El activista ecologista Bjørn Lomborg.

El activista ecologista Bjørn Lomborg.

Enclave ODS ENTREVISTA

Bjørn Lomborg: "No hay que asustar a los niños: el mundo no se va a acabar con el cambio climático"

El danés Bjørn Lomborg, una de las voces más críticas con las tesis oficiales sobre el calentamiento global, defiende la capacidad del ser humano para innovar y adaptarse a los cambios. Su último libro, Falsa alarma, arremete contra el "alarmismo climático". 

18 febrero, 2022 02:03

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Bjørn Lomborg (Dinamarca, 1965) es el fundador del think tank Copenhagen Consensus Center y uno de los analistas climáticos más citado por los escépticos. Sus tesis se dieron a conocer mundialmente con la publicación de El ecologista escéptico (Espasa) en 2001 y son motivo de discusión, desde entonces, por estadistas y ecologistas, que cuestionan su optimismo sobre el impacto del calentamiento global en nuestro entorno.

En 2004, Lomborg fue incluido en la lista de la revista Time de las 100 personas más influyentes del mundo. En 2021, dio continuidad al éxito comercial de su primer libro con Falsa alarma (Antoni Bosch), donde arremete contra el "alarmismo" y esgrime que todos los pronósticos pasan por alto un detalle: la capacidad del ser humano para innovar y adaptarse a los cambios.

En 2022, Lomborg vio una película, No mires arriba, que le hace torcer el gesto.

¿No le gustó?

Ojalá me hubiese gustado más. No está mal. Los actores son divertidos, pero su aportación al debate [del cambio climático] falla en dos puntos. Primero: hacer un paralelismo con un meteorito no es lo más ajustado.

¿Por qué lo dice?

Si un meteorito se dirigiera a la Tierra, es evidente que se convertiría en la única cosa que debería ocuparnos. Y, sinceramente, creo que es lo que ocurriría. Pero el cambio climático no es como un meteorito. La evidencia científica no nos dice que, si no le ponemos solución, vamos a morir todos. Tampoco que, si se la ponemos, vamos a estar bien. El cambio climático se parece más a una enfermedad crónica. A sufrir diabetes.

¿Diabetes?

¡Sí! Es un inconveniente. Y sí, si no lo tratas, puedes morir. Debes ocuparte de ello, pero no sólo de ello. A la diabetes tratas de ponerle remedio, tienes insulina a mano, aprendes a vivir con ella. Pero la mayor parte de tu vida se la dedicas a estudiar, a tu perro, a tu familia, a tus seres queridos y, en resumen, a aquello que hace que tu vida sea plena. El cambio climático es uno de los muchos desafíos que tenemos que afrontar. Ni el único, ni el más importante.

¿Y segundo?

¿Te acuerdas de Jim Hansen?

Ayúdeme a hacer memoria.

Fue él quien, en 1988, puso el cambio climático en el mapa, en esas audiencias que Al Gore organizó en el Congreso. Escogieron el día más caluroso y apagaron el aire acondicionado. Una gran escena televisiva. En fin, Hansen está muy preocupado por el cambio climático. Es el autor de uno de los artículos más lúcidos sobre No mires arriba, donde escribe que “la historia es compleja porque el villano es un héroe: los combustibles fósiles son una energía extraordinaria que han mejorado los niveles de vida en casi todo el mundo, por lo que el mundo no dará la espalda a los combustibles fósiles sin encontrar antes alternativas mejores”.

Vaya.

Creo que no hay mejor manera de expresarlo. Mucha gente se pregunta por qué no se arregla el problema de una vez. La respuesta es que es muy difícil hacerlo, a menos que tengas una alternativa mejor. Y no la tenemos.

"Estamos poco informados y por eso tanta gente cree que el cambio climático será el asteroide que destruirá a la humanidad"

A favor de la película diré que habría sido menos interesante con un planeta diabético que empeora a su ritmo.

¡Exacto! Una de las razones por las que es tan complicado hacer la labor que hago es que el tema es aburridísimo. Y, claro, hay mucha gente con la necesidad de sentir que vive un momento trascendental, que es un agente del cambio al servicio de la humanidad. El alarmismo les da alas. Yo les digo que, oye, esta es una de esas cosas que hay que solucionar. Pero procuremos no gastar demasiado dinero en ella porque, recuerda, hay más problemas que atender: hay gente muriendo de tuberculosis y malaria, hay desnutrición, hay problemas de acceso a la educación, hay incontables asuntos que también merecen ocupación. Así que, efectivamente, una película sobre lo que es el calentamiento global sería aburrida.

Nada se libra del espectáculo.

Fíjate que los fenómenos extremos son lo que más preocupan a la gente y lo que más ocupa a las organizaciones ecologistas. ¡Y no son, ni de lejos, la parte más importante del cambio climático! Pero es lo que vende. Todo el rato ves inundaciones, gente abrasándose… Genera audiencia. Siempre se ven olas de calor, pero casi todo el que muere a causa de las temperaturas es por frío. ¿Por qué no nos lo muestran? Ah, claro: porque es aburrido. Igual hasta te estoy perdiendo mientras charlo de estas cosas.

Todavía no.

Cuando la gente ve un huracán, se lleva las manos a la cabeza: ¡es el calentamiento global! Como si jamás hubiesen existido.

Pero ahora son más fuertes.

Es cierto. Son menos frecuentes, pero son más fuertes. Pero no nos fijamos en menos frecuentes, sino en más fuertes.

La evolución de estos huracanes es cada vez más difícil de predecir.

Eso es discutible. Hay investigaciones que ya apuntan a que los huracanes se pueden predecir con diez días de antelación, cuando hace veinte años eran sólo tres. Tenemos más información, somos más precisos, y esa es la razón por la que ahora muere menos gente por desastres naturales. Recuerda la masacre que dejó un huracán en Bangladés y Pakistán en 1970. Murieron más de 300.000 personas. Por supuesto, por distintas razones: no creyeron a su gobierno, no quisieron abandonar sus vacas, etcétera. Pero… ¡300.000 personas! En los últimos veinte años, la cifra anual de muertes causadas por los huracanes es mil veces más pequeña. Y, por supuesto, ahora somos más gente en el planeta. No estoy negando que el cambio climático sea un problema. Pero creo que estamos poco informados y que por eso tanta gente cree que este será el asteroide que destruirá a la humanidad.

¿Nos falta perspectiva?

Venimos de un mundo, si echamos la mirada cien años atrás, en el que dos tercios de la población mundial pasaban hambre, según la FAO. Ahora no llega al 10%. Hace veinte años, en torno al 90% de la humanidad sufría pobreza severa, es decir, vivía con menos de un dólar al día. Ahora ronda el 10%. En 1900, la esperanza de vida era de unos 30 años [en España, 32 años]. Ahora puede estar en los 72 o 73 años [en España, 85 años]. ¡Viviremos el doble que nuestros bisabuelos! ¡O más! Estamos mejor formados, tenemos tecnología extraordinaria. Y, sin embargo, mucha gente cree que el mundo era mejor antes.

En líneas generales.

Sí, pero no me malinterpretes. No digo que el mundo sea maravilloso, que no hay nada de qué preocuparse. Digo que hemos progresado mucho, que vivimos mejor en prácticamente todos los sentidos. Pero quedan muchos problemas que resolver ahí fuera, y no podemos permitirnos concentrarnos únicamente en los que nos hacen sentir mejor.

"Una cosa es que el cambio climático frene el progreso y otra distinta que sea el fin del mundo"

¿Escasea el optimismo entre sus compañeros analistas?

Fuera de la ciencia medioambiental, nadie ignora que estamos mejor que antes. Pregúntale a un médico, por ejemplo, que sabe que sus hijos están sobreviviendo a enfermedades que les habrían costado la vida hace sólo veinte años. Entiendo que ahora haya más preocupación que en los años 60, cuando nací, cuando sólo cabía la certeza de que iríamos a mejor. Pero estamos alimentando una cultura de la catástrofe que nos dice todo el tiempo que todo es terrible. Y, específicamente en lo climático, va peor. Pero hay que tener perspectiva. En los 90, siete millones de personas morían de hambre al año. Ahora, menos de tres millones. Es un enorme problema, deberíamos hablar de ello; pero también es una enorme mejora.

¿Y en el futuro?

Muchos te dirán que el cambio climático pondrá las cosas muy difíciles a la agricultura y que mucha gente morirá de hambre. Es cierto. Pero no tienen en cuenta que la agricultura seguirá mejorando. Sin cambio climático, de acuerdo con la OMS, en 2050 morirían por desnutrición 750.000 personas. Con cambio climático, 800.000. Es un problema real. Son personas que sufrirán porque no pudimos resolver el cambio climático a tiempo. Pero una cosa es que el cambio climático frene el progreso y otra distinta que sea el fin del mundo. Si nos preocupa el hambre, ¿por qué no invertimos en investigaciones que proporcionen mejores semillas, mejores fertilizantes, mejores pesticidas, mejores sistemas de irrigación? La realidad más deprimente es que el alarmismo climático bienintencionado te dirá que tenemos que adoptar medidas draconianas ya, ¡y que hay que hacerlo por el hambre!

No le convencen.

Son medidas que no funcionan. La temperatura seguirá siendo mucho más alta a final de siglo. Para salvar unas centésimas de grado, pretenden que en el África negra no se puedan usar técnicas de irrigación, ni fertilizantes, ni tractores que consuman combustibles fósiles. A cambio, claro, tendrán un clima ligeramente menos cálido a final de siglo. ¿No ven que necesitan los tractores, los fertilizantes y la irrigación? Parece que estemos obcecados con usar las medidas menos efectivas al coste más elevado.

Han pasado tres meses desde la Cumbre del Clima de Glasgow.

Me gusta la idea de que haya gente que quiera hacer algo al respecto. Pero, seamos realistas, hay un motivo por el que se llamó COP26: hubo veinticinco antes. Y no funcionaron. Hay gente que se enfada cuando lo digo, pero el programa medioambiental de la ONU hizo un estudio de cuál fue el impacto de este tipo de políticas en la década de 2010. Y en la década de los acuerdos de París, de los mensajes al mundo de hay que frenar el cambio climático y gastar trillones de dólares en ello, la ONU asume que no pueden calibrar la diferencia entre haber hecho algo y no haberlo hecho. Dicen que se lo toman en serio, pero nadie quiere vivir en ese mundo.

¿A qué se refiere?

El mundo que pretenden crear es extremadamente caro y está lleno de inconvenientes. Imagina un mundo en el que, cuando haga frío, no te puedas calentar. Que, cuando haga calor, no puedas refrescarte. Que, cuando anochezca, no puedas encender la luz. Nadie quiere vivir en ese mundo. Por eso Europa y todos los países bienintencionados del planeta siguen obteniendo alrededor del 80% de su energía de combustibles fósiles. Decimos que estamos concienciados, pero no queremos vivir en un mundo sin comodidades. Tenemos que reconocer que no vamos a resolver el cambio climático con las promesas del COP26. Lo que sí vamos a conseguir es que la gente se cabree.

"La solución no es pedir a la gente que aguante un poco más pasando hambre, sino innovar para producir más"

¿Teme que las políticas verdes se les vuelvan en contra?

Estamos viendo cómo el incremento del precio de la energía en Europa está provocado, en buena medida, por las políticas medioambientales. Esto va a ir a peor. Si gastas unos cientos de euros anuales por persona a la lucha contra el cambio climático, puedes pasar inadvertido. Pero si pasas a gastar miles de euros que podrían ser para la educación de tus hijos, el sistema de salud, la atención a los mayores o el mantenimiento de las infraestructuras, te dirán que no. Y votarán a quienes los saquen de ahí. La realidad es que vamos a gastar muchísimo dinero, será insostenible y no arreglaremos nada. Sin olvidar que la mayor parte de las emisiones no viene de Europa.

¿Cuál es la alternativa?

¿Cómo resolvimos problemas en el pasado? No fue pidiendo a la gente que redujera drásticamente sus ingresos y comprometiera su modo de vida. Eso nunca funciona. Fue con innovación. Con la fracturación hidráulica, por ejemplo, se hundió el precio del gas en Estados Unidos en 2010, y se redujeron las emisiones de dióxido de carbono a la mitad al usar menos carbón. Poca gente sabe que Estados Unidos ha recortado sus emisiones más que nadie en la última década. Y no es mérito de Obama, Trump o Biden. Le estamos pidiendo cosas a la gente que no está por la labor de aceptar, y estamos torciéndoles el brazo a los políticos en las Cumbres del Clima para que acepten cosas que saben perfectamente que no van a llevar a cabo.

En su libro menciona el ejemplo de India.

En 1970, la preocupación era que no hubiese alimentos para todo el planeta. Primero, en India. A partir de los 80, en África subsahariana. Ahora, India es el mayor exportador de arroz del mundo. La solución no es pedir a la gente que aguante un poco más pasando hambre, sino innovar para producir más. No vas a conseguir que la gente renuncie al carbón pidiéndole que sea un poco más pobre, que pase un poco más de frío, que coma menos carne, que conduzca menos, que renuncie a los aviones, que no use el aire acondicionado. ¿Quién en su sano juicio lo haría? Pero, si innovamos en energías menos contaminantes que sustituyan a los combustibles fósiles, cambiará esa historia.

Le iba a preguntar por los 100.000 millones anuales prometidos en Glasgow a los países pobres para que se adapten.

Esto viene de 2009. La idea, y está claro que no es la versión oficial, es pedirles que renuncien a los beneficios de la industrialización. No queremos prescindir de los combustibles fósiles porque nos vienen muy bien, pero pedimos a los países en desarrollo que sí lo hagan. Por supuesto, ellos no quieren. Pero cogen los 100.000 millones y hacen como que aceptan. El problema es que nadie tiene 100.000 millones para esto, y menos tras la crisis del coronavirus. Es que es imposible, ¡100.000 millones cada año! No sé si leíste lo que hizo India.

¿El qué?

India se comprometió en Glasgow a la neutralidad de carbono para 2070, pero unos días después añadió un matiz. “Oh, vaya, se nos olvidó mencionar algo: para empezar, chicos, necesitamos que nos deis un trillón de dólares”. Quieren un trillón antes de 2030 para empezar a hacer camino.

Y no salen las cuentas.

Exacto. Y eso sólo India. Los demás también querrán su parte. Están diciendo, y me parece justo, que, si queremos que no se desarrollen, tendremos que costear su bienestar. “Danos el nivel de vida europeo y seremos felices”. Nunca veremos esa inversión de 100.000 millones y los países pobres no se resignarán a ser pobres por nosotros.

"El cambio climático es un problema, pero no es el fin del mundo"

Apoya la energía nuclear.

Lo normal es que la gente quiera electricidad las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Con la energía solar y eólica sale mucho más caro. Mucha gente subraya que la energía solar es la más barata que se puede comprar. Es cierto. Pero sólo en algunos lugares, como Dubái y quizá España, y sólo durante el día. La mayoría se resiste a aceptar que los coches y la tecnología sólo funcionarían durante el día, y si el día es soleado. Tienes que comprar montones y montones de baterías para almacenar esa energía.

Pero tiene un inconveniente económico: es carísima.

Más que la gasolina, el gas, el carbón o las renovables, sí. Recuerdo que en los 60 dijeron que llegaría a ser muy barata. La realidad es que no ha sido así, por muchas razones. Mucha gente, incluida Bill Gates, está invirtiendo en la cuarta generación de energía nuclear, que promete hacerla más barata y más segura. Si fuera así, sería la solución para el cambio climático. Y nos ahorraríamos todos los COP. Pero la cuestión es que no sabemos si lo conseguirán. Nos dijeron lo mismo en los 60 con la tercera generación. Tenemos que ser escépticos y asumir, simplemente, que es una de esas apuestas que puede salir bien. Pero debemos probar más cosas.

¿Por ejemplo?

Habría que invertir en energía de fusión, en mejorar las baterías para la energía solar y mejorar su tecnología, en eólicas… Mira, Craig Venter, el primer secuenciador del genoma humano, trabaja con unas algas que, desde las profundidades del océano, absorberían luz solar y dióxido de carbono y producirían petróleo. Podríamos tener todas las ventajas sin el inconveniente de las emisiones. No es posible todavía, pero dale dinero y a ver si lo consigue. Por supuesto, de conseguirlo, se convertiría en el hombre más rico del mundo. Y la energía nos saldría más barata.

Pero ¿es sensato fiar nuestro futuro a una tecnología que no existe?

Me parece una pregunta justa. Me puedes decir que tengo un 95% de posibilidades de estar en lo cierto. Pero ¿qué hay del 5% restante? Mi respuesta es: hemos seguido a los Al Gore y Greta Thunberg durante los últimos treinta años y hemos obtenido un éxito del 0%. Yo sugiero algo con un 95% de posibilidades de salir bien. Si alguien ofrece un 100%, soy todo oídos.

Si tuviera que enviar un mensaje a los más preocupados por el cambio climático, ¿cuál sería?

Le diría a tus lectores que esto no es No mires arriba. El mundo no se va a acabar. El cambio climático es un problema, pero no es el fin del mundo. No hay que asustar innecesariamente a los niños. Dominados por el pánico, sólo se toman malas decisiones. Hay que tranquilizar a la gente y decidir cómo abordar el problema. ¿Debemos seguir aplicando políticas carísimas, cada vez más caras, y que no han funcionado en los últimos treinta años? ¿O debemos probar fórmulas más baratas, más efectivas y con más posibilidades de tener un impacto? Te sorprenderá mi respuesta. Me decanto por la segunda opción.