Los dirigentes del PP, en el balcón de Génova.

Los dirigentes del PP, en el balcón de Génova. Dani Pozo

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El desastre del Partido Popular deja el Gobierno en el aire

Podemos y Ciudadanos acaban con el bipartidismo y tienen poder para decidir el nuevo presidente. El PSOE obtiene los peores resultados de su historia, pero puede liderar una coalición. Ya ha advertido que rechazará la investidura de Rajoy.

20 diciembre, 2015 20:03
María Ramírez Ana Romero

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El cambio político ha llegado a España y de su mano la incertidumbre sobre cómo será el próximo Gobierno.

La composición de ese nuevo Ejecutivo es impredecible tras unas elecciones que han traído este domingo el Congreso más fragmentado de la democracia española. Los nuevos partidos nacionales, Ciudadanos y Podemos, han conseguido escaños por primera vez en un golpe generacional e ideológico contra PP y PSOE, las dos siglas que se han repartido el poder en los últimos 33 años.

Con el 99,9% de los votos escrutados, el PP ha conseguido 123 escaños (el 28,7% de los votos); PSOE, 90 (22%); Podemos, 69 (20,6%) y Ciudadanos, 40 (13,9%). Para investir al presidente será necesario un pacto para el que las nuevas fuerzas en el Parlamento tienen la clave.

El cambio es de tal calado que a duras penas se compara con los comicios de 1982, cuando Felipe González se hizo con la victoria socialista por primera vez desde la II República.

El bipartidismo está en su peor momento. En 2011, entre PP y PSOE consiguieron el 73,3% de los votos y 296 escaños de los 350 del Congreso de los Diputados. Cuatro años antes, en el pico del poder bipartidista, la suma de los dos partidos tenía el 84,7% de los votos. Ahora apenas llegan al 50% del apoyo popular.

El bipartidismo a lo largo de su historia.

El bipartidismo a lo largo de su historia. Patricia López

El Partido Popular tendrá muy difícil seguir en el Gobierno si Albert Rivera cumple su promesa de abstenerse en la sesión de investidura. El partido de Mariano Rajoy ha perdido la mayoría absoluta y no tiene escaños suficientes para garantizar el nombramiento de su candidato. En 2011, el PP ganó el 44,6% de los votos y 186 escaños de los 350 que forman el Congreso. En cuatro años, ha perdido casi cuatro millones de votos.

PSOE y Podemos suman ahora más diputados que el PP. Es decir, si el bloque de izquierdas vota en contra y Ciudadanos se abstiene, Rajoy no podrá ser presidente. Todo apunta que así será, puesto que César Luena, secretario de Organización del PSOE ya ha avanzado que su partido votará 'no' a la investidura de Rajoy. "España ha pedido un cambio", ha dicho, convencido de que los socialistas son la primera fuerza del cambio.

Pasada la medianoche, el líder popular insistió en que intentará gobernar. "Amigas y amigos, voy a intentar formar Gobierno. Creo que España necesita un Gobierno estable", dijo Rajoy en el balcón de Génova, donde apareció flanqueado por su mujer, Elvira Fernández, y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. El presidente reconoció que "no será fácil" formar una coalición. Aun así, el líder popular hizo un amago de botar. Los suyos coreaban "yo soy español, español" y "campeones, oé, oé, oé". 

Las negociaciones llegan acompañadas de muchos matices. Pedro Sánchez tiene posibilidades de liderar el nuevo gobierno si le apoyan los partidos a la izquierda del PSOE. Pero ha obtenido los peores resultados de la historia de su partido en unas generales. En los comicios de 2011, cuando todavía estaba Alfredo Pérez Rubalcaba, los socialistas lograron el 28,8% de los votos y 110 escaños.

"Se abre una nueva etapa política en España... La democracia es diálogo: debatir y acordar y el PSOE está dispuesto a debatir y acordar", dijo Sánchez tras reconocer la victoria del PP. Los seguidores le gritaban "presidente, presidente" en Ferraz, pero el líder socialista aseguró que corresponde a Rajoy intentar formar Gobierno. 

LOS ACUERDOS DE INVESTIDURA

Ningún partido podrá gobernar en solitario. Durante la campaña, los líderes tenían pocas ganas de declarar sus intenciones de pacto, pero ahora sólo las alianzas impedirán que haya que repetir las elecciones en primavera. El escenario de unos comicios adelantados no se descartaba anoche en las sedes de los principales partidos, dada la dificultad de sumar una mayoría. 

Albert Rivera se comprometió en EL ESPAÑOL a no entrar en ningún acuerdo que no le haga presidente. "Si no encabezo un Gobierno, estaré en la oposición. Si no soy presidente, no seré vicepresidente ni ministro de nadie", dijo en la entrevista con este diario en noviembre. 

Pedro Sánchez sólo dijo tener claro que votará en contra del PP. Pablo Iglesias afirmaba que no contemplaba "un escenario distinto a ganar las elecciones". 

Estos comicios han marcado también el relevo generacional de los nuevos políticos criados en democracia. Iglesias nació en 1978 y Rivera en 1979. Sánchez tenía cinco años aquel 15 de junio de 1977 en el que se celebraron las primeras elecciones libres.

Más allá de los líderes, también hay brecha electoral entre los votantes. El PP y PSOE se parecen en su éxito entre los votantes de más de 54 años y quienes viven en las poblaciones más pequeñas. Podemos y Ciudadanos le deben parte de su poder a los más jóvenes, según el análisis de los datos del CIS de Kiko Llaneras

La ruptura del bipartidismo ha llegado gracias al impulso de los dos partidos emergentes. El partido más nuevo y exitoso es Podemos. Si bien sus líderes no estaban entre quienes encabezaron las protestas que empezaron en Madrid el 15 de mayo de 2011, Podemos supo canalizar ese descontento. En mayo de 2014 sorprendió en las elecciones europeas al conseguir cinco escaños sólo cuatro meses después de su nacimiento.

"Hoy ha nacido una nueva España", dijo Iglesias al final de la noche electoral. "We are starting a new political era in our country", dijo también en inglés.

Su partido era el que más celebraba en las calles este domingo. Por ejemplo, en la plaza delante del Museo Reina Sofía de Madrid. 

"BENDITO PINCHAZO" DE CIUDADANOS

Rivera emuló a Iglesias en su mensaje. "Hoy España empieza una nueva era política... Ya basta de rojos y azules y azules y rojos", dijo tal vez intentando imitar el primer discurso que hizo célebre a Barack Obama en 2004. El líder de Ciudadanos animó a los suyos recordando el camino recorrido en tan solo un año, de mero partido autonómico a cuarto partido nacional. 

Ciudadanos se fundó en 2006 y compitió sin éxito en las elecciones generales de 2008, pero sus primeros años de vida estuvieron marcados casi exclusivamente por la lucha contra el nacionalismo en Cataluña. El año pasado, Ciudadanos se lanzó a la escena nacional con candidatos por toda España con el propósito de alzarse como alternativa centrista al Partido Popular. 

Las encuestas de las últimas semanas situaban a Ciudadanos por encima de Podemos. Este domingo, el partido intentaba disimular su decepción en comparación con las expectativas creadas. 

"Salimos a ganar... Pero al final los españoles son los que deciden", reconocía su director de campaña, José Manuel Villegas, antes de conocer los resultados definitivos. "Si alguien considera los cuatro millones de votos que habríamos obtenido según las encuestas, un pinchazo, bendito pinchazo". Al final, Ciudadanos consiguió el voto de casi tres millones y medio de personas.

LA PARTICIPACIÓN

La participación fue del 73,2%, casi cinco puntos por encima de las últimas generales, pero quedó lejos del récord que se batió cuando ganó Felipe González aquel 28 de octubre de 1982. Entonces votó el 79,97% del censo, que era 10 millones menor que el actual.

El censo actual es de 36,5 millones de personas, el mayor de la democracia española. El dato definitivo del número de votantes del 20D se conocerá tras la certificación del voto por correo el martes.

LE TOCA AL REY

Felipe VI siguió la jornada desde La Zarzuela antes de telefonear a cada uno de los cuatro candidatos de los principales partidos. Según marca la ley, el rey, que lleva apenas año y medio en el trono, tendrá que proponer al presidente del Gobierno después de unas negociaciones que se presentan complicadas. El nombre del ganador aún no está escrito.

Colas en un colegio electoral de Barcelona.

Colas en un colegio electoral de Barcelona. David Ramos Getty Images