
Retratos de los dos testadores. Comité español de ACNUR
Ramiro y Elena ayudarán con su herencia a devolver la esperanza de 123 millones de refugiados: "Era lo que debíamos hacer"
El profesor de secundaria y la experta en matemáticas jubilada forman parte de las personas que han testado a favor de ACNUR.
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Dice Ramiro Ribeiro que nunca olvidará el día en que tomó la decisión de incluir a ACNUR —el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados— en su testamento.
Profesor de lengua en un instituto, experto en Virginia Woolf y uno de tantos españoles que han alcanzado la madurez sin tener descendencia, explica que fue justo en el momento que falleció su padre, hace casi una década.
Antes de su partida, "la muerte no existía", dice, pero aquello marcó un antes y un después en su forma de entender el mundo. Fue uno de esos instantes reveladores en los que "empiezas a plantearte el futuro que nos depara a todos".
Una pregunta merodeaba por su cabeza: ¿qué iba a ser de aquel "pequeño patrimonio", una casa en Madrid que había conseguido poseer tras años de ahorro y empeño, cuando él ya no estuviera?
Entonces, lo tuvo claro: lo dedicaría a proteger a aquellos que "no han tenido la suerte de nacer en un estado de bienestar" como el suyo, a los más de 120 millones de personas desplazadas a la fuerza en busca de una vida alejada de los conflictos, la persecución y las violaciones contra los derechos humanos.
De esa cifra, equivalente a 2,5 veces la población española, se estima que más de la mitad son menores de 18 años, cuyos presentes están marcados por historias de éxodo y supervivencia. Ribeiro, pese a vivir en uno de los países con mejor calidad de vida de Europa, no es ajeno a lo que sucede más allá de sus fronteras.

Ramiro Ribeiro, fotografiado durante la presentación de la campaña 'Héroes' el pasado 7 de mayo en Madrid. ACNUR
Tampoco lo es Elena Asensio, quien se define como "ciudadana en el mundo", y, por ello, asegura que "los refugiados forman parte de mi familia". Jubilada tras 40 años de vida laboral al servicio de las matemáticas y la lógica computacional, testó a favor de las personas desplazadas en 2020.
Aquel año, mientras el mundo era azotado por una pandemia sin precedentes, le hizo ver que "los pequeños gestos también pueden llevar a grandes logros", y fue entonces cuando decidió que quería dejar una huella positiva al término de su vida a través de la herencia solidaria.
"En los últimos tres años, el número de personas que han decidido dar este paso se ha duplicado", celebran desde el Comité español de ACNUR, la asociación que recauda fondos en nuestro país para la Agencia de Naciones Unidas y una de las entidades humanitarias más involucradas en la popularización de esta vía de colaboración con el tercer sector, que resulta especialmente atractiva para la generación Baby Boomer —así lo destacan informes recientes de otras oenegés—.
En el caso del docente, este nunca tuvo dudas. "De uno a 10, la dificultad fue cero. Ni me lo pensé", asegura. Su testamento, más que una cesión material, es una declaración de principios: "Vivimos en un mundo que ni nos lo creemos. Tenemos suerte de haber nacido en un estado de bienestar, pero otros no han sido tan privilegiados".
Y continúa: "Si viéramos los testimonios de las personas que realmente están sufriendo ahora mismo en el mundo, quizás cambiaríamos de actitud". La guerra de Ucrania, el conflicto en Gaza o los desplazamientos forzados en Sudán le han hecho reafirmarse aún más en su decisión.
Pero él, que también es un hombre de memoria, sabe que no hace falta mirar tan lejos para imaginar el horror de dejar toda una vida atrás. "España también fue un país con refugiados, con miles de personas que huyeron de la Guerra Civil. Nos ha pasado a nosotros también, entonces, ¿por qué no ayudar a otros en la misma situación?", se pregunta.
Asensio no tiene un gran patrimonio, pero nunca pensó que eso fuese un impedimento: "No hace falta tener mucho para hacer un testamento así, solidario. Yo pienso mucho en la redistribución de la riqueza o, mejor dicho, de la pobreza. Creo que mi granito de arena algo aporta, y que poco a poco podemos hacer una montaña de estas contribuciones".
Una forma de ayuda en alza
Este gesto en alza en los últimos años permite incluir a una o varias organizaciones en el testamento, sin perjudicar los derechos de los herederos legítimos en el caso de que los haya, para ayudar a quienes más lo necesitan.
Según ACNUR, con 3.300 euros se puede proporcionar un mes de tratamiento contra la malnutrición severa a 110 niños y niñas. Desde que puso en marcha su programa de testamento solidario en 2016, el número de personas que se han sumado a él no ha parado de crecer.
La campaña Héroes, lanzada por el Comité español de la entidad de Naciones Unidas, busca visibilizar estas historias de generosidad y compromiso, pero también las de quienes reciben ese apoyo: personas refugiadas que, pese a todo, han conseguido reconstruir sus vidas.
Durante su presentación —en el mes de mayo en Madrid, moderada por la periodista Mónica Carrillo—, Ribeiro y Asensio compartieron espacio con "heroínas" como Khadija Amin y Aminata Soucko, refugiadas que hoy lideran asociaciones en España.
Soucko, superviviente de mutilación genital femenina y violencia machista, huyó de Mali en 2008. Hoy dirige la Red Aminata, oenegé que apoya a mujeres en situación de vulnerabilidad. "Mi sueño era enseñar a las mujeres cuáles son sus derechos, para que no se queden en casa. Ahora lo estoy haciendo gracias al apoyo de entidades como ACNUR", compartió emocionada.
Amin, por su parte, era presentadora de televisión en Afganistán hasta la llegada de los talibanes. Tras huir del país, llegó sola a España, sin conocer el idioma ni tener dónde dormir. Ahora trabaja en Telefónica, colabora con un diario español y lidera su propia asociación educativa. "Nadie quiere dejar su país. Nadie es refugiado porque quiere", dijo con firmeza.
Ambas mujeres coinciden en algo: los pequeños gestos pueden cambiarlo todo. Elena escucha sus historias con una sonrisa y plena atención. Son las personas por las que hace cuatro años tomó la decisión de convertirse en testadora del Comité español de ACNUR.

Elena Asensio, también testadora en favor del comité de la organización en España. ACNUR
Cuando lo hizo, recuerda, nadie en su entorno lo cuestionó: "Yo siempre lo tuve claro y mi familia me conoce, así que no hubo ningún problema. Lo entendieron". En el caso de Ribeiro, su iniciativa fue contagiosa: "Mi madre, al ver que yo lo había hecho, también cedió parte de la herencia antes de fallecer. ¿Yo como hijo me enfadé? Al contrario, lo vi maravilloso. ¡Y poco me pareció!".
Ambos apelan a la urgencia de no permanecer indiferentes: "Es descorazonador que en pleno siglo XXI sigamos pensando que no podemos hacer nada. Hace poco leí que uno de los papamóviles se iba a convertir en una clínica de urgencia para Gaza. Son pequeños gestos, pero se puede lograr tanto con ellos que no debemos quedarnos quietos", asegura Asensio.
Cada vez más ciudadanos encuentran en esta vía una manera de seguir colaborando con causas que consideran justas incluso después de su muerte. "A quien se lo esté planteando, le diríamos que no lo deje. La muerte es algo en lo que nunca queremos pensar, pero creo que no se van a arrepentir nunca", concluye la pareja de testadores.