El secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos, Mariano Jabonero, posa para EL ESPAÑOL.

El secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos, Mariano Jabonero, posa para EL ESPAÑOL. José Verdugo

Historias Los leones de El Español

La Organización de Estados Iberoamericanos (OEI): acción, solidaridad y esperanza a través de la educación y la cultura

El galardón será entregado el martes 21 de octubre como reconocimiento a los valores de educación, integración y democracia, encarnados en su liderazgo.

Más información: La Organización de Estados Iberoamericanos celebra su 75 aniversario: cooperación como bien público internacional

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Cuando Mariano Jabonero, secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), ocupe el estrado de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando para recibir el Premio Solidaridad de Los Leones de EL ESPAÑOL llenará un gran espacio. Gigantesco. Tanto como el que conforman los pueblos iberoamericanos a los que con su acción sirve.

Aún reverbera en la memoria aquel otro momento de hace un año, cuando Jabonero subió a recoger el Princesa de Asturias de Cooperación Internacional en el teatro Campoamor de Oviedo. Fueron unos minutos de emoción máxima porque el Secretario General no lo recogía solo.

Le acompañaba una representación de su equipo. Con él, Martín Lorenzo, director de la oficina en Colombia; Mª Isabel Guerra, docente del proyecto Escuelas de Frontera; y Alexander Chaverri, primer doctor del programa de movilidad académica Paulo Freire. 

Como en aquella ocasión, este premio de EL ESPAÑOL, que este 2025 celebra su décimo aniversario, no solo reconoce una trayectoria ejemplar, sino que valora una manera de entender y ejercer la cooperación. Además de su compromiso con las sociedades iberoamericanas y, desde luego, con las personas que las conforman. 

Algún día se escribirá que hay otro sinónimo de solidaridad y aparecerá la palabra OEI. Porque representa el sentido más profundo del término, ese que significa capacidad de acción. Porque, con ella, busca y encuentra –no sin un trabajo extremo a veces– resultados tangibles, traducidos en esa otra palabra tan necesaria en los momentos actuales: esperanza y, además, compartida.

A través de la cultura, de la educación, del fomento de la ciencia y de la solidaridad, la entidad ha sido sinónimo de integración. Es relevante, además, poner de manifiesto que la organización multilateral creada hace 75 años tiene su sede en Madrid. Desde la capital española, trabaja para los iberoamericanos.

Mariano Jabonero, secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), saluda a Cruz Sánchez de Lara, vicepresidenta ejecutiva de EL ESPAÑOL y editora de ENCLAVE ODS y Magas;  en la inauguración del IV Observatorio ODS.

Mariano Jabonero, secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), saluda a Cruz Sánchez de Lara, vicepresidenta ejecutiva de EL ESPAÑOL y editora de ENCLAVE ODS y Magas; en la inauguración del IV Observatorio ODS.

Así, se puede afirmar que la distinción de EL ESPAÑOL es una reafirmación de su papel como puente entre naciones y como motor de cohesión social. Aun más, como ese puente necesario entre Europa e Iberoamérica.

Auténtica vocación de servicio

En sus ya más siete décadas de existencia, el camino de la OEI ha tenido un objetivo muy claro. Se trata de un principio simple pero profundo; universal. Tanto que está recogido en el artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: toda persona tiene derecho a la educación.

Para la OEI, cualquier ser humano debe tener acceso a una educación de calidad y a las herramientas que le permitan transformar su realidad. 

Mariano Jabonero en un momento durante su intervención en el IV Observatorio ODS.

Mariano Jabonero en un momento durante su intervención en el IV Observatorio ODS. Sara Fernández

En los últimos años, este compromiso se ha fortalecido gracias al liderazgo de su secretario general, Mariano Jabonero, un hombre que asienta sus principios en los de la vocación y el trabajo de la educación. Él y sus equipos han consolidado una visión integral de justicia social, equidad y cooperación.

Y todo ello sin perder de vista la situación real de los países. 

En el IV Observatorio de los ODS celebrado en Madrid, organizado por EL ESPAÑOL, Invertia y ENCLAVE ODS, Jabonero despertó la emoción del auditorio cuando dijo que "a las escuelas van millones de niños con hambre, y es una realidad que está en la base ideológica que mueve la estrategia de la OEI". Y así es: en cada acción, en cada programa, late esa idea de que la educación es el camino más efectivo hacia la dignidad humana.

Un liderazgo con nombre propio

Es posible declarar, sin errar, que la solidez de la OEI reside entre otras cosas en su capacidad de crear vínculos duraderos, a través de una red de trabajo que hoy abarca 23 países, 19 oficinas nacionales, más de 600 proyectos activos y casi 4.000 profesionales comprometidos. 

Pero tiene en su secretario general el máximo exponente de que el compromiso político y social son eficaces cuando se pasa de las musas al teatro, cuando la ideología se transforma en acción. Jabonero, pedagogo y experto en cooperación internacional, ha revitalizado la OEI desde 2018.

Quienes le conocen bien definen su gestión como la de un gran administrador. Pero van más allá: se trata de un líder que ha proyectado la institución hacia el futuro con visión innovadora, sin olvidar el presente ni a los presentes. 

Una de las grandes tareas de la organización está siendo la de contribuir al fortalecimiento de la democracia en estos tiempos de cólera, parafraseando a García Márquez y su El amor en los tiempos del cólera (1985). Para ello, la obsesión de la OEI es la de la educación inclusiva, el respeto a los derechos humanos y la creación de alianzas estratégicas.

Mariano Jabonero, secretario general de la OEI, junto a la directora de ENCLAVE ODS Charo Izquierdo.

Mariano Jabonero, secretario general de la OEI, junto a la directora de ENCLAVE ODS Charo Izquierdo. Sara Fernández

De hecho, en el Observatorio de los ODS, Jabonero sintetizó su convicción: "Si no hay alianzas, no se cumple ninguno de los objetivos (de desarrollo sostenible). Sin el 17, el resto no se consiguen".

Ese es el centro articulador de toda la agenda de desarrollo sostenible. Su frase no puede resumir mejor una verdad esencial: las metas comunes solo se alcanzan cuando la cooperación se convierte en un principio compartido.

Motores de equidad

Es imposible conseguir el desarrollo de las sociedades sin una buena base que parta de la educación y sin tener en el punto de vista que la cultura y la ciencia son factores inseparables de ese compromiso educativo.

La educación no es solo una herramienta formativa. En palabras de la propia OEI, es un mecanismo para cohesionarse y proyectarse hacia el futuro. 

Esa visión se refleja en proyectos transformadores como el programa de movilidad académica Paulo Freire, el impulso a la educación técnica y profesional o el reciente libro La educación popular en Iberoamérica. Procesos históricos y aportes para una pedagogía liberadora. En él, y dentro de los actos y hechos relacionados con la celebración de su 75 aniversario, la entidad recupera y actualiza el legado de Paulo Freire.

Precisamente, durante la presentación de la obra, el secretario general recordaba algo que está también en la raíz de toda la acción de OEI y es que "fue creada por educadores". Dijo: "La educación popular se revitalizó en momentos de dictaduras militares en América Latina. Surgió con la idea de que la vida de la ciudadanía podía ser mejor y diferente".

En un momento en que se habla permanentemente del propósito, esta declaración deja claro el de la OEI. Pero además está hablando de una historia que propulsa a los años venideros.

Estas palabras dejan claro que no surgió como un ente burocrático, sino como una respuesta a la desigualdad, accionada por los motores de la ética y la política. Sin olvidar que las desigualdades siguen muy presentes, la misión de principio no ha cambiado en estos 75 años: ofrecer a cada persona la oportunidad de ejercer su libertad a través de la educación.

Pueblos unidos

Otra de las bases y rasgos más distintivos de la Organización de Estados Iberoamericanos es ese papel de puente, ya nombrado. Su acción multilateral no solo es testigo de que los países pueden entenderse más allá de lenguas y por encima de fronteras y contextos políticos.

Así, trabaja proyectos culturales, científicos y educativos colectivos que se entrelazan con experiencias locales en cada país. De esa manera, no solo contribuye al enriquecimiento de unos con otros, sino que genera una red viva de cooperación. Y a través de esta se articula, además, el diálogo entre Europa y América Latina.

De hecho, entre sus acciones educativas y culturales cuenta la de proteger el modo de vida de esos países, sin unificar culturas, respetando cada una de ellas, colaborando con ellas sin imponer las normalizadas. Por ello, está trabajando, por ejemplo, y con éxitos, por la protección de las lenguas indígenas.  

Es imprescindible recordar los diferentes momentos políticos en los distintos países a través de los 75 años de la organización. Pero llegando al presente, hay que poner encima de la mesa que este es un momento en el que algunas voces cuestionan el multilateralismo.

Por ello, la acción y existencia de organismos como la OEI supone una garantía. Lo es desde luego de visión a largo plazo, pero también de esperanza. No en vano, su capacidad para diseñar estrategias comunes ha demostrado que la cooperación sigue siendo el camino más eficaz frente a la fragmentación global.

Como contribución a esa cohesión y a ese principio de multilateralismo, cabe destacar la creación de la plataforma Iberoamérica en Democracia. El espacio está destinado a proteger el tejido democrático mediante el debate público y la reflexión intelectual. En sus foros, expertos y personalidades de la región comparten ideas sobre el futuro de la gobernabilidad, la cohesión social y los derechos humanos. 

La vicepresidenta ejecutiva de EL ESPAÑOL y editora de ENCLAVE ODS, Cruz Sánchez de Lara, es miembro del Comité Editorial de la Plataforma. En ella, se publican artículos de personalidades tan destacadas como Adela Cortina, Ramón Jauregui, Érika Rodríguez o José María Lasalle y pueden leerse quincenalmente en este periódico.

Una semilla de esperanza

"La educación popular es una semilla de esperanza que se cultiva cuando las personas se juntan, proponen y se conciben como parte de un cambio", ha expresado en múltiples ocasiones Mariano Jabonero.

La frase condensa a la perfección la misión principal de la organización. La educación no solo forma individuos. De hecho, es la única manera de romper círculos viciosos como el de la pobreza.

Ilustración dedicada a Iberoamérica en Democracia.

Ilustración dedicada a Iberoamérica en Democracia. OEI

Gracias a ella, se fortalecen comunidades, se estimula la participación ciudadana y se genera sentido de pertenencia. Esa es la base desde la que operan todos sus oficinas y proyectos, en colaboración con universidades y organismos públicos y privados. 

De Oviedo a Madrid

El Premio de Solidaridad de Los Leones de EL ESPAÑOL destaca el trabajo de instituciones o personalidades que han marcado un impacto positivo en la sociedad. En el caso de la OEI, el jurado ha reconocido no solo su labor política, técnica y educativa, sino su compromiso moral con la equidad.

El galardón que recogerá Mariano Jabonero simbolizará el agradecimiento de la sociedad a esa demostración de que la solidaridad organizada puede cambiar realidades complejas.

El nuevo galardón se suma al prestigioso Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional, recibido en 2024, y al homenaje global por su 75º aniversario. En ambos casos, la OEI logró vincular su historia con el presente a través de una narrativa que celebra la colaboración, el respeto mutuo y la apuesta por la educación como derecho.

Además, hay otros símbolos intangibles en el premio. En tiempos conocidos como VUCA, en los que reina la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad, el trabajo de la OEI es una especie de brújula que señala hacia la estabilidad.

A través de la solidaridad, sigue construyendo consensos y alianzas en materia educativa, tecnológica, medioambiental, científica y cultural. Y defiende que el progreso al que apunta solo tiene sentido si es compartido, frente al individualismo reinante.