Daños en la vegetación tras el incendio que afectó a Tres Cantos y Soto de Viñuelas.

Daños en la vegetación tras el incendio que afectó a Tres Cantos y Soto de Viñuelas. Daniel González EFE

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El fuego se apaga, pero la biodiversidad se pierde: se tarda entre 10 y 20 años en recuperar un ecosistema

María José Caballero, responsable de campañas de biodiversidad en Greenpeace, aclara la importancia de tener un buen plan de gestión forestal.

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El calendario dice que el mes de agosto llega a su mitad y mientras tanto, una lluvia de imágenes e informaciones desoladoras alimentan los medios. "En esta primera quincena han ardido 100.000 hectáreas y no están apagados todos los fuegos", comenta María José Caballero, responsable de campañas de biodiversidad de Greenpeace. 

Normalmente, el foco de la noticia se dirige a las llamas que asolan la tierra, los espacios naturales, pueblos enteros y, por desgracia, muchas veces vidas humanas. Sin embargo, el problema que acarrean los incendios va más allá de lo que sucede en el momento.

Tal y como comentan también desde Greenpeace en su informe Incendios forestales, ¿qué perdemos?, no se es consciente de lo que estas catástrofes suponen a nivel de daños ecológicos

Después de una tragedia de este calibre, hay que evaluar la situación en la que queda la vegetación, así como la fauna, hacer un balance hidrológico, de calidad del agua y de la atmósfera. También es imprescindible considerar el estado de la tierra fértil y la erosión del suelo. 

"El impacto de un incendio en la biodiversidad dependerá de la intensidad de este y del tipo de ecosistema al que afecte", menciona la experta de la ONG, que comenta de forma detallada las diferentes escalas a las que afecta el fuego en cuanto a la diversidad, catalogando el hecho como desastre ecológico.

Relación fuego-biodiversidad

En primer lugar, la bióloga señala que se produce una pérdida directa de variedades y de hábitats. "La fauna puede morir por el calor, el humo o la destrucción de sus espacios de cría, así como de su refugio". 

Caballero establece una conexión sobre esto y lo que está sucediendo en la montaña palentina, donde uno de los grandes temores, además de lo obvio, son los daños que se pueden sufrir en las zonas de oseras. "Si los incendios son muy grandes, pueden hacer desaparecer especies locales como osos, lobos, linces y grandes águilas", aclara. 

En cuanto a la flora, la conclusión es lógica: aquella que no esté adaptada a estas condiciones se extinguirá completamente y, como marca la responsable de campañas de biodiversidad de Greenpeace, puede tardar décadas en recuperarse

Por supuesto, un elemento que no puede faltar en esta ecuación del perfecto caos es el concepto de efecto dominó. Debido a todas estas transformaciones en el ecosistema, también se da una alteración de las interacciones ecológicas propias de los bosques.

En este contexto, desaparecen plantas que son clave para el sustento de los polinizadores, fundamentales para el funcionamiento de los espacios naturales; la muerte de los animales reduce las posibilidades de alimento y el suelo queda mucho más expuesto.

Esto último favorece la colonización de especies invasoras, además de una acción erosiva de los agentes geológicos más intensa y la desaparición de hongos y microorganismos, a los que María José Caballero bautiza como "la base de la esencia de la fertilidad". 

"Hay que tener en cuenta la gran cantidad de cenizas y sedimentos que se generan y, si estos acaban en un río, afectarán a la vida acuática y a la calidad del agua", añade de forma tajante la experta, antes de mencionar que también hay que valorar los daños sobre el paisaje. 

Un helicóptero en plenas tareas de extinción, en Penagundín, en Melide (A Coruña)

Un helicóptero en plenas tareas de extinción, en Penagundín, en Melide (A Coruña) Xurxo Martínez EFE

Además de todo esto, tal y como se menciona en el estudio Los incendios forestales y la diversidad biológica, los peligros para la variedad de animales y vegetales en todo el mundo en relación con los incendios no es solo una cuestión puntual.

Estos fenómenos son una fuente de emisión de carbono, algo que contribuye al calentamiento global, lo que por sí ya está modificando precisamente la biodiversidad. En esta misma pieza, se hace alusión a que una vez que se ha producido un fuego de este tipo, la probabilidad de que sucedan nuevos episodios es mayor.

Esto se debe, en parte, a la pérdida y caída de árboles, que permite que la luz del sol reseque el bosque y se acumule combustible con un aumento de especies susceptibles a los incendios, como las herbáceas inflamables.

La recuperación

Tras la tormenta llega la calma, ¿pero a qué precio? Si se habla de números, de acuerdo a la responsable de Greenpeace, cada euro invertido en prevención y conservación supone un ahorro de 100 euros en extinción. Pero como es habitual en la vida, el dinero no lo es todo: el incendio de Doñana en 2017 costó solo 300.000 euros en materia de biodiversidad.

Ante un desastre de tamañas magnitudes, ¿cómo es la recuperación?, ¿qué es lo que hay que hacer?, ¿cuándo se puede comenzar con el plan? 

Según las palabras de la representante de la organización, todo lo marca, una vez más, la intensidad del incendio y dónde se dé este. "Por ejemplo, el pino canario se regenera cuando ha pasado el fuego, rebrota, pero no se da así en todas las situaciones", aclara la experta de Greenpeace.

En cualquier caso, el proceso a seguir siempre parte de un estudio para analizar qué es lo que ha sucedido, como María José Caballero indica. "Hay que ver cómo es la orografía y qué especies hay. Es bastante complejo. De ello se encarga la ingeniería forestal, para saber cuál es el mejor momento para recuperar el ecosistema". 

Además, la bióloga desmiente el mito de que una vez que las llamas han quedado sofocadas, lo idóneo es replantar, algo que no tiene sentido si la erosión es muy grande o si está todo cubierto de cenizas. 

"Con estos planes, no solo se busca que el hábitat en cuestión vuelva a florecer, en el más amplio sentido, sino que cuando lo haga, sea con mejores características para que, en caso de que se diera otro incendio, sea más sencillo controlarlo y los daños sean menores", amplía. 

Imagen de archivo de un bosque.

Imagen de archivo de un bosque. Foto de Steven Kamenar en Unsplash

Y una vez que se han emprendido todas las medidas necesarias encaminadas hacia la recuperación, la pregunta resulta tan dura y atemorizante, por la respuesta, como obvia, ¿cuándo se comienzan a ver los resultados?

"No sé si hay una cifra media, pero normalmente se tarda de uno a cinco años para que la vegetación vuelva a cubrir el suelo y para que el ecosistema esté como más o menos estaba la cifra se amplía a entre 10 y 20 años. Pero depende mucho de qué especies hubiese antes", determina la experta. 

La prevención

Tirando de sabiduría popular, que siempre se encuentra colmada de años de experiencia y vivencias, es sencillo dirimir que muchas cuestiones quedarían resueltas, o ni siquiera se darían, si se trabaja de manera cautelar. Por supuesto, en este plano sucede lo mismo. 

"Una de las demandas principales que hacemos es que se invierta mucho más en prevención y en gestión. Solo el 20%, creo que es el 22 exactamente, de las masas forestales en España tienen un plan este tipo", demanda María José Caballero.

Como la responsable de Greenpeace comenta, cuando se plantean este tipo de propuestas se tiene en cuenta todo el ecosistema y cuanto mejor sea el proyecto, más exitosos serán los resultados cuando se tenga que poner en marcha. 

Imagen de archivo de unos ciervos en plena naturaleza.

Imagen de archivo de unos ciervos en plena naturaleza. Foto de Zab Consulting en Unsplash

Hay muchas formas de evitar un incendio y, sin duda, una de ellas es contando con un buen plan de gestión para, de entrada, crear y mantener masas forestales buenas. "Para que no se genere un fuego, lo primero es contar con espacios abiertos, diferentes especies y de distintas edades, ya que es algo que consigue que las zonas sean menos combustibles. Hay que tenerlo todo en cuenta".

Un término que no debería quedar nunca relegado a un segundo plano cuando se habla de la preservación y conservación de la biodiversidad y los ecosistemas es el de gestión forestal sostenible"Solo hay una posible, la buena", termina de forma tajante.

Como comenta, 'con el corazón encogido', la responsable de campañas de biodiversidad de Greenpeace, hay que aprender de estos errores para que el próximo verano no se vuelvan a repetir. Y para que esta frase no se convierta en una afirmación manida debido a su uso.