un plan de acción para la próxima vez", señala.

Un grupo de alumnas en una de sus clases del ICS.

Un grupo de alumnas en una de sus clases del ICS. Cedida

En lo personal y lo profesional, la experta también considera que será una habilidad diferencial. Pues, asegura que "ser capaz de pensar con flexibilidad, tener muchas estrategias de pensamiento y poder transferirlas entre diversas situaciones es muy deseable. […] ¿Qué empresario no querría contratar a alguien así?".

Y es que Barnett lo tiene claro: "El pensamiento es el motor principal del aprendizaje. Y cuando el razonamiento ocurre, los alumnos tienen una actitud más positiva hacia el aprendizaje en general y hacia la materia estudiada en particular".