Miguel López Serrano, de 55 años, fue desahuciado por su casero al inicio de la pandemia por no poder hacer frente al pago del alquiler. Con un grado de minusvalía del 83 % y con una paga que apenas rozaba los 400 euros, este toledano no tuvo más remedio que coger a sus dos perros y buscar refugio bajo un puente del Tajo. Pero tras dos años en los que, según relata a EL ESPAÑOL - EL DIGITAL CLM, se ha sentido en la más absoluta soledad, la vida le ha vuelto a sonreír con un nuevo trabajo y un techo donde dormir tranquilo. 

"Pensaba que iba a tardar mucho en remontar pero, gracias a una trabajadora social que se ha portado muy bien conmigo, la vida me ha cambiado al 100 %", cuenta Miguel, que ha conseguido abandonar la orilla del río después de 28 meses para trasladarse a "un piso muy cuco" en el Polígono. Además, los Servicios Sociales del Ayuntamiento le han facilitado un empleo protegido. "Ahora solo pido vivir tranquilo los cuatro días que me quedan", dice. 

La vida de este toledano no ha sido fácil. Con tan solo nueve años, su madre le abandonó y se crió en la calle. Trabajó de pintor, camarero, pinche de cocina, albañil y también de lotero. De hecho, llegó a repartir un premio de 200 millones de pesetas que le convirtió en el vendedor de la ONCE más famoso de la ciudad, pero su minusvalía le impidió seguir trabajando y tuvo que aceptar una pensión de menos de 400 euros con la que solo podía pagar el alquiler. "Empecé a tirar de préstamos y me endeudé", explica. Aun así, nunca imaginó que acabaría viviendo en una tienda de campaña. 

Óscar Huertas

"Dormía con un ojo abierto y otro cerrado"

"En la vida pensé que me vería en la calle como un perro. Porque me he sentido así, como un perro", cuenta. "Nadie sabe lo duro que es. No estás tranquilo porque no tienes una puerta que cerrar. Yo dormía como las liebres, con un ojo abierto y otro cerrado", señala Miguel, que consiguió subsistir a base de una batería de dos bombillas, un camping gas para poderse calentar la comida y un estufa de leña que le salvó del frío durante el temporal 'Filomena', cuando se registraron hasta 15 grados bajo cero. Además, muchas personas se volcaron con él para prestarle algún tipo de ayuda. 

Uno de sus amigos, Alex Hebrail, inició en 2020 una campaña en change.org para pedir apoyos y consiguió recaudar cerca de 95.000 firmas, que fueron entregadas en el Palacio de Fuensalida al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, junto con una misiva para pedir una solución urgente. Y este mismo amigo, junto con otras 13 personas, le pagó una habitación en un piso compartido durante diez días para que estuviese más seguro ante la crecida del río. 

"Me robaban lo poco que tenía"

Por suerte, toda la ciudad se unió para ayudar a este hombre que se quedó sin nada de la noche a la mañana, pero esto no evitó en absoluto que la soledad se apoderara de él. "Echaba de menos hablar con la gente. Tengo cuatro hijos y dejaron de mirarme a la cara. Les llamaba, pero no me cogían nunca el teléfono", cuenta. Para evadirse, pescaba, leía y paseaba aunque, según cuenta, "tenía miedo de alejarme mucho porque siempre me robaban lo poco que tenía".

Ahora, después de dos años, Miguel ha comenzado una nueva vida. "Voy a estar seis meses trabajando en el Ayuntamiento y puede que entre otra vez en la ONCE. Yo no pido mucho, me sobra con poder pagar mi casa, la luz y la comida. No tengo dinero para tirar cohetes pero si no me he muerto de hambre en la calle, no me voy a morir ahora", bromea.

Óscar Huertas