
Pradera de posidonias marinas. iStock
Contaminación, pesca ilegal y cambio climático amenazan la posidonia: así estamos matando al "pulmón del mar"
El estudio 'Bosques Sumergidos', realizado por Fundación Aula del Mar Mediterráneo y Mares Circulares de Coca-Cola, tacha de "urgente" su situación.
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Desde el fondo marino de la costa mediterránea, un organismo colosal pide ayuda a gritos. Sin embargo, nadie parece escucharle.
La contaminación, la intensa actividad humana, el cambio climático y las algas invasoras provenientes de Asia están poniendo en peligro la vida de la Posidonia oceánica, una planta acuática cuyas praderas son esenciales para el ecosistema marino debido a su capacidad para absorber carbono y mitigar los efectos del cambio climático.
Así lo constata el informe Bosques Sumergidos, realizado por Fundación Aula del Mar Mediterráneo (FAMM) y Mares Circulares de Coca-Cola, y que tilda de "urgente" la necesidad de adoptar nuevas medidas y "un cambio de conciencia" para salvar al "pulmón del mar".
"La situación no es buena, es grave". Así de contundente se muestra Juan Antonio López Jaime, presidente y director científico de la FAMM. El experto alerta de que estas posidonias son "absolutamente necesarias", ya que "no se entendería un Mediterráneo sin ellas".
El citado estudio, en el que participaron más de 150 submarinistas voluntarios, analizó durante un año el estado de ocho praderas de posidonia del Mar Alborán, concretamente de las costas de Málaga, Granada y Almería. Y los resultados son, según López Jaime, "preocupantes".
Estado "crítico"
De estas ocho praderas analizadas, son las de Málaga (Estepona y Nerja) las que han mostrado los peores datos. Según el presidente de la FAMM, su estado es "crítico", con praderas "muy fragmentadas y en regresión". Y las notas recogidas por el informe lo avalan.

Trabajo de campo del informe 'Bosques sumergidos'. Cedida
Se observa una "baja biodiversidad", con haces —grupo de hojas de Posidonia oceánica que se originan de un mismo punto en el rizoma— de baja altura y poca densidad.
En los casos de las praderas de Granada y Almería, aunque presentan un mejor estado que las de Málaga —la de Cabo de Gata se mostró como la más saludable—, la biodiversidad registrada también se observó amenazada.
Esto se debe, mayormente, a la colonización y desplazamiento que está sufriendo este organismo por parte del alga invasora Rugulopteryx okamurae, proveniente de Asia, que incluso llega a "tapizar, asfixiar y eliminar" a la posidonia.
Sin embargo, la acción humana también es partícipe en la degradación de este ecosistema marino. Los continuos vertidos al mar, la urbanización del litoral, la contaminación, la pesca ilegal y el anclaje de embarcaciones son, según el informe, de las grandes problemáticas.
Pero, advierte López Jaime, a pesar de ser "principales causantes, también podemos ser la principal esperanza de recuperación" para esta planta. "Con este proyecto queremos poner en valor a la posidonia y proponer medidas de protección y restauración", afirma.
Repoblando el mar
Ante este alarmante contexto, la FAMM, junto al programa de sostenibilidad Mares Circulares de Coca-Cola, han armado un proyecto pionero: la reforestación de una pradera de Posidonia oceánica en Marbella (Málaga).
Pero este proceso, mucho antes que en la costa marbellí, da comienzo en un pequeño invernadero que se encuentra dentro del centro de innovación La Noria, en Málaga.
Allí, varios acuarios albergan esquejes de posidonias, así como varias especies de animales acuáticos que, juntos, forman la llamada acuaponía, un cultivo integrado que combina la acuicultura (cría de animales acuáticos) y la hidroponía (cultivo de plantas en agua).

Un esqueje de Posidonia alberga un caballito de mar en uno de los acuarios del invernadero de La Noria (Málaga).
Gracias a este sistema, los desechos de los peces, ricos en nutrientes, sirven como fertilizante para las plantas, mientras que las raíces de estas purifican el agua que luego regresa a los peces, creando un "ciclo cerrado" que, según López Jaime, se intenta que sea "lo más natural posible".
Los esquejes de posidonia suelen estar en el acuario unos nueve meses y, cuando la planta ya está lo suficientemente madura, es trasplantada al mar por un equipo de buceadores.
Pero, para que esta prolifere adecuadamente y no sea arrastrada por la corriente, tanto López Jaime como su equipo utilizan una técnica innovadora: anclan las raíces a unos bloques de piedra caliza que, posteriormente, se degradan de forma natural y acaban deshaciéndose en el agua.
El proceso avanza poco a poco, y es necesario monitorear y hacer un seguimiento del desarrollo de las plantas, ya que la posidonia crece con mucha lentitud.
"En la etapa inicial los nuevos brotes aparecen con mayor rapidez, pero una vez que la hoja alcanza su madurez, el crecimiento se vuelve extremadamente pausado, llegando a avanzar solo alrededor de un centímetro cada año", apunta el experto oceanógrafo.
"Salvadora" del planeta
La Posidonia oceánica no solo constituye uno de los organismos más grandes —algunas llegan a tener más de ocho kilómetros de longitud— y longevos del planeta —existen ejemplares con más de 100.000 años—, sino que se ha erigido como la especie "salvadora del planeta".
"Durante el periodo cretácico, hubo un cambio climático provocado en parte porque los grandes dinosaurios herbívoros estaban acabando con toda la vegetación terrestre. La temperatura global subió varios grados y el índice de CO₂ era muy superior al que tenemos actualmente", recuerda López Jaime.
"Eran unas condiciones muy difíciles para la supervivencia, pero hubo plantas como la Posidonia oceánica que huyeron de esa depredación y empezaron a poblar el mar. Se adaptaron al medio acuático y se convirtieron en una especie submarina que, gracias a su capacidad de captación de CO₂, consiguió enfriar el planeta y logró que empezara a haber, de nuevo, una gran biodiversidad", añade.

Un grupo de buceadores se dirige a las praderas de Posidonia oceánica en Marbella, Málaga. Cedida
Pero no solo eso. La Posidonia oceánica se ha convertido en, según califica López Jaime, "el pulmón del mar". Esta fanerógama se ha tornado esencial para el ecosistema marino, debido a su capacidad para secuestrar carbono, de gran importancia para mitigar los efectos del cambio climático.
Además, proporcionan hábitat a numerosas especies marinas, las cuales lo utilizan como zona de desove y refugio para alevines. Sin embargo, las continuas amenazas a la que se ve sometida están mermando sus haces.
Por eso, el presidente y director científico de la FAMM hace un llamado a la "acción global" y a la "necesidad de concienciación y de toma de medidas urgentes" porque, finaliza, "aún estamos a tiempo de revertir la situación".